lunes, 30 de abril de 2012
¿Vamos mañana al apartado?
jueves, 26 de abril de 2012
Curro Romero, una ramita en la solapa
sábado, 21 de abril de 2012
Dos mundos, dos Fiestas, dos direcciones opuestas
miércoles, 18 de abril de 2012
Un toro detrás de un poste
En otras ocasiones tengo la temeridad de plasmar aquí mis pensamientos sobre le mundo de los toros, pero hoy me voy a limitar a escribir las ocurrencias que se me vienen a la cabeza ante ciertas circunstancias de la Fiesta que nos está tocando padecer, sufragar y mantener con nuestra ilusión y nuestro dinero.
- En el toreo de muleta de las figuras, el torero se pone tan perfilrero, tan perfilero, casi de espaldas, que parece que el toro sale detrás de un poste.
- Cuando veo cómo se estiran los modernitos y cómo doblan el espinazo, se me parece una escultura gigante, debajo de la cual pasan los AVE al salir de Atocha.
- Al ver pegar esos trapazos con la muleta intento descifrar el mensaje que mandan los toreros a los guardiamarinas con banderas de colores de un barco imaginario.
- Siempre que un picador se apoya en el palo mientras el torillo está debajo del peto, me recuerda a una vieja prostituta haciéndose las uñas, mientras un viejo desahoga su inmundicia entre estertores.
- Al dejar la montera boca abajo en el suelo con tanto cuidado, ¿estarán cazando un jilguero?
- Al escuchar a las fans de un torero mediático jalear los mantazos, siempre busco el coro de monjas en los tendidos.
- Siempre que los claveleros suben por el tendido con la almohadilla y su vaso de plástico alargado, con su americana, la corbata borbotona, el pelo engominado, gafas oscuras y sin paraguas en tarde con negros nubarrones, pienso lo duro que es ser un yuppi venido a menos.
- Cuando entra en la plaza una peña pertrechada con todo tipo de instrumentos musicales, no sé si es que les aburren los toros o venden pastillas para el dolor de cabeza.
- Si algún partidario del torero de turno me espeta el “baja tú”, siempre pienso: si no traje traje.
- En la suerte de varas, cuando los otros dos toreros se quedan apartados y juntitos, no sé si critican al compañero, el escote de la rubia de la barrera, el peinado del chico Martini del tendido de sol o si están quedando para una noche loca.
- En las ceremonias de alternativa el testigo más me parece una carabina vigilando a una pareja de novios.
- ¿Por qué en las corridas veraniegas el afán del público es ir arrastrándose tendido abajo hasta que el acomodador les manda para arriba otra vez a la salida?
- Si en las corridas de rejoneo el público va a ver a los caballos, en el hipódromo, ¿qué van a ver¿ ¿Los coches del parking?
- Cuando se torea de capote, ¿por qué no toca la banda por Ricky Martín? Un, dos, tres un pasito pa’lante María; un dos, tres, un pasito pa’tras.
- ¿Por qué hay que tomar el bocadillo al acabar el tercer toro, cuando la corrida empieza a las doce de la mañana? ¿No se dan cuenta de que luego van a dejar la comida en el plato?
- ¿Por qué hay que tomar el bocadillo al acabar el tercer toro, cuando la corrida empieza a las diez de la noche? Y en el sexto, un Cola Cao, visita al baño y a dormir en el tendido.
- El que le explique a los extranjeros de qué va la corrida antes de que entren a la plaza, cuando los vea salir llorando y escandalizados en el segundo toro, debería plantearse perfeccionar su inglés.
- Realmente los únicos que siempre están por encima del toro son los cowboys de los rodeos, pero por muy poquito tiempo y a costa de sus buenos coscorrones.
- Si los toreros no son capaces de guardar la formación medianamente durante el paseíllo, ¿por qué no les ponen una cuerdecita para que vayan agarrados? o ¿por qué no se agarran al capote de paseo del de adelante?
- Creo que debería quedar claro de una vez si para jalear a los toreros nos inclinamos por el ¡Olé! tradicional o por el postmodernista grito de ¡bieeeeejjjnnn!
- ¿Por qué las señoras mayores siempre aplauden y piden las orejas como si los toreros fueran sus hijos o como si los quisieran de yernos para sus hijas?
- ¿Es absolutamente necesario que nada más salir el toro un señor se ponga a hablar por teléfono a voces diciendo: estoy aquí, en los toros, en Las Ventas? ¿Y al mismo tiempo llamar al cervecero para convidar a la parroquia?
