lunes, 30 de junio de 2014

Escuelas que no enseñan a ser torero


Ser torero es mucho más que dar pases o torear


Lo de las Escuelas de Tauromaquia ha sido una constante en la historia del Toreo, desde aquella que mandó crear el rey don Fernando y de la que hizo cabeza visible a Pedro Romero, rectificando su decisión inicial en la que nombraba director a Jerónimo José Cándido. Escuela cuyo único fruto a destacar fue un tal Francisco Montes, “Paquiro”, que ya por aquel entonces llamó la atención del maestro rondeño. Famosa es la lámina en la que se ve a Pedro Romero corrigiendo al alumno en la misma cara del novillo, haciéndole las oportunas indicaciones. Incluso si atendemos a las cartas que don Pedro hacía llegar a Su Majestad para informarle de los progresos de la escuela, se observa como hace hincapié en las condiciones de los aspirantes según sus aptitudes ante el toro; siempre bajo la óptica de lo que marcaban unas reglas no escritas de lo que debía ser un torero, dentro y fuera de la plaza, ante los compañeros y ante el aficionado.

Perdonen esta introducción apoyada en hechos recogidos en los anales de la Fiesta. No he pretendido otra cosa que situarnos en el tema, sin ánimo de utilizar la historia como una coartada ventajista para justificar, validar y alabar lo que se hace en la actualidad, queriendo ganarme el favor de los maestros de estas instituciones, ni de otras amistades de entre los taurinos, con los que por el momento no tengo ningún trato amigable, y que Dios lo prolongue muchos años, no por nada sino porque eso dificultaría la independencia, podría ser causa de conflictos y motivo de disgustos. Pero puedo estar tranquilo, pues los señores taurinos con toda seguridad que no saben de la existencia de este blog, ni mucho menos de la de su responsable. 

Lo que yo me pregunto ahora, a raíz de una conversación con mi amigo Xavier González- Fisher, quien sabe retorcerme la sesera obligándome a pensar un paso más allá, en la que concluimos que a los chavales se les enseña a dar pases, pero no a torear, ni a ser toreros. Una circunstancia que siempre está presente frente a nosotros, pero en la que no siempre reparamos, nos quedamos un escalón por detrás de la exigencia que debe pedírsele a las Escuelas y a los docentes que tratan a los aspirantes a toreros. A todo lo más que llegamos es a pedir que les enseñen a torear, a conocer las claves de la lidia y a saber que argumentos utilizar ante el toro, pero no demandamos el que se les enseñe el camino de ser toreros.

En los colegios a los niños se les enseña primero cuales son las letras, cómo unirlas, cómo suenan y cómo forman palabras, estos aprenden los números, las sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. Van avanzando y van ampliando sus conocimientos, pero con todo lo importante que es saber que España limita al norte con el mar Cantábrico y los Pirineos, a los niños se les enseña a comportarse en la clase, a no correr por los pasillos, a no gritar, a saber esperar su turno en la fila, a hablar pidiendo la vez, a compartir las cosas y el espacio, a llamar a las puertas, a presentar los trabajos limpios, con claridad, a no pintar en los libros o a utilizar la papelera. Que si juntamos todas estas piezas, nos damos cuenta de que lo primordial, el principio de todo es convertirse en personas, en ciudadanos, para que cuando sean adultos, aparte de saber de integrales, fórmulación, sintaxis o sobre lo que supuso la revolución industrial, tanto en inglés, como en español, no se pongan a llorar cuando un compañero de trabajo les pide la grapadora, ni se líen a tortazos con el que les ha cogido el boli, ni que se toquen los pies con las manos, se metan los dedos en la nariz y en el culo de forma alternativa, para luego metérselos en la boca justo antes de estrecharte la mano.


