miércoles, 19 de diciembre de 2018

Todo felicidad y alegría


Papa Noel siempre tuvo alma de torero

Un año más nos atropellan las Navidades, un año más nos paramos a pensar en lo pasado en los últimos doce meses, en muchos de los que ya no están, en los que siguen acompañándonos y en los que se han incorporado a nuestra vida. No me dirán que no está mal, una vez al año nos detenemos a pensar; buena media, ¿verdad? Que a veces mucho parece, que pensando, pensando, lo mismo nos damos cuenta de la realidad de cada uno y esa…, esa no siempre parece una amiga, más bien parece una mala cuñada, una de esas que te quiere hacer la cusqui por gusto. Y si la realidad cotidiana parece una cuñada, la taurina, según el parecer de muchos, es una suegra, ¿qué digo? La madrastra de Blancanieves.

El beso del Príncipe Azul nos lo dio el toreo de Diego Urdiales, a punto de que el cierre de temporada nos pillara los pies. Que dulce, que tierno, que embriagador es el toreo cuando se hace presente. Que no es mala forma de entregarnos al invierno taurino y ayudarnos a aguantar hasta las primeras ferias de febrero, marzo y las Ventas de nuevo, en un año que no sabremos si será de remodelación y obras en la plaza de Madrid o de traspaso del negocio o de demolición por cierre de actividad. Ya se verá, pero por si acaso, si ven al señor Casas, don Simón, con una piqueta cerca, corran e incítenle a visitar un tascucio con posibilidades. Que debe estar liado, que todavía no parece que hayan ni tan siquiera ido a Leroy Merlin a comprar los materiales de la reforma. Que prisa no hay, porque en último caso, la feria se da como sea y luego en veranito, cerramos el chiringuito y que Manolo y Benito desplieguen todo su saber con el gotelé.

Pero dejemos por un día todo ese embrollo de lado, solo por un día, que también nos hemos ganado el disfrute de sentirnos al lado de los que durante todo el año han estado ahí, de los que con su presencia han hecho que otros sigamos en el camino de intentar aportar algo a esto de los toros. Unas veces de acuerdo, otras en desacuerdo, pero siempre pensando, cada uno desde su punto de vista, con el toro presidiendo. En este año que se nos acaba y en años anteriores, porque esto no es cosa solo de doce meses, de fondo estaba la defensa del toreo, si acaso intentar su enriquecimiento, más allá de pasiones toreristas, de si se merecían orejas o no, de si había casta o no, de todo lo que encierra el toro, ha sido continuar el camino que hace mucho tiempo iniciaron otros, los mismos que un día nos incorporaron a su ruta, que nos llevaron de la mano para conocer la fiesta, para intentar entenderla y hasta poder saber de ella. Que desde fuera lo verán como una afición, quizá solo como un entretenimiento sin más, pero que desde dentro sabemos que esto es mucho más. La fiesta de los toros es un nexo de unión entre los aficionados presentes, es lo que nos une a los pasados, a nuestros mayores, a nuestras raíces, a nuestro ser y al porque de esta forma de ser y entender los toros. A todos y por todo, muchas gracias, un año más, que el que viene vaya usted a saber por dónde andaremos, muy felices fiestas y un muy feliz año nuevo y ya puestos, que los Reyes Magos nos traigan toneladas de casta, bravura y tíos que pongan sobre la mesa valor, saber y torería y entonces, no les quepa duda, será todo felicidad y alegría. 


