jueves, 31 de agosto de 2023

Tanta paz lleven, como…

Si el gran mérito de alguien es  sustituir a un semental, es para pensárselo.

Uno de los acontecimientos de la temporada es la ronda de despedida de Julián López, El Juli, de las plazas de España. Que habrá triunfos épicos, triunfos de esos, heroicos, de los que luego cuesta acordase y si no es por que se tenga al lado un entusiasta del torero, lo mismo ni te acuerdas. Que los hay que se lamentan por esa despedida temporal y otros precisamente por eso, porque sea temporal y no definitiva. Un personaje que lleva un cuarto de siglo de alternativa y que aparte de orejas cortadas aquí y allí, incluso en Madrid, con salida a cuestas incluida, ha dejado un legado bastante poco halagador. El inventor del julipié, esa forma tramposa y más de matarife que de matador de toros de deshacerse de sus oponentes. Ese toreo de horroroso contorsionismo, cuyo único mérito es que el lomo aguante, para poder pasarse el toro lo más lejos posible llevado por el pico de la muleta. Eso que llaman bajar la mano, muy del momento, que es citar agachado y dar el trapazo igual de agachado, que no es lo mismo que bajar la mano, que no nos quieran confundir. Ese gran mérito de ser el mejor semental de Garcigrande, el de enfrentarse solo a un puñado de hierros dejando escandalosamente de lado a otros muchos, llevándolos a una situación a veces muy complicada. Esos bailes de corrales matutinos, esas fotos denigrantes con animales con los pitones como puños y hasta sujetos con alambres. Ese desentenderse de las lidias y basarlos todo en la muleta, con algún alarde de generosidad de regalar al respetable un quite que decían inventado por él y que ya todo el mundo conoce por zapopinas y no por lopecinas.

Tantos años en los que como positivo, para un aficionado de Madrid, es un natural profundo y unas imágenes por televisión de cuanto debía tener nueve años. Que ya desde aquel debut de novillero encerrándose con seis ejemplares ya dejó ver lo que se nos podía venir encima. Listo como ninguno, porque eso es innegable, pero que empleó su inteligencia taurina en aliviarse, no comprometerse e ir lo más cómodo posible por todas las plazas del mundo. Un personaje, o quién lo llevara, que han hecho un daño tremendo a la fiesta y que habrá que ver si es irreparable o no, aunque todo pinta que… A ver si la fiesta se repone, lo que no parece posible, porque los que le secundan son igual o peor, con todas las mañas bien aprendidas, mañas ya institucionalizadas y que algunos hasta no solo no se atreven a discutir, sino que las justifican. Siempre le ha acompañado la frase de que si él quiere, puede, pero lo malo es que nunca ha querido. Igual es que no puede, o no puede tanto como el optimismo generalizado piensa. Que me contarán que un día toreó una de esto o de lo otro, pero ya saben ese dicho tan castizo, que un garbanzo no hace un cocido. Que está muy bien para contarlo, pero poquito más. Nada que sirva de ejemplo y si hay algo que podría marcar el camino a otros muchos, es precisamente el apartarse de los ruedos. Que se rumorea que otros también andan en las mismas, pero es que al tiempo también los hay que amenazan con volver, por aquello de despedirse. Que ya se sabe, que las giras de despedida dan sus buenos dineritos. Puede que una vez retirado, o apartado temporalmente, le ocurra como a todos los que se han retirado de esta hornada modernista, que luego nadie se acuerda de ellos, nadie los echa de menos, que se les ha echado de más cuando estaban en activo, pero que una vez en su casa, que descansen. O quién ha echado de menos a Ponce, padilla, hasta el mismo Cid y tantos otros, que parecen amenazar que vuelven, quizá a ver si así les dan un poquito de cariño, pero es difícil. Han hecho tanto daño. Si ni tan siquiera han sabido defender esto de palabra, que les llaman asesinos en un show televisivo y a todo lo que llegan es a balbucear. Pero claro, si no lo han sabido defender con un trapo en la mano y delante de un toro, van a saber hacerlo con otros argumentos. Que había uno o dos que hasta sabían expresarse, pero que bien por lo hecho en los ruedos o por lo dicho una vez retirados para ganarse cuatro duros, mejor ni mentarlos.  Así que ya sea el Juli o el que sea de esta generación de la modernidad, el esperpento, el fraude y la trampa institucionalizada, si deciden apartarse por un rato o irse para siempre, solo queda desear que tanta paz lleven, como…