- ¿Por qué nos aburrimos tanto en los toros, que nos da tiempo a pensar en estas tonterías durante la corrida? Y más los días en que aparecen las figuras.
domingo, 15 de abril de 2012
Fuga de cerebros, expolio en el campo
Uno empieza a estar harto de que ciertos hechos se repitan a lo largo de la historia y de que no seamos capaces de aprender y evitar esas situaciones que solo nos perjudican a los que vivimos en esta piel de toro, como la llamó Herodoto. ¡Ay! Herodoto, si tú supieras lo que ha pasado por aquí en estos siglos, la cantidad de gente que vino y se quedó, lo que ha progresado incluso a pesar de nosotros y lo que todavía podía haber llegado a ser si no fuéramos a veces ni tan ciegos, ni tan sordos. Hemos permitido que los mejores de nosotros se tuvieran que marchar a otras tierras para poder descubrir su genio en toda su plenitud, aunque también lo hubieran mostrado aquí, pero más tarde se tuvieron que marchar: Goya, Severo Ochoa, muchos de los genios del 27, Picasso, Arrabal, Barbacid, Pedro Duque, los jóvenes que ahora tienen que buscar su futuro más de nuestras fronteras y tantos y tantos más.
Pero el mal no es solo lo que sale, sino la forma en que abrimos la puerta a los de fuera. Detrás de ese orgullo patrio que nos hace pensar que como España nada, hay una falta absoluta de sintonía entre lo que se dice y lo que se hace. Incluso hasta se podría hablar de cierto desprecio, desdén o falta de aprecio a lo que podría alimentar y justificar ese orgullo, que en ocasiones parece que solo lo aguantan la tortilla, el jamón y la paella. Del resto estamos sobrados. Ya se pueden llevar nuestro arte por cuadro duros, ya pueden asfaltar el litoral y jalonarlo de torres de apartamentos llevándose por delante todo lo que se les ponga por medio, total, si playas hay muchas y arena mucha más.
Se adocenó el flamenco para agradar a japoneses, americanos y demás devoradores del sol de España, y si se ha mantenido con vida y ha llegado al auge y respeto que ahora tiene solo es debido a cuatro locos que no se resignaban a que ese patrimonio se convirtiera en un adefesio. Qué suerte tuvieron los flamencos de que entre ellos aún quedara alguien que no se deslumbrara por el oropel de las divisas. Como en otros casos, volvemos a encontrarnos con la sentencia orteguiana que unía la historia de España y del toreo para poder comprender mejor a ambas. En esta piel de toro aún no hemos acabado de exportar cerebros para hacer progresar otros países, ni nos importa que los símbolos que más nos identifican viajen a otros lugares para gozo de aquellas gentes y que hasta se establezcan allí por los siglos de los siglos.
Dicho en otras palabras, no nos parece suficiente que sea Francia la que soporta el peso del toro bravo, manteniendo vivas las sangres no comerciales que aquí se desprecian con tanta alegría, sino que ahora emigran las ganaderías al completo buscando un futuro mejor. Habrá algún patriota que viva su ceguera nacional pensando que allí mandamos lo malo y que nosotros nos quedamos con lo bueno, con la flor y nata de la cabaña brava ¡miau! A otro perro con ese hueso. Lo que hace unos años no es que pareciera imposible, sino que además nadie podía llegar a imaginarlo, se está dando. El toro está empezando a abandonar el Campo Charro. Entre el matadero, la Unión Europea, la crisis, la falta de afición y el “buen criterio” de las figuras que van tentar a su manera, en Salamanca se está hundiendo el campo bravo. La última en hacer el petate y subirse a al tren del exilio ha sido la ganadería de Valverde, aquellos mozos del cura que con solo nombrarlos ya sembraban el pánico entre los taurinos, aquellos a los que se tuvieron que enfrentar los que no eran figuras, ni tenían pinta de llegar a serlo, pues a la mínima escapaban de verse en el mismo cartel que los toros de Salamanca.
Que felices estamos, esos tontos de franceses se llevan lo malo y los Cuvillitos, Garcigrandes, Zalduendos y todas las “grandes” ganaderías que matan las figuras, nos las dejan para nosotros. Pero que listos somos, para nosotros la toreabilidad, durabilidad, docilidad, bobonería, flojedad, toros bonitos y muy en tipo y proporcionaditos y sin pitones exagerados. Y ellos se tragan lo malo, malísimo, ¡qué listos somos! Anda y que se queden con el toro íntegro, con la variedad de encastes, la casta, las láminas de otras épocas, los toros con unos pitones de impresión, los que van tres veces o más al caballo, esos a los que no hay quien les pegue cien pases porque te comen. Eso no es la fiesta de los toros, eso es la tragedia, lo que quieren algunos aficionados anclados en el pasado, no los amantes del arte, tal y como afirmaba don Finito de Córdoba, el torero de Sabadell. Creo que nos podemos sentir orgullosos de nuestra “listeza”. Y los que no quieran ellos, los vendemos para las calles, que ahí no miran el tipo, solo quieren el toro que parece un toro.
