sábado, 7 de mayo de 2016

Le habla de la lidia y le planta la novia


El Pana no logró su sueño de confirmar en Madrid, pero estuvo presente en las Ventas, por supuesto

Anda que no están exaltados los ánimos por estos lares, estamos a la que salta y no aguantamos dos de pipas, quizá será por eso de que como no hay gobierno, no hay familia ni parentela sobre la que ciscarse para descargar toda la tensión que llevamos dentro y en este sin dios no se nos ocurre otra cosa que ir a los toros y lo que es peor, quedar con la novia después del festejo y luego pasa lo que pasa. Con lo feliz que iba el chaval de la grada joven a debutar en la feria, en la primera de este San Isidro 2016. Flojones de Valdefresno de apariencia variada, en dura pugna para elegir al más feo y justito de todos. El primero de Fraile Mazas man
tenía el tipo por los kilos, fue dos veces al caballo a pegar cabezazos al peto como si no hubiera un mañana. Será que le molestaba el puyazo en medio del lomo. Luego, con el rasguño que le produjo en el segundo envite, ahí ya se calmó el animalito. Se comenta que andaba por allí su lidiador, Miguel Abellán, pero este punto está por confirmar. Quedó suavón para la muleta el Fraile, mejor por el derecho y mientras no se venía al suelo, el espada se lió que si por detrás, que si por alto, que si un trallazo de no te menees, pico, trapazos varios de todos los colores y el torillo circunnavegando los alamares que divisaba allá a lo lejos, pues en ello ponía mucho empeño el madrileño. El toro iba y venía sin parar, naturales y manoletinas para cerrar la faena. Y si le tiran una pelotita, no duden que habría ido corriendo a recogerla y a llevársela al maestro, ensartada en el pitón. El cuarto no resultó tan obediente, simplemente fue mejor, pero Abellán tenía que hacer un mandado y procuró verlo lo justo y menos. Suelto por el ruedo, se fue al picador que hacía la puerta para que le dieran de lo lindo. El de Valdefresno empujaba con ganas, pero claro, era a favor de querencia. Ya en el de tanda, abandonado a su suerte, le sacudieron todavía más, que no dijeran que los picas no se ganaban el sueldo. Esperaba un pelín en banderillas y hasta echó la cara arriba por el derecho. Miguel Abellán se hizo presente y venga a seguir la sinfonía de trapazos apelotonados, que no ligados, eléctrico por momentos, demasiado alejado, pico, pico y más pico, mientras el toro seguía la tela una y otra vez, sin acusar la defectuosa lidia a que estaba siendo sometido. manoletinas, no podían faltar y estocada soltando la muleta, que no se sabe si por accidente o por vicio, pues igual que en su primero, ya repitió este feo vicio el 2 de mayo. Esperemos a ver el próximo día.

Daniel Luque recibió a su primero con un sobresalto al frenársele en el primer capotazo y quedarse al descubierto. Se alivió dándose la vuelta, cediendo terreno hasta los medios. El de Vadefresno fue al caballo, se lo juro, pero no me pidan que diga que fue picado. En la primera vara, perdón, raspalijón, fue a su aire y en el segundo hasta se arrancó con cierta alegría y prontitud, pero ni arañazos de primer grado. Le costaba al negrillo aguantarse en pie, perdiendo repetidamente las manos, pero el señor presidente debió pensar que se estaba haciendo el moribundo para que lo devolvieran a casa y optó por no devolverlo a los corrales. Luque tomo la muleta y así como con prisas se lió a pegarle trapazos destemplados y adocenados. El animalillo iba a todo con la misma alegría que un crío juega con un sonajero. Se colaba por el derecho y aburrido del juego de “a que no la pillas”, acabó yéndose a toriles. De quinto hizo un jamelgo con cuernos que más parecía propio para la Zarzuela que para una plaza de toros. Cumplió sin más en la primera vara, empujando de lado y en la segunda, solo señalada, no nos dejaron verle más. Muy aquerenciado en tablas en el segundo tercio, donde volvía una y otra vez en cuanto Luque le largaba la tela. Mucho muletazo a su aire, abusando del pico y sin molestar lo más mínimo a su oponente. Faena eterna y ante las protestas del respetable, al bueno de Luque no se le ocurrió un castigo mejor que obsequiar a la concurrencia con su destoreo. ¿Serán conscientes de que ellos mismos utilizan su vulgar pegapasismo como penitencia para el aficionado? Igual se lo deberían pensar, ¿no?