 

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miércoles, 16 de agosto de 2023

Iba a hacerte emperatriz de Lavapiés, pero…

Sí que hubo alguien que honraba con su madrileñosmo y torería ala Paloma, al Santo Patrón y a la madre que lo parió, pero...


Madrid en agosto dicen que se queda sin gente, que siempre alguien queda, pero ya les digo que sí, que en verano, la capital se vacía, lo que no quita que los cuatro que quedamos nos empeñemos en disfrutar y honrar a la virgen más castiza y postinera, la de la Paloma. Unas fiestas en las que cabe todo el mundo, porque así es la Villa y Corte. Y la plaza de las ventas no lo iba a ser menos. Que también sucede que esta en verano, quitando los días del canibalismo venteño en los que te invitan a devorar la plaza, las ventas es un desierto; pero el buen ánimo no se pierde y recibimos con los brazos abiertos a todo el que se acerca a visitarnos; si se les recibirá bien, que hasta estamos dispuestos a hacer a las señoras emperatrices de Lavapiés, a bañarlas en vinillo de Jerez y a que disfruten de una grandiosa corrida de toros. Que uno se preguntaba camino de la plaza si no habría alguna cabeza bien pensante que decidiera convertir el 15 de agosto en una fecha típicamente taurina ¿No?

Pero no se crean, que a pesar de esta hospitalidad por bandera de las gentes del foro, todavía los hay que no, que no lo acaban de ver y que prefieren mudarla de un sopapo en la plaza de Toledo, Torrejón de Ardoz o Arganda… ¡Caramba! Casualidades de la vida, resulta que los espadas anunciados procedían de tales sitios a pocos kilómetros de la capital, lo que siempre facilita el traslado para jalear e intentar orejear al paisano de turno, pese a quien pese, haya toreado, destoreado o desesperado a los cuatro ingenuos que aún tenían la pretensión de ver torear y no ver dar pases y pases y pases y más… Álvaro Lorenzo, archiconocido en esta plaza, que un festejo más por aquí y le empadronan en Las Vistillas. Amor Rodríguez, que confirmaba, y Francisco de Manuel, al que ya le pueden avisar que no hace falta ir al registro con un cesto de despojos para que le censen en Madrid, que con que toreara un poquito, ya nos valdría, aunque ¡oiga! ¿Y si los despojos los precisa para que no le echen de su pueblo? Que todo puede ser.

Con ganado de Fuente Ymbro, que a estos no es que los empadronen en la Guindalera, es que se van a hacer dueños del padrón del barrio. Que al señor Gallardo ya le saludan en los bares donde toma el vermut los días que lidia, uno de cada tres domingos; que los de los muebles ya no preguntan si va a haber alguien en casa para llevarle la cómoda, que ya nunca falta en el barrio; que no puede engañar a nadie, porque todo el mundo sabe que a la mínima vuelve a las Ventas… o quizá esto último, lo de engañar… Porque en esta nueva aparición y van… y quedan… Con una presentación sin estridencias, pero flojeando, en el caballo casi ni cumplieron. El que más, intentaba pelear por un solo pitón, el tercero hasta puso en algún apuro al jinete, ninguno humillo, todos con la cara a media altura o apuntando al cielo. El sobrero de Alcurrucén que hizo primero, manseó con descaro, hasta pegando un respingo al notar el palo. En la muleta, hijos de la modernidad, acudían al engaño, lo que le aguantaba el resuello, porque hubo más de un marmolillo, aparte de que los de luces les ahogaran las embestidas citando muy encimistas, pero ya saben, hay a quien le gusta eso de que se le suban a la chepa del bovino. Al final, un encierro que solo le servirá al ganadero para coger antigüedad, pero no de esa de saber cuándo lidió por primera vez en Madrid, no, más bien de la de acumular antigüedad para cobrar los trienios, aunque habría que mirar cuando se puede jubilar un hierro, cuántas veces más tiene que venir no ya en una vida, ni en una temporada, casi mejor en un mes.

