miércoles, 20 de abril de 2011

Las colas no son para tanto

¡Qué injustos somos! Llevo días leyendo lo de las colas para renovar el abono en las taquillas de las Ventas, que si horas de espera, que si colas interminables, que si maltrato. Si es que nada nos parece bien. Allá que me fui a por el taco de entradas, me despedí de mi mujer, de los hijos, subí a decirle adiós al vecino de arriba y a agradecerle su presencia y las consecuencias que el de abajo tiene que padecer estoicamente.


Allí me planté bastante antes de la apertura de ese ventanuco que te obliga a inclinarte, como si le estuvieras haciendo una reverencia permanente al expendedor de entradas, parapetado detrás del muro y al que casi no se le oye, pero más bien por culpa de la falta de agudeza auditiva del personal que del operario de Taurodelta. Pero para llegar a esto hay que ser paciente y manso “¡Compro abonos sueltos!” Para mí ha sido una verdadera satisfacción estar en esa cola formada por verdaderos aficionados, quitando algunos que cuando ya llegaban a la ventanilla se han marchado y han dejado su puesto a un señor elegante y pulcramente vestido, con unos ademanes de caballero español “¿Sobran entradas? ¡Compro entradas y abonos sueltos!

El rato, que ahora no puedo precisar, que he estado en la cola me he sentido rejuvenecer. Yo, que llegué a ver torear en esta misma plaza a El Viti, hace más de treinta años y casi podía ser el hijo de casi todos. Tanta gente y, quitando un “chavalín” de unos treinta y tantos, yo era el más joven de todos. Si ya lo dicen mis amistades, estoy hecho un chaval. Que no digo yo que a la afición a los toros se les estén clareando las sienes, que sí, más bien será que los jóvenes no saben de las satisfacciones que da hacer cola de una hora u hora y medioa frente a la plaza de toros. “¡Compro entradas y abonos sueltos!”

Otra de las ventajas de la espera es que San Isidro nos iguala a todos, lo mismo se ve a un matador de toros retirado que aprovecha que hay un conocido unos puestos más adelante para irse a hacerle compañía y a aliviarle la espera, que se te plantan dos tallos rubios y de piel sonrosada por las noches blancas del norte de Europa, preguntando si hay “show” y “at what time the show? Y como la fila humaniza mucho siempre hay quien le aclara elevando la voz “aquí solo para abonados”. Hasta ahí podíamos llegar, que cualquiera se pudiera poner en la fila por las buenas y pasar el buen rato con que la empresa de Madrid nos obsequia una vez al año a lo grande y otra en otoño, pero a menor escala. A veces te mojas, otras te amodorras al sol y otras te pasmas de frío “¿Sobra algún abono?”

La tensión y la emoción se hacen más palpables en el ambiente cuanto más próximos estamos a la ventanilla. ¿Veis como todo llega? Hora y pico después ya hasta se les adivina la cara a los taquilleros, incluso se llega a ver a los que se dedican a deambular por detrás de ellos, sin hacer nada aparente, aunque seguro que están trabajando en beneficio del aficionado. “¡Es señor se ha colado, oiga!” “¡A esperar como todos!” Y siempre te encuentras con el que se quiere perder el placer de compartir espacio con buenos aficionados, pero que se salen por donde pueden con eso de “solo iba a preguntar una cosa” o “solo iba a pedir un cartel”. Pero siempre está presto al quite el “segurata”, quien cierra la cuestión volviéndose al público y diciéndole en voz alta: solo iba a preguntar una cosa” o “solo iba a pedir un cartel”. ¡Ah bueno! “¡Compro abonos sueltos!”

Apartarse que va a pasar un grupo de turistas, mira, esos deben de ser de un colegio de por ahí fuera. Pero no hay que despistarse, porque en cualquier momento el “segurata” te puede mirar fijamente y se puede dirigir a ti para decirte eso de: “El siguiente” y al señalarte con su índice parece que te engancha con un cordel invisible y dirige tus pasos hacia la ventanilla libre. Y ¡pobre de ti como no estés ojo avizor! Como la concurrencia se percate de que no respondes a la señal, inmediatamente te está reprendiendo, ¡qué le toca! ¡Señor, qué va usted! o un escueto ¡Oiga!

Y allí estás tú inclinado, dando voces y pegando la oreja al cristal, mientras desparramas tu tarjeta de abono, el carnet de identidad, la fe de vida, el seguro del coche, la ITV, la cartilla de la seguridad social y una montonada de billetes que te salen del alma, para pagar la certeza de que durante mil tardes solo vas a ver vulgaridad, más vulgaridad y más vulgaridad aún. Y como puedes te pones a un ladito, a ver si puedes comprobar que van todas las entradas, intentas meter la nueva tarjeta en la funda de plástico que te dieron hace años, recoges el cambio, el DNI que intentas guardar en la cartera y, además, aguantando al plasta de turno de “¿Le sobra un abono?” “Compro entradas sueltas, compro las de los caballos”. ¡Qué no, no y no! A ver si después de aguantar estas colas de muerte no me voy a dar el gustazo de tragarme, un año más, toda la feria como un bendito y, además, ¡Estoy harto de esperar tanta cola!

