Y si quieren toros para torear, ¿por qué no los aprovechan? |
Que nadie se confunda, ni hubo ningún toricantano que se
pasara por Madrid para confirmar su condición de matador de toros, ni el señor
obispo de Madrid- Alcalá se puso a dar bofetones a diestro y siniestro para que
los asistentes se acordaran de él. La cosa viene porque todos los protagonistas
de la tercera de la feria de Otoño tenían algo qué decir para dejar clara su
posición en esto de la Fiesta.
Los de Valdefresno confirmaron que pueden criar un toro para
el triunfo de verdad, pero también deben mejorar en cuanto a las fuerzas del
ganado, un pelín más de casta para que no sean tan excesivamente nobles, en
ocasiones casi rayanos en la bobonería, y con unas gotitas extras de bravura.
Para que nos vamos a engañar, el 150% de los que fueron a Las Ventas esperaba
una debacle ganadera al uso de la Tauromaquia 2.0, con algún punto que los
diferenciara de los bodegueros, pero nunca lo que salió por los toriles. El
primero distraído y buscando las tablas constantemente, hasta que al final encontró
los terrenos de chiqueros, parecía que empujaba en el caballo, aunque sin
fuerzas y mientras el de arriba hacía que hacía, sin hacer. En la segunda vara
casi ni estrenaron el palo mientras le tapaban la salida. Luego aguantaba dos
pases y se iba, tres sin entregarse y hasta que no llegó a toriles no paró. El
segundo fue tratado con todo el cariño del mundo, ni le picaron, ni le lidiaron
y en compensación se hartó a embestir en la faena de muleta, sin pegar ni un
derrote para asustar. El tercero, con una arboladura digna de un bergantín,
tras desmontar limpiamente al pica en el primer encuentro, en la segunda la
tomó con el peto y lo frió a cornadas. Otro que casi no dejó que le quitaran el
capuchón a la puya, pero que iba como un bendito detrás de los trapos. El
cuarto, escurridito él, echó la cara arriba en la primera vara, en la que echó
por tierra a caballero y caballo. Segundo puyazo trasero y el jinete queriendo
vengar la afrenta del porrazo. Costó sacarle del peto, se le coleó, se le metieron
capotes por delante y por detrás, pero no había manera, eso sí que es un
flechazo. Pronto a los cites desde lejos, se paró a medida que se le ahogaba la
embestida. El quinto un inválido al que casi ni se picó, corneaba el peto y
tenía que estar más pendiente de mantenerse en pie que de plantar cara a sus
oponentes y curiosamente al darle distancia se le quitaron todos los males. El
toro media mejor y aguantaba en pie buscando la muleta e incluso se le olvidó
un ligero calamocheo que molestaba cuando se le citaba desde cerquita. Y el
último fue mal lidiado, mal picado, dejando que correteara por el ruedo y
ahogando las embestidas en el último tercio.
Sergio Aguilar confirmó que es un torero que quiere ser
puro, pero también que no mide demasiado bien las faenas y el sentido de la
oportunidad. En su primero intentó hacerle las cosas bien, a pesar de que el de
Valdefresno se quería marchar constantemente. Con la muleta intentó torearle
hacia fuera, luego lo cerró, quiso ver si empezando en el tercio paralelo a las
tablas, el toro se desorientaba y admitía más de un pase; llegó a tragarse tres
seguidos. Pero al final tuvo que marcharse a toriles, donde toreó con naturales
muy peleados. Quizás las tandas deberían haber sido más cortas y acto seguido
entrar a matar a favor de querencia. Pero se empeño en seguir dando pases, lo
que espantó al toro y propició es imagen nada torera de ir detrás del animal.
Estocada valiosa, aunque perpendicular, en la que el toro ni se movió. En su
segundo se perdió un tanto en la lidia y con la muleta, aunque el toro se venía
bien de lejos y seguía las telas, se empeñó en acortar distancias; el toro más
incómodo que de lejos no le ayudaba y él
se limitó a abusar del pico y a pegarse una carrerita después de cada pase,
para recuperar la posición.
Iván Fandiño, uno de los toreros que más expectación ha
despertado en esta temporada que se va, confirmó que tiene valor y entrega, con
mucha ambición, pero poquito más. Más acelerado que un camarero a las dos de la
tarde, parecía que tenía que llegar a los mil pases en una corrida. Mantazos
con el capote en su primero, un inicio de faena por delante y por detrás con la
inspiración confundida, por no decir que sin criterio, para seguir con
naturales sin mando y en ocasiones hasta metiendo el pico. Eléctrico y
ventajista, por momentos chabacano, pico con la diestra y una serie de
derechazos empalmados, que no ligados, que entusiasmaron a parte del público,
haciendo brotar los ¡bieeeeejn! desordenados, como los cánticos de las ranas.