De los espadas, pues algo parecido puede suceder con Álvaro Lorenzo y Francisco de Manuel, aunque por mucho que vuelvan, está complicado que puedan sorprender. El mismo sopor de siempre, las mismas ventas de siempre, el mismo trapaceo de siempre, las mismas carreras de siempre y el mismo paisanaje de siempre, que solo vive para el despojo. Que aquí se da vueltas al ruedo todo el mundo, que basta que dos paisanos se pongan brutos, que para allá que va el artista. Y al de Manuel hasta le regalaron un deshecho en el sexto, que no fue tan descarado como esa vuelta que se dio un novillero de Albacete cuando ya se había marchado todo el mundo, hasta el presidente y solo quedaban los amigos y los que recogen las almohadillas. Lorenzo tuvo de personal el acabar muletazos al viento o esos cuarto o menos de trapazo que encandilan al personal que sabe paladear el arte puro del chachachá. Quizá de Manuel le ganó en enganchones, pero bueno, tampoco vamos a discutir por ello. Y Amor Rodríguez, pues parecía que intentaba ponerse gallardo, estirado y hasta natural, pero claro, ponerse finuras cuando el toro no puede dar un paso, pues muy galano no queda, ¿no? Aunque insisto, hay gente pa to. Acelerado, sin pararse quieto, quizá por no torear, que todo puede ser y es habitual en todos, muy perfilero, pero eso sí, ¡qué poses! En el quinto se empeñó en dar pases y pases y quizás antes podría haber probado a hacerse con él. Tanto enganchón, que hasta podía verse enganchado, como lo fue el banderillero Raúl Mateos, que resbaló en la cara del toro en el peor momento y resultó cogido. Una más de la Paloma, con el público esperando acoger a los espadas con los brazos abiertos, quedándose solos los paisanos y afines, que los otros, tan ilusionados ellos, como todos los domingos, peregrinando a la plaza en busca del toro y deseando encumbrar a toros y toreros, pero que al final solo les que decirles aquello de que Iba a hacerte emperatriz de Lavapiés, pero…

 

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domingo, 13 de agosto de 2023

El pase como enemigo del toreo

El torear es mucho más, muchísimo más que pegar pases.


Será cosas de la “Tauromaquia”, que ahora el público y hasta el aficionado, se entregan a un pase, un supuesto natural, un derechazo, uno del desprecio, uno de pecho y con eso ya nos vamos a casa felices, encantados, porque hemos visto un pase, pero, ¿hemos visto toreo? Que ya puede el toro andar por los Mares del Sur, que si el espada ha puesto una postura galana y flamenca, lo demás… E insisto, ¿eso es el toreo? Que los hay que dan pases y más pases y el toro pasa, pero sin torear, que hasta el día de hoy uno pensaba que era de eso de lo que se trataba en esto de los Toros, de torear. Que el torear implica mucho más que el dar un pase, dos o mil. Que se ve a un señor tirando trapazos, pases, pegando respingos, entre carreras, tirones al trapo para quitárselo de la cara al toro, sin conducir la embestida. Que si el toro va a mil por hora, el trallazo se da a dos mil y acabe en enganchón o no, eso ya cuenta como pase. Qué tiempos aquellos del olé interrumpido por un ay de decepción porque la tela se enredaba entre los pitones del toro.

