domingo, 7 de septiembre de 2014

Remando juntos hacia adelante

Solo los genios no necesitan remar, ellos pueden caminar sobre las aguas


Una de las obsesiones del taurinismo y satélites que viven o pretenden vivir de él, es la unidad, esa virtud que para ser siempre un bien en si mismo. Unidad de pensamiento, unidad de acción, unidad de atontamiento, unidad sin pensamiento, pero sobre todo, unidad. Lo que se ha sobrevalorado siempre la unidad, ¿o no será que se confunde con la unanimidad? Va a ser que no son la misma cosa y que algunos pretenden que lo sea y no dudan en querernos confundir. Pues vamos a tener que andarnos con ojo.

Que mejor metáfora de la unidad que eso de remar, ¡Rememos juntos en la misma dirección! (Flavio Secundo Marcinio, centurión al mando de un galeón romano en la batalla de Actium a los galeotes, sic) No me digan que no anima la frasecita. Lo que no se dice es que los que tenían que remar lo hacían contra naves de compatriotas, pues conviene no olvidar que eran esclavos o prisioneros los que iban encadenados al remo. O cuando el adelantado Hernando Márquez de Feria repitió la frasecita, mientras los indios cucuguarises se afanaban en acelerar el ritmo de palada, confiando en que el caballero de la espada que les guiaba les salvara del salto de agua que luego fue mundialmente conocido como el Salto del Ángel. Según los cronistas de la época, el adelantado enardecía tanto los ánimos, que casi no tuvo que utilizar el látigo para hacer comprender sus órdenes a la tripulación.

Y yo me pregunto, ¿nos dirigen al precipicio a cada palada que nos hacen dar, con tal de seguir pa’lante? O igual quieren que rememos y rememos con el pum pum de fondo, para acabar embistiendo el barco de nuestra afición y de la Fiesta que queremos recuperar. No me digan que no nos encontramos en una encrucijada. Habrá que preguntar a esos del látigo que lo restallan contra los aficionados, o a los que no miran más allá de la proa de la Fiesta, porque solo les importa que el barco avance, adónde nos quieren llevar. Que cómo les explicas que el ir pa’lante no siempre quiere decir que es cosa buena, ni que el hacerlo bajo un aparente halo de unidad sea una gloria por la que felicitarse. Igual hay otras glorias mejores y que nos ofrezcan mayores satisfacciones. Normalmente la cuestión está en que aceptes lo que al otro le viene bien y si no, igual te llaman talibán o torista, dos términos que me desagradan bastante, casi tanto como desafortunados me parecen.

Un poner; si cogemos como ejemplo la feria de Calasparra, un pueblo que en su momento se entregó al toro y que se decidió por las novilladas, apartándose del circo de las figuras, las ganaderías comerciales y el taurinismo oficial que tantas sorpresas provoca. Pues en estas que se prepara un temporal con olas como muros de castillos, una galerna en toda regla que a poco ha estado de hacer naufragar la Feria del Arroz de 2014. Unos tiraban de un brazo para un lado y los otros para el otro, que un poquito más y descoyuntan la criatura. Al final las cosas se medio arreglaron y ha habido feria, ya se sabe, la cosa era remar, ¿para dónde? Para adelante, por supuesto. Y yo que pienso que lo mismo habría sido mejor pararse un ratito, consultar las cartas náuticas y decidir el rumbo que debía tomar Calasparra. Pues nada, así estamos, con ganaderías comerciales, aniquilando de golpe el motivo que siempre guió este ciclo, y con novilleros que igual podían estar, que no estar. Y el único que no está, es el hijo de la tierra, Filiberto, que estará durmiendo el sueño de los justos junto con la ganadería del Cubo, la triunfadora indiscutible desde hace años. ¡Ay! esos taurinos y sus palmeros, que meten la garza y lo dejan todo hecho jirones. Pero cuidado, que nadie diga nada, que nadie se atreva a disentir lo más mínimo, que nadie se desmarque del triunfalismo vigente y si no hay más remedio, pues a hacer la vista gorda. Pero muy gorda. Pero la cosa es seguir remando todos juntos pa’lante. Luego la gente dejará de acudir a la plaza, la Feria del Arroz entrará en declive a las velocidades en que las plazas pierden la virginidad de la verdad e integridad; basta que un taurino, ya sea empresario, exmatador de toros de la zona o feriante al uso, abuse de una historia y le arrebate la honra a un coso que hasta el momento podía mirar a la cara de cualquier aficionado con exigencia.


¿Que por qué la he tomado con este pueblo de la Región de Murcia? Pues porque este es un ejemplo extrapolable a cualquier plaza que un día gozara de cierto prestigio, hasta que los piratas corsarios arribaron con sus naves abanderadas por la calavera, para mancillar su coso como si fuera una pura doncella de buen nombre. Estos taurinos que solo se preocupan de lo inmediato y no ven más allá del día en que viven, como si a la mañana siguiente fuera a empezar el apocalipsis. Como los piratas, que enseñan su diente de oro y hacen que sucumban las jóvenes, embrujadas por el destello del fraude y la mentira. Mientras siempre hay aves de mal agüero que, esperando los despojos, alientan al personal a seguir dándole al remo; boga, boga, boga. Unas veces con el látigo que les marcará de por vida con el estigma de ser los culpables de la desaparición de la Fiesta. Ya ven, 15.000 palmeros remando y la culpa de caer cataratas abajo es del que levantó los brazos. Cuando no, se les acusa de estrellar el barco contra la monotonía, el monoencaste, esas faenas tan largas como aburridas y que este show deje de interesar. Pero no nos planteemos dudas, cerremos los ojos ante la razón y obedezcamos al capataz que justo antes de saltar del barco a punto de embarrancar o despeñarse nos exhorta a seguir “remando juntos hacia adelante”.

