Ya podían resucitar en los carteles la casta navarra mediante esos milagros genéticos. |
Si será fuerte esto del toro, que según rumores que vuelan
por esos mundos, el afamado científico centroeuropeo Herr Víctor Frankenstein
se ha hecho con una ganadería de bravo, Todo indica que la vacada adquirida era
de pura sangre saltillo, más concretamente de Albaserrada, lo mismo que tenía
Victorino Martín y que tiene el señor Escolar y el señor Martín, don Adolfo. Lo
de Victorino lo dejo en tiempo pasado, porque si uno se atiene a lo que sale
ahora con la “A” coronada, hasta duda que sea Saltillo. Vale que son cárdenos,
pero con un tufo a Fundador que tira para atrás.
Pues bien, Herr Victor, una vez llegó a la finca decidió
eliminar todo lo anterior y empezar con una punta de reses de Juan Pedro
Domecq. Todo parece indicar que ha sido asesorado por alguien muy implicado en
el taurinismo predominante, pues estos primeros pasos responden a la conducta
habitual de todo nuevo ganadero que pretende recibir abundantes satisfacciones
en su nueva actividad. Satisfacciones en forma de talones o billetes de curso
legal, así absténganse los que pretendan obsequiar con cromos del Capitán
Trueno. Se ha filtrado que el nuevo hacendado mostró ciertos reparos en un
principio, pues no se veía con los mínimos y básicos conocimientos de la cría
del ganado de lidia, pero tras una conversación con esos taurinos, y tras poder
comprobar una extensísima lista de otros osados ganaderos de nuevo cuño que
tampoco tenían ni idea, se decidió a lanzarse a la aventura. Se dejó embaucar
por la atracción que provoca el verse rodeado de gente adulándole, el aparecer
en las fotos del brazo de las figuras del toreo cuando estos fueran a visitarle
a su casa, el ocupar un burladero en el callejón de todas las plazas del orbe
taurino, el que le invitaran a salir en la tele en el palco de la cadena
taurina por excelencia, aparte de tener que contestar a las agudas y punzantes
preguntas de los reporteros: El torero
ha estado muy bien, ¿verdad? Lástima que el toro haya sufrido ese colapso
parasimpático con esguince pulmonar, que no le dejado durar algo mas, sobre
todo por como el toro se desplazaba. A lo que el ganadero debería sentenciar
con gravedad y sapiencia: “Sí” y quiero saludar al maestro… Un abrazo. Y punto,
se acabó esa comprometida “interviú”.
Que no es tan complicado ser ganadero hoy en día, que tú vas
al hiper de las ganaderías y te dan el pack completo, te lo llevas y siguiendo
las instrucciones, la puedes montar tú mismo con tus manos y casi sin
herramientas, una llave Allen, un destornillador y ganas, muchas ganas. Luego
te aprendes las leyes de la genética de Mendel, no para ponerlas en práctica,
sino para contarlas en tertulias, foros de debate, entrevistas en prensa y en
programas taurinos. Y si encima te prestas a que prueben en tu casa la nueva
puya retráctil, el nuevo vestido ultraflexible y a prueba de retorcimientos, la
espada de carbono, las banderillas de carbono, el toro de carbono, el
presidente de carbono, el público de carbono y todo lo que se preste, pero de
carbono, igual hasta te sacan en Tendido Cero, el mejor programas de toros que
hay actualmente en la tele pública, muy por delante de los demás, quizá porque
cuenta con periodistas también de carbono, que no sirven para nada, pero dan el
pego a simple vista.