6 comentarios:

lesaqueño dijo...

Vaya forma de tratar a "los clientes". Los genuinos ¿son los de los cromos?
Que pena de desunion de abonados. Que pena media docena de mesas para revindicar...., con la firma de cada abonado. Ahora que estan todos juntitos, en su colita venteña.
Esperancita hija, no te da no se que ver a esos sufridores venteños, padeciendo las inclemencias, y encima , son los QUE "PONEN", vamos que es de donde sale la pasta.
Con lo guapos que estarian cogiendo su numero-cupon, y viendo videos de jotate del plus, tomando una cañita alli en el aula, y por megafonia, mandando pasar, "numeros del 30 al cuarenta, vayan pasando por taquilla". Que espera mas distinta, ¿no?

Enrique Martín dijo...

Lesaqueño:
Las esperas nunca son agradables, pero tal y como lo plantea, la cosa cambia considerablemente, vamos, que no hay color. Y probablemente no sea tan complicado, pero para eso hay que querer. Ójala saliera adelante su propuesta.
Un saludo

Anónimo dijo...

Cuando no son los toros, son las compras de los abonos, cuando no llueve, porque hace viento, pero lo que si está claro es que siempre o casi siempre estáis cabreados. Dice Juan Medina en su blog de "El escalafón del aficionado" que las dos familias pueden formar LA GRAN FAMILIA y con un poquito de más esfuerzo LA SAGRADA FAMILIA.

Y de todo esto digo yo, que algo de culpa tendrá el Sr Zapatero, no me refiero al Presidente del Gobierno, que de esto no tiene ni puta idea, me estoy refiriendo a un eficiente empleado de la empresa que está muy relacionado con las taquillas.

Todo esto se arreglaba PROHIBIENDO LOS TOROS y aficionándonos al Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro.

Un saludo

Juan Luis

Enrique Martín dijo...

Juan Luis:
¿Quién le ha dicho a usted que los aficionados a los toros no seamos aficionados al Teatro y que no acudamos al Festival de Almagro, Mérida, al de Otoño de Madrid, a los veranos de la Villa, al Prado, al Real, al Monumental y a otras muchas manifestaciones culturales? Si lo que a nosotros nos gusto es todo lo que sea art, cultura y que para saborearlo precisa una cierta sensibilidad que no todo el mundo tiene. Ignoro el tipo de aficionado a los toros que usted conoce, pero quizás se sentiría mejor si abriera un poco más sus miras en este aspecto. Es más, incluos nos preocupa el campo, lo que ahora llaman pomposamente medio ambiente, y toda la flora y fauna, el ecosistema, en se integra el toro de lidia. Si hay tiempo para todo.
Un saludo

Anónimo dijo...

Estimado y admirado Sr Martín: Claro que habrá muchos aficinados taurinos que les guste y asista a todos esos eventos culturales que usted indica (las Zarzuelas en las noches de la Villa, tienen un encanto especial), lo mismo que habrá muchos que gustándole todos estos acontecimientos artísticos no le guste y este en contra de la celebración de las corridas de toros.
Esto que le expuesto es contestarle objetivamente a su pregunta "¿Quién le ha dicho a usted que los aficionados a los toros no seamos aficionados al Teatro y que no acudamos al Festival de Almagro, Mérida, al de Otoño de Madrid, a los veranos de la Villa, al Prado, al Real, al Monumental y otras muchas manifestaciones culturales?".

Estará usted conmigo que en ningún caso, ni en uno, ni en otro se puede generalizar, que es la sensación que me ha dado usted en su pregunta, aquí puede decirse aquella frase de que "No son todos los que están, ni están todos los que son".

Y le digo que no estoy a favor de la prohibicion de las corridas de toros, como pudiera pensarse por lo dicho en mi comentario inicial, pues soy aficionado y abonado de la plaza de toros de mi ciudad, que celebra su feria en agosto y está junto al Mediterráneo, y llevo 2 años que no voy por estar en desacuerdo con la empresa sobre los toritos impresentables que nos meten, pero no me cabreo, porque con eso no adelanto nada. dejo de ir y ya está. Y este año no se lo que haré, el abono siempre es recuperable porque está en manos de un amigo con esa condición.

Un cordial saludo

Juan Luis

Enrique Martín dijo...

Juan Luis:
Pido disculpas mil y una vez por confundirle con un antitaurino; no creo que haya peor insulto para un aficionado. En lo que no estoy de acuerdo es en lo de abandonar las plazas, hay que ir y hacer oír la opinión de cada uno y que se enteren de que esta verbena no nos gusta.
Un saludo