domingo, 10 de mayo de 2015

Se agotaron los trapazos

Pongan la mano sobre este picador y júrenme que los toros son ahora más bravos y encastados que nunca jamás en la historia del toreo.


Igual alguno de los que por aquí se pasan, en este momento estén buscando algún trapazo suelto por la cocina de su casa, debajo de la alfombrilla del coche, en la panadería o en casa de sus suegros. No busquen más, hasta que no llegue el nuevo envío no queda ni uno, los han agotado todos César Jiménez, Paco Ureña y El Payo. Han acabado hasta con las existencias que había en los almacenes para un caso de emergencia. Que se han puesto a las siete de la tarde y pasadas las nueve de la noche habían dejado las estanterías de la sección de trapazos y mantazos como un solar. Se podrá quejar don Ricardo gallardo de la deferencia que la terna ha tenido con sus pupilos, porque habría bastado una verónica, un natural o un derechazo de acuerdo a la norma para que los toros acabaran derrengaditos en una esquina. No se puede estar más justito de fuerzas. No aguantaban ni el picotazo de una costurera, como para aguantar un puyazo como Dios manda.

El primero, que se trastabillaba con las rayas del ruedo, no había topado con el peto, cuando el pica ya estaba señalando el puyazo y ni con esas podía meter la cara abajo, por eso de no perder el equilibrio. El segundo, el ensabanado, para aclararnos, en la primera vara recibió una herida inciso contusa sobre su lomo cuando el palo del jinete le rozó levemente el pellejo, mientras el animalito quería empujar, pero solo con el pitón izquierdo y mientras le tapaban la salida. En la segunda vara, abandonado de lejos por su matador, se arrancó pronto y con alegría al caballo, un espectáculo, al ser llamado por Pedro Iturralde, para recibir un picotacito leve, como si por picarle fuera a ser que le dieran la baja laboral por una semana. Esperaba en banderillas, pero en el último par por el pitón derecho se entregó con más convencimiento. No paró de escarbar durante toda la lidia y se dolió de los palos. Acudió bien a la muleta, que en ningún momento le supuso el verse dominado, más bien todo lo contrario y su matador, Paco Ureña, hasta parecía estar a merced de los caprichos del blanquito. El primer tercero fue devuelto a los corrales por acusar la flojera más que sus hermanos y salió en su lugar otro de la familia que andaba más o menos igual que el recogido por Florito. Si le querían cuidar, que en el primer encuentro con el caballo, el de aúpa ni le clavó el palo. ¡Hombre, tampoco es eso! Luego tampoco hubo mucha diferencia en el castigo, eso sí, tan trasero le picaron, que casi le arreglan de una hernia discal. Se dolió en banderillas y para la muleta quedó preparado para el toreo moderno, porque si le aplican el de verdad, no sé que habría sido del pobre animalito. El cuarto, con estilo equino en la pelea, corneó el peto como una devanadera, echando la cara arriba. La segunda vara pusieron en práctica la suerte de arrimar el piano a la silla y no al revés, o sea que el caballo fue al toro, mientras este se quedaba parado como un poste. El quinto se dedicó a recorrer el ruedo y a husmear que se cocía por allí, fue al caballo así con paso desenfadado, a ver qué dan. No le dieron mucho, la verdad y en el segundo encuentro menos, si acaso un raspalijonazo muy leve. Al último solo le faltó ponerse un chalé en las cercanías de toriles. Lo que costaba sacarle a ver mundo. Un primer puyazo que hizo que el público se arrancara a aplaudir. Es que era Tito Sandoval y ya se sabe, hay que aplaudirle siempre, aunque el buen picador no llegue a entender el motivo, pero es que hay costumbres que cuesta abandonar. Flojeó también en el último tercio, empezando midiendo el suelo tras los muletazos por abajo que le dedicó El Payo.

De los maestros poco se puede decir y si es bueno, mucho menos. César Jiménez paseando ese aire de suficiencia magistral que soporta majestuosamente, pero que puede resultar cargante Ausente durante la lidia, esperando solo el momento de tomar la muleta y desplegar todo su repertorio de pegapases, sin mandar jamás, acompañando el viaje abusando del pico y sin dominar al animal. Vale que su primero se quería marchar de la suerte, pero si además nos dedicamos como mucho a abanicarle los ijares, pues poco se puede esperar, igual, hasta se aburre el toro. Quizá también le podría explicar alguien que cuando el toro pasa por las inmediaciones del caballo y le tocan con el palo, eso no cuenta como puyazo y que hay que por lo menos intentar poner al toro en suerte, que no se puede pretender que este vaya solito ahor
a al caballo una vez, ahora una segunda y ya me coloco yo donde mejor me parezca. Para que luego le peguemos un bajonazo de esos por los que habría que pedir perdón desde los medios.

Paco Ureña era esperado con ciertas ganas, incluso pareció querer manejar el capote con cierta soltura y en su primero, el ensabanado, dio la sensación de que se iba a entonar con él, pero no aguantó ni el NODO y ya antes de que empezara la película ya estaba enfrascado en un toreo vulgar, adocenado, sin sentido y más propicio para animar públicos de otras tierras que no al de Madrid, aunque que no desespere, pues tal y como andamos por la plaza de la calle de Alacalá, igual en seis meses le ponen una estatua, que esto está cambiando mucho. Y si con el más potable no supo, con el quinto ya ni se lo pensó, aburrido y sin mostrar un mínimo de entusiasmo, no llegando más allá del arrimón, lo que deja muy a las claras el tipo de torero que parece querer ser este lorquí.