Pues bien, la torería hace todas esas cosas con sumo descaro, sin entender por qué alguien no accede a estrecharles la mano después de haberse explorado los esfínteres rectales en forma de pases desabridos, vulgares y aburridos, deambulando por los ruedos con aire despistado guiado por la soberbia que impulsa la ignorancia, ante unos animales indignos, inválidos, moribundos, con una presencia insultante, que dan más pena que miedo y que más que respeto despiertan lástima. Pero estos señoritos que se disfrazan de toreros, que a veces sobrepasan lo grotesco con pleno convencimiento y que no escuchan otra música que la del “¡Bien torero!” cantada por los aprovechados a los que esto de la Fiesta les importa un pito y que solo se preocupan de llenar su bolsa, su panza y la talega de la vanidad. Les convierten en figuras, pero nunca llegan a conseguir que sean toreros, matadores de toros. Una legión de mediocres que se tapan entre si, a veces esperando verse beneficiados por el abrazo divino de los de arriba, aunque su día a día discurra esquivando la inmundicia que circula por las cloacas a las que se ven condenados. Como esos niños caprichosos que están aprendiendo a ser adultos, echan la culpa a los demás, nunca asumen responsabilidad alguna y si un inculpado se les hace presente, de la misma forma que esos mocosos de parvulitos, niegan todo y dirigen sus insultos a un tercero. Eso sí, dónde coinciden todos es en elegir a los que pagan como culpables de todos sus males, porque parecen darse cuenta de que los aficionados les han descubierto con los deberes por hacer, los cuadernos manchados de grasa, los libros pintarrajeados y desencuadernados y una colección de pinturas y lápices que han quitado al compañero. Quizá todo esto nos lo podríamos evitar si en esas escuelas taurinas los maestros fueran tal cosa y empezaran enseñando algo tal sencillo y tan complicado como es ser torero. No se trata de ser profesional, ni figura, ni nada parecido, no, esa es una confusión interesada que muchos de los que viven del toro pretenden alimentar. Pero ya nos dicen algo, ya se delatan ellos solitos,  cuando se ponen tan serios para proclamarse profesionales. ¡Ay! Qué mala cosa cuando algo tan grande como ser torero o matador de toros, lo queremos reducir a ser figura, a ser... profesional. Eso sí, mientras subsiste esa plaga de aprovechados que sigue viviendo del dinero que paga el aficionado. Pero nada, que sigan a lo suyo, que si no se deciden a cambiar el rumbo puede que pronto se encuentren por los caminos buscando a ver si quedan primos que sigan permitiéndoles vivir de la sopa boba del toreo. Es muy difícil ser torero, vivir en torero, dentro y fuera de la plaza; los hay que no lo consiguen ni en el ruedo, que ni llegan a adivinar ese sentimiento único que solo se encuentra en el toreo, que solo se consigue con el toro. Y yo que pretendía alejarme de todo esto. 

9 comentarios:

MARIN dijo...

Uff Enrique, complicado el tema. Yo ya te digo que las escuelas son necesarias. Hay tanto chorizo suelto dando festejos menores y esperando ver a un chaval con dos duros desesperado por torear, que no dudan en echarse encima en cuanto pueden para sacarle esos dos duros y si pueden alguno mas en el futuro. Sin las escuelas, esos que no tienen dos duros no torearían jamás Enrique, y a lo mejor algo puedo saber de eso. Aparte, cuando entrenas por tu cuenta siempre coges "amaneramientos" que si no tienes a tu lado un profesional que te los corrija acabas haciéndolo mal toda la vida (técnicamente hablando claro está).

El problema está en los docentes y no en los chavales, que son los mismos que han montado todo este tinglado de la tauromaquia actual. Enseñan a torear como si fuesen a salir por la puerta de chiqueros siempre el mismo toro bobon, que va a meterte la cara sesenta veces por abajo sin molestarte y claro, cuando sale uno pidiendo papeles... Los chavales son auténticas esponjas, muchos de ellos que ni saben lo que significa ser torero en toda la extensión de su palabra, y que les atrae mas todo lo que rodea a un traje de luces que lo que significa en si mismo. A todo esto le podemos añadir que muchos de esos chavales son hijos del torero tal o del banderillero tal, que como es normal, por muy poco que hagan siempre van a torear mas que los que no tienen nada en casa.

También te digo ya que ninguno de estos profesores son los que encumbran a ninguno. El novillo sale sin conocer a nadie, y es el público (que no el aficionado) el que encumbra a estos toreros. El entorno, que se empeñan en ver a su niño como el mismísimo Belmonte tampoco acompaña mucho. Y al final vemos a muchos toreros que dan y dan muletazos sin decirte nada, que eso tampoco quiere decir que de las escuelas salgan toreros que si merecen la pena.

Y lo peor de todo, muchos de estos docentes impiden desarrollar personalidad e imponen una estándar, y cuando uno se atreve a decir que no ve las cosas así, ese ya está señalado. Por eso cuando uno sale con la suya siendo diferente, a mi ya me tiene cautivado.

Podría llevarme toda la vida comentando esta entrada, pero creo que la chapa ya ha sido interesante. Un abrazo Enrique.

Xavier González Fisher dijo...