Me siento como un imbécil vestido de payaso con una nariz roja en medio de un funeral, encantado de ser el más animado en un sitio donde todos van de negro, pensando que son unos aburridos. Y es que no aprenderemos nunca. Si de Salamanca a Ciudad Rodrigo todo eran toros a lo largo de la carretera, pronto veremos restaurantes, centros comerciales, clubs nocturnos, urbanizaciones de adosados, clubs de vacaciones, campos de golf y un vivero de plantas vendiendo palmeras, que dicen que es lo que mejor se adapta s los desiertos. La cara que se les va a quedar cuando se den cuenta que para todas esas cosas está mucho mejor Benidorm y la Manga y que además tienen playa para dormir la mona. Pero seguro que esto no es posible, no hombre, ¿a quién se le ocurre? Eso es cosa de los catastrofista y pájaros de mal agüero, lo mismo que decían hace tiempo algunos y Cataluña y… ¿Catalu… ña? ¿Fiesta? ¿Prohibición? ¿Galicia? ¿Los niños no pueden entrar en las plazas? Pero ¿qué está pasando? ¿Qué nos estamos perdiendo? Empiezo a tener la sensación de que los timadores son los timados. Con lo listos que somos aquí, más listos que nadie y nos estamos dejando hacer el tocomocho por alguien que no es ni español. Pero si los “espabilaos” éramos nosotros. Tendrá que hacer algo la Administración, las Comunidades Autónomas, esas que han declarado la fiesta Patrimonio Patrimonial del Patrimonio, el Ministerio de Cultura, Presidencia del Gobierno, el Rey y si hace falta, el Papa. A ver si ahora va a resultar que ya nunca se van a poder prohibir los toros, pero no nos van a quedar toros. Que alguien lo mire detenidamente y si ve algún resquicio por el que todavía podamos creernos los más listos del mundo y no quedar como el tonto la boina, que me lo diga. Que uno así, con esta congoja, no puede vivir.
miércoles, 11 de abril de 2012
Cuidado, que no es oro todo lo que reluce
domingo, 8 de abril de 2012
50 años es un mundo y más si es en la plaza de Madrid
Hoy se cumplían 50 años de la muerte de don Juan Belmonte García, el Pasmo de Triana, el revolucionario del toreo, aquel que recomendaban que se fuera a ver con urgencia, no fuera a ser que no se llegara a tiempo y que un toro se le llevara por delante. Pero no, Belmonte fue dueño del toreo, de su vida y lo fue hasta de su muerte. Es lo que tienen los genios, el poder decidir sobre lo importante. Y fue aquel 8 de abril cuando decidió la fecha que pondría fin a su biografía.
Hace cinco décadas no había AVE, ni telefonía móvil, ni Facebook, ni Internet, ni Goldman Sachs, ni euro, ni Unión Europea, ni unos especuladores sin conciencia capaces de empobrecer al mundo entero con tal de tener unos milloncejos de más en un paraíso fiscal. Pero lo que sí había era una vida un poco más sosegada, vecinos con quien tomar el fresco por la noche, Reina por un día, Casa de Fieras en Madrid, niños jugando en la calle, niños jugando al toro e incluso toros y toreros. Todo esto hace 50 años.
Qué tiempos; era cuando en la Plaza de Madrid anunciaban una corrida de toros el Domingo de Resurección, una corrida que sería lidiada y matada a estoque por unos toreros. Lo que ha cambiado esto. Hoy, 50 años después, anuncian lo mismo, pero la realidad no tiene nada que ver con el anuncio. Pero cuando digo nada, es nada. Y si les dicen lo contrario, no se lo crean. Lo que ha pasado en las Ventas este 8 de abril es otra cosa, aunque algunos se pongan cabezones en que nos creamos que allí se celebraba una corrida de toros.
Empezó el espectáculo con un minuto de silencio en memoria de don Juan Belmonte y entre tanto recogimiento alguien ha gritado ¡Viva Joselito el Gallo! No creo que fuera ni por molestar, ni que fuera un antiguo partidario del de Gelves al que se le ha removido el alma. Más me inclino que la responsabilidad del alarido debe achacarse o a la ignorancia o al Don Simón. En cualquier caso, las dos cosas hacen envalentonarse al ser humano. Corrida de don José Luis Pereda con dispar presencia. Alguno aparentaba trapío, otro lo pretendía aparentar con un exceso de kilos y otros ni por esas, parecían más el toro mexicano, con plátanos por pitones o incluso alguno parecía el adelanto de la novillada del domingo que viene.
