sábado, 23 de mayo de 2015

¡Más guapo! ¡Tía de Muerte moribunda!

La Vane sí que sabe disfrutar y pasárselo bien en los toros


Tías, lo más, mi jefe, aunque yo no le hago caso y le tomo por el pito del sereno, me ha dejado escribir lo de Chemari en la plaza de los toros de las Ventas. Bueno, tía, no sé por dónde empezar, si por lo guapo y elegante que está con ese traje todo de negro o por cómo se mueve y cómo anda con todo ajustado. Aunque, si el traje no brilla y es así todo negro oscuro, ¿también sigue siendo de luces? Qué difícil es saber de esto, ¿no? Pero bueno, me lo voy a tomar en serio, que luego mi jefe me dice que soy un pendón y que no hago caso a las corridas. ¡Qué pícaro! A veces se enfurruña, pero luego es un cielo, basta con sentarme en sus rodillas con la minifalda y el pobre se pone a tartamudear y ni mirarme a la cara puede, solo me mira a las piernas. Oye, que estaba empezando mi yintoni y ya había salido el primer toro. Creo que eran de Zaragoza, porque me ha dicho un señor muy amable que eran del Pilar. No sabía que allí hubiera toros, caramelos muy gordos, sí, pero toros, no. Y de torero, José Mari, Chemari, que sí, Manzanares. Y había otros dos, uno de verde y otro de azul. ¿Pandillas, puede ser uno? No, no, Padilla. Y el otro no me acuerdo, espera ¿Pereza? Cómo el grupo. ¡Ah, no! Perera. ¡Huy, es que José Mari me trae loca.

Pues ya digo, salió el primer toro, ¡tía que miedo! Y salió el de verde a mover la tela rosa así delante, como con pocas ganas, luego se dio la vuelta y se fue de espaldas al centro, con el toro detrás. Pero el toro no le hizo caso y se fue a buscar a unos con un caballo con faldas, cuando salía a la plaza. Y le picaron y todo allí, cerca de la puerta por dónde salen los toros. Luego ya volvió a ir el toro otras dos veces, pero ya en la otra parte de lo redondo. Una vez así como abandonándolo por allí y la otra uno de los ayudantes lo dejó muy cerquita del pony. Oyes, que le picaron con un palo en mitad de la espalda, seguro que por eso el toro levantaba los cuernos, como si fuera a morder al jinete. Y también hacían como un baile, el caballo daba una vuelta y era como si acorralara al toro contra la tapia. Muy chulo. Pero el de verde, no hacía nada, andaba por allí, pero no hacía nada. Luego le clavó unos palos al toro. Dos veces lo hizo corriendo y cuando los cuernos del toro pasaban, él, muy vivo, se los clavaba al toro. Y luego lo mismo, pero al violín, que me lo ha dicho un hombre. ¡Qué raro! Si no había música. Luego, con trapo rojo con un palo, ha empezado a torear así con una mano y como si fuera un telón. Luego con la tela por abajo, sacudiéndola mucho. Y el toro se enganchaba el pobre en el trapo rojo. Pero como debe de ser un torero muy listo, estiraba mucho el brazo y torcía el palo para que el toro pasara muy lejos, claro, para no mancharse el traje. Y además, entre trapazo de estos y el siguiente, se daba una carrerita. Así un rato, hasta que se ha cansado y le ha clavado la espada tirando hacia la pierna, no, la pata, bueno, como se llame. Según el señor me ha apuntado, eso se llama bajonazo. Luego salió otra vez, debía ser para que José Mari descansara, ¿no? Y otra vez con lo rosa, así sacudiéndolo y él se quedaba como una estatua de sal, y una vez, se fue el toro a por él, así como para meterle el cuerno derecho, pero como el de verde es muy listo, le tiro lo rosa a la cara. ¡Olé! Qué bonito. El toro debía estar muy cansado, porque casi no podía moverse, cuando fue al señor del caballo, otra vez jugaron a lo del baile en que le arrinconan contra la tapia, pero el del palo sin apretar, porque el toro tampoco lo hacía. Otra vez el de verde, ¿se llamaba Pandill? Nooo, Padilla. Ese. Le debió dar envidia lo del bailar y se puso a hacer lo mismo, pero él con la tela roja. Oyes, tía, cómo estiraba el brazo de bien y de lejos y así la tela torcida y solo bastaba el pico , que hay que ahorrar. No debía tener prisa y lo mismo con una mano que con la otra, se pasó un buen rato sacudiendo el trapo, lo mató y ya.