Quizá don Victor, perdón, Herr Victor, se animaría más si le
cuentan que para esta nueva faceta suya no necesita saber nada. Él basta con
que empiece a mezclar cosas, igual que hizo con su criatura, aquella que tenía
el cuerpo de un señor gigante del Cáucaso, el traje de un enano de Castuera, la
cabeza de un señor alemán, el cerebro de un político, pues había que ahorrar y
no derrochar en tonterías, los tornillos de un barco mercante y los zapatos de
una Drag Queen con los pies planos. Lo del toro es mucho más sencillo, dónde va
a parar. El pobre se debía pensar que los criadores del ganado que van a las
plazas saben lo que se hacen. Basta con imitarles en sus costumbres y ya está,
Escucha a unos cuantos, escucha a las figuras de postín, a la prensa
especializada… especializada en hacernos tragar ruedas de molino, para que él
mismo se monte su mandanga, pero sin reírse, que eso crearía desconfianza,
poniendo cara de bueno y de sesudo y asunto concluido. Que luego, hasta habrá
quien le admire como ganadero, vaya que sí. Se podrá escuchar aquello de que él
tenía una idea de toro y mediante unos cuantos experimentos genéticos, ¡Zas! Se
obró el milagro. Un animalito moñudo, pequeñito, soso, sin fuerzas, sin
fiereza, sin casta, bobón y con unos plátanos como toda defensa, vamos, lo que
se dice un pura sangre de mojicón con cuernos. Pero ¡ojo! eso es un triunfo,
eso rebela la dimensión que como criador tiene el susodicho caballero. Y te lo
tienes que tragar. Luego unas gotitas de soberbia y ya está. A ver si no va a
ser capaz de conseguir esto un señor que creó un prodigio tan grande que hasta
hizo películas y todo.
Siempre estará el típico inconformista que dirá que esos
toros son una birria. Pues claro, ¿qué nos pensábamos? Pero una auténtica
porquería, ¿y por qué? Pues porque no tenía ni idea de Toros, ni de la Fiesta,
ni de la madre que la parió. ¿Alguien pensaba que de ahí iba a salir algo
bueno? ¿Alguien esperaba que la criatura le saliera guapa? Por favor, que
podemos ser golfos, algo ingenuos, románticos incluso, pero no imbéciles. Pero
lo que nadie puede negar a estos señores que crían este ganado es su habilidad
como genetistas, como expertos dominadores de las leyes de la genética. Eso les
sale que ni bordao. Tienen la capacidad de coger el cuerpo de un cebón, no hace
falta que sea ibérico, ni tan siquiera de bellota, un cebón no muy grande, por
supuesto, con una cabeza de cabra común, cuernos de caracol, alma de perrito
pekinés y actos de corderillo asustadizo, y hacerlo pasar por toro, no sólo sin
que nadie proteste, sino que además consiguen que el público se “jinche” a
aplaudir y a pedir indultos. Y lo que es más grande, lo hacen a base de cruces,
sin tener que pasar por quirófanos ni na’ de na’. No me pregunten cómo se puede
cruzar un cebón y un caracol, o una cabra con un perrito pekinés, pero el caso
es que lo hacen. ¿No se cruzó un perro y un lobo o un oso y una hormiga? Con
estos antecedentes, podrán hacerse una idea de las razones que empujaron a Herr
Victor a internarse en estos nuevos campos de la investigación genética, un
proceso que culminó “cuando Frankenstein se compró una ganadería”.
7 comentarios:
Enrique:
Me llegan noticias de fuentes bien informadas, corroboradas a base de tesón y horas de desvelo, que hablan de una seria corporación asociada a Her Francky:
Hannibal Lecter como asesor pendenciero ante ruidos y protestas.
Jack destripador destinará una parte de sus conocimientos al despanzurre total de la autenticidad en la fiesta de los toros, parece ser que con una sola mano le basta. Los hay habilidosos!.
El vampiro de Bram Stoker, deja sepultura con el único fin de succionar no sólo casta y bravura, manjares bien apreciados, los bolsillos de aficionados parece ser su objetivo mejor considerado.
A Mister Krueger se le asigna el siempre grato papel de acuchillar y rasgar el misterio, la pasión, la emoción. En suma, todo lo que pueda conmover a cualquier amante del Toro, al grito de "No estamos para alimentar quimeras!, donde esté una buena pesadilla..." afila sin descanso sus armas destructoras.
Igualmente, queda por confirmar ilustres comparecencias de la talla de Pinhead como líder indiscutible, o Pennywise, ¡siempre es buena idea contar con el humor!.
Ya ves, admirado cronista, el Terror está asegurado: próximamente en sus pantallas, perdón, en sus ruedos.
Un abrazo.
Por una vez Enrique, y perdona por lo que te voy a decir, no estoy de acuerdo contigo en algo de lo que dices. Para nada es fácil ser ganadero. Ganaduros si es muy fácil ser, pero GANADERO... es otra cosa.
