jueves, 5 de junio de 2014

Tía Maca, he visto al Rey, al de 1 euro

¿Recuerdan ustedes aquello de la torería?

¿Ustedes se creen? Uno pone toda su ilusión en el talento de la Vane y de repente se me queda embelesada porque ve al rey de un extremo al otro de la plaza. Si es que esta juventud se impresiona con nada; se me ha quedado bloqueada al ver que el señor que estaba en el palco era igual que el de las monedas de un euro. No sé que idea tendrá ella de lo que es un rey y de lo que hay que hacer para que te pongan en una moneda. Que ya se me ha quedado fundida. Y casi lo prefiero, porque la Vane es una buena chica, muy inocente, con una inteligencia, digamos que rara, y con una visión de la vida que no casa demasiado bien con el mundo del toro. No quisiera yo por nada del mundo perturbar ese espíritu virginal con el que contempla una corrida de toros. Y en días como en el de la Corrida de Beneficencia, pues casi mejor dejarla con sus ideas de cuento de niños.

Siempre recuerdo cuando en esta corrida, que se celebraba acabada la feria, se daban cita los triunfadores de la feria de Madrid, lo que la convertía en el festejo más importante de la temporada. Que hartazgo el tener que estar mirando por el retrovisor casi permanentemente. Pero ya ven ustedes, unos lo hacemos con añoranza, pero otros no lo hacen jamás, ni tan siquiera para ver cómo eran las cosas que funcionaban y cómo las que no, aunque solo fuera para no repetir los mismos errores. Todos los días intento detenerme en lo que sucede, pero el hartazgo y las circunstancias hoy me lo impiden. Se suponía que era una corrida importante, con ganado importante, toreros importantes y una afición… Pero esta Tauromaquia 2.0 tiene la virtud de llevarse por delante todo lo importante y salvar lo accesorio, lo fundamental, para elevarlo a lo más alto de su Olimpo de vulgaridad. Uno siente tal aversión, que antes de empezar la corrida, al comprobar el ambiente que se respiraba en la plaza, le daban ganas de marcharse y ahora me las dan de no volver. Un público verbenero e intolerante, de esa gente que se siente demócrata si estás en su bando, pero que si no es así, te quieren poner una mordaza muy apretadita, no sea que se te oiga quejarte. Solo faltaría que les fastidiases la juerga. Por el contrario hay otro aficionado, que no es habitual de la plaza, que a lo más vienen tres o cuatro tardes al año, que aprovechan la semana en que el ganado se parece más a lo que ellos creen que debe ser el toro, sin importarles si van a salir figuras o figurones. Vienen de Chiva, como todos los años, de Zaragoza, de Badajoz, La Rioja, Salamanca o de dónde sea. Un esfuerzo de tiempo, vacaciones, ilusión y su dinero. Pero cuidado, que no rompan la estúpida felicidad de los que no quieren ver nada que no sean orejas y más orejas.

Del ganado de Alcurrucén, poco se puede decir, mansos escapando de cualquier signo de pelea, marchándose de los caballos a la carrera en busca de la puerta de toriles, queriendo tener las tablas siempre a la vista. Por supuesto que no hubo posibilidad de que se les picara, lo que congratulaba al personal. Ni mucho menos se emplearon y lo que es peor, con la inestimable colaboración de toreros y autoridad, dando su bendición a esta porquería desigual que la empresa trajo para este día; además de ese público trágala que no solo lo pasa todo, sino que exige que lo haga todo el que les ronde a su alrededor. Eso sí, luego sale un animalejo que sigue la muleta y ya se borra todo, como fue el quinto, un toro geniudo que hasta para muchos pasó como la encarnación de la casta, de la que por momentos exudaba algunas gotitas. Poco para el aficionado, mucho para los palmeros. Aunque tranquilos, no teman, que ya podrán ver estos mulos este año o el que viene, en la misma laza y en otras de postín.

