miércoles, 10 de septiembre de 2014

Señalemos a los verdaderos culpables: el aficionado



Había que barrer a todos esos aficionados que quieren acabar con la Fiesta desde dentro
Ya está bien de paños calientes y de mirar para otra parte, ya vale de permitir que el aficionado diga y haga lo que le dé la real gana, dimitiendo de su verdadera obligación, apoyar a la Fiesta de los Toros y luchar por ella a brazo partido, dejándose en paz de bobadas que no ayudan en nada. Y si entramos en los que escriben en los blogs, portales taurinos y redes sociales, entonces la cosa ya alcanza unos límites de desvarío inaceptables. ¿Por qué las cosas siempre se ven por el lado malo? ¿No hay manera de que se vea lo bueno y se destaque para que se sepa? Que es muy fácil eso de no acudir a los Toros porque los carteles son una birria, que si los toros, los toreros... Pero, ¿qué importa eso? ¿Qué importa que los toros sean de fulano o mengano o que toreo Paco o Pepe? Eso es aferrarse a lo superfluo y no a lo importante.

Voy a tomar como ejemplo la plaza de Madrid y lo que llevamos pasado en este verano. Los aficionados se quejan de que no ha habido una entrada que superara el cuarto del aforo, aunque puede que algún día hubiera un pelín más, que los japos llenan mucho. Pero nadie se para a pensar en la amplitud de los tendidos y en la comodidad para los asistentes, que hasta pueden estirar las piernas y repanchigarse contra la localidad de detrás. Que eso no se valora señores, que eso lo pasan por alto y nadie dice nada. Eso sí, los que no acuden a la plaza dejan de cumplir con su principal obligación, bueno, con una de las dos más importantes; en este caso es la de pagar y la otra la de callar. Algo que no todo el mun
do sabe, según parece. Los mismos que a la salida no disimulan su cara de aburrimiento. Será que les cuesta mucho salir con una sonrisa en la boca, aunque sea crispada, que eso da lo mismo, que los que están fuera no saben si es forzada o que les ha dado un mal aire. Hay que salir sonriendo y haciendo amagos de salir toreando, a ver si así engañan a otros tontos para el domingo siguiente. Pero no, ellos van y salen comentando la corrida. Anda ahí que le den a la corrida. Si ahora va a ser que lo importante de los Toros son los toros, lo que pase en el ruedo. Claro, hombre y ya puestos, nos fijamos en si pican al toro, si los de las medias rosas torean o pegan trapazos. La cuestión es inventar para no salir contento y feliz. No se les ocurre pensar que van a tomarse unas cañas, que vuelven a casa con la familia, las extranjeras con los muslos al aire que se ponían como gambas al sol y lo gracioso que era ver a los guiris acompañando con palmas a la banda de música. Muy, muy parecido a lo de Año Nuevo en la tele, pero con chanclas, bermudas y cara de no saber qué hacen allí, como si buscaran el ovni que les ha dejado allí abrasándose sobre la piedra venteña.

Anda que no habremos visto cosas buenas este verano, en una tarde, hasta dos orejas. ¡La juerga padre! Eugenio de Mora, Leandro, Serafín Marín, con las mismas trampas de siempre, sin ninguna solvencia lidiadora, haciendo las cosas como Dios les daba a entender, pero con taurinos de verdad en los tendidos, de esos que no se les cae el ¡bieeejnnn! del hocico y que si escuchan a uno gritar en la otra punta de la plaza, si hace falta les insultan, para que la chiqui vea que su novio es un tío de pelo en pecho y sobre todo, ¡eh! sobre todo, muy taurino. Si es que me emociono cuando se dirigen a las Ventas con su camisa azul no sé qué, con los cuellos blancos de pana y los puños medio vueltos, con pantalones naranjas pesqueros, sin calcetines y zapatos con borlas rosa capote de brega. La almohadilla con los colores patrios, airosamente llevada por el asa dispuesto a tal efecto, un llavero colgando como con desdén, con un capotillo minúsculo y las gafas de sol ocultando esa mirada de conocedor de todos los secretos del toro; que para algo vale el tener un vecino que tiene un primo que una vez se cruzó con Perera en el parking del Carrefour.