lunes, 17 de diciembre de 2018

Spanish, los sin identidad


Vista de torero a quién quiera, pero no a un conejo en un parque temático

Que ahora resulta que en esta tierra nuestra, nos ofende ver a Bugs Bunny, al que los más talluditos llamábamos el Conejo de la Suerte, vestido de torero. Que ese loby entusiasta de la modernidad, de las buenas maneras, de amor y paz, de integración absoluta con la naturaleza urbanizada y de mirar al mundo desde una bicicleta, ha decidido que no se puede mostrar a un muñeco vestido de luces… en España; o quizá debería decir Spain, por aquello de ser modernos y de no ofender al resto del mundo que no tiene, ni entiende la “ñ”. Lo que sea en esa carrera alocada y frenética para acoger lo que no era nuestro, que tampoco está mal eso de acoger, pero desplazando elementos que han constituido nuestra identidad desde hace siglos y lo que es peor, o mejor, que han sido aspectos que aparte de identificarnos en todo el mundo, han sido factores por los que se ha admirado a esta parte del mundo. Y perdonen por no decir España, pero es que no quiero ofender a las pieles finas y sensibles, no vaya a ser que pidan eliminar también las palabras.

Que lo del Jalogüin está muy bien, que lo del Año Nuevo chino, también, por supuesto, que lo de internanrnos en las celebraciones del Ramadán me parece una experiencia más que estimulante, que lo del Blas frinley es una ideota fenomenal. Que en otra cosa no, pero en eso de acoger, de hacer nuestras costumbres ajenas, no hay quién nos gane. Que nos ponemos a contar y esa identidad propia también se ha forjado con importaciones de fuera, que si empezamos a contar en Madrid, lo que se considera puramente gato, nada tuvo que ver en origen con el oso y el madroño: el chotis, el cocido, el chocolate con churros o, ¡cuidadito! El bocadillo de calamares. Y si seguimos, ni la paella, ni la tortilla de patatas, ni el gazpacho, pudieron haber nacido sin las aportaciones foráneas. Pero no creo que nada de todo esto desplazara, y mucho menos por decreto o capricho, a lo que aquí había.

A veces parece que existe cierto complejo de ser español, quizá porque antes otros permitieron que de esta idea se apropiara otra gente. Pero, ¡hombre! Un poquito de por favor, no podemos renunciar a jugar a la pelota, porque un niño decida que la pelota es Sutra y que solo juegan los que él quiera. Pero parece que estamos en un punto que o vas con las castañuelas por la calle y la bata de cola o con una gorra del revés y una camiseta de los Warriors, los Bulls, los Cavs o el Manchester United. Eso sí, ¿se los imaginan con una de los Bullfight de Tejas? Estaría curioso.

Pero este abandono de ciertos elementos identitarios de aquí no es solo una ventolera de cuatro “alumbrados”, ni mucho menos. Esto no sé si es impulsado o apoyado por los poderes públicos, bueno, creo que sí lo sé, pero hoy me he levantado buenista, pero lo que sí está claro es que a pesar de ese llenarse la boca con la cultura, la cultura, la cultura, desprecian la cultura, desprecian lo propio. Y aquí, y que no se me moleste nadie, no hay partido del espectro político que se salve. Que sí, que unos harán declaraciones pro toros, en favor de la fiesta de forma incondicional, pero ¡Aaaaayyy! Obras son amores y no buenas razones. Otros se declararán… la verdad, es que no sé qué se declararán, pues en esa estrategia del avestruz, de no querer molestar a nadie, de querer agradar a todos, quizá no se declaren antitaurinos, pero tampoco se sonrojan con eso de “a mi los animales me gustan vivos” y luego van a no sé que cumbre del clima.

Que vuelvo a lo de antes, adoptemos costumbres, pero no desterremos tradiciones, entre otras cosas, por salud mental, quizá para que en cualquier momento podamos saber quienes somos. Que lo de los toros ya sabemos que no gusta a todo el mundo; lógico, pues es algo que no está al alcance de la sensibilidad de cualquiera, pero al menos, que nos dejen un ratito en paz, que permitan que esta minoría siga luchando por una fiesta de los toros íntegra, ajena al fraude, a la trampa y fundamentada sobre el pilar del toro, para que este vuelva a ser el eje de todo esto. Que yo sé que a muchos les costará, por aquello del qué dirán, pero de verdad, aparten los complejos y decídanse en querer saber y luego, si no les gusta, si les parece una barbaridad, aboguen por la abolición, claro que sí. Les parecerá que me he vuelto loco, que tiro piedras contra mi tejado, pero no, es simplemente que estoy completamente seguro que si ustedes se acercan a conocer esto un poco, acabarán entendiendo lo que es y lo que supone. Dejen de lado su urbanofilia por unos instantes e intenten volver a sus orígenes, al de sus padres, sus abuelos, a aquella forma de vivir la naturaleza, de entender lo que era este lugar en el que vivimos, de conocer desde el sentido de nuestra forma de expresarnos, hasta las consecuencias de ese expresarnos. Y después, sigamos adoptando, pero no a costa de borrar y eliminar, ni retirando Conejos de la Suerte toreros, ni renunciando a coger el toro por los cuernos, no vaya a ser que al final se nos conozca por los Spanish, los sin identidad.