Don Enrique: Me niego a aceptar que yo le retuerzo cualquier parte de su anatomía. Simplemente en nuestras conversaciones digitales (y materialmente lo son, porque las hacemos con los dedos, sobre un teclado, por el momento), aplicamos el viejo y eficaz método socrático, en el que cuestionando y volviéndolo a hacer, obtenemos nuestras propias conclusiones de asuntos que, a nosotros nos resultan de interés.

Después, voy a aliarme con Marín. Es cierto que los profesores no van a encumbrar a nadie. Don Rodolfo Gaona decía que los toreros no se hacen, que nacen. Esos profesores podrán enseñarles (como a Usted, a Marín o al menda), a dar pases y así evitar en lo posible, que una res nos pegue tres o cuatro revolcadas, pero lo que encumbrará al aspirante a torero será su personalidad, su clase en el ruedo y fuera de él, su valor y su honestidad, en suma: su torería y eso señor Martín, no se aprende, se tiene o no se tiene.

Pero, ¡cuidado!, aún teniéndose la torería, se puede manifestar o no. Se puede ejercer o no y sí se puede aprender a escamotearla a afición y públicos, ofreciendo un sucedáneo de ella de aroma y sabor fraudulento. Eso sí se puede enseñar y aprender en las escuelas, a dar coba. Y de ello sí son responsables los profesores, que deben reprender y evitar que se produzcan esa clase de engaños en cuanto se comiencen a aparecer.

Por lo demás de lo que escribe Marín, solamente una palabra: Amén.

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Marín y Xavier:
Me váis a permitir una contestación conjunta, ya que vosotros habéis iniciado esta tertulia. Coincido con ambos, por supuesto, pues lo que decís está sólidamente cimentado, pero yo voy un punto más atrás. Claro que son necesarias las escuelas y claro que el que no vale, no puede valer, pero yo ya digo que me quedo una parada antes en todo esto. Está bien que te enseñen a lidiar, los secretos de como poder a un toro, dominarlo y, si te quedan bemoles, hacer arte con el animal. Pero para mí una cosa es torear y otra ser torero, sentirte torero y saber todo lo que eso significa. Ser torero es respetar a los mayores, a los maestros, pero al tiempo ser arrogante por la seguridad que atesoran, el saber que es traje de luces, el toro, vivir para este, vivir respetando los ritos de la fiesta, aunque se aporte la personalidad propia, pero sin dinamitar los fundamentos, simplemente porque a mi no me vienen bien. Ese respeto al aficionado, al que se convence a base de torear, con lo que esto encierra, y no retándole a bajar al ruedo. A que no se pueden imponer inventos que incrementan el fraude y enaltecen la vulgaridad. Ya digo que quizá es un paso previo.
Un abrazo para los dos.

Anónimo dijo...

Sr Martín, aunque nada tiene que vez con el presente titular del blog que tan dignamente usted dirige, me gustaría que perdiera unos minutos en leer el post del pasado miércoles 2 de julio del blog “Del toro al infinito” titulado “Feria Burgos: lo que pasa en las plazas de toros es el reflejo de lo que ocurre en España / J. A. del Moral”. Una vez leído vean mi comentario que no fue publicado y que decía así.

No vamos a descubrir ahora las grandes dotes periodísticas de José Antonio del Moral, pero si podríamos hacer referencia del influjo que haya podido tener su paso por “La Gaceta” periódico que pertenece al Grupo Intereconomía de clara inclinación conservadora y con propensión en el humanismo cristiano, la libertad y la unidad de España. De hay que el periodista nacido en Colmenar de Oreja practique su Interlibertad para mezclar una crónica de toros con la locura que se ha desatado a cuenta de un impertinente sujeto que pretende acabar con lo establecido y meternos en un régimen bolivariano a la española.

Leyendo a José Antonio del Moral, no vamos a culpar al “sujeto” en cuestión de la muerte de Manolete, entre otras cosas porque ya está demasiado manido el ejemplo y porque es no estaba nacido en 1947. Pero si podríamos cargarle al “sujeto” de marras su culpabilidad de crear una plataforma para dejar claro al Gobierno autonómico que la Mezquita de Córdoba se registro de forma “ilegal” utilizando dos normas franquistas y preconstitucionales.
Una de ellas equipara a la Iglesia con una administración y la otra, a los diocesanos con funcionarios públicos. Por tanto, que el monumento fuese propiedad del estamento eclesiástico “tendría sentido durante la dictadura, pero no en democracia y con una Constitución que dice que España es un Estado aconfesional”.

José Antonio del Moral, dentro de su polifacético periodismo y que desarrolla con gran diversidad los temas de actualidad, muy bien podría sorprendernos hoy con una visión muy particular de la puesta en escena ayer en Madrid del Orgullo Gay.

