lunes, 18 de octubre de 2010

Volviendo a Juan Mora


Todavía no he sido capaz de quitarme de la cabeza el día de Juan Mora en Madrid, y de Curro y Morenito por supuesto, aunque tampoco he puesto demasiado empeño en ello. Pero sí que me gustaría hablar sobre la diferencia entre ese toreo y lo que hacen los que están considerados los pilares de todas las ferias del mundo, los que se creen el sustento de la fiesta y los que se autoproclaman valedores del toreo ante cualquier ministro o ministra que sea honrado u honrada con su presencia.

No recuerdo ahora dónde leí que Juan Mora había utilizado el pico de la muleta y que incluso había toreado con los pies juntos. Yo no voy a ser el que discrepe de esta afirmación, pero sí que voy a exponer mi punto de vista, y empezaré por lo de los pies juntos, que es lo más fácil de demostrar. Una cosa es juntar los pies, con la ventaja que esto supone si se realiza un toreo perfilero, que no en el de frente, en el que se le da al toro a elegir casi entre pecho o trapo. Lo que sí hace Juan Mora en esa lección de naturalidad, es no despatarrarse con un pie en Cádiz y el otro en La Coruña; porque entre abrir el compás y despatarrarse como una cigüeña hay un término medio. Él planta los pies en el suelo de la misma forma que podría hacer al encontrarse con un amigo en la puerta de un café, naturalmente y sin histrionismos, haciendo girar al toro en torno a su cintura. Y es precisamente esa naturalidad la que hace que el toro pase muy cerca de la faja. Aquello que un día fue una virtud, eso que se decía de los toreros buenos “y se los pasa muy cerca”, y que hoy no tiene ningún sentido, pareciendo más meritorio conseguir que pase el Ave Madrid- Sevilla entre el toro y el torero, gracias a los estiramientos y contorsionismos del de las medias rosas.

Incluso se le achacó que toreó con el pico de la muleta, pero en mi opinión creo que hay que diferenciar entre citar con el pico y que éste viaje subido al testuz del toro y en citar al pitón contrario y que el animal lleve metida la cara en el engaño. Juan Mora intentó en un primer momento citar con el pico, pero el toro no estaba para eso y exigía que se cruzara en el primer pase. Igual que al darle distancia lo acusaba y tenía cierta tendencia a quedarse a mitad de viaje. Y ahí fue cuando se produjo la conjunción que propició un momento mágico, lo mejor de toda una temporada y quizás de lo mejor de los últimos años, o por lo menos el más cargado de clasicismo.

Al cambiarse la muleta a la izquierda y citar más en corto, el toro siguió el engaño alargando el viaje, aunque sin acabar de entregarse. Siempre muy embarcado en el engaño en esas dos series que se cerraron con el de pecho, con el toro absolutamente entregado y pidiendo la muerte. Juan Mora montó la espada sin dudar, estocada y el triunfo del toreo. Quizás la cosa habría cambiado si el extremeño se hubiera tenido que pegar el paseíto a las tablas para cambiar la espada, dándole tiempo al de Torrealta a refrescarse y a oponer más dificultades de las deseadas en el momento de la verdad.

Esos pocos minutos entre los naturales y la estocada justifican por sí solos el por qué de la tauromaquia. Esa es la esencia, preparar el toro para la muerte y, una vez que está dispuesto, hay que ejecutar la suerte suprema, porque lo demás es pegar pases y cubrir el último trámite de la forma más segura posible para que no se escape el triunfo. Y aquí se acabó todo, o quiz´sa empezó todo, depende del color del cristal con que se mire.

Quizás esto debería ser un modelo a seguir por todos los que se visten de luces y manejan capote, muleta y estoque, sobre todo si hacemos caso a las palabras del abogado del G7, el señor Arauz de Robles, quien no duda en afirmar que el toreo se tiene que amoldar a las exigencias del público. Unas palabras que, como casi todas las que pronuncia, suenan a música celestial, pero que si se escuchan al revés se descubren los mensajes satánicos que hay en lo que dice. Le escuché en una entrevista radiofónica y me sentí embrujado por su verborrea que augura un futuro lleno de dicha, prosperidad y legiones de pegapases que surcarán los siete mares triunfales con las orejas de sus toros en las manos y seguidos por todos sus toritos indultados, aunque sin orejas. Afortunadamente el encantamiento se rompió cuando volví a ver a Juan Mora toreando al natural y cuando pude ver cómo se monta la espada después de un pase de pecho, uno sólo y no siete, que fue el preludio de la estocada que nos llevó a todos al séptimo cielo. Y, ¿sabéis cuál es el mejor antídoto contra el G7, los Arauz de Robles que andan por ahí y la vulgaridad manifiesta? Pues está muy claro, volviendo a Juan Mora.

PD: Espero haber salido con bien de este charco en el que me he metido yo solito, sin que nadie me lo pidiera, pero a lo hecho pecho.

10 comentarios:

Unknown dijo...

Has salido como salió Mora, POR LA PUERTA GRANDE!
No puedo estar más de acuerdo.
Es lo bonito que tiene cuando un torero, además de parecerlo, lo es.
Cuando el clasicismo y la torería se juntan, no hay nada que lo emborrone.
Ya dije en su día que nos tachaban de querer volver al toreo antiguo y luego llega un tío como Juan Mora y nos devuelve años atrás y pone de acuerdo a todo el mundo.
Esa es la grandeza del toreo.
La diferencia de Juan Mora marcó esa tarde y por supuesto, la de la temporada.
Una vez más, entrada de lujo Enrique.
GRACIAS!