Lo del Payo es como la historia de un desengaño. Nada queda de aquel novillero que parecía pedir un sitio de privilegio en esto del toro. Serían las ganas de ver a aquel torero de nuevo, que en las verónicas de recibo algunos quisimos ver cuanto menos, intención. Y la vimos, pero dos ratos después, la intención de desparramar un toreo ventajista, moderno y sin fundamente, empalmando pases, que no ligándolos, pegando muñecazos, que no jugando la muñeca al rematar los pases. Mantazos y más mantazos, como si no fuera más que un simple junta pases demasiado pesado y sin ninguna intención de buen toreo. Sería para no desentonar de lo hecho por sus compañeros. Entre los tres han hecho salir al encargado de la guardarropía y gritar a los cuatro vientos, para que todo el mundo se enterara, que: Se agotaron los trapazos.

6 comentarios:

MARIN dijo...

Pues después de mucho tiempo, me he parado a ver una corrida por el plus Enrique. De Valencia ni una, de Sevilla ni una, y de la de esta tarde, los tres primeros. Cesar Jimenez me aburre cada día mas. Esperaba a Paco Ureña, y me hoy me ha decepcionado. Como dices, en el primero lo he visto muy por debajo del toro. El Payo tres cuartos de lo mismo.

Pues si, a mi el ensabanao me ha gustado. Creo que el toro ha sido bravo. Me gustan los toros que se van al caballo de lejos sin pensarselo, sobre todo en la segunda vara, y este no se ha querido ir en ningún momento del peto independientemente de como haya empujado. ¿Que no le han dado mucho?, pues normal, lo que le ha hecho falta. No te preocupes que cuando lleguen los Miuras, Cuadris y compañia ya le darán lo que no le han dado a estos. Y en la muleta ha sido un toro pronto, queriendola coger por abajo siempre, sin marcar querencias en ningún momento. En fin, que sin volverme loco con el toro, a mi me ha gustado.

Un abrazo!!!!

Luis Cordón Albalá dijo...

Enrique, te comento mi situación:
Llegó de boda y me dicen que gran toro de Fuente Ymbro el 2°, que bien en varas, que hubiera sido bueno verlo una 3a vez, que encastado en la muleta aunque acabó rajado, blablablablabla...
Antes de maldecirme, me digo a mí mismo que esperaré a tu opinión a ver qué dices tú. Y ya veo que al bicho le taparon la salida mientras empujaba con un solo pitón, que no se le dominó, que escarbaba, y que si pititín patatán.
Conclusión, de boda estaba muyyyyyyy ricamente, ya habrá toros mejores esta feria y que sean bravos de verdad.
Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Marín:
A mí me ha parecido que ha sido un toro desaprovechado, muy desaprovechado. Ese arrancarse de lejos ha sido espectacular, pero de ahí a pedirle la vuelta al ruedo hay un abismo. Y ya sabemos que a los otros les darán para ir pasando, pero es que luego vendrán los sabios y le darán el premio de toro más bravo de la feria a toros como este, que ni se le pudo picar, porque se venía abajo, que llevaba las patas a rastras. Y al toro de verdad le mirarán con lupa, si ha pestañeado o no. Pero a los de estas ganaderías les perdonamos si escarba, si se duele o si cuando ve los toriles al fondo va como una flecha. Pero ojalá este fuera el peor de la feria, eso también te lo digo.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Luis:
No ha sido malo, pero es que al arrastre pedían la vuelta. Como le comentaba a Marín, ojalá fuera este el peor de la feria. Ha sido desaprovechado completamente por el torero y podía haber triunfado con él, pero le ha faltado decisión. ¿Y que el toro se ha rajado? Hombreeee, después de 600 trapazos, pues sí, ha acabado rajándose. La verdad es que no sé qué se busca. Te dicen que ha sido el toro Jaquetón y luego que se ha rajado. Algo no me cuadra. Cuando te expliquen eso, por favor, explícamelo también a mí, te lo ruego.
Un abrazo

Anónimo dijo...

No me emocionaron los de Fuente Ymbro porque, para mi gusto, les faltó picante. Pero hubo algunos que se dejaron y se pudieron cortar dos o tres apéndices.

De César Jiménez ni comento. Falta de ganas, poco conocimiento de los terrenos y aires de suficiencia.

El Payo, ni la sombra que apuntó de novillero peeero muchísimo mejor que en su última actuación en Las Ventas. De hecho, recordando aquella bochornosa tarde, no sé por qué le incluyeron en San Isidro.

Y Paco Ureña, aún con lo mal que manejó la mano izquierda durante toda la tarde, creo que mereció saludar. Encontré a la afición muy cicatera con él en comparación a las ovaciones y vueltas que se han permitido en otras ocasiones. Para mi gusto, debió haber saludado.

El segundo de la tarde no era de vuelta, un toro que acudió bien al caballo pero que tampoco se empleó demasiado y que escarbó durante toda la tarde, hecho que por sí mismo le hubiera apartado de cualquier quiniela en una corrida concurso, sí se dejó hacer (y mucho)en el último tercio. Buen toro y ojalá todos fueran como él en esta feria pero ni mucho menos el ensalzamiento que se ha hecho del ensabanado, más por deméritos de los demás que por méritos propios.

Saludos
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Coincido plenamente en esa afirmación sobre el ensabanado, ojalá fuera el peor de la feria. Fue muy aprovechable para que el torero hubiera dicho más cosas, pero de ahí a eso de la vuelta y lo que oigo por ahí del premio al toro más bravo de la feria, va un mundo. El genio le hizo moverse como lo hizo, pero ya. Precisamente ese escarbar continuo y la pelea en el caballo fue lo que me desencantó.
Un saludo