Papa Noel siempre tuvo alma de torero |
Un año más nos atropellan las Navidades, un año más nos
paramos a pensar en lo pasado en los últimos doce meses, en muchos de los que
ya no están, en los que siguen acompañándonos y en los que se han incorporado a
nuestra vida. No me dirán que no está mal, una vez al año nos detenemos a
pensar; buena media, ¿verdad? Que a veces mucho parece, que pensando, pensando,
lo mismo nos damos cuenta de la realidad de cada uno y esa…, esa no siempre
parece una amiga, más bien parece una mala cuñada, una de esas que te quiere
hacer la cusqui por gusto. Y si la realidad cotidiana parece una cuñada, la
taurina, según el parecer de muchos, es una suegra, ¿qué digo? La madrastra de
Blancanieves.
El beso del Príncipe Azul nos lo dio el toreo de Diego
Urdiales, a punto de que el cierre de temporada nos pillara los pies. Que
dulce, que tierno, que embriagador es el toreo cuando se hace presente. Que no
es mala forma de entregarnos al invierno taurino y ayudarnos a aguantar hasta
las primeras ferias de febrero, marzo y las Ventas de nuevo, en un año que no
sabremos si será de remodelación y obras en la plaza de Madrid o de traspaso
del negocio o de demolición por cierre de actividad. Ya se verá, pero por si
acaso, si ven al señor Casas, don Simón, con una piqueta cerca, corran e
incítenle a visitar un tascucio con posibilidades. Que debe estar liado, que
todavía no parece que hayan ni tan siquiera ido a Leroy Merlin a comprar los
materiales de la reforma. Que prisa no hay, porque en último caso, la feria se
da como sea y luego en veranito, cerramos el chiringuito y que Manolo y Benito
desplieguen todo su saber con el gotelé.
Pero dejemos por un día todo ese embrollo de lado, solo por
un día, que también nos hemos ganado el disfrute de sentirnos al lado de los
que durante todo el año han estado ahí, de los que con su presencia han hecho
que otros sigamos en el camino de intentar aportar algo a esto de los toros.
Unas veces de acuerdo, otras en desacuerdo, pero siempre pensando, cada uno
desde su punto de vista, con el toro presidiendo. En este año que se nos acaba
y en años anteriores, porque esto no es cosa solo de doce meses, de fondo
estaba la defensa del toreo, si acaso intentar su enriquecimiento, más allá de
pasiones toreristas, de si se merecían orejas o no, de si había casta o no, de
todo lo que encierra el toro, ha sido continuar el camino que hace mucho tiempo
iniciaron otros, los mismos que un día nos incorporaron a su ruta, que nos
llevaron de la mano para conocer la fiesta, para intentar entenderla y hasta
poder saber de ella. Que desde fuera lo verán como una afición, quizá solo como
un entretenimiento sin más, pero que desde dentro sabemos que esto es mucho
más. La fiesta de los toros es un nexo de unión entre los aficionados
presentes, es lo que nos une a los pasados, a nuestros mayores, a nuestras
raíces, a nuestro ser y al porque de esta forma de ser y entender los toros. A
todos y por todo, muchas gracias, un año más, que el que viene vaya usted a
saber por dónde andaremos, muy felices fiestas y un muy feliz año nuevo y ya
puestos, que los Reyes Magos nos traigan toneladas de casta, bravura y tíos que
pongan sobre la mesa valor, saber y torería y entonces, no les quepa duda, será
todo felicidad y alegría.