Que sí, que luego te dicen unos y otros con toda autoridad, que no es lo mismo torear que dar pases, pero ya saben, una cosa es predicar y otra dar trigo. Que se suponía que lo de torear era cuestión de mandar y dominar a un animal que quería coger el engaño, hasta dónde el matador considerara o fuera capaz, intentando quedarse colocado para el siguiente pase toreado. Pero… ¡ay estos peros! Que vemos a todo un señor vestido de luces luciendo coleta tirar trallazos y sin parar los pies quietos como un osado capa de las capeas de los pueblos y se le jalea como al mismísimo Lagartijo el Grande. Que si le da por ahogar las embestidas metido entre los cuernos, parece que se hace presente el Espartero. Que vale que alguien se limite a estar por ahí, a merced del toro, a lo que este mande y ordene y vemos a un héroe mitológico ante nosotros, que igual hasta da un pase, dos, tres, pero torear. Incluso hasta se podría salvar uno para usarlo de coartada y poder decir eso tan manido de que ha dado un pase. ¡Un pase! ¿Cabe mayor caricatura de lo que debe ser el toreo que justificar nada por un pase?

Baste un pase para cegarnos de toda razón y si no hay más pases, la culpa siempre será del toro, el que no sabido cumplir con el papel que se le asigna en esta “Tauromaquia”, el de saber cómo, cuándo y adónde embestir, porque esa es su función y su obligación; y si además hay eso que llaman arte, no hay lugar a la discusión, porque el arte todo lo puede, o eso creen ellos, pero seguimos sin ver ni un atisbo del toreo, porque el toreo precisamente es lo contrario de toda esta pamema. El toro no sabe embestir y hay que enseñarle, toreando; el toro no sabe cómo embestir y hay que enseñarle, toreando; que el toro no tiene ni idea de a qué velocidad debe acudir y hasta dónde embestir y el torero se lo tiene que marcar, toreando. Que luego vendrán los arcángeles de la tauromaquia, los portadores de esta buena nueva en la que lo que cuentan son los pases, cuanto más, mejor, en lo que lo único que importa es que el animal pase, aprovechando el viaje, sin cambiar la trayectoria, sin obligarle a enroscarse a la cintura de nadie, que el toro pase por un pase, ya sea por la espalda, por las nubes, levantando vendavales o salpicando las interminables carreras del que viste de luces.

Y así está esto, y no intente convencer a nadie que los pases a cascoporro no es el toreo, porque igual se está encontrando con un problema que no buscaba. Que por un pase de verdad, y no exagero, se justifica toda una trayectoria; que por mil pases, sin torear, se corona a un rey de la “Tauromaquia”. En definitiva, que igual que el arte se ha erigido en un verdadero veneno para la verdad de la fiesta, también se puede ver el pase como enemigo del toreo.

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lunes, 7 de agosto de 2023

¿Quién lleva el volante?

Todos quieren mandar y al final, solo manda uno.


Intentar entender lo que pasa en la fiesta es un poco de locos y un mucho de ingenuos. El que piense que esto ha sido en algún momento el jardín de la alegría, pues eso, o no se ha interesado mucho, o es mas buena gente que San Francisco de Asís que se quería ir de merienda con los lobos, alacranes y demás seres inofensivos de la naturaleza. Pero claro, en estos momentos, hasta el propio santo empezaría a desconfiar, aunque solo fuera un poquito. A ver si los lobos y alacranes iban a tener mejor fondo que estos taurinos. Eso sí, lo que nadie puede negar, es que la cosa está entretenida, pero que muy entretenida, tanto como lo que preocupa a cualquiera que se interese por esto de los toros. Que igual uno está un poco fuera de todo y resulta que esto es lo que exige “la Tauromaquia”, que ya ha quedado más que demostrado que poco tiene que ver con lo que nuestros mayores llamaban los Toros.