Pero el Rafi, no crean que no va menos orgulloso al caminar al lado de su Chiqui, con esa gracia al andar manteniendo el equilibrio sobre cuarta y media de tacones, con unos short que empiezan muy abajo y acaban muy arriba y el bolso de diseño taurino, que como si fuera una reliquia, parece hecho con el trocito de su capote que hubo pisado tan lindo pie. Sin dirigirle la palabra a su pareja, pues ambos van enganchados a un supermodelo de teléfono móvil, mientras comentan a los colegas del pueblo, del barrio o del curro, que están en las Ventas, por el verdadero taurino no va a los Toros, el de verdad, el fetén, ese va a las Ventas. Que si se tienen que gastar un pico en la entrada, se lo gastan, que aplauden sin que se les pase una oportunidad de hacerlo, porque esto hay que levantarlo y hacer que vaya para arriba. Algo que a servidor -que por desgracia no es taurino, a todo lo más es aspirante a aficionado y de los malos- nunca le ha entrado en la cabeza el por qué cuanto más se aplaude, más alto está la Fiesta. Es como si esto de los Toros fuera como un globito de esos que los chinos mantienen en el aire a fuerza de abanicarlo con un paipai o un abanico con bellos motivos orientales.

Son muchos los que intentan levantar esto, pero siempre están esos de los blogues y redes sociales que no son capaces de divertirse con nada. Menos mal que he leído que el último domingo Luis Miguel encabo estuvo en lidiador y no sé qué más. Así sí, así se engatusa a otros para que vayan y ya allí, pues se les da un copazo de 501 o un barreño de kalimocho y punto. ¿Qué vamos a decir? ¿Qué estuvo con más precauciones que una anciana cruzando la Gran Vía? ¿Qué no plantó la muleta ni una vez, y que escupía al toro para fuera, que con el capote le largaba trapazos pa’quí y pa’llá, que lo de las banderillas empeoraba a El Fandi? Pues no, se dice que estuvo estupendo y punto. Espero que esos aficionados empiecen a concienciarse de que hay que ayudar para que el negocio de los taurinos, los de verdad, no los del llaverito colgando, siga regalándoles un buen medio de vida, con un día a día holgado, aunque no tanto como la plaza de Madrid fuera de feria, y así poderles ver entrar por el patio de arrastre, antes desolladero, por la “mui”, simplemente dándole una palmadita en la chepa al de la puerta y luego apretándose como chinches en los burladeros del callejón. Pero, ¿ven? Ellos no se quejan, ellos todo lo ven de color de rosa, no como los otros, esos, esos que solo quieren ver lo malo. Y por eso yo les pido que “señalemos a los verdaderos culpables: el aficionado”.


15 comentarios:

fabad dijo...

Jopé Enrique, yo creía que Encabo había estado en buen torero... La verdad es que me sorprendía... ¿O no te he entendido?.

Anónimo dijo...

Qué cierto es que la critica endurece y los alagos debilita, prefiero a un aspirante a mal aficionado como usted, que a un gran aficionado como el Rafi por muy bien "anda"que sea su Chiqui, pienso que como todo en la vida esto va por ciclos y con aspirantes como usted y sus verdades a estos ORTERAS le quedan cuatro telediarios, gracias por sus comentarios siempre tan acertados y espero que esto cambie pronto por el bien de esta fiesta que tan pocos amamos sigue así Sr.Martin sigo estando en su barco.

MARIN dijo...

Yo, como voy muy poco a los toros, y cuando voy no hay figuras, pues no soy aficionado, así que me salvo.

Oye, ¿de verdad que Encabo empeoró a el Fandi en banderillas?...joder, como tuvo que estar el chaval!!!!

Un abrazo.

Anónimo dijo...

No me gusta entrar en el juego de la culpabilidad. Ya no vale el decir que he salido engañado de la plaza, nos engañan si queremos que nos engañen. Con tantas veces como hemos ido a la plaza sabemos casi con total seguridad el tipo de espectáculo que vamos a ver y rara vez nos equivocamos. Así que, si salimos desengañados es por nuestra culpa, no por la suya.

Otra cosa es que, como el Domingo pasado, saliésemos decepcionados con el juego de los saltillos.

Respecto a lo de Encabo, ratifico que se marcó tres pares a toro pasado e hizo lo que hacen los demás, dejarse querer y saludar aún sabiendo que lo hizo mal porque tonto no es. Lo peor es que nos privó de ver parear a un buen subalterno como es Ángel Otero. En cuanto al toro, estuvo aseado que se dice ahora ante un "domecq" que llevaba dos orejas para cortar. En el cuarto cantó la gallina, toro con dificultades que fue incapaz de resolver.