Enlace programa Tendido de Sol del 16 de diciembre de 2018:

lunes, 10 de diciembre de 2018

Ciudadanos ejemplares


Pocos son los que pueden haber presumido de ejemplaridad, dentro o fuera del ruedo

Vaya cómo está el patio, que uno no da abasto, que te sueltan un sopapo por la derecha y cuando no has reaccionado, te enderezan con otro por la izquierda, y que nadie vea en esto sesgos políticos, aunque no sería nada complicado verlos. Que si ya es complicado lo de ser ciudadano, sin más, el serlo ejemplar ya queda solo para los elegidos. Que lo de ser ciudadano más bien parece que es serlo, sin más, opinando, ejerciendo los derechos que vienen con el cargo. Pero lo de ejemplar ya es otro cantar, porque para ello hay que contentar a los demás, a todos los demás y eso más bien parece más un imposible, que una lejana utopía.

Complicado tiene hoy en día el ser ciudadano ejemplar un aficionado a los toros, porque ya de salida te echan encima una serie de consideraciones que es difícil quitarse de las espaldas. Eso sí, a los otros aficionados a esto del toro aún les puede caber esa ejemplaridad en sus esquemas, basta con seguir unas pautas muy simples: callar y tragar. A partir de ahí, dispóngase a recoger elogios allá por dónde vaya. El ciudadano ejemplar para muchos de estos taurinos es el que no es capaz de levantar la voz ni para toser, el que todo lo ve bonito, el que sigue a la mayoría y ni tan siquiera amaga con poseer un criterio propio que pueda contradecir a esa masa y los mandatos de los que manejan esa masa. La crítica es mala, no se ve jamás como un aliciente para progresar, quizá, porque pretenden un inmovilismo imposible y solo se admiten los cambios, la evolución que llaman ellos, según dictan los que mandan.

Pero no se crean que esto de la opinión unánime y monolítica solo va en un sentido, ni mucho menos. Esto también se da en el bando opuesto, en el que se posiciona antisistema y exige que se ensalcen sus propios ídolos, en virtud a un casi único mandato, el no estar dentro de ese poder. Pero al final, también pretenden conducir las opiniones y se sienten incómodos con las críticas a su modelo de ver esto de los toros. Parece como si los blancos y los negros acabaran uniéndose en un mismo camino, pero queriendo que su color predomine sobre el otro. Y esto, ambos lo aplican lo mismo en el toreo, que en la vida. Los modelos están muy marcados, los marcan ellos y deciden que nadie puede apartarse de esa línea, so pena de destierro en la isla del Hierro.

