lunes, 6 de febrero de 2012

Belador, el Victorino indultado porque sí


Antes de nada, tengo que aclarar que Belador, con “B”, fue un toro bravo; otra cosa es que se mereciera aquel indulto que se fraguó días antes de la Corrida de la Prensa de aquel año de 1982. Llegó a convertirse en tradición el que dicho festejo fuera concurso y como estaba reglamentado en aquellos años, en este tipo de funciones cabía la posibilidad del indulto de los toros extraordinariamente bravos. Los medios de la época hicieron especial hincapié en este detalle; esta posibilidad caló en el público y fue a la plaza con el firme propósito de mandar uno de los seis toros de vuelta al campo.
Tampoco era exacto lo que se decía, que se indultaría al mejor de la tarde, pues podían serlo los seis, si los seis hubieran sido el paradigma de la bravura. Pero claro, si había que elegir a uno, ¿qué mejor que el Victorino? Eran los años en que el de Galapagar asombraba a todo el orbe taurino, la corrida del siglo, los finales gloriosos de la feria de San Isidro, Ruiz Miguel y sus hazañas ante las alimañas o el ganadero que se ponía aquel día su traje y su corbata para estar a la altura del acontecimiento. Incluso creo recordar que aquella tarde la corrida empezó algo más tarde de lo habitual. ¡Qué cosas! La Corrida de la Prensa entonces era todo un acontecimiento taurino en el que el protagonista era el toro.
Toros de Miura, Hernández Pla, Victorino Martín, Guardiola, Bohórquez y Celestino Cuadri. ¿No es eso variedad de encastes? La misma variedad que ofrecían los matadores, Manolo Cortés, el arte y la elegancia, José Antonio Campuzano, quien se ganó en aquellas corridas su merecida fama de buen lidiador y José Ortega Cano, que estaba queriéndose hacer un hueco en el mundo del toro.
Y como aquella tarde iba a ser algo especial, con toda la decisión del mundo saque una entrada para mí t otra para la que por entonces era mi novia y para su hermano, que se viera que uno era rumboso, y si se hubiera apuntado, hasta para su madre. Una delantera a pleno sol, para no pasar frío, que el mes de julio puede ser muy traicionero y de esos 40º, ¿quién decía que no se pudieran desplomar los termómetros? Y casi se desploman, pero del calor que derretía hasta la alcayata en la se colgaban de la pared. Salieron los dos primeros, el de Miura y Hernández Pla, de quien se recordaba aquel famoso toro Capitán y al que tuvieron que sacar del peto coleándole, pues su afán no le dejaba alejarse del caballo.
Y llegó el de Victorino, codicioso y muy pegajoso, obligando a Ortega Cano a recolocarse constantemente y a intentar quitarse de en medio a aquel ciclón que le estaba arrollando. En varas se arrancó de largo, pero no tuvo el comportamiento que se le podía exigir a un toro de indulto, era bravo, pero no para eso. Aunque esto siempre desde el punto de vista y el gusto de la época. Si aquello ocurre en estos días, a Belador, con “B”, le hacen un monumento en el centro de las plazas mayores de todos los pueblos de la piel de toro y en Barcelona hasta le pondrían su nombre a una calle. Lo que a lo mejor extrañaría al público es que el matador solo pudiera dar una tímida vuelta al ruedo. Esa es la demostración de que un toro bravo lo es en si mismo y no dependiendo si el torero que le ha tocado en suerte pega cien, doscientos o tres pases. Son dos cosas diferentes, aunque siempre es de agradecer si el matador se digna en lucir las condiciones del animal para disfrute del aficionado.
Se estaba perfilando Ortega Cano para entrar a matar, cuando empezaron a flamear pañuelos blancos en los tendidos. A medida que muchos se daban cuenta de que era el de Victorino, secundaron la propuesta de indulto. Entre algunas protestas, el usía accedió y sacó el pañuelo que despenaba a Belador, que en ese mismo instante pasó a engrosar la historia de la Plaza de Madrid y de toda la tauromaquia. Ortega simuló la suerte de matar con una banderilla blanca y acto seguido los lidiadores se retiraron tras las tablas. Salieron los cabestros, pero el toro no se encelaba con ellos, una y otra vez, pero nada. Parecía que la cosa no iba a ser fácil. Desfile de cabestros y tampoco, ¿qué hacemos? pues más cabestros, que por cierto en aquellos años no mandaba Florito. Luego fue un perro tirando dentelladas a las patas y orejas del Victorino. Ahora sí, esa era la solución que se esperaba para retirar al toro, pero no, tampoco el perro tuvo la habilidad necesaria.
Toc, toc, toc, y se anunció por la megafonía de la plaza que se iban a apagar las luces del coso como nuevo recurso, para lo cual se pedía que la asistencia se mantuviera en silencio. Las Ventas a oscuras y en silencio, mientras un operario de corrales encendía y apagaba una luz desde dentro de la puerta de toriles. Pero nada. Quizás es que no se guardaba el suficiente silencio ¡A callarse! Y que no. Mi novia inquieta, pues llegaba la hora de irse a casa y estábamos en el tercero de la tarde, y yo rezando para que eso acabara y poder ver la corrida completa. En el maremagno que había en la puerta principal, un policía y un portero nos permitieron salir a buscar una cabina. Al rato volvimos, no sin algunos problemas para volver a entrar. Menos mal que el portero levantó la mano y dijo eso de “déjalos pasar”. ¡Ufff! Volvimos y allí seguía Belador en el ruedo, esperando a que todo el mundo volviera a ocupar sus localidades.
La gente se impacientaba y pedía que se apuntillara al toro allí mismo, abusando de la extraordinaria habilidad de Agapito Rodríguez para despachar toros desde el burladero. Pero entonces los que en un primer momento protestaron el indulto, ahora protestaban la posibilidad de que el señor presidente cambiara de idea. ¿O qué pasaba, qué lo pintoresco se había vuelto incómodo? Pues nada a aguantar las consecuencias de ese indulto improcedente. Y fuera de toda lógica, en un momento, salieron los cabestros y mientras se volvían a los corrales, Belador decidió seguirles ante la incredulidad del respetable, quien le despidió en pie entre una sonora y aliviada ovación, mientras se frotaba el culo acorchado e insensible, después de tantas horas sobre la piedra de la plaza de Madrid, aunque se fueron a casa felices porque ellos podrían contar que vieron a… Belador, el Victorino indultado porque sí.