José Antonio del Moral, se ha querido sumar a ese numeroso grupo de colaboradores publicistas del “sujeto de la coleta” y que tanto pavor parece producirle escribir su nombre, y se presta muy orgulloso y con mucho patriotismo español en censurar al politólogo y eurodiputado español que tanto está inquietando a lo más granado de la política española.

Dice el Sr del Moral “Es absolutamente inexplicable e incomprensible que, al cabo de tanto tiempo y tras haber gozado del periodo más fecundo, pacifico y conciliador de nuestra historia, haya gentes jóvenes que sin saber siquiera lo que fue y es España, quieran destruirla en un pispás político de bajísima estofa”.

Lo que no dice el Sr del Moral, bien porque no quiere o porque él no se haya enterado, es la precariedad con la que viven muchas personas, entre ellas “jóvenes” sin futuro por obra y gracia de unos gobiernos tanto de izquierdas como de derechas, y que han logrado que la España actual sea para muchos de bajísima estofa.

Si vienen sujetos como el de la coleta, y en su doctrina de libertad critican los abusos corruptos de una España que está más que demostrada que por donde la mires hay una cantidad de políticos sinvergüenzas de todos los colores e ideologías es “justo y necesario” personas que les saquen los colores.

Esto molesta en gran medida a una parte de la España de la derecha en donde se encuentra colegas de José Antonio del Moral, que tienen la noble conducta de criticar la corrupción, pero solamente la de la orilla de la izquierda, la otra orilla, la de la derecha y con gente en la cárcel, esa es intocable. Por lo cual es normal que moleste tanto el “sujeto” de la coleta y todos los que piensan como él.

Aquí no es mejor persona ni mejor español el que critica a sujetos como el de la coleta en estos momentos. Lo mismo pasado un tiempo se convierte como la casta actual, pero mientras eso no llegue habrá que actuar, por mucho que duela, con resignación cristiana, Y es que ser cristiano y dar testimonio de ello es demasiado difícil.

P F

Anónimo dijo...

Con todos mis respetos, las escuelas taurinas son Inventos políticos nada efectivos para sacar toreros, la escuela de huelva señor Marin lo unico bueno Que hizo fue reunir un grupo de chavales humanamente extraordinario ,pero lo demas fue un desastre peleas entre grupos politicos locales ,discusiones entre cuatro aprovechaos que solo se acercaban por la plaza de toros para preguntar si la diputación habia ingresado el dinero que prometian en sus discursos ,pero nunca se preocupaban de si los chavales
sabian o no cojer un capote ,se de lo que hablo y por eso afirmo que las escuelas taurinas no sirven para nada ,que te enseñan a cojer la muleta cuerto pero nunca te enseñaran a dominar con ella la embestida violenta de un novillote afeitado, que es como suelen salir estos en las novilladas que organizan estas escuelas no valla a ser que algunos se asusté y no aparezca mas por la escuela, no se puede ser torero poniéndotelo todo tan facil fácil, novillos chicos y manipulados trajes de torear y trastos nuevos nuevos hoteles de pprimera ,para ser torero tienes que haber pasado muchas fatigas, saber de lo duro de esta profesión, tener gatos en la barriga ,no ser buen compañero con nadie solo con el toro que es muy duro ,claro que lo es peri esa dureza que te de el aprendizaje es la que te puede hacer llegar a ser torero o persona y no la falsa facilidad que te ofrecen las escuelas que eso si que te enseñan a darle la mano lo sientas o no a una farola.

Anónimo dijo...

Sr Martín, me parece muy loable por su parte que no se disponga a prestarse a otros menesteres que nada tiene que ver con el post de su blog, hasta ahí todo correcto, lo que ya me parece menos correcto (y es lo que me sorprende en usted) es dar la callada por respuesta y no tener ni siquiera unas palabras de justificación a su decisión que la considero muy acertada, al margen de la poca o ninguna gracia del “sujeto” como educadamente le llama el Sr del Moral a D. Pablo Iglesias.

Sr Martín, espero que no se vea usted en el gentil compromiso de dar una explicación, ni lo merece, ni la necesito. Simple y llanamente es que se entere solamente usted de que la ética y las buenas formas existen todavía.

Atentamente le saluda
P F


Enrique Martín dijo...

PF:
Perdone la tardanza en mi respuesta, que nada tiene que ver con intentar escurrir el bulto, ni mucho menos. Además, como bien afirma, se esté de acuerdo o no en lo que se recibe, que menos que responder y dar por recibidos los mensajes, así que admito y acato su descontento por la tardanza de mi respuesta.