Luego está otra opción de ciudadano ejemplar. Tomemos esa intolerancia a la crítica, esa negación a otra escala de valores o a otra concepción de la vida. Curiosamente, un elemento común a todos es el enarbolar la bandera de la libertad, que no tiene porque referirse a la libertad del prójimo y salvo excepciones, solo tiene en cuenta la libertad propia. Bueno sí y la tuya, siempre y cuando te sometas a la mía, así de sencillo. Eso sí, en este caso, dispóngase a poner cara de bueno, esa cara que se les queda a los que están en plena armonía con la naturaleza, el mundo, el universo, siempre que todo esto tenga cobertura de móvil, güifi o admita que se pueda ir en bici. Si opta por esta idea del mundo, su ideal debe aspirar a que el planeta vuelta a su estado natural antes del cuaternario, sin seres humanos, sin coches, sin prisas, sin dinero, sin propiedades, pero con bicis. Estos se declaran fervientes amantes de los animales, piden que estos vuelvan a la naturaleza y para ello están dispuestos a sacar a sus mascotas al campo todos los fines de semana, si no llueve, claro y si en ese campo se puede ir en bici, por supuesto. No se les ocurra decir que es aficionado a los toros, porque entonces son capaces de mandarte a las mazmorras del castillo de If, de tenerte cinco décadas a pan y agua, incomunicado y sacarte solo para enfilar el camino de la guillotina. Y lo peor es que te llevarían andando, ni bici, ni leches.

Quizá caiga usted en la tentación apartarles de ese estado de ciudadanía ejemplarizante e intente explicarles que cosas como los toros y la caza no son malos para la naturaleza ¡Vade retroooo! Ni lo intenten. Que ya, hasta lo dice la señora ministra, que se supone que algo de formación tiene y más si ostenta la cartera de: Transición Ecológica. Que si es para que nos alumbremos y calentemos con placas solares, bienvenida sea, abrimos los brazos para acogerla entre nosotros. Pero claro, con estas ideas, lo del Medio Ambiente ya empieza a cojear. Evidentemente, entre tanto cargo aquí o en París, no se ha detenido ni dos segundos en intentar entender lo de la caza. Que puede ser que no le guste, porque hay quien no puede con un animal sacrificado, eso es más que comprensible, pero no por ello hay que quitárselo de en medio. Pero cuidado, que aún hay más, que para eso de apoyar con estas ideas de bonachón en bici, nos salen más ciudadanos ejemplares con eso de que hay que eliminar del castellano expresiones como matar dos pájaros de un tiro o coger el toro por los cuernos. ¡Silencio por favor! Mantengamos la calma y no nos riamos de ocurrencias ajenas. ¿Ya? Bien. Concluyendo: vemos que no se puede ser ciudadano ejemplar siendo un ejemplo para todo el mundo, que unos u otros no le votarán; elija si quiere ser un aficionado a los toros silente, amable y sin opinión manifiesta, ni mucho menos contraria a lo que mandan las buenas maneras de toda la vida de Dios, o también puede optar por ser una persona silente, amable y sin opinión manifiesta, ni mucho menos contraria a lo que mandan las buenas maneras, pero eso sí, subido en una bici y evitando expresiones como coger el rábano por las hojas o entre col y col, lechuga. Y si se encuentra en mitad de estos dos mundos que la verdad, a veces no parecen de este mundo, no se extrañe que le echen del grupo de güasap y facebook de los “Ciudadanos Ejemplares”.

lunes, 3 de diciembre de 2018

Entre rebajas, Navidades y Blaqui frili


A veces nos dejamos deslumbrar por las lamparitas de colores

La verdad es que no se dónde vamos a parar con eso del consumismo. Que empezamos a ver asomar a diciembre y nos entra un no sé qué por el cuerpo, que nos dan unas ganas terribles de tirar la casa por la ventana. Venga comprar y comprar, aunque lo que se compre no valga para nada, aunque lo hayamos compramos mil veces mil y nos haya salido rana, no acabamos de aprender. Y si no, vean al señor Casas, don Simón, que ha picado de nuevo y le ha comprado tres novilladas y tres corridas de toros a don Fuente Ymbro. Que vale, que la última no anduvo mal del todo, sobre todo si comparamos con los antecedentes más inmediatos de este hierro, pero, ¡hombre! De ahí a compararle 18 toros y 18 novillos, va un trecho. Que no quiero ni pensar lo que va a ser de nosotros como al señor Casas, don Simón, le dé por darse un garbeo por lo de Garcigrande o Núñez del Cuvillo. Que el cartelón de los pesos lo van a dejar fijo con hierro y divisa y si acaso le cambian el peso. Que con tres cartelones hacemos el año.