Luego venía Chemari, pero eso te lo cuento luego. Primero te voy a contar lo del otro, el Pereza, ¡no! Perera. Que yo no me di cuenta de que estaba, hasta que salió a estar con el toro que salió en el tres y luego en el seis. Chica, que señor, todo el rato enfadado, con una cara así de... ¡Huy! Con lo guapo, reguapo que estaba José Mari. Al señor este, al enfadado, le salió un toro que corría y corría, y cuando pasaba por donde él, le enseñaba la capa, que ya me acuerdo cómo se llamaba, y le dejaba seguir corriendo, ¡qué chuli! Pero así un rato largo y después de muchas carreras, el toro se fue solito a dónde el caballo, y dos veces. Una el toro levantaba así mucho la cabeza, y eso que el del sombrero blanco casi ni le rozó con el palo con un pincho. Bueno, igual no le gustó que la primera vez le pinchara así como en el jamón del toro, no en el cogote. Pero el toro era muy rico, no paraba de correr por la arena y había un montón de señores enseñándole su capa. Aquello parecía el patio de mi cole, qué jaleo tan grande. El señor de azul, el enfadado, sacó la tela roja, para que viéramos que él tenía otra. Primero con la mano derecha, así moviéndola de un lado y del otro. Y ¡qué coincidencia! Este también estiraba mucho el brazo y ponía la tela de punta y hacía que el toro pasara muy lejos, pero sin que se escapara, era como si lo tuviera amaestrado, ¡qué chuli! Y se retorcía también mucho, seguro que luego le dolerá la espalda. Y como estiraba el brazo y torcía la tela, el toro quería jugar a pasar por el huecazo ese que dejaba. Y venga carreras y así todo el rato igual. No sé si estará bien, pero todo era igualito, igualito. ¿Para que lo repetirá tantas veces? Y siempre lo mismo, lo mismo, lo mismo... Yo creo que tardó tanto, porque había unos señores que querrían que saliera otro y él diría: pues ahora os vais a fastidiar. Y siguió más rato, hasta que le metió la espada al toro así por arriba de la pierna. ¡Qué bien! Otro bajonazo, qué suerte, en un solo día, ya había visto más de un bajonazo. Luego salió otra vez para torear otro toro, porque me he dado cuenta de que todos torean dos toros cada uno, que bien, que educados, porque hay que compartir. Con este toro empezó moviendo lo rosa, así como para que el toro no se fuera muy lejos, hacía como para que se le quedara cerca de las zapatillas., y cuando salió el señor del caballo, ya dejó al toro por allí, para que ellos se apañaran. Lo que le pinchó, mucho rato y así haciendo fuerza. Y el de azul, Perera, ese, estaba allí solo, mirando desde cerca como le picaban, mientras los demás de las capas estaban al otro lado del caballo. Luego volvieron a picar al toro otra vez, pero ya solo le pusieron el palo y ya. Cuando le clavaron las banderillas, si el torero echaba a correr por la parte izquierda, el toro corría muy rápido y si lo hacía por el otro, el tío, ¡qué listo! atajaba para pillar al que llevaba los palos de colores. Cuando cogió la muleta, que así se llama lo rojo, empezó a dar muchos pases y además debía de  hacerlo muy bien, porque sabía estirar el brazo mogollón y solo gastaba la punta de la tela, para que así no se le manchara el resto. Y todos los pases igualitos, con lo difícil que debe ser eso. Y muchos. Que seguro que eso es lo bueno, pero yo casi me duermo un ratito, cuando sin querer apoyé la cabeza en el hombro de un señor que me dijo que a la salida le esperaba su chófer con el Mercedes. Me lo decía con tanta gracia, que desde ese momento me cayó más bien. Pero el torero seguía dando pases, para que vean, hasta que mató al toro con otro bajonazo. No me lo podía creer, que suerte, La Yeni y la Saray se iban a morir de envidia. ¡Cuántos bajonazos!