De los de luces, pues o te callas y tragas, demostrando tu buena educación y sentido cívico o es que les envidias por ser ricos y tú pobre, porque ellos son dioses y tú un simple desgraciadete que camina pisando el asfalto, o porque si no es en la plaza, ¿dónde podrás gritar a tus anchas? Ves a El Juli delante de una cabra escurrida y se te llevan los demonios, pero, ¡ojo! hay que rendirle pleitesía. Desinhibido de la lidia, dejando a sus toros vagar por el ruedo, a su aire, esperando solo el momento de la muleta. No hay ni asomo de lidiar, ni orden en el ruedo, ni el menor interés por torear ese animal, al que hay que mantener en pie a costa de todo, echando los capotes al cielo, yando a matacaballo para que se cambie el tercio a todo correr. Y ya una vez con la pañosa, pues a pegar pases y más pases en los que el animal pasa lejos, muy lejos, a costa de los retorcimientos del espada y de alargar el brazo hasta lo indecible. Descargada la suerte siempre, con la pierna de salida atrasadísima de forma exagerada y vaciando el muletazo en la lejanía, con pases en línea recta, sin someter y solo acompañando las arrancadas. Faenas eternas y vacías de sustancia. Luego ese sacrificio de matadero que es la forma de ejecutar la suerte suprema. La espada suele quedar enterrada, pero casi nunca lo hace en tierra santificada, la mayoría de las veces lo es en la paletilla, trasera o en el pudor de los aficionados. Luego el mal no es que el presidente conceda una oreja, lo jorobado es que después de estos mítines, haya quien piense que eso merece premio. ¿Qué pensarán los toreros que se empeñan en torear con pureza? Pero cuidado, no digan nada contrario al engendro nacido de Joselito y Belmonte, pues igual te destierran a una isla del Pacífico; además de eso de vetar a los medios de comunicación o a sus trabajadores, aunque algunos sean poco imparciales, pero bueno, este es un terreno en el que habría que dedicarse con más calma. A propósito, será verdad lo que me contaba ayer un amigo de que el Juli no compra lotería porque exige que le den el boleto premiado y si no veta a la administración en cuestión. Yo no lo creo, nadie en su sano juicio se atrevería a despreciar los sorteos, ¿no?

Iván Fandiño ya nos va dejando entrever cada vez con más claridad, lo que quiere ser en esto del toro, un privilegiado más. Era un torero con una voluntad inquebrantable, sí es verdad que algo acelerado en su toreo, con una ambición desmedida y poniéndole las cosas en su sitio al toro de verdad. Pues bien, lo del toro ya ha cambiado. Lo de matar con muleta o sin ella es casi anecdótico, la prueba es que se tirar a matar con el trapo con la misma o más decisión que sin ella. Pero la cuestión es su toreo, ausente de temple y a veces hasta apropiándose de las ventajas de las figuras. No creo que haya hecho la mejor feria de su vida, podría tener muchos argumentos de crítica, pero voy a aplicarme la receta de la calma y la paciencia y me voy a limitar a expresar una serie de deseos, como si estuviera escribiendo la carta a los Reyes… Magos. Le pido que no se olvide del toro, que su toreo ganaría mucho con más templanza, sin aceleramientos, pues aunque no es un fino estilista, el torear de verdad ya es importante. Que haga de la lidia otro de sus motivos de ser torero y que no se olvide del aficionado que tantas ilusiones depositó en él. Que no se convierta en uno más, que sea el Fandiño que nos encandiló.


Alejandro Talavante es uno de esos casos que ha provocado un extraño caso de bipolaridad en la afición de Madrid. Tras esa etapa de retorcimientos y vulgaridad con mojicones desmochados, en un momento de reflexión y sinceridad declaró que él así no era feliz, no se sentía a gusto, le bullía nada dentro como en otros tiempos pasados. ¿Y qué mejor decisión que volver a los orígenes? Se le notó cierto cambio de actitud, más en el público, que le recibió con los brazos abiertos y aplaudiendo cualquier síntoma de cambio. Los resultados no han sido los mejores, pero habrá que mantener al enfermo en observación y esperar a ver como evoluciona. Han sido muchos días de retorcimientos como para de repente curarse de la espalda. Eso sí, aparte de esto, quizá sería bueno desterrar el toreo con el pico de la muleta, perfilero, de líneas rectas y de acompañar más que de dominar. Luego ya vendrá lo de pasárselos cerca y esas cosas que hacen los toreros. Solo pregunto una cosa, ¿No les dan ganas de mandar esta basura en estado comatoso a la…? ¿No les apetecería? Pero si por una casualidad caen en la tentación de ir a los toros, procuren no molestar a los que van de verbena y fiesta orejera. ¡Aah! Y no se agobien por lo del “No hay billetes”, que con la última ampliación de Las Ventas, excepto en los tres días de clavel, siempre habrá entradas para tapar esa gran media luna del sol y los múltiples huecos de la sombra, aunque la tele del vetado no lo refleje en sus barridos de cámara. A ver si los que tendrían que vetar al señor periodista van a ser los aficionados.