23 comentarios:

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique:
Para mi punto de vista, Victorino a echado a la plaza, y no me refiero a las Ventas, toros mas bravos y con mejores condiciones que Belador.

Toro de Victorino que a mi personalmente me gusto muchísimo fue Borgoñes, lidiado en Sevilla en la feria de Abril de 2.007 que le toco en lote a uno que antes toreaba y ahora es la sombra de lo que fue....
Un saludo.

Anónimo dijo...

El propio Victorino ha llegado a reconocer que no era el toro más bravo que había lidiado y que, probalemente, había otros que lo merecían más... En fin, vaya por la trayectoria existosa de los de la A coronada en esa plaza. Por otro lado, como bien dices, tampoco se puede concluir que el toro no fuera bravo.

Me vas a permitir, Enrique, que discrepe en algo que has mencionado. has dicho algo así como que, si ahora sale un toro como Velador (con V, para mí, jeje), le hacen un monumento y lo indultan en cualquier sitio. Yo creo que sería al revés. Si sale un toro así de pegajoso (de cualquier encaste, me da lo mismo), bravo y encastado, salvo alguna honrosísima excepción, no sólo no lo indultan, sino que llegarían a afearle la conducta, como si dijéramos. Vamos, que lo que son virtudes (sobre todo si torearan un toro asi algún G10) se convertirían en defectos.

Un abrazo. Luis Miguel.

Scotty dijo...

Gran historia Enrique,

Un gusto poder conocerla, no sabía como fue el indulto.

Voy a ser un poco malo...