Los de Pereda han salido flojiiitos, flojitos, necesitando algunos de ellos de andador para poder circular por el ruedo, y el más fortachón el tercero, se ha salvado de la quema gracias a su mansedumbre. Y me explico, no vaya a pensar nadie que haya que jalear a los mansos. Ha aguantado porque no se empleaba en las embestidas y con ello se ha ahorrado los esfuerzos de buscar la muleta con celo y de empujar en el caballo sin rehuir la pelea. Los demás a nada que apretara el viento se venían abajo y no sé si el más afectado por la ventolera ha podido ser el quinto. El pobre empujo con fijeza en el caballo, donde le barrenaron e hicieron la carioca. y unas veces se tambaleaba y otras buscaba el andador o un brazo amigo en el que recostarse. Pero vamos, que si van a la feria, entre los seis no consiguen hacer sonar la campanita del Putching ball.
En cuanto a los matadores, pocas tardes habrá sido más cariñosa que la de hoy. Dos confirmaciones con abrazos y carantoñas y otro tanto en la devolución de trastos. Encabezaba el cartel José Pedro Prados, El Fundi, al que muchos considseran un maestro. Allá cada cual con sus creencias. Total, eso no hace daño a nadie. Yo espero encontrarme cara a cara con los Reyes Magos todos los 6 de enero y tampoco hago daño a nadie. A su manso primero lo recibió con mucho baile con el capote y hasta con ciertas precauciones en un momento dado. Trallazos y pico con la muleta, exentos de temple, arte y torería; estiramientos, carreritas para recolocarse y banderazos de pecho para abrochar cada tanda. Tandas bien, bien cerradas, con más de uno de pecho. Al natural más de lo mismo: Faena en los medios, de las que he podido rescatar un derechazo y un natural aceptables, en los que además no sacaba el culo de fea manera. Una casi entera desprendida mientras perdía la muleta al poner en práctica esa suerte del “busca, busca, busca”. Y orejita. Bueno, ¿qué le vamos a hacer? Pues nada. Aunque solo sea como premio a la honradez, pues vale. Así ya nos consolamos del regalito presidencial. En el siguiente incluso calló esas bocas que hablan de buen lidiador, y permitió que el caos se hiciera el amo durante la lidia. Luego más pico, más trallazos, más maderazos, sin temple, un desarme y para cerrar un bajonazo tripero digno de un casquero.
De los confirmantes, se echó por delante Víctor Barrio, esperando recoger el cetro del toreo de Victoriano de la Serna o Andrés Hernando, pero de momento parece que no tiene sitio en casa para ponerlo ni encima de la tele. Soso, aburrido, sin mando, dejando que el toro se fuera adueñando de la situación y el matador solo se dio cuenta de ello cuando ya estaba colgado de un pitón del de Pereda. Se cruzaba en el primer pase, pues era la única manera de que el castaño se arrancar, pero a partir del segundo pase ya escondía la pierna de salida y se ponía perfilero hasta la desesperación. Quiso echar mano del repertorio favorito de doña vulgaridad que en ocasiones surte efecto en otras plazas de talanqueras, pero hoy no ha sido así en la de Madrid. Para contar su labor en el sexto, podría repetir lo dicho como si fuera el estribillo de una sevillana, pero poniendo que acabó de bajonazo casi envainado y destacando el tercio de banderillas protagonizado por Miguel Martín y Miguel Zayas.
El último en esta amable tarde de abrazos y parabienes ha sido Jonathan “Juan del Álamo”, otro aspirante a cargar con la púrpura del toreo salmantino. Qué cosas, hace cincuenta años El Viti exigía este derecho y lo ganaba de forma indiscutible y unas décadas después no se lo cree ni el propio del Álamo. Lo más destacable pueden ser las verónicas de recibo, sosas, con paso atrás, pero ganando terreno hacia los medios; algo es algo ¿no? Luego trapazos con la muleta abusando del pico, carreras para recolocarse y trallazos mientras se recorría el ruedo a voluntad del toro. Muy vulgar, con recursos más efectivos en otros ruedos que no en el de Madrid, mitin con la espada incluido, apuntando siempre en los bajos. En el cuarto se permitió el lujo de gustarse, pero sin caer en la cuenta de que era el único al le satisfacía su labor. Muletazos acompañando y sin mandar mientras tiraba del toro con el pico. Retorcimientos haciendo que remataba los pases sin rematarlos, más bien echando al toro para afuera. Otro show para honrar a la diosa vulgaridad y bajonazo infame y traicionero.
¡Hay el tiempo! Lo que dan de si 50 años. Aquel 8 de abril en el que Juan Belmonte decidió ir al encuentro de su querido José, en la novillada de Las Ventas se anunciaban los toros de Flores Albarrán, para Luis Alviz, El Espontáneo y Antonio Medina. ¿Y qué recordamos de aquel festejo? Pues a lo mejor lo mismo que recordarán de este en el primer centenario del fallecimiento del Pasmo de Triana.