jueves, 30 de abril de 2020

Sin público, sin aficionados, sin toro, sin nada


¿Hay alguien ahí? Sí, los de la tele. ¿Pero hay alguien ahí?




Demasiado a menudo se escucha, cuándo quieren justificar los regalos de despojos, que esto de los toros es una fiesta del pueblo, aunque igual no se les entiende bien y lo que quieren decir es que es una fiesta para sacarle la pasta al pueblo y en agradecimiento les reembolsan con casquería a tutiplén. Y que si para intentar llenar la bolsa hay que prescindir del pueblo, pues adelante con los faroles. Total, ¿qué más da? Que hoy en día, con los adelantos de la técnica se puede suplir al respetable con mil y un artilugios. ¿Qué no se oye el rumor de la gente? Unos altavoces así, bien gordos, que haga retumbar los muros del templo de Salomón. ¿Qué no hay quién pida los despojos sacudiendo pañuelos al viento? ¡Naaa! Manden un mensaje al 3232 con la palabra “despojo1” o “despojo2”, si quieren que estos sean dos y si han de ser más, manden los dos mensajes juntos. O bien, voten en nuestra cuenta de tuiter o de güasad, indicando su nivel de agrado, con las siguientes palabras: “bueno, no ha estao mal”: “ha estao por encima del toro”; “Olé los toreros güenos”; “Hay que abrir la puerta!; “Inmenso”. Y en cuanto a los toros, solo se admitirá el mensaje “este toro es de vacas”, no admitiéndose ningún otro. Eso sí, yo quiero verles dar la vuelta al ruedo a una plaza sin un alma, aunque igual tampoco es demasiado inconveniente, bastaría con ir repartiendo a lo largo de las tablas, de forma estratégica, ramos de flores, botas, puros, manojos de espárragos o gallinas boca abajo. Y ahora que me digan a mí que para esto de los toros hace falta público. ¡Anda ya!



Aunque lo mismo, pensándolo bien… Que a lo mejor no es momento de poner esto en manos de la tecnología, de los adelantos inventados por el hombre blanco, ni los cerebros del oriente, que igual la cuestión es pararse un segundito nada más y volver a recapacitar sobre lo que es esto del toro y no echarnos sin reservas en los brazos del e.taurus versión 2.1. No parece muy aconsejable que para salvar la cartera de cuatro se eliminen a alguno de los actores de la fiesta de los toros. Que la demagogia puede ponernos por delante justificaciones casi humanitarias, salvar una res, salvar una ganadería, minimizar el desgaste económico de tal o cual señor, lo que me recuerda a quel final de la Lista de Schlinder en el que el protagonista se deja llevar un tanto por la sinrazón, pero los parches nunca han sido buenos, si acaso los medicinales que calman el penar de los pacientes, pero que solo palían el mal, sin ponerle un remedio definitivo. Que si solo vamos a lo económico, lo mismo estamos tirando de la manta para taparnos las orejas y dejamos los pies al aire, para que se nos acabe llevando por delante nuestra fiesta una pulmonía doble. Que a otros parece que les han entrado ahora las prisas y solo quieren que les arreglen lo suyo y nada más que lo suyo, porque la fiesta les importa entre poco y nada.



Nos viene ahora un señor con que tiene que sacrificar la mitad de su ganadería, como si las circunstancias actuales fueran la causa definitiva de ello, como si no lo tuviera decidido hace tiempo, como si la causa real no fuera la inviabilidad de una vacada sobredimensionada, como tantas otras, porque un día solo se pensó en lo económico, en ampliar el negocio y no en otras cosas, como la buena salud de la ganadería o, yendo más allá, de la fiesta en si. Y si de parches hablamos, ahora nos viene la tele oficial del taurinismo y dice que quiere dar festejos a puerta cerrada, en los que por supuesto que caben todas las ocurrencias y barbaridades que se puedan pensar y que el absurdo ya apuntaba unas líneas atrás. Que igual nos vienen con el caramelito de que habrá encastes variados y toreros no habituales. Parche, parche y otro parche más. Porque díganme ustedes qué hierros se verán agraciados con la lotería de la tele. Pero si así calmamos el rugir de nuestra conciencia y hasta lo podemos vestir de mérito protaurino, pues nada, los disfrazamos y que salga el sol por “ande quiera”. Y si a este engendro no se apuntan las figuras, pues ya saben ustedes, que dicen que si se pagan los mínimos y entonces el parche ya gusta poco, ya gusta menos que uno de nicotina en un ojo. Eso sí, sin personal, el Valhala taurino, torear sin nadie que reproche nada, que pida nada y que censure nada. Así lo ven ellos, el público molesta, el aficionado molesta, porque es el que no les permite el confort del hacer de su capa un sayo. Eliminamos a uno de los actores principales de la fiesta y todos tan contentos. O igual público si quieren, porque estos son los que ponen la guita por delante, que escala en la bolsa del empresario, termina en sus bolsillos. Quieren esa fiesta liberalizada que les permita campar a sus anchas. Y sí es verdad que el público mantiene esto económicamente, pero el aficionado es el que hace que la degeneración no avance, el que lucha por mantener las esencias de todo esto, el que exige el toro íntegro, el que no traga con el toreo trampa y el que puede hacer que no siempre sean los mismos, los mismos hierros, ni los mismos toreros. El aficionado es uno de los contrapesos de la fiesta, o debería serlo, en oposición a los toreros, ganaderos y empresarios, cada uno por su lado, aunque en los últimos tiempos más parece que el aficionado se encuentra solo ante los otros tres estamentos, lo que se viene llamando “taurinos”. Que igual estos caballeros no son conscientes de adónde nos puede llevar todo esto, ni las consecuencias, ni dónde está el final del camino, quizá más cerca que lejos, pero lo que está claro es que su objetivo, aunque no sean conscientes del todo, es una fiesta sin público, sin aficionados, sin toro, sin nada.



Enlace programa Tendido de Sol del 26 de abril de 2020:

https://www.ivoox.com/tendido-sol-del-26-abril-se-audios-mp3_rf_50441099_1.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Clavado. Adelante como sea y de cualquier manera. No importa nada, ni tienen en consideración a nadie. Un esperpento. Rigores.