Volvía Jiménez Fortes a Madrid después de aquel percance que a toda la plaza encogió el alma. Recibió a su primero con unas sosas verónicas, entre las que se podría entresacar alguna medio aseada. No se preocupó de ponerlo en suerte, para que el Valdefresno recibiera dos, a ver cómo lo digo, ¿dos collejas? ¿dos cachetes? Elijan ustedes, pero eso sí, con el palo de picar, mientras el animal cabeceaba en el peto. Ayudados a dos manos, prólogo a una serenata de trallazos, en lo que el toro se quería marchar a las tablas constantemente. Arrimón, un muletazo por detrás y tras mucho caminar, se lo logró quitar de encima mientras se acostaba contra las tablas esperando a su matador. Muy justito de todo el que cerraba la primera del ciclo y al que no lograron fijar en ningún momento. ¿Abanto? ¿Distraído? Pues no lo sé, igual sí, pero claro, si esperamos que el toro se fije solo, que se pare solo, vale. Capotazos a mansalva con la intervención de todo el mundo, maestros, peones y todo el que hubiera bajado al ruedo a participar de aquella capea en honor del santo patrón. Lo mismo en banderillas, pero no en el último tercio, aquello era solo para Jiménez Fortes, que se pasó el tiempo detrás del toro, cazando muletazos. Toma uno, mira otro más y otro más allá, ¡esperaaaa! Pero el toro no esperaba. Igual algo de culpa se le puede echar a la lidia, a la ausencia de esta en este último de la tarde y en el primero, el segundo... en todos. Y claro, si el novio sale enfurruñado y mascullando sin darse cuenta de que ya está allí su churri, ella cree oír el nombre de otra y claro, pues pasa lo que pasa y lo que le pasó que le habla de la lidia y le planta la novia.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas Enrique, te tienes ganado el cielo por el hecho de perder tu tiempo para comentar tan penoso bodrio que tuvimos que tragarnos ayer.

La sensación que saco es de tristeza y resignación. Tristeza por ver como, poco a poco, esto lo están dinamitando desde dentro sin que nadie haga nada para poner fin a este desaguisado. Y resignación de ver la apatía con la que los profesionales condujeron el bochornoso espectáculo que presenciamos ayer.

No vi ni un atisbo de querer hacer las cosas bien: daba igual picar en el sitio, en la paletilla o en el rabo del toro. Eso por no hablar del poco interés en evitar que el toro sea picado en el 4, total para lo que sirve la suerte de varas… Ni un solo par de banderillas como Dios manda; ni un quite (¿para qué?).

Del ganado qué decir… mansos como ellos solos, el ganadero se va superando año tras año y lo peor es que la empresa sigue empeñada en martirizarnos con estos semovientes que, según dicen, van de menos a más. Lo de menos debe ser porque en varas no hacen absolutamente nada, lo de “más” porque, de tontos que son, se tragan incluso los trapazos periféricos que les receta el “abellán de turno”. Pocas complicaciones tenían que resolver los matadores, si acaso al menos sujetarlos y evitar que se aquerenciaran en tablas. Ni eso supieron hacer, el asombroso parecido en cuanto a comportamiento que acostumbramos a ver en el 90% de los torillos actuales hace que, en cuanto sale uno que se sale de la norma, para bien o para mal (casi siempre para mal) muestra las carencias técnicas del escalafón.

Tan sólo el cuarto de la tarde nos sacó del hastío, un toro que llevaba oreja para cortar y que, para no variar, el toreo con el pico, despegado y descolocado de Abellán malogró el engaño al que estaba sometiendo a buena parte del público venteño. Eso de coger la muleta con la mano izquierda…descubre al más pintado.

¿Háblamos del director de lidia?, ¿De la espada?, ¿De la autoridad que sólo Dios sabe a quién defiende? Mejor no, ya tuvimos suficiente con lo de ayer.

Como ayer comentamos antes del bodrio, espero con ganas a los “juanpedros”. ¡Quién me iba a decir a mí hace uno o dos años que iba a escribir esta frase!

Un abrazo
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
¿Quién lo iba a decir? Pues ya ves, a lo mejor tenemos que echar mano del enterrador para que nos devuelva a la vida. Puede que la solución parta del origen del problema. Paradójico, pero así parece que puede ser. De lo que vimos, pues más de lo mismo, todos rezando por el torillo que va y viene y cuando este viene, ellos se van.
Un abrazo