Enrique Martín dijo...

Iván:
Gracias a ti, qie siempre estás tan oportuno al quite. El toreo clásico es el más moderno, el que permite más innovación que ninguno, el que nunca pasa y el que nos permite estar hablando y hablando, descubriendo la multitud de matices que nos regala. Y eso que fue una faena de casi una docena de pases y no más de tres minutos de toreo. Igual si hubiera estado más tiempo y si hubiera dado más pases, lo mismo nos habría aburrido, porque los pases buenos no pueden ser muchos, porque el toro acaba reventado. Con los banderazos aguanta mil doscientos treinta y cuatro, aproximadamente.
Un saludo

David Campos dijo...

Enrique:

No sé quien fue el cretino que criticó a Juan Mora por torear a pies juntos, pero no quiero imaginar entonces, lo que pensará de Manolete, Pepe Luis o su hermano Manolo.

Estos Críticos de última hora, que llevan en esto diez minutos, siempre tienen que dar la nota con alguna gilipollez.

Como tú bien dices el toreo a pies juntos ejecutado como lo hizo Juan Mora, por ejemplo, es de lo más estético que hay. También es más arriesgado en cuanto que, en el caso de que el toro haga por ti, no tienes como escaparte, pues no tienes ninguna de las dos piernas en posición de poder impulsarte para salir.

Ya quisieran estos de la pluma fácil escribir la mitad de bien que torea Juan Mora durmiendo. Y del pico, pienso que tienen ellos mucho más y peor.

Un saludo!

Enrique Martín dijo...

David:
El caso es que tampoco creo que toreara con los pies juntos como se entiende en el toreo, estaban en una posición simplemente natural, ni despatarrao, ni apretando el culo. Y lo del pico, que me parece un abuso y que no me gusta, no es lo mismo que citar al pitón contrario. La diferencia viene cuando el toro va con la cara metida en el trapo o cuando el pico va dando en el testuz y hace que un pitón vaya fuera del engaño. Por lo que veo, a ti todavía no se ta ha pasado. Y que nos dure.
Un saludo

Paco Montesinos dijo...

No te has metido en un charco has dicho lo que pensabas con verdad, que es lo que buscamos en tantas tardes en los ruedos y tan poco encontramos por que en este mundillo de tirimundis hay más ilusionismo que realidad, y cuando hay un cierto atisbo de autenticidad no podemos olvidarlo. Hay que seguir buscando no hay más remedio.
Un saludo Enrique.

David Campos dijo...

Además el cuando se torea con el pico de mala manera, se echa descaradamente el toro hacia fuera y no es el caso de Juan Mora.

Claro que no se me ha pasado y no se me pasará. Esto ya queda para siempre, ¡fue grande, muy grande! Todo un cúmulo de sensaciones y casualidades que siempre se necesitan en el toreo para darse lo que se dió, y sucedió ese día, tal como esperaba. Una cosa es estar allí y vivirlo y otra verlo por TV.

Quiero hacer un apunte sobre esa tarde para que quede en el blog. Estoy esperando unos pinceles que son una novedad y los tengo encargados en Salamanca. Quería estrenarlos y probarlos con Juan Mora, pero se están retrasando porque vienen de Inglaterra (eso me han dicho). Si se siguen demorando lo pintaré como siempre. Espero hacerlo esta semana.

Un abrazo!

Enrique Martín dijo...

Paco:
Gracias por tus palabras. Parece mentira que en un espectáculo en que se juega con la vida y la muerte se esté negando continuamente esa verdad tan deseada. A los que nos gusta esto, aficionados y aspirantes, sólo nos queda nuestra sinceridad.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

David:
Lo que no puedes hacer es dejarnos con la miel en los labios esperando verte. Ya decía yo que echaba de menos algo tuyo. Ya llevamos mucho esperando. Y que lleguen ya los pinceles.
Un abrazo

Xavier González Fisher dijo...

"...el toreo se tiene que amoldar a las exigencias del público..."

Eso habrá que verlo, porque la tendencia general ha sido en el sentido de que el público es el que se tiene que amoldar, a las exigencias de la torería y otros "iluminados", le guste o no...

Y si no, leáse esto:

http://www.taurologia.com/modelo-y-estructura-de-la-fiesta-una-propuesta-que-cayo-en-376.htm

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Muchas gracias por facilitarnos este enlace, que recomiendo a todo el mundo. Aquí se pueden ver dos cosas, que los que creemos a veces que no saben de toros, saben muchísimo más de lo que nos podemos imaginar y que dicen la verdad cuando estas no apuntan a nadie en concreto y que son capaces de coger estas verdades, pasarlas por una centrifugadora y convertir en salvadores o campeones d la verdad y de la integridad de la fiesta a quien a ellos les venga bien. Sin pararse a ver si estos sujetos son el verdadero mal o no. Es una práctica muy común en el señor Molés, que pone de vuelta y media a la generalidad, con lo que así gana crédito entre su audiencia, y luego le ponen delante a fulanito de tal y se derrite a sus pies. Por no deir lo que sueltan en las retransmisiones de televisión. El texto es música celestial, pero yo que lo he leído al revés he podido descifrar el mensaje satánico que encierra en sus entrañas y que dice: TODO POR MI PASTA. MI TESOOOORO, MI DINEEERO.
Un abrazo y de nuevo gracias por este documento.