Y ahora vengo yo con una empatia galopante y me da por ponerme en el lugar de el tal Herr Victor este. Si tengo unas perrillas ahorradas, me quiero meter a ganadero de bravo y miro el panorama actual, tengo dos opciones: O me compro una punta de vacas y un semental de origen Juan Pedro, los cruzo con Limusín (que el Charoles da mucho cante) y le hago la fiesta a las figuras para que aquello medio se mantenga por si solo, o me compro una punta de vacas y un semental de Saltillo o Vega Villar (si los encuentro) y me hago el harakiri y que me entierren junto al cercado de los sementales. Ya tienes la razón por la cual no soy ganadero.
Buenísima la entrada, como todas, y perdona que no esté de acurdo contigo (con toda la ironía del mundo). Un abrazo.
Enrique:
Como siempre: GENIAL. Que consigas sacarme una sonrisa con un tema que me cabrea tanto es de ser un escritor extraordinario.
En la actualidad hay muchas ganaderías y muy pocos ganaderos. Los "ganaderos" de hoy no crian toros por afición y por disfrutar de ellos, crian toros por presumir. Conozco ganaderos que no se conocen los toros que tienen, que llegan a la finca 10 minutos antes que la figura de turno a la que invitan para llevar a un par de amigos y luego presumir de "a mi casa viene a tentar..." y, lo que es más grave, califican la bravura de sus toros basándose en "las orejas que le cortó..." o "el torero me dijo que el toro tuvo una clase extraordinaria..." y cosas por el estilo. Cosas que dicen mucho de la capacidad de presumir del "ganadero" pero poco de la bravura del toro.
En el toro se ha perdido la pureza en la plaza, pero en el campo también. Quedan muy pocos ganaderos, muy pocos mayorales y muy pocos vaqueros. Encima los pocos que quedan son los que menos reconocimiento tienen.
Un abrazo amigo Enrique ¡Enhorabuena!
Gloria:
Uno ya no sabe si está hablando de toros, de la celebración de "Jalogüín", del festival de cine de Terror o de toros. lo que sí parece es que todo es más relajado, más halagüeño y con más futuro que esto último. Además hay que tener en cuenta que al contrario que en el cine, aquí no hay efectos especiales, los monstruos que tienen apariencia de humanos, de repente se convierten en esas bestias que destrozan y devoran lo que se encuentran delante, sin miedo a que el desastre ya no tenga remedio. Es más, cuando tienen apariencia humana ni se preocupan por ocultar su verdadera condición y dejar ver su monstruosidad hasta cuando dan los buenos días.
Un abrazo
Marín:
Pues es verdad, no es nada fácil, lo tengo que reconocer. Aparte de lo complicado que es ligar vacas y sementales, lo que hay que saber de toros, la paciencia, el tener la ganadería en la cabeza y todas esas cosas, hay que cuidarse de los taurinos y espabilados que se arriman para chuparte la sangre. Tú sí que podrías ser ganadero, para lo que no tienes cualidades es para ganaduros, de eso no tienes ni un pelo. Es la diferencia entre ser aficionado al toro, o a la pasta exclusivamente.
Un abrazo amigo y gracias.
Alberto:
Qué bien cuentas lo que pasa con esos ganaduros, parece que lo estás viendo. Pero claro, si el que habla es un sabio del campo, no se le pueden escapar estos detalles. A gente con ese amor por el toro como tú, le tiene que revolver el alma tanto mercantilismo, tanta ignorancia y tanto cinismo en el toro. De siempre esto ha sido una Fiesta nacida del campo y exportada al medio urbano. Las costumbres y usos se trasladaban a la ciudad, pero ahora todo esto empieza a cambiar de medio a medio. Esas prisas, esa falta de mimo y cuidado está desembarcando en el campo, de la misma forma que cuentas que llega el ganadero a la finca. Este verano estuve en la finca de un ganadero, de los de verdad, de los de conciencia de aficionado. Llegó a trabajar, un día que no había figuras, en una furgoneta llevada por un trabajador. Nos saludó amablemente y se fue a por su vehículo de andar por el campo, un caballo que no tenía la apariencia de ir al Real de la Feria, pero con un aspecto de duro y de estar acostumbrado a estar entre toros que daba buena cuenta de la inteligencia del que estaba a sus riendas. Son esos pequeños detalles.
Un abrazo y muchas gracias y si te hago reír, ya soy bastante feliz.
Publicar un comentario