Pero lo más de lo más, José Mari, guapo no, lo siguiente, de lo siguiente, de lo otro que va después. Y si será bueno, que primero toreó un toro un rato y como vio que estaba muy malito de las patas, lo cambió por otro que se llamaba Ganadería de Charro de Llen. ¡Qué nombre más raro! Yo le habría llamado “Marroncito”, porque era marrón anaranjado. Muy mono. José Mari se puso a hacerle cosas con la capa y era muy gracioso, porque él iba más rápido que el toro y cuando el toro todavía no había llegado a la tela, Chemari ya estaba dando el pase. Es que es bueno, bueno. Y el toro, porque imagínate que por no ver la capa se piensa que tiene que coger a José Mari. ¡Huy! Pero el toro era bueno, iba correteando por toda la plaza y Jose le dejaba, que jugara, ¿no? Fue hasta el señor del caballo que no pica, el que solo está ahí y no hace nada. Luego al otro, cerca de la puerta de los toros. Se quedó parado, igual porque estaba cansado de tanto correr. Y no hizo nada, me parece que se durmió un poco y todo. Luego ya en la otra parte de la plaza, le pusieron el palo justo en la mitad de la espalda. Eso debería contar más puntos, ¿no? Igual que el que el toro te tire del caballo y quedarte de pie, como en la gimnasia. Cuando le pusieron los palos de colores, el toro movía mucho la cabeza, jugando con ellos, ¡qué majo, tía! Con la tela roja José Mari se agachó así un poco y movía la muleta muy rápido, así como si fuera un látigo, por aquí y por el otro lado. Y cuando ya se puso tieso, entonces fue el que mejor lo hizo, el que más estiró el brazo, el que mejor ponía solo la punta de la muleta, el que más lejos hacía que fuera el toro y el que menos se manchaba el traje. Así con las dos manos. Y, ¿cómo no va a ser el mejor? El mejor bajonazo de todos. ¡Buah! tía, para comérselo. Mira si será guay, que casi hace con un único bajonazo que el toro se muera y que se quede cojo. Si hasta tocaron la música como premio, pero solo fue un ¡Piiiiiiiiii! El otro toro que toreó ya era como los demás, de Zaragoza, del Pilar. Con lo rosa solo movía los brazos y juntaba los pies, pero el toro se iba a corretear. Luego, cuando los separó, iban los dos avanzando al centro de la plaza. Las otras veces me hacía gracia que los toreros, José Mari también, echaban las capas así para el cielo, muy bonito, era como cuando fuimos con papá y mamá a ese pueblo de Italia que tiran las banderas al aire. Cuando fue el toro al caballo, como este estaba cansado, se apoyaba en el caballo para descansar, así de lado, y el señor de arriba hacía así como si hiciera fuerza, pero no apretaba, que se le notaba mucho, tía. Cuando el toro vio a los de los palos de colores se fue corriendo a por ellos, a jugar, ¿no? Pero iba con muchas ganas. Un banderillero jugó tan bien, que le hicieron que saludara, aunque no sé si era él solo o eran dos, porque me dijeron que se llamaba Curro y Javier. Pues que le llamen Curro o Javier o Curro Javier, ¿no? Cuando José María fue con la tela roja y la puso así atravesada, el toro quiso pasar entre los dos, pero Jose le dijo que no, que iban a jugar, pero bien, sin mancharse el traje, que le hacía falta para otro día. El toro tenía muchas energías, no como otros antes. Y otra vez a pasar por el hueco, el animalito iba por dónde quería y José Mari le ponía la tela delante y hacía como que no se la cogía. Bueno, tía, estuvo genial, qué bien estiraba el brazo, pero no un poco, mucho, ¿no ves que es el mejor? Y como antes, solo gastaba la puntita y el toro pasaba muy lejos, porque aparte de mancharle el traje, le podía pisar. Y José Mari hacía así como retorcido y sin dejar que el toro se le fuera detrás de la espalda, antes de pasar la cadera ya lo había echado fuera. Y así muchas veces. Un señor decía: no manda jamás. Y yo me volví y le dije que lo que no manda son telegramas, porque guasaps manda muchos todos los días. El hombre me miró raro. Será que él no tiene móvil con cámara interior, ni pantalla panorámica, ni blutuz, y si lo tiene será de marca “Nisupu”, ¡jajajajajajajaja! Tía, me parto. Pero a lo que iba, que el toro no dejaba de ir a por el trapito colorado, no se cansaba. Y aunque lo mató esta vez sin bajonazo, eso no debió contar, porque le dieron una oreja y todo, al único, y había mucha gente que gritaba, así como abucheando, pero era para los otros dos, que no habían conseguido oreja, no para Jose. Y daban así palmas que hacían tatata, tatata, tatata. El señor del Mercedes y el chófer me dijo que eran palmas de tango y yo me arranque con el “Adiós, Pampa mía”, que me la sabía de cuando cantaba en misa en el cole de las monjas, porque me la enseñó el abuelito que me tocaba el c... mientras tocaba la guitarra. Que majo era el señor, como el del Mercedes y el chófer, que me invitó a cenar en un sitio guay, pero tía, José Mari, ¡Más guapo! ¡Tía de Muerte moribunda!

La Vane

PD: Jefe, ¿así está bien? Se lo mando por meil, porque me he ido a cenar con un señor, así que otro día le enseño la minifalda nueva que me he comprado en las rebajas, que sé que se interesa mucho por la moda femenina. Un beso.

11 comentarios:

Luis Cordón Albalá dijo...

