domingo, 9 de junio de 2013

Más cerca del gran final

Uno esperaba buen toreo, pero habrá que seguir esperando


Lo que se revuelven las cabezas antes de San Isidro y anexos, los foros echan humo, las predicciones sobre carteles bomba, toreros, ganaderías televisiones y hasta de los modelitos que lucirán los toreros son un clásico. La cosa se pone que arde, pero ya ha pasado todo y aquí las cosas siguen igual, vamos en una vía muerta cuesta abajo directos a la nada o peor. Ya habrá tiempo para pararse a pensar sobre lo que ha ocurrido desde primeros de mayo para acá, aunque la primera impresión es que el toro ha alcanzado su nivel más bajo, en general corridas muy mal presentadas, muchas chicas y gordas, poco equilibradas y sin trapío, apabullante mayoría de mansadas, no ha habido tanto toro desaprovechado como en otros años, porque no han salido toros con cierta calidad. La casta es casi un factor desaparecido, la suerte de varas casi no es ni testimonial, la lidia es un concepto desfasado, en gran medida porque el toro no exige a sus lidiadores, los “profesionales” desprecian todo lo que no sea el último tercio, preocupante inconsistencia y falta de recursos, afición y orgullo por parte de los toreros, ya fueran de oro o de plata. Ausencia de cualquier asomo de autocrítica, exceso de soberbia y desprecio por todo lo que no sea justificar su incompetencia no reconocida ni por el protagonista, ni por su “entorno”, ni por esos “seguidores” que piensan que a un torero se le debe adhesión incondicional y a la Fiesta, pues que la den. También se ha confirmado que Madrid ya no tiene nada que ver con lo que fue, antes los isidros venían a ver cómo era esta plaza, ahora se presentan aquí para colonizar este coso, que era el único que resistía de alguna forma el acoso de la vulgaridad. Al final han conseguido que sea una plaza más de provincias, se aplauden mansos en el arrastre, no se exige un tercio de varas íntegro, mucho menos el toro, se hace saludar a los banderilleros por calvar a toro pasado, se jalean los mantazos, estridencias y vulgaridades, se insulta a los que no están de acuerdo y parecen no tener otro aliciente que pedir oreja y más orejas. Esperanzador ¿verdad?

La última de todas las corridas del toreo a pie fue una decepción más, o incluso peor, porque el aficionado esperaba algo más de lo de Baltasar Ibán, y de un Diego Urdiales que necesitaba como el comer, que seguía siendo un torero a tener en cuenta. Recibió por verónicas al primer Ibán que se frenaba y punteaba por ambos pitones. Se fue suelto a por caballo que viajaba por el dos, saliéndose suelto y rebrincado al notar el palo. Ya a contraquerencia derribó al jinete, que no se agarró bien. El toro echaba la cara arriba al tomar los capotes, se arrancó bien desde un poco más lejos, recibió un puyazo trasero, volvió a derribar y salió huyendo de nuevo. Igual que en el siguiente encuentro, en el que el picador volvió a verse en evidencia, demostrando una preocupante falta de pericia, a lo que colaboraba esa larga caña de pescar que parecía el palo. El Ibán se dolió mucho en banderillas y esperó mucho en las entradas por el pitón derecho. Urdiales se lo sacó hacia fuera con pases por abajo, para seguir con derechazos de uno en uno, muy discontinuo y recolocándose constantemente, para lo que le quitaba la muleta de la cara al toro. A pesar de todo parecía no resignarse el riojano, que se sacó a su segundo hacia los medios por verónicas. Lo llevó al caballo con un galleo por chicuelitas, no demasiado lucido por la violencia del toro al embestir. Se arrancó bien al caballo, se le picó trasero, mientras no paraba de cornear el peto. Volvió desde más cerca, se le picó muy trasero, sin que el picador pensara eso de rectificar. Se dolió en banderillas y ya en la muleta echaba la cara arriba, lo que Urdiales no remedia, pues remataba los pases arriba, un desarme, se la echó a la zocata y lo mismo, con el añadido de que se le coló con mucho peligro. La cosa acabó en una pelea en la que el toro se iba acercando cada vez más a toriles. No fue la tarde de Diego Urdiales, ni tampoco ha sido su feria. Siempre se espera a este torero que no sabe otra cosa que querer torear con la verdad, además hay quien prefiere a estos matadores lejos, no vaya a ser que descubran los trucos de otros, pero cada vez hay menos posibilidades y más dificultades para convencer a las empresas de que se merece estar incluido en las ferias.