Un saludo
J.Carlos

Cincinato dijo...

Este asunto es complejo y parece que está de actualidad.

En el coloquio de más difusión y resonancia de los que tienen lugar en Bilbao durante las Corridas Generales, el moderador -un conocido aficionado- quiso sacar este tema. Peguntó a uno de sus compañeros de mesa qué le contestaría a los que culpan a los aficionados críticos de ser responsables de la mala imagen de la Fiesta. Dió la impresión de que esa especie del "aficionado culpable" se está difundiendo con éxito.

Como casi siempre, no hay peor mentira que la que tiene algo de verdad.

Me explico.

Algo de cierto ahí en que la desesperación que a veces sentimos ante ciertas prácticas, unas abusivas, otras simplemente decadentes, nos convierte a veces en pésimos propagandistas de la Fiesta. No tanto por el fondo, sino por la forma: tal vez sea cierto que algunos tendemos adoptar un tono apocalíptico que no ayude demasiado a propagar la afición a los toros. O puede que, hablando como solemos hablar -o escribir- en esos casos para otros aficionados, damos por supuesta la grandeza da la Fiesta y su vigencia como espectáculo, sin ver la necesidad de aclarar que a pesar de los pesares seguimos siendo gente capaces de dejarnos nuestros dineros con la ilusión de que en cualquier plaza o momento salte esa chispa que hace de esto un espectáculo único, capaz aún de producier el mayor de los entusiasmos.

Eso no necesitamos explicárselo a compañeros con los que compartimos nuestras críticas, pero es algo que necesitan oir otros que nos escuchen o lean si no queremos que piensen que en el fondo es mejor que abolicionismo triunfe: total, si hasta los más partidariso decimos que esto es una m....

Algo de autocrítica sí que creo, por lo tanto, que algunos debemos hacer, no en el fondo, como ya he dicho, sino en la forma o en el tono.

Hasta aquí la parte de verdad que puede haber en la adjudicación de culpabilidades al aficionado crítico...

Cincinato dijo...

Vayamos ahora a explicar por qué creo que, pese a lo mencionado, esa acusación es de un cinismo que asusta.

Seamos serios: esto está en crisis por la confluencia de dos factores.

Uno externo: el tipo de sensibilidad hacia los animales de corte anglosajón y new age que se extiende como una mancha de aceite por la sociedad, sustituyendo a la anterior mentalidad sobre el trato con los animales propia de la cultura católica y rural que era España.

Y otro interno: la propia evolución de la Fiesta hacia un espectáculo cada vez menos atractivo para el gran público.

La gente no va a los toros porque se aburre. Se aburre porque no se emociona. Y no se emociona porque la propia evolución del espectáculo tiende hacia la comodidad de sus actores. Esos actores siempre han tendido a la comodidad, pero un mayor número de aficionados y una mayor cultura taurina de la sociedad en general (hoy desparecida) les ponían ciertos diques.

Hoy en día cada vez hay menos aficionados, y el público en general cada vez es más ajeno al ABC de la Tauromaquia. Por eso esa evolución hacia la comodidad y el aburrimiento es cada vez más rápida hasta el punto de a veces parecer irreversible.

Por lo tanto, a pesar del lugar que podemos dejar a una cierta autocrítica -cosa siempre sana- NO SON LOS EXCESOS DE LOS AFICIONADOS CRÍTICOS LO QUE MÁS CONSPIRAN CONTRA LA FIESTA, SINO LA ESCASEZ Y LA POCA FUERZA DE DICHOS AFICIONADOS.

Con todos los matices que se quieran introducir -y que muchos podemos compartir- sobre si todas las críticas son justas, objetivas o ponderadas; para mí ese es el quid de la cuestión.

O sea: que los taurinos profesionales quieren callar a los críticos y hacernos remar todos en la misma dirección -la suya- para que la nueva Fiesta sea cada vez más cómoda... y más peñazo.

A esto le quedan dos telediarios. Pero cuando pase, que no se atrevan a decir que la culpa de los aficionados.

Cincinato dijo...