8 comentarios:

MARIN dijo...

¿Rememos?...a uno ya le duelen los brazos de remar Enrique, que remar a contracorriente es muy jodido. Lo que pasa es que tengo compañeros de remo que no me dejan bajar los brazos.

Lo de Calasparra es de traca. Me interese este año por conocer una novillada en especial,la de los Chospes, porque toreaba el torero del pueblo, David de Miranda, y cuando la vi en fotos en el campo...uff. Hablé con Doña Gloria Cantero y ya le dije que si ese era el tono de la feria, habría que poner otra X mas en la lista de naufragios de ferias serias.

Seguiremos remando mientras nos queden fuerzas Enrique, entre otras cosas porque sé que mis compañeros de remo estarán ahí siempre, aunque el borde del "Salto del Angel" esté cada día mas cerca.

Un abrazo.

Cincinato dijo...

¡Pues claro que conviene que rememos todos hacia adelante!

Pero ¿quien marca el rumbo?

¿Los toreros que buscan máxima comodidad y mínimo esfuerzo?

¿Los empresarios que buscan máxima rentabilidad y mínimos riesgos?

Primero tendremos que ponernos de acuerdo en el rumbo y luego ponernos a remar.

Así que exijo que me tengan en cuenta a la hora de decidir el rumbo.

Pedirme el esfuerzo en el banco cuando no solo no me admiten en el puente, sino que solo se acuerdan de mí para pedirme que reme... me parece un ejercicio de cinismo.

Anónimo dijo...

Enrique, por mucho que rememos en una dirección, los que tienen el timón del barco son los que deciden el rumbo de la Fiesta. Me temo que desde hace mucho tiempo han decidido dirigirse a un puerto que a mí y a ti no nos gusta.

Un abrazo
J.Carlos

Unknown dijo...

Enrique:
Cuán complicado se hace usar remos sobre aguas fangosas, más aún cuando el barco ha sido tomado por corsarios que han hecho añicos la brújula y deciden destino interesado, ávidos de tesoros y riqueza.
Claman "pelotón" hacia un rumbo oscuro y de tinieblas, apuntando acusadores a quienes osan negarse a cumplir sus intenciones e incluso, andan sobrados de poder para pasar por la quilla a todo el que rezume honradez y se niegue a tolerar vileza.

Efectivamente, querido amigo, Calasparra es un claro ejemplo de variabilidad y cambio. Un varar en oasis con intenciones de convertirlo en puro espejismo y ahí, desde el más puro convencimiento, la necesidad máxima, me niego a enrolarme.

Y si me permites, quiero aprovechar esta entrada que me toca muy profundamente este alma advenediza de aficionada para agradecerte el haber soportado estoicamente mis nubarrones, por tenderme la mano con el afecto del amigo que escucha y la solidez del aficionado a imitar, de quien siempre se aprende y a quien tanto admiro.
Nunca seré capaz de hacer justo pago a tanta sabiduría y generosidad.
Vaya pues, todo mi cariño, Maestro!.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Los que nos quieren hacer remar son los dueños de la barca que nos cobran el viaje, el que hacemos ejercicio y el alquiler y desgaste de remos. Tienen interés en mantener esto a costa de lo que sea, porque en ello les va el sueldo. Igual sería mejor parar, bajarse del barco y exigirles que marquen el rumbo correcto, que los asientos sean cómodos y que el barco ofrezca seguridad.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Cincinato:
De cinismo y de egoísmo. A estos les importa un pepino todo esto, solo se interesan por la pasta. De lo que no se enteran es que solo unos cuantos se forran de verdad y podrían vivir si esto desapareciera y los otros simplemente subsisten y están a merced de que esto se acabe por desinterés, por cuestión política o social o vaya usted a saber. Pero como no ven más allá, a remar para donde sea. Quizá los que vivimos para el toro y no del toro, seamos los que podamos ver otras cosas en las que ellos no se fijan.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Lo que a mí me sorprende desde hace mucho es que insistan en el pecado y no cambien el rumbo. Aunque, ¿quién nos dice que en ese puerto tomarán otro barco que les hará ganar más dinero? ¿Quién nos dice que Taurodelta, por poner un ejemplo, prefiere organizar conciertos o gestionar un Las Ventas Arena para el baloncesto o lo que surja?
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

gloria:
¿Y qué te contesto yo ahora? Ya sabes que ante comentarios como este me quedo sin saber qué decir. Solo agradecimiento, mucho agradecimiento y que no te fíes demasiado de alguien que lo mismo pone a remar a todo el mundo, que igual le cede el puesto a una joven voluble, que se entusiasma con un par de banderillas.
Es verdad que tenemos que aguantar mucho para poder seguir en este barco, pero, ¿y si nos amotinamos?
Y si me lo permites, un beso fuerte.