Por el contrario, parece que Juan Bautista tiene todo el crédito del mundo, el que parece que le dan las orejitas concedidas por los isidros por esas eternas y aburridas faenas. Tras despitorrarse su primer contra el peto, le salió uno de El Montecillo, al que antes de entrar al caballo ya le habían capoteado más que al toro del aguardiente en una noche de capea. El animal se iba suelto al caballo, para no empujar, porque le faltaba la fuerza necesaria, o empujar de lado. Se dolió de los palos y constantemente se quería escapar, sin que los mantazos de los de luces lograran sujetarle. En la muleta, el francés empezó con lo suyo, muletazos y más muletazos sin temple, ni mando y sin rematar, y para colmo, este sobrero se defendía por el izquierdo. Casi calcada fue su labor en el quinto, ya de Ibán, dejando que fuera como Juan por su casa. Se le pegó bien en la segunda vara. Y más trapazos y trapazos y trapazos, ya fuera el toro un poco rebrincado o no, daba la sensación de ser un autómata sin alma torera, pero seguro que volveremos a verle por estos lares.


David Mora tuvo el honor de cerrar la feria, de cerrar este maratón de destoreo y vulgaridad y no creo que se pudiera elegir un mejor representante de esta escuela. Así lo evidenció al recibir a su primero con unos trapazos lleno de aparente solemnidad. El toro empujó de lado en la primera vara, se le tapó la salida, sin colocar volvió al caballo a pegar cabezazos y hubo una tercera entrada en la que se arrancó con cierto son, para que le taparan la salida. Íbamos a ver un quite de Diego Urdiales, cuando de repente Mora salió como una flecha para impedirlo y ponerse él delante del toro. Eso es saber estar en el ruedo, conocer las fases de la lidia, los órdenes que en esta imperan, el desprecio al compañero al que le correspondía ese quite y al público, que igual prefería ver torear de capote y no pegar unos trapazos con enganchones y apartándose descaradamente, que quería hacer pasar por gaoneras. El riojano se apartó de la escena y dejó que este chico que alguien le ha hecho creer que era una figura, hiciera el ridículo, sin ayuda de nadie. Luego parece ser que comentaron algo, pero ya se sabe que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Con el clasicismo de la modernidad imperante empezó con trapazos por abajo, siguió con naturales sin llevar al toro y con carreritas constantes para colocarse él, ya que con la muleta no sabe llevar al toro. Lo mismo por el pitón derecho, quitándole el trapo de golpe de la cara del toro, en lugar de correr la mano y rematar, muy atacado, con demasiada ansiedad, prisa o vaya usted a saber qué. Un bajonazo soltando la muleta y a otra cosa. En el sexto pegó dos verónicas, el toro se le va y él tan campante, otra vez y lo mismo, como si pensara que si el toro quiere ser toreado, que venga a mí. Descolocado durante el tercio de varas, desentendido de la lidia, igual porque pensaba que eso era para los simples mortales y no para él. Hizo que el picador fuera a por el toro más allá de las rayas del tercio, la multa la pagaba él, que se había levantado rumboso. Pero ya que había multa, que el pica se desahogara sobre el lomo del animal. Tomó de nuevo la muleta y para ser fiel a su escuela, pico, carreras, excelsa sosería, vulgaridad y con tanto torcer la muleta, el toro se le colaba. Pero también sabemos que este torero es un alma impasible y ya le puede tocar el paradigma del toro pastueño, que si él considera que no tiene que llegar al máximo, no se llega. Pero verán ustedes como el año próximo vuelve por estos barrios más de una tarde, si no le vemos antes en Otoño, pero para eso aún quedan meses. Se terminaba este largo caminar, pero viendo como han ido las cosas,¿no estamos más cerca del final de todo esto? Ya saben mi opinión, si lo que nos queda es la tauromaquia 2.0, yo voto por su abolición inmediata, pero si queda algún asomo del toro íntegro y el toreo clásico, a luchar por conservarlo. Y como dicen los modernos, nos hablamos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo que no soy el único que ha salido decepcionado con la corrida que ha mandado Baltasar Ibán a Las Ventas. Nada que ver con los cuatro buenos toros del año pasado y con ese excepcional "Pistolero".

De la terna mostrar una vez más mi divorcio con un Diego Urdiales que nos mostró cosas buenas hace unos años pero que va de mal en peor.
De Juan Bautista y David Mora paso página directamente.

He salido monumentalmente cabreado del posiblemente peor San Isidro de la historia. Sólo me ha quedado en la retina la actuación de la cuadrilla de Castaño y un par de toros: el de Adolfo Martín y Brigada de Cuadri, no porque fueran excepcionales sino porque fueron lo menos malo del serial.

Un saludo
J.Carlos

MARIN dijo...

Enrique, como resumen general me quedo con el último parrafo que a dejado J. Carlos en el comentario anterior. Es que no se puede decir nada mas.

Un saludo.

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Pues yo siempre confío en Urdiales, pero es mucho tiempo sin mostrar nada. Ahora mismo no sé que tipo de toreo quiere hacer, pero está claro que no logra hacerlo y ya es demasiado tiempo.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Y es que no se puede sacar mucho más, tantas tardes para nada y mucho de lo que otros han destacado era para que lo metieran debajo de la alfombra, como la basura.
Un abrazo