¿Fue tan inmerecido como el indulto de Arrojado el rajado? xD

Gloria. Murcia dijo...

Me emocionó Borgoñés!. Me alegro coincidir con Ud. Diego Cervera.
Aún hoy recuerdo su forma de embestir y su bravura...
Igualmente coincido en lo de aquel Torero cabal, que, sin miramientos, entró a matar por derecho, lástima de valor!.

Gracias Enrique, por contar tan bonito, lo que algunos hubiésemos querido vivir y no pudimos. Un Abrazo.

Enrique Martín dijo...

Diego:
Pues sí, Victorino tiene que haber echado toros mejores, pero también te digo que hace muchos años. Belador fue bravo y cumplió en todos los tercios, con casta que ya no tiene este hierro y comiéndose lo que se le ponía por delante. Eso sí, en aquel momento no era para indultar.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Luis Miguel:
Tienes toda la razón del mundo, pero es que aveces uno se olvida de que ahora no hay toreros y que un toro así se los comería vivos. Dirían que era imposible y que no admitía ser toreado, que estos solo nos gustan a los que buscamos la tragedia. Que lástima ¿no? Aquella tarde hubo que reconocerle a Ortega Cano que intentara estar con él y que no lo maltratara.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Scotty:
No hay comparación posible. Pero ni echándole muchas ganas. Es como poner un toro al lado de un cordero lechal. Y ahora que me quiero parar a pensarlo, no veo por donde meterle mano a lo que me dices. En estas cosas es donde uno ve como ha cambiado esto. Que no, que no, que no hay manera, que no soy capaz. Me has tocado y hundido, jejeje.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Gloria:
Pues sí, fue una tarde diferente, pero si nos ponemos a pensar en aquello con la mente de hoy en día, no puedes por menos que suspirar y suspirar y después, volver a suspirar.
Un saludo

fabad dijo...

Enrique tus entradas son para coleccionarlas. Da fatiga comentar, ¿que vas a añadir a tus lecciones?.
(Lo único que no me gusta son las letrajas que hay que escribir. Mas de un comentario se ha perdido en el éter por su culpa. A ver si hoy acierto).

lesaqueño dijo...

POR DIOS ENRIQUE, NO ME DIGAS QUE VELADOR TUVO GENIO....
UYYYY, LA PALABRA MALDITA DEL TOREO 3.0.-

Enrique Martín dijo...

Fabad:
Ya sabes tú bien que no hay lección que valga. Y si ya se pueden comentar muchas cosas, una de las más acertadas de todas será tu opinión. Yo al menos aprendo una barabaridad contigo.
Un saludo
PD: Por cierto, si pudiera, quitaría esas letrajas que bien dices

Enrique Martín dijo...

Lesaqueño:
Esa casta maldita que complica al toro. Con lo cómodos que estamos con las bobonas ¿verdad? jejeje.
Un saludo asaltillado, hoy con más motivo que nunca.

Diego Cervera Garcia dijo...

Sra. Gloria:
Para mi Borgoñes reunía todas las claves del indulto, lastima que el publico que poblada la Maestranza no lo supo ver, aún que algún timido pañuelo se vio por el tendido.
Un saludo

Víctor Foguer dijo...

Excelente artículo, Enrique. No olvidemos los panfletos que Victorino hizo circular entre la afición días antes de la corrida publicitando al toro Belador y anunciando que iba a ganar la pelea a la mítica ganadería de Miura.

Anónimo dijo...

No voy a entrar en valoraciones sobre el indulto de Belador porque no lo ví en la plaza. Lo que sí es una lástima es la interpretación que se hace actualmente de la figura del indulto. Lo verdaderamente importante es el número de pases que se le pega al toro. Cuantos más, mejor. No importa que el matador no le baje la mano, si le torea con el mando a distancia o lo que pase en el caballo.

Pero no debemos olvidar que quiénes piden el indulto son los que están sentados en los tendidos. Si grave es que se pida en una plaza de tercera, mucho peor es que se haya concedido en Sevilla.