8 comentarios:

MARIN dijo...

Enrique, ayer vi el primer toro en directo y me fui al campo. Ya no vi nada mas así que no puedo opinar. Eso si, curioso lo de un amigo luego por la noche, uno al que yo no sé si tenia de aficionado o lo sigo teniendo como tal, que se vistió de luces muchas veces. Me comenta el muchacho que el primer toro de ayer de Alcurrucen era... "de vacas"!!!!!!. Si si, como lo oyes. Después me especificó claro, que era de vacas "para su ganadería" que para la mía me fuese a buscar sementales a Moreno Silva. Ahora si lo entiendo...ESTE ES EL MAL DE LA FIESTA.

Xavier González Fisher dijo...

Don Enrique: No es que no me deleite el leer sus apreciaciones sobre los sucesos venteños en esta bitácora suya, pero también he de confesar que el día de hoy esperaba una relación "Rose de Anjou" firmada por la inefable Vane.

No es de recibo - y lo afirmo por su becaria - que por contemplar de tercio a tercio a don Juan Carlos - o lo que queda de él -, se haya paralizado y dejado la pluma inerte y esperando al personal.

De cualquier modo, creo que salimos ganando. La visión de una tauromaquia que fue - y que quizás nunca volverá a ser - nos pone en el sitio.

Gracias por no dejarnos sin saber lo que sucedió.

franmmartin dijo...

He empezado a ver todas las corridas de San Isidro por televisión.No he aguantado ni una completa,como mucho hasta el segundo toro.Para colmo, una que fuí a ver en directo, también acabó tras el segundo toro,si bien por otros motivos.
Creo que mi ángel bueno me lleva de la mano en mi abandono de esta francachela,aclamada por tipos bienolientes,claveleros y borrachuzos, que pueblan, sin agobios, los tendidos;antes llamada Fiesta de los Toros.
No me quejo,me apeno.Más llegará mi regocijo cuando los Aficionados sean un recuerdo casi prehistórico , el aluvión de cubateros buscadores de esencias,pellizcos y desmayos, necesiten emociones más fuertes y,sobre todo, que los que han dejado esto como un solar,se tengan que ir,aunque alguno de ellos ricos, a hacer puñetas.

MARIN dijo...

Hace tiempo me di cuenta de que Franmartin era mi otro yo, pero ahora me reafirmo. Amen don Paco.

Por cierto Fran, el día 22 estaré en tu plaza para ver al novillero de aquí del pueblo. Si vas a estar pegame un toque y nos tomamos un café.

Un abrazo!!!!

Enrique Martín dijo...

Marían:
Es una pena, pasamos de buscar el toro bravo a buscar el toro para el torero, para el aficionado y acabaremos buscando el de los lunes o los jueves, todo, menos el toro íntegro, el toro de lidia, el bravo. Y es que este descubre a los caraduras, a los ineptos y a los que nos quieren sacar el dinero por nada. Aah y a los tontos que se sienten felices viendo como les levantan la cartera.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Ya ves, la Vane parecía lanzada a rellenar líneas y líneas de felicidad, pero no contó con que mientras ella se sentía en los cuernos de la Luna, en la plaza se estaba produciendo un delito contra la moral, el patrimonio cultural, el decoro y buenas maneras y contra el patrimonio personal de los que pagaron su entrada creyendo que iban a ver una corrida de toros y les dieron una pantomima soez.
Un abrazo y gracias por entender a la Vane.

Enrique Martín dijo...

Franmartin:
Lo que han cambiado las cosas, antes, después de la corrida se reunían los aficionados para tomar lo que fuera y seguir hablando de toros, que seguro que es lo que hizo usted ese día de dos toros, pero ahora ya se toman el cubata allí y no hacen caso de la corrida. Alguien se equivocó al ordenar la sucesión de las cosas. Y para colmo, los buenos aficionados a los toros empiezan a serlo a los recuerdos, a tertulias de lo que vieron y zambullirse en libros y revistas que no les dejen olvidar que esto un día fue muy grande y que no se parece en nada a esta vergüenza.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Por favor, no utilice este medio para concertar encuentros con otro de esos señores que gustan del toro de verdad y los toreros de una pieza. Haga usted el favor. Eso sí, si se produce ese encuentro subversivo, por favor, tenme informado.
Un abrazo