Que dicen que en la variedad está el gusto, pero también se dice que eso, el gusto, no se vende en hipermercados, ni tiendas del ramo; del ramo del buen gusto, se entiende. Pero claro, si enloquecemos así, súbitamente, tenemos que tener en cuenta que esto puede tener sus consecuencias. Vamos, que si el señor Garcigrande desembarca toda su camada en el chiringo del señor Casas, don Simón, detrás se nos viene don Julián. Que se rumorea que tiene ya reservada una planta en el hotel que hay casi enfrente de la plaza, ese con nombre de pájaro. Que dadas así las cosas, igual hasta se permite el lujo de vender la “fregoneta” a Morante y se desplaza del hotel a la plaza y de la plaza al hotel, en patinete, con una pausa en el puesto de helados junto al metro, para refrescar el cuerpo.

Pero la cosa no queda ahí, que hay más, agárrense, que detrás de los Cuvillos viene un Manzanares y un Roca Rey, otros dos que se cogen una planta exclusiva para ellos en el hotel con nombre de pájaro zancudo. Eso sí, el trayecto de la esquina de Alcalá hasta el patio de caballos va a estar más que concurrido. Ya me veo a los maestros y a las cuadrillas los días de toros deslizando su porte torero por la explanada de Ventas. Eso sí, para evitar lesiones inoportunas, cada uno con su casco reglamentario, sus coderitas, sus rodilleras protectoras y un bidoncito de bebida isotónica con su gomita de la mochila de los Milwacki Backs a la boca, que hay que hidratarse.

Que luego igual queda algún hueco para otras ganaderías y para otros toreros, que ya aparecerá Castelá en la de Alcurrucén y en la de Lozano Hermanos y si llegan a un acuerdo, también en la del Cortijillo. A Ferrera le dará lo mismo, que para ponerse “exagerao” le vale cualquier cosa, que sus partidarios se lo sabrán agradecer. ¿Y Perera? ¡Caramba! Se nos había olvidado Perera. Que a ver cómo se le hace entender a Perera que hay que pedir poco, que si no el señor Casas, don Simón, se nos arruina. Aunque bien pensado, tampoco es problema, que pida lo que quiera pedir, que lo que no se le abone en moneda de curso legal, también se le puede pagar con vales comida y bonos por noches de hotel, que así aprovechando la coyuntura, se le hace gasto a los socios del señor Casas, don Simón. Y por si fuera poco, hasta un crucero por la costa suiza, ¡que no se diga, oiga! ¡Venga ya! Que seguro que ya andaba alguno poniendo pegas a la temporada que viene, ¿qué digo temporada? Temporadón. Ni nos vamos a enterar de lo de las obras, que ensanchen puertas y ventanas, que amplíen los pasillos, que el arte necesita espacio. Acondicionarán los tendidos, gradas y andanadas, el ruedo lo harán más chiquito, que así grandote uno se desorienta. Dicen que hasta los corrales van a acomodarlos para que estos toros modernos estén a sus anchas; bueno, mejor dicho, a sus estrechas, pues se rumorea que van a ponerles boxes, como a los caballos de carreras y que por ganar espacio, hasta los comederos van a cambiar, que van a sustituirlos por unos tubitos de esos de los canarios, que va cayendo grano a medida que el animalito lo va consumiendo, que en lo de Fuente Ymbro se comenta que fue la solución a aquellos problemas de los cereales, los chococrispis y el salvado para periquitos.

Que no digo yo que ustedes no echen de menos a los Urdiales, Chuzón, de Justo, Valdellán, Rehuelga, Pallarés y alguno más, pero entiéndanlo, que no se puede tener todo y además, esos hay que ir a comprarlos a otras tiendas que no son ni las de los chinos ni esas que se ponen ahora de bote en bote entre rebajas, Navidades y Blaqui frili.

Enlace programa Tendido de Sol del 25 de noviembre:

Enlace programa Tendido de Sol del 2 de diciembre: