jueves, 18 de septiembre de 2014

Mis toreros de Linares

Toreo puro para paladares refinados y grandes corazones 


Hace tiempo, por una de esas casualidades de la vida, tuve la fortuna de poder colaborar en Opinión y Toros, de expresar mi forma de ver esto de los Toros y hasta de mostrar mis dibujos. El premio era de los gordos, pero escaso para lo que allí encontraría tiempo después, aficionados, con sus gustos y preferencias, un ambiente de libertad, eso que se dice tú escribe lo que quieras, de acuerdo con tu parecer, tu conciencia y el respeto debido a todo el mundo. Aunque en este momento quiero dedicar mis pensamientos a dos amigos que me encontré un día en que compartíamos una paella, mientras hablábamos de toros, Pepe Luis Bautista y Manolo Troya. Hijos de Linares, protegidos de la Virgen de Linarejos y súbditos del Toreo puro y del Toro íntegro. Tan sabios que no dudan en mostrar sus dudas y preguntar para cerrar sus interrogantes, que son muchas, no por ignorancia, sino por esa inquietud del aficionado insaciable.

Aquel día recuerdo como hablaba yo con Manolo Troya en un aparte, de los toreros que nos enamoraron, de las formas de cada uno de hacer el Toreo y de aquellos toros a los que había que poder inevitablemente. En esto se nos acercó Pepe Luis Bautista interesado por la conversación que íbamos tejiendo. A partir de ahí ya no hemos parado. Nuevas paellas, nuevos encuentros y conversaciones en las que unos convencemos a los demás de que no estamos tan locos, que las cosas que recordamos pasaron de verdad. Me llevaron a su tierra para hablar de Toros y en 24 horas compendiaron todas las emociones posibles que uno pueda imaginar en torno al toro. Desde pisar la arena en la que cayó Manolete, un continuado paseo por la historia de la Tauromaquia por las calles del pueblo visitando los santuarios que Dios quiso poner allí, encuentros con amigos que se desplazaron desde Huelva, Sevilla, Úbeda, charla con aficionados de fuste que no te regalaban nada al hablar de su pasión, aunque te daban el corazón si fuera necesario. Un regalo que recibí a manos llenas, en un momento en el que uno no pasaba por sus mejores días, con algunos desconchones en la salud, pero que salió de allí con energía para comerme el mundo y a todos los tramposos de la Fiesta.

O aquella tarde de octubre, a las puertas de la plaza, cuando Bautista me comentaba que esperaba que aquella tarde empezara con fuerza, para así marcar un ritmo alto desde el inicio. No digo más que fue la tarde de Juan Mora, en la que con dos faenas de menos de veinte pases puso Madrid patas arriba. Y además el buen toreo de Curro Díaz y Morenito de Aranda. Menudo bombazo, que brujo el de Linares. Muchas conversaciones telefónicas en las que nos confesábamos de nuestros pecados taurinos, el no entender esto que nos está pasando, esos medios toros, ese toreo mentiroso y esos que aclaman toda esta filfa, vaya usted a saber por qué.


Pero hay momentos en los que todo esto pasa a un segundo plano, en los que uno no pretende hablar de esta pasión que hace que nos corra la sangre por las venas, aunque las referencias son siempre inevitables, pero lo que uno busca es escuchar la voz del amigo y saber cómo está, si esos malos momentos van quedando atrás y si el espíritu de estos toreros va venciendo a todos los males, doblones por bajo a esos achaques que pegan derrotes queriendo partirte la taleguilla, muletazos con la mano baja, mandones y poderosos, esperando que el bicho se entregue y acabe pidiendo la estocada en todo lo alto, para dar paso a la felicidad. Espero que pronto mis amigos, que como tales les tengo en mi galería de ilustres, salgan a hombros de los suyos y victoriosos vuelvan a no entender el por qué de tantas barbaridades que se jalean y el motivo por el que tantos maestros huyen del toro. Aunque no dejaré de guardarles un rencor casi enfermizo, cuando les veo en el campo moviendo las telas y pienso, ¡serán cab...! Yo quiero torear así, yo quiero sentir así, pero me es imposible. Será porque no estoy amparado bajo el manto de la Virgen de los Linarejos. Troya, Bautista; Bautista, Troya, va por ustedes, con toda la envidia que se puedan imaginar por ese don que Dios les dio; será por eso que sois “Mis toreros de Linares”.

4 comentarios:

Luis Cordón Albalá dijo...

Enrique, siempre te lo he dicho y siempre te lo diré: Qué granes afortunados sois los aficionados de "avanzada" edad como tú (entrecomillo avanzada porque tampoco es que tu caso sea de viejo). Lo tenéis más fácil que los que somos jóvenes a la hora de defender nuestra maltrecha Fiesta, porque habéis vivido tantas épocas diferentes y grandes que solo por ello ya os debe merecer la pena dejaros la piel a tiras por esta afición. Los que somos jóvenes vivimos, como mucho, del Cid, Joselito, de JT o de Rincón, pero sobre todo, de las vivencias y anécdotas que los mayores nos contáis. No abandonéis ésto, muchos perderíamos nuestra referencia y seríamos como un invidente sin lazarillo.
Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Luis:
Te perdono esta forma tan elegante de llamarme ancianito, porque eres más alto que yo y porque estás en mucha mejor forma. Cuando te leía esto de muchas épocas, pensaba que solo había dos, la anterior y esta. Siempre ha habido fraude, golfos, afeitado, quienes lo denunciaban, los peritoros de uno de Córba y muchas más cosas, pero lo de ahora es totalmente distinto, esta gente lo tiene tan bien montado, que no han dejado espacio para la sorpresa. Lo tienen todo controlado y saben lo que tienen que dar para que la gente se calle. Ya ves, nos ponen esto de los encastes minoritarios y nos ponemos como locos, el caramelito que nos calma. Si no hacen falta encastes minoritarios, basta con el toro, porque a partir de ahí cada torero se sentirá más cómodo con unos que con otros y la variedad volvería. Que los toreros tuvieran amor propio y orgullo de llamarse matadores de toros y queriendo ser los primeros, pero ganándose los contratos en la plaza. Ahora ya ves, están los fijos y los aspirantes a fijos, como ha pasado con Fandiño. Luego los que no molestan, pero tienen su función, como Finito, los de Mora, Puerto, Tejela y los demás de ese corte. Pero ya te digo que por mi parte haré todo lo que esté en mi mano para intentar contaros lo que yo e intentar descubrir la trampa de toda esta gente. Creo que los aficionados más jóvenes tenéis derecho a saber y así lo tenéis que exigir. Por otro lado, siempre es un placer el poderos contar nuestras batallitas.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Como eres Enrique… no se puede ser más agradecido. Los agradecidos de tu visita a Linares siempre seremos nosotros; nosotros disfrutamos de tu cátedra venteña. Lamentablemente yo no pude disfrutarla a tope por el fallecimiento de un tío político, pero si gocé de tu tertulia junto a José Olid –otro que tal baila-. He soñado tantas cosas en mi vida de aficionado que casi pierdo la cuenta. Soñé estar algún día en Las Ventas y en La Maestranza; con el tiempo ambos sueños se cumplieron; también se cumplió mi ilusión de que Curro Díaz saliera algún día por la puerta grande de Las Ventas; hasta pude soñar la faena de Juan Mora en aquel mágico otoño; pero jamás pensé que un aficionado de Madrid –un aficionado fetén- me dedicase parte de un bellísimo escrito. He disfrutado sobremanera con esa bella ironía de la lidia de la vida. Hablas de nuestro amigo Manolo, al que le ha tocado en suerte lidiar un miura resabiado, pero al que estoy seguro que dentro de poco le va a poner patas arriba. Manolo es torero-macho donde los haya. A mí me ha tocado un jandilla con cierto picante al que tengo casi dominao y que pronto va a estar en el desolladero.
Te reitero mi agradecimiento por aquella visita a mi pueblo, y, sobre todo, por tus sentidas palabras en Mis toreros de Linares que son el nexo de unión de nuestra amistad.
Un abrazo.
Pepe Luis.

Enrique Martín dijo...

Pepe Luis:
Hay veces que nos da pudor el que se epa de lo que sentimos, incluso parece que hacerlos públicos no es para otra cosa que para que se sepa lo buenos que somos, que se entere la gente, pero en este caso ha sido un acto de necesidad, para dar escape a lo que os pienso. Simplemente he abierto las ventanas del corazón y ha salido lo que ha salido. Si os agrada, mejor que mejor y si os sirve de ánimo, ¿para qué más?
Un abrazo