Ya sabrá que no suelo hablar por aquí de cosas que no tengan que ver con los toros; no me escondo, pues en otros canales dejo claras mis ideas políticas, mis opiniones sobre lo que está sucediendo y sobre cualquier cosa que pueda interesar. Lo que no quiere decir que no admita todas las opiniones que aquí se remitan, incluso las que sean de mal gusto, que no es el caso, pues de esta manera cada uno revela su condición. Yo le diría que sobre al señor del Moral le respeto como a todo ser humano, aunque a veces cueste hacerlo con algunos, pero más allá de ese respeto, me siento muy alejado. Será por ese mundo paralelo e idílico que se ha montado para si mismo, intentando no molestar a los poderosos y llegando a tratar al resto como un ente ajeno a su "categoría". Bien hablemos de toros o de lo que sea, me encuentro muy lejos de este señor. Seguro que él estará muy por encima de nosotros, los simples mortales, pero uno prefiere siempre a los mortales a las semidivinidades en la Tierra. Atacará al señor de la coleta porque es lo que parece que toca ahora, responsabilizándole de todo lo malo desde el Diluvio Universal. Pero ya hemos visto esto muchas veces, esa fijación en una persona, a la que dan estopa a raudales. Lo que ocurre es que si el señor de la coleta desaparece, vendrá otro y luego otro y otros muchos más, porque el sentir del pueblo es de una indignación extrema. Con los de un lado por lo que están haciendo y con los de otro por lo que no hacen.

Espero que haya visto respondido su comentario, pero quiero repetirle mis disculpas por el retraso y por haber dado lugar a una segunda misiva por su parte.
Un cordial saludo

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Quizá todo lo que usted relata sea precisamente por esto de que hablaba, porque las escuelas no forman toreros, primero que entiendan la razón de todo esto, los ritos, las maneras, que aunque no sean los pilares de la Fiesta son muy importantes para mantener la esencia y el espíritu que la mantenido viva. Luego está el desenmarañar todos los secretos de la lidia, el toro y las suertes y por último y para el que pueda optar a ello, el arte, algo que no se aprende. Pero no, se ha optado por la factoría de figuras del toreo y así nos va, que se creen que por vestir de luces tienen derecho a que se les satisfagan todos los caprichos, negando a todo el mundo el que se pueda estar en desacuerdo con sus formas de hacer. Y ahora, solo queda poner nombres a todo esto, pero eso ya lo dejamos para otro día. Todos sabemos de quienes hablamos.
Un cordial saludo

MARIN dijo...

Bueno, por alusiones quería responder a el "anónimo" (que ya jugamos en desventaja) sobre el asunto de la Escuela de Huelva.

Yo no he nombrado a ninguna escuela, y si mi pregunta por la de Huelva, le puedo decir que estoy de acuerdo con usted en que nadie se preocupo por ella. Politicamente se la cargaron si, pero eso no quiere decir que no se trabajase desde dentro y que las vacas y los novillos no diesen volteretas a muchos de los que por allí pasaron, que seguro que usted también lo sabe a ciencia cierta. Pero que Colón ya descubrió América hace mas de 500 años.

Con respecto a que un profesor pueda enseñar a un chaval a dominar la embestida de un novillo...pues que quiere que le diga, que al final el que está delante del novillo es el chaval y es el y su valor el que tiene que desarrollar, y no el profesor. Si tuviesemos la suerte de que a los novillos se les pudiese pedir "por favor señor novillo, parese usted entre muletazo y muletazo que le voy a decir al chaval como tiene que dominarle a usted la embestida", pues a lo mejor otro gallo cantaría.

Los novillos EN CLASE PRÁCTICA QUE NO EN UNA NOVILLADA SIN PICADORES REGLADA, están desmochados LEGALMENTE. ¿Se imagina usted que en una escuela de natación llegase un chavalin con nueve o diez años, sin saber nadar, y el primer día su profesor lo tira al agua sin manguitos? "Halaaaa, arreglatelas como puedas!!!!!". Pues igualito.

Por lo demás estoy totalmente de acuerdo con usted en que no se transmite en una escuela el que un chaval pueda desarrollar su personalidad etc...pero es que eso ya lo he dicho en mi anterior comentario. Espero que no se tome esto como un "ataque" (recalco el entrecomillado) a su opinión, que es tan lícita como cualquiera (faltaría mas), solo que estoy de acuerdo con usted en muchas cosas pero discrepo en otras.

Un abrazo con nombre y apellidos.