Por otro lado, indultos aparte, es una pena el hecho de que haya toros que pasen inéditos por culpa de unas manos inexpertas. Toros con mucho que aportar en el tercio de varas pero que son masacrados (no olvidemos que POR ORDEN DEL MATADOR) en vez de lucirles en el peto y toros con casta y codicia que, ante la impotencia de algunos matadores, no permiten que veamos su verdadera dimensión en el último tercio.

Saludos
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

Víctor:
No recuerdo lo de los panfletos, aunque seguro que Victorino habló por la televisión y la radio, pero si recuerdo lo que se decía de que se le perdonaría la vida al mejor de la corrida, lo cual no era totalmente cierto, pues podían haber sido indultados los seis. El ambiente era muy propicio para el de Galapagar.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

J.Carlos:
Que verdad es que se han trastocado todos los esquemas. Ahora el mérito del indulto es un premio más para el matador, por conseguir que el toro pase mil veces detrás de la muleta, da igual como vaya ésta o la trayectoria que describa, eso no importa.
Si ves el vídeo, aunque Ortega Cano no estuvo bien, al menos hubo que agradecerle que no le machacara, ni que intentara engañar, aunque probablemente, ni eso le habría dejado. En aquellos momentos el torero aún no estaba hecho del todo y tenía que tragar tardes como esta para hacerse hueco en los toros.
Un saludo

Xavier González Fisher dijo...

Yo lo único que conocía de "Belador", era un programa de mano y una entrada que tiene un amigo mío de aquí del pueblo, que el día de su "presentación" en Las Ventas, le tocó esa corrida...

Luego, al paso de los años, ha conseguido el autógrafo tanto de los toreros que en ella actuaron, como del ganadero... Y dos de los interfectos se los han querido trincar...

Ahora voy a ver el vídeo, aunque Enrique (así se llama el testigo de esos hechos, aunque apellida Romo y Díaz de León), opina que el indulto sí era merecido. Será porque aquí vemos cada cosa...

Saludos.

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Yo siempre he pensado que los que estábamos de acuerdo con el indulto fue más bien por el carácter extremadamente extraordinario que suponía. El indulto significaba asumir la responsabilidad de nuevas camadas, aunque eso creo que hace mucho que se desterró de la mente de los que acuden a las plazas. Será cosa de los tiempos, y a lo mejor también algo de la juventud del que escribió esta entrada.
Un saludo

Anónimo dijo...

Algo antes (yo ya soy mayor), 10 de Agosto, Las Ventas, 6 Victorinos, Bernadó (oreja en el 1º), Andrés Vázquez (oreja y 2 orejas) y Aurelio García Higares ¡qué tiempos!.
El 5º, Baratero de nombre, el de las dos orejas, 5 veces al caballo desde el centro del ruedo ... ¡ese sí fue un toro bravo! ¡y nadie pidió el indulto! ... aunque sí, y se le dio, la vuelta al ruedo. Afortunadamente el ejemplo de Belador no tuvo continuidad ... pero tampoco me sorprendería que con estos figuras de ahora que entre todos no hubiesen podido matar a Baratero cualquier día alguno de los incompetentes del palco sacase el pañuelo naranja ...

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Es que estamos hablando de cosas muy, muy diferentes. Usted habla de una Fiesta de verdad, íntegra y que no podía ser indiferente a nadie. García Higares toreaba el día del primer cartel que yo me acuerdo. ¡Ay! si cambiara el tor un poquito, quizás muchos de estos tenían que desfilar.
Un saludo

I. J. del Pino dijo...

El caso es que aquel día aprendiste que las novias no son buenas compañeras de toros. Yo la conseguí llevar una vez y sinceramente, me alegro de que no haya querido repetir.
Gran historia, bueno, gran contador de la historia.
(Siempre me quedo en la anécdota, lo siento).
Pd.- Estuve con el que será tu anfitrión en Linares.

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Pues es verdad lo de las novias. Años después me la encontré y me dijo que le gustaría volver. Yo le dije "pues vuelve, hombre, vuelve".
Ya veo que tú te juntas con gente más que interesante.
Un saludo