¿Algo de cierto "ahí"? Madre mía, cómo estoy... Espero que no haya muchas más de esas y se entienda lo que he escrito.

Enrique Martín dijo...

Fabad:
Me has entendido perfectamente. Aunque nunca ha sido un prodigio, hubo un momento en que quería hacerlo más o menos bien. Pues ese momento ya ha pasado.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Comentarios como este hacen que uno empuje más en el caballo. Hay que seguir y no permitir que esta gente pueda estar cómoda. La incomodidad que no les da el toro se la tendremos que dar nosotros y cuando se pongan con el toro de verdad, entonces nos tendrán completamente entregados.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Es que tú no tienes remedio, tienes unos gustos, como que te parezcan buenos esos toros que andan por ahí por tu barrio, esos imposibles.
Encabo puso tres impresionantes pares a toro pasado y casi con arco, como si fueran flechas. La verdad es que se nota lo poquísimo toreado que está.
Un abrazo y sigue igual de "poco" aficionado

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Nos quieren engañar, eso está claro y creo que hay que hacerles ver que no nos queremos dejar timar.. Les molestará; pues que cambien su actitud. Porque como bien dices, el domingo pudimos salir decepcionados, pero eso entra dentro de lo posible. Otra cosa es que el ganadero tome el camino de la comodidad para los toreros, entonces la cuestión es muy otra.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Cincinato:
Me apabulla su mesura, esta claridad y el sentido común de estos argumentos. Si es que poco hay que decir. Si acaso una sola cosa y es que hace años, cuando llevaba a algún neófito a los toros, solo tenía que enseñarle aquello. Podía gustar aquello o no, pero se percibía que había algo y hasta llegaban a valorar lo que hacían los toreros. Hoy en día simplemente se aburren y te miran como un bicho raro por acudir regularmente a la plaza. Muchas gracias por esta visita, siempre eres muy bien recibido.

Enrique Martín dijo...

Cincinato:
Se ha entendido a la perfección. Otra cosa no, pero claridad, toda. Y las erratas son inevitables.
Un abrazo

Santiago dijo...

Yo si voy al cine y no me gusto la película, pues no se la recomiendo a nadie por ética. En los toros igual, hay que tener ética y no decir que lo pasaste genial cuando fue un coñazo y los toros se caian, no embistian y los toreros pasaban de todo y a matar. Corridas de esas las hay y muchas.
El problema no somos los aficionados,¿qué quieres que hagamos que vayamos a ver a Morante en uno de esos días que no tiene ganas de torear, mate al toro y no haga otra cosa y nosotros salgamos de la plaza alabandolo? Pues entonces este señor seguira igual, para que va a torear si cuando no torea lo alaban igual.
Para que va Manzanares a arrimarse más y no torear desde 2 metros si total lo alaban igual según usted.
¿Qué hay que hacer, que las figuras toreen becerros, pues a veces poco menos y decir huy que bien estuvo con el toro, aúnque sea un novillo.
Yo pago y si pago exijo y no me gustan que me engañen.
Si compro un pollo y está podrido y no sabe a nada yo no voy al día siguiente al mismo sitio por miedo a que cierre el señor al perder un cliente y le dijo:
-Deme otro que el de ayer estaba buenisimo, sus pollos son los mejores.
Si mi tele se ve en blanco y negro no voy a decir que se ve en color.
Mejor no ser aficionado que ser aficionado y engañarte a ti mismo y a los demás.
Esto mejorara cuando las figuras dejen de tomarnos el pelo.
Un saludo.

Enrique Martín dijo...

Santiago:
Esta es nuestra realidad y si uno hace lo que usted dice, entonces se tiene que preparar para recibir el chaparrón de que solo ve lo malo, que así van a conseguir que esto se acabe y lindezas peores que tenemos que soportar tarde tras tarde. Si las figuras, ganaderos comerciales, empresas, prensa y demás satélites del poder no cambian, esto no cambiará. Y la pinta no es nada buena, pues no creo que estos vayan a desmontar su negocio por salvar nada que no sea su bolsillo. No hay competencia en ningún aspecto, exigen un espectador domesticado, que calle y pague, y que se trague sin rechistar lo que le echen. Lo que usted dice, hay que comerse el pollo y decir que es el mejor del mundo, aunque esto lo diga un afectado por una intoxicación por la basura que le han hecho tragar.
Un saludo