Hombre señorita Vane!!! Un placer volver a verla por estos fueros, si precisamente esta mañana me levanté yo de la cama diciendo "oye, cuánto tiempo llevo yo sin saber de esta chica".
Es guapo el señorito Chemary, ¿eh? Y esos esaboríos negándole las orejas y los logros a ese monumento de la naturaleza de Dios... Las Ventas, que no se adapta a los tiempos y hay mucho talibán. ¿Torear? ¿Qué es eso? Anda anda, con lo bien que le quedaba el luto al niño... ¿Y lo bien que lo pasamos allí todos, qué? Anda que no, solo falta que la banda se cambie por una charanga y que se haga la ola, y que la megafonío de la plaza amenace es espectáculo como en el baloncesto. Ay Vane, qué innovador haces volverme, si normal que al santo de tu jefe le enseñes un poco los jamones y el hombre te tenga por aquí, revolviendo el cotarro. Por cierto, ¿a mí no piensas enseñarme tus nuevas minifaldas? Y si hace falta, yo hasta te dejo escribir en mi blog, no hay problema.
Un beso chatunga 😉

Enrique Martín dijo...

Luis:
Me parece muy mal que solo quieras hablar con La Vane. Ya, ya. Me dejas desolado, me cambias por una chica joven, mucho más que yo, guapa, mucho más que yo y simpática, mucho más que yo... Creo que yo también te cambiaría, jajajaja. Ya ves, a ella todo le parece estupendo, pero si ella supiera lo poco estupendo que es lo dice, igual no volvería a pasarse por aquí. Y nada, si quieres le digo eso de escribir en tu blog, seguro que estará encantada
Un abrazo

franmmartin dijo...

Pués a pesar de no saber más que el toro tiene cuernos,se le entiende todo.Ya se sabe que Dios revelará a los ignorantes lo que negará a los sabios. Que yo leyendo a la Vane me enterado de lo que sucedió en el ruedo mucho mejor que siguiendo a sesudos y acreditados cronistas de la cosa.Y sobre todo lo he pasado mucho mejor y me he reído con ganas.
Un abrazo .

MARIN dijo...

Pues se podía haber ahorrado la Vane la Posdata, que ya sabe to quisqui con quien cené ayer por la noche. La joia no sabe de toros, pero me pasa como a Paco, que me he enterado de toito. No, si ya me dijo la Vane en la cena que los José Mari le encantan. Menos mal que la gente me conoce por el apellido...

Un abrazo pa los dos, pa la Vane y pa ti.

Antonio Fernández Box dijo...

Enrique,como siempre un placer tu ironía .
Pude ver la faena de Manzanares hasta la última tanda de pases y cuendo llegé a casa de mis Padres y me dijo que había cortado una oreja pensé: hay que ver lo que han bajado el listón este público de Madrid para dar una oreja,y me acordé de tus cronicas de estos dias en las que ya comentabas que esto se está convirtiendo en una casquería.
Lo peor de todo es que os están demonizando desde los púlpitos de los cronistas que por motivos espureos les interesa que funcione este sistema.
Os animo a que sigais con la resistencia.
Un Abrazo.

Enrique Martín dijo...

Franmartín:
Ya ves, la niña se quiere hacer pasar por tonta, pero me parece que nos la está pegando a todos. Eso sí, con Manzanares se ciega ¿o quizá no? Jajajajaja.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
¿Te has comprado un Mercedes? A ver si me lo enseñas, jajajajaja. Pues no pudo cenar con nadie mejor, a ver si la has enseñado algo de toros y le has metido un poco de sentido común en la cabeza.
Un abrazo

PD: Ella no me dijo quién era el señor del Mercedes, pero me ha contado que lo pasó muy bien y que era un tío coj... muy majo. Tú sabrás

Enrique Martín dijo...

Antonio:
MUchas gracias por esos ánimos. La verdad es que llevamos tiempo diciendo las mismas cosas, pero cuando les toca a estos "genómenos", las huestes serviles se ponen de manos. Bueno, pues habrá que andar con ojo y no levantar la mano.
Un abrazo

franmmartin dijo...

José María,tú que tienes más mano izquierda ,y nunca mejor dicho, a ver si convences al Patrón y que este ,a su vez, convenza a Luis y se vengan el día 21 a ver a David y vivir los Toros en La Maestranza,porque ese día se podrá estar ya que ,casi todo lo que sobra,estará en la playa.
De paso les enseñaremos la Bodeguita de San José,la de Antonio Romero,Casablanca,El Cairo,Morales,Jabugo,El Rinconcillo.........y lo que venga bien.
Un abrazo
Y si se pueden traer a la Vane y alguna amiga,la cosa puede ser de orejas y rabo.

MARIN dijo...

Que grande eres Paco coño!!!!!

Enrique Martín dijo...

Franmartín:
Eres único haciendo planes. Es como para no perdérselo, jejejeje.