Parece que la fiesta de los toros viaja en un Tío Vivo y que los mandones van subidos en el coche de los bomberos, con cuatro volantes al frente y cada uno, los matilla, Casas, Garrido, juan pedros, figuras, cada uno tira para un lado girando el volante sin ton ni son; eso sí, con un mismo destino, la comodidad, su provecho y que nadie, pero nadie, les diga ni por asomo que por ahí se va al barranco. Y detrás, pues subidos en el cerdito, la mariposa, la jirafa o el caballo pío, la prensa, esos que siguen al poder a ciegas, pensando que el abismo solo es para los demás; los ingenuos que aún creen que van a sacar tajada, como si esos mandamases estuvieran dispuestos a repartir. Que sí, que repartirán, pero solo las miserias. Cuando no quede nada, entonces a echar mano de estos incautos caraduras. Y es público… ¡Ay el público! Que les dan pan y ¿toros? Qué cosas digo, toros. Que si miramos a lo que está pasando esta temporada. Que lo habitual es que haya triunfos, fracasos, sorpresas y hasta algún escándalo, pero es que uno mira aquí o allá y no levantamos cabeza. Que igual tampoco podemos, porque andamos descabezados. Esto es un sindiós que no hay por dónde pillarlo. Que en Cenicientos montan un mitin político sirviéndose de la fiesta y los sicarios del Fundi, que con el tiempo me enteré, vivir para ver, que era un maestro, que si huelguean porque les cambian el ganado, que si porque querían torear esto o lo otro; que te pones una tele autonómica y ves unas impresentables vergüenzas con cuernos, sin que los señores comentaristas digan esta boca es mía; que Julio Aparicio se anuncia de sobresaliente, eso sí, para sobresalientar a los hermanos Janeiro, Jesulín y el otro. Y así un largo etcétera, pero, ¿y qué me dicen de Madrid? Esto es para… en fin, un no parar. Que empezamos a contar promesas y promesas incumplidas y llenamos el cupo, una feria impresentable e impropia de Madrid, pero que encantó al señor garrido, que aún se debe estar dando besos a si mismo para felicitarse y lo que se enfurruñaba porque los demás no le jaleábamos sus despropósitos. Que ya digo, si es verdad eso de que es abonado desde los diez años, que lo será, o se fijó muy poco en la plaza o le guardaba un rencor inmenso, porque caramba con el amigo. Para qué hablar del numerito del Batán, de la ausencia del toro, de la presencia de incapaces, de los palcos, de los precios de las entradas, del recuento de asistentes, de la caída del prestigio de la plaza, de tener que sacar los abonos en febrero y mil detalles más, que no menores, pero memos trascendentales en comparación con todo esto. Pero claro, luego se acaba la feria y hay que seguir montando festejos; festejos o corridas concurso. Que no se recuerda un cartel sin remiendos. Pero no de uno de Juan y cinco de paco, ¡noooo! Tres de sete, dos de aquel y uno de otro que pasaba por allí y ninguno del cartel anunciado. Que me dirán que ha habido agradables sorpresas ganaderas, lo afirmo, pero hombre, lo de ir a los toros no puede ser una tómbola, que un día te toca la muñeca Chochona y otro vuelves a casa de vacío y con los bolsillos con telarañas. Eso sí, con la panza bien llena con lo de “Devórate las Ventas”… y la devoraron. ¿O se llamaba de otra forma. Que no tuvieron el valor tan siquiera, ni la dignidad de declarar desierto el ganador del certamen y es que igual no es aconsejable votar con el buche repleto de torreznos y productos de la tierra, como perritos, pizzas, hamburguesas y que viva el casticismo. Que para disimular alguno soltaba los vivas de rigor, pero… Y así va esto, que lo mismo te reconocen veinte novillos, veinte y otros ni eso, porque los muchachos dicen que nanay. Que vivíamos con la esperanza de ver en Madrid los Cuadri y… Que en tal plaza seguirán echando mojicones con plátanos, los clásicos mojicones plataneros que quieren hacer pasar por toros, que nos desayunaremos cada mañana con unos carteles diferentes para una feria en la que los actuantes están amenazados de ser enviados al ostracismo y el caos se enseñorea sobre todo esto que ahora llaman tauromaquia y que en nada, y cada vez menos, se parece a lo que fueron los Toros. Y ojo, que golfos los ha habido siempre y peores, pero eran más listos y tenían quien les respondiera en algún medio y en alguna plaza, pero es que ahora, tal como vamos, que difícil se nos pone todo. Qué difícil el seguir yendo a la plaza, que difícil es todo. Seguiremos preguntándonos a cada paso, a cada afeitado, a cada remiendo, a cada triunfo prefabricado, a cada fechoría, mientras los cuatro mandones van subidos en el coche de bomberos del Tío Vivo dando volantazos y los de la cebra, el cerdito y la jirafa los jalean, que, ¿quién lleva el volante?

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