No le mandó jamás, pero a pesar de todo el animal seguía embistiendo con toda
la nobleza imaginable. En el quinto continuó con esa serie de descargas que se
traducían en un toreo acelerado y espasmódico, que no le permitía ni poner el
toro en suerte con un mínimo de cuidado. Comenzó la faena de muleta con
trallazos varios, pero afortunadamente y con mucha vista por su parte, vio que
el inválido se venía de lejos y aunque prosiguió co esa tormenta eléctrica, hay
que agradecerle y reconocerle ese mérito de citar de una punta a otra de la
plaza. Ya digo que a este torero le sobra corazón, por momentos cabeza, pero en
lo del temple y el arte de torear, ahí es lo que es y punto. Sin en su primero
le dieron una orejita, siguiendo ese baremo, en este le deberían haber dado otra,
pero tanto la primera, como la no concedida, era un exceso que Madrid no se
podía permitir.
Y la última confirmación fue la de David Mora. Qué gran
torero vieron muchos en él y que mal pegapases vieron unos pocos. Siempre
parecía estar haciendo equilibrios sobre esa raya que separa lo clásico y la
verdad de lo vulgar y moderno, pero ya ha dejado claro que él es carne de G-10,
que esa es su aspiración y que de ahí no le mueve nadie. Si por él hubiera
sido, habría dimitido de los dos primeros tercios, inútiles, molestos y
pesados, porque lo “güeno” de verdad es la muleta. Pero si con la muleta nos
limitamos a meter el pico, estirar el brazo y a retorcernos, pues… Tandas de
trallazos destemplados sin mando, ni dominio, cerradas con airosos banderazos.
Y en ocasiones, como en el sexto, olvidándose de las demandas del toro y
ahogándole las embestidas, mientras se empeñaba en querer pegarse un arrimón
innecesario, inadecuado y fuera de lugar. Con el capote lo mismo pegaba unas
chicuelitas apartándose, que galleaba a la carrera, que no al paso, que se
amaneraba con un contorsionismo grotesco para intentar llevar el toro al
caballo.
Y el aficionado también pudo confirmar que basta que ponga
los ojos en una ilusión, sea negra y con cuernos o de luces y con medias rosas,
que ya vendrán los fantasmas de la modernidad para engullirlas y vomitarlas
cubiertas de sosería y vulgaridad.
5 comentarios:
Me ha gustado lo que dices de los pases de Fandiño "empalmados que no ligados",obsevación de buen,de gran aficionado.
En cambio en su otro toro ,me dejó perplejo que se desplazara y moviera mucho más él que el toro.Esas carreras Fandilescas de punta a punta de la Plaza ,casan mal con lo que siempre he escuchado y luego apreciado,que las faenas hay que hacerlas en un palmo de terreno para demostrar quien manda allí.Me pareció hasta un tanto ridículo.
Yo fuí uno de los que creí ver en David Mora un futuro gran torero, porque cualidades creo que le sobran.Le seguí durante un tiempo,pero ,Ay dolor,suscribo cuanto dices de su actuación y sobre todo,de su disposición y concepto del toreo,puro Tauromaquia 2.0.
En cuanto al juego de los toros,observo con preocupación,que cada vez nos conformamos con menos.Para mi la corrida fué impresentable,mansa y endeble.Claro que si la comparamos con los "BodeguerosdelCuvillo y otras yerbas" pueden pasar hasta como una buena corrida de toros,lo que creo un espejismo.
Gracias por tus crónicas y un fuerte abrazo.
Enrique, después de leer tu entrada y el comentario de Franmartin poco me queda que decir.
La corrida de toros me gusto y no me gusto dependiendo con la que la compares. Si como dice Franmartin la comparas con muchas del monoencaste, pues mira, resulta que esta por lo menos se movió e incluso algunos siguieron los trapos con celo. Pero si la comparas con otras...
Fandiño me gusto desde el primer dia, pero creo que se ha subido a la parra. Hay que ir mas bajo de revoluciones, y así a lo mejor le funciona el tarro mejor, que lo hemos visto mas veces así. A mi tambien me resultó chocante el verlo correr de punta a punta de la plaza en el quito entre tanda y tanda.
Creo que en Sergio Aguilar hay un buen torero, pero no se el porque no se acaba de encontrar, y lo de David Mora... pues bueno, que cada vez se me desinfla mas.
Un saludo.
Completamente de acuerdo,amigo Marín.
Un abrazo.
Franmartin:
Pues lo de Fandiño fue un ejercicio de vista, ante un toro que se caía, que calamocheaba y que de lejos le marcaba que era el sitio desde donde quería ir. Otra cosa es la forma de darle distancia. Ya no se ve eso de andar al toro, tampoco sé si muchos lo entenderían y luego, una vez decidido, también se puede torear de verdad y con temple, pero...
Sobre la corrida ya digo los peros que tenía, pero llevan toda la vida pidiendo un toro así y cuando les sale, se ponen a hacer cucamonas.
Un abrazo
Marín:
La respuesta es muy parecida a lo que le he contestado a Franmartín. De Mora poco hay que decir. La desventaja que yo tengo es que nunca me llenó, nunca le vi lo que se decía de él. Fandiño debía tener prisa por irse a merendar, pero tardes como esta es una buena forma de estropear lo hecho. No puede parecer un loco de aquí para allá. Y Aguilar lo que no sabe es vender la burra, él torea, a veces de verdad, pero ni corre, ni se vuelve al público, y a veces hasta se pasa de faena.
Un abrazo
Publicar un comentario