martes, 12 de abril de 2011

Tres maestros y tres evidencias para la reflexión

El toro, el rey
La Fiesta depende de cuando manden unos u otros. Si es el aficionado el que lleva la batuta, el espectáculo mantiene firme sus raíces, pero si las masas devoran a los aficionados, todo el toreo se tambalea.

Pepe Luis Vázquez


El origen de la actual degeneración y corrupción del toreo es la falsificación del toro.

José Bergamín.


“Las corridas de toros son o no son. Mantenerlas con vilipendio es mil veces peor que suprimirlas (...) Lo peor sería que se nos fueran de las manos por no saberlas llevar, por no mantener la verdad; esto sí iría contra usted, ganadero, contra usted, empresario, contra usted, torero y contra usted, aficionado, nieto de aquellos que empeñaban la capa para ir a los toros...”

Gregorio Corrochano


Me he permito hoy el lujo de hacer que otros hablen por mí, dándole la palabra a maestros del toreo, mentes privilegiadas y espectadores de excepción y que cada uno asigne estos papeles a quien mejor le cuadre. Las tres sentencias, la de Pepe Luis, Bergamín y Corrochano se pronunciaron hace años, pero si no citamos a los padres de éstas, podría parecer que responden al momento actual de la tauromaquia.


Pepe Luis Vázquez ya vaticinaba la situación de los públicos de los toros, en que el bocadillo y el güisqui se han enseñoreado en los tendidos de todas las plazas, donde lo primero es divertirse. Y que mejor que tener la panza repleta para que todo se vea con otros ojos y que el juicio del espectador sea más benevolente. Pero lo que podría parecer un panorama preocupante, que lo es, ha sido abrazado y recibido en loor de multitudes por todos los taurinos, que ven cómo se les limpia de chinas el camino, aunque parecen no enterarse de que esa recta, sin cuestas y sin baches, que cada vez va acentuando la cuesta abajo, desemboca en un precipicio que lleva al abismo y que devora todo lo que se despeña por él. La actitud de estos taurinos parece la de aquel ingenuo que piensa que a él no le va a tocar el desastre, que además su semidivinidad le permite afrontar con éxito cualquier adversidad por grande que sea y que si hubiera algo malo al final, que no se lo acaban de creer, pues que lo arreglen los que vienen detrás.


Parece que lo de Cataluña, ha sido un accidente que en breve se reconducirá y todo volverá a ser como debe ser. La gente va abandonando las plazas y quitando José Tomás, no hay torero capaz de llenar la plaza por sí mismo, pero ellos solo se plantean la subida del precio de las entradas y maltratar, más si cabe, al aficionado, que es el menos dócil de toda esta comedia, pero el más fiel.


José Bergamín por su parte une directamente la decadencia del toreo a la del principal protagonista: el toro. Y no hay más, podremos darle al asunto todas las vueltas que queramos, pero la solución y el problema van unidos al estado de salud de la cabaña brava. No hay más que abrir las páginas de un periódico para comprobarlo, bueno de un periódico no, porque ya casi no existe la sección de información taurina, pero también puede ser viendo la televisión, bueno tampoco sirve el ejemplo, ni la radio, ni el NODO. Pero siempre se puede pedir auxilio de los portales taurinos en Internet, aunque vistas las tendencias triunfalistas de la mayoría de ellos. ¿Quizás los blogs taurinos? Pues me voy a reservar la opinión, pues aquí también hay de todo, como en botica y frente a los que se oponen a casi todo, están los seguidistas del punto opuesto. Este que cada uno lo coloque donde mejor le cuadre. Pero si realmente queremos ver el estado de la fiesta y la debilidad o fortaleza del toro, puede que lo mejor sea sacarse una entrada para una corrida con un cartel de postín, con toreros de la parte alta del escalafón y con toros de una ganadería que lidie muchas corridas al año. Si hay alguien que se lance a esta aventura, entonces sí que va a saber lo que vale un peine y podrá comprobar en sus carnes lo que significa la afirmación de José Bergamín.


Por último la afirmación de don Gregorio no deja lugar a medias tintas. Esto es o no es. Sobran los experimentos del velcro, del sí pero no, de humanizar la vida de los animales, precisamente en un espectáculo que debe ser presidido por el toro. El toro que no puede dejar de serlo en su comportamiento, y hasta en apariencia, para favorecer un supuesto y sublime arte que tampoco lo es y que no llega ni a simulacro de lo que el aficionado entiende como tal. Un arte en el que también han estado presentes las modas, como en los demás, pero que al contrario que en la literatura, pintura, música o escultura, se ha producido un alarmante alejamiento de los fundamentos sobre los que se construyó este espectáculo que, citando a Xavier González Fisher, algún día fue grande.


Tres afirmaciones que cualquier podría decir que son tres perogrulladas, pero que conviene recordar para evitar esta decadencia consentida y aclamada de la fiesta de los toros. El lector podrá decir que lo que dicen Pepe Luis, Bergamín y Corrochano ya lo sabe todo el mundo; es posible. El inconveniente es que estas perogrulladas no se toman en cuenta. Son tres afirmaciones que estaban ahí, pero que son ignoradas por el taurineo. No sé si por ese complejo de superioridad que tienen los ignorantes cuando se enfrentan al pasado y a sus habitantes, porque piensen que una cosa es predicar y otra dar trigo o porque sencillamente no tienen capacidad para llegar a esos mínimos de exigencia que se le deben exigir a todo profesional.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me quedo con la frase de Bergamín, como bien dices para comprobarlo hay que ir a la plaza un día en que se anuncian las figuras.

Yo cada vez tengo menos ilusión, supongo que hace tiempo que no veo nada que me emocione en una plaza de toros. Un saludo Enrique.

Enrique Martín dijo...

Isa:
Es que parece mentira que una afición se convierta a veces en una cruz.
Un saludo

David Campos dijo...

Enrique:

Leer las sentencias de estos tres sabios pone el vello de punta. Pensar que en su tiempo ya adivinaban la catastrófica situación a la que llegaría este dignísimo arte...

¡Que honradez la del Maestro Pepe Luis! Atreverse a hacer este ejercicio de sinceridad publicamente, hace que sea todavía un artista mucho más ejemplar.

Desde luego, esta entrada es para reflexionar bastante sobre qué pasará al final. ¿Desaparecerán? (sería lo mejor, cómo bien dice D. Gregorio), o ¿se acabarán vendiendo cómo Circo de los Horrores?

Un saludo!

Enrique Martín dijo...

David:
Ahora se les llena la boca a muchos repitiendo aquello de que se torea como se es. Pues Pepe Luis fue grandísimo como torero, y que cada uno saque sus conclusiones.
Lo que sí demostraron los tres es un profundo amor por esto, por encima de todas las cosas.
Un saludo

Xavier González Fisher dijo...

No cabe duda Enrique, el que dijo que para ser, primero hay que parecer, tenía toda la razón...

Anónimo dijo...

No seré yo quien ponga objeción alguna a cualquiera de las tres reflexiones, a cada cual mejor.

Saludos,
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Ahora en cambio parecen otras cosas, muchas veces feas y no reproducibles.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Tú no pones objeción, pero no te extrañe que haya algún "genio" que le ponga pegas a los res maestros.
Un saludo