lunes, 20 de marzo de 2023

Se nos ha colado un virus en el toreo


Tanta modernidad, tantas teclas en los toros, tanta informática, tanta virtualidad, al final se nos ha colado un virus y...

Si nos paramos a ver un poco todo lo que está pasando en el mundo de los toros, si nos sentamos cinco minutos a pensar en el panorama actual, ¿no les dan ganas de salir corriendo a todo correr? Que empezamos con la plaza de Madrid, que ahora los abonos van a subir a las nubes y no solo no suben, sino que bajan a los infiernos y apenas se mantienen agarrándose a esa tabla de los abonos regalados y casi ni aún así se maquilla el esperpento. Pues entonces, si hay que subir a las nubes, pues se suben los precios, que igual han sobrepasado la altura de las nubes y han llegado a la estratosfera. Que no digo yo que esto de la subida sea una nube de humo para tapar la nefasta feria que se han montado estos señores, quizá porque con las prisas se pusieron a ello al amparo de los vapores etílicos de la Navidad y ya saben, si bebes, no hagas carteles.

Pero si seguimos mirando a nuestro alrededor, vemos una feria de Valencia, o mejor dicho, que no vimos, que parece ser que a nadie interesaba; ¿o han escuchado ustedes alguna voz que se desgarrara al no poderse ver la primera feria en plaza de primera de este año? ¿Qué no la dan? Pues que no la den, así nos queda tiempo para otras actividades culturales, como el lanzamiento de güitos de aceituna. Eso sí, apunten, que en la mesa de al lado hay personas mayores y niños, no vaya a ser que… Que además también ha sido Castellón y… De las dos ferias solo se ha podido ver lo que algún motivado que otro retransmitía por internet; eso sí, solo faenas de muleta, porque no se puede estar con el vaso en una mano, el móvil en la otra y la bolsa de pipas en… que no se puede y punto. Pero siempre quedará el consuelo de la Copa Chenel, aunque no sé si se podrá ver en toda España, pero da lo mismo, si se ve en Madrid, baluarte del taurinismo en el mundo mundial, ya nos vale.

Que no me dirán que ya es mucha casualidad que todo se tuerza y tanto al mismo tiempo. Y los de la Fundación del Toro de Lidia haciendo encuestas, que no contesta nadie, y vídeos planteando cuestiones tan decisivas para el transcurrir de la fiesta como cuánto dinero se gasta este o aquel en los toros. Que si poco conveniente es la pregunta, no les digo nada de las respuestas. Que uno llegó a decir 100.000 euros, sí, sí, como lo leen, 100.000 machacantes del ala. Y que luego digan que es indecente pasearse en bañador por Benidorm y demás localidades de playa. Indecente es soltar semejante barbaridad, sea o no sea verdad. Aunque luego llega otro señor, y no quito lo de señor, porque me llevaron a colegio de pago y eso hay que lucirlo, y dice que cantidades ingentes de dinero. Un caballero que cobra, oficialmente, lo que para la mayoría de los mortales sí que son cantidades ingentes. Que no nos metemos en si luego hará sus chapucillas por la tarde en sus ratos libres. Pero lo que nos quieren decir estos caballeros, no sé si adrede o que se les ha colado en su corta y pega mental, es que para ser aficionado a los toros hay que tener el dinero por castigo y hay que aflojar la mosca con alegría. Y otra más, que resulta que entre los entrevistados incluyen lo que se gastan en comidas y en alternar con los amigos. ¡Acabáramos! Ahora empiezo a entender, que nunca se me habría pasado por la imaginación, que eso de cenarse las Ventas, que lo de los botellones en los tendidos y que la discoteca en que convierten la plaza de Madrid, eso también es parte de lo que ellos llaman la “Tauromaquia”. A ver si al final me voy a reafirmar en no llamar a lo que siempre se llamó los Toros, la “Tauromaquia”. Que uno es muy simple y siempre pensó que en esto solo se incluían los toros, los toreros, las corridas de toros, la crianza, el aficionado… pues no, resulta que ahora los invitados de honor son Yoni Güalquer, el churrasco y los yintonises y las pipas a tutiplén. ¡Ah! Y las retransmisiones por Instagram.

Que algunos dirían que visto lo visto, lo mejor es apartarse, quedarse en casita y ver los toros por la tele. ¡Ja! Seguro que ustedes recuerdan las primeras noticias de que los toros los iba a dar una plataforma nueva, todo muy moderno, muy vanguardista. Si hasta algunos respiraron pensando que al fin se iban a quitar del medio a los que manoseaban el micrófono y lo cubrían de babosas adulaciones sin sentido. Pues toma, que no quieres caldo, pues ahí tienes un balde. La cosa parecía ir para adelante, in entusiasta alemán con inversores de los USA lo tenían todo más claro que el agua. Si hasta hicieron una presentación y todo, aunque más pareciera un comunicado clandestino de una banda de traficantes de Mirindas sabor limón, naranja y maracuyá. Pues nada, que ahora, ni esto parece que se va a cumplir. Que con lo bien que el señor casas parecía haber vendido la burra, ahora… Que el señor Casas no aparecía o lo hacía lo menos posible, pero que me cuenten a mí si no andaba en el ajo. Que las primeras ferias que se iban a dar eran, casualidad, aquellas que montaba este caballero, repito que fui a colegio de pago y eso hay que lucirlo. Y ya ha pasado Valencia y nada, pero es que ahora empiezan que no saben si va a poder ser, que esperaban no sé cuántos abonados y resulta que no llegan ni para montar un grupo de whatsapp animado. Que aparte de no sostenerse esto por ningún lado, ni las condiciones, ni los precios, ni las modalidades de pago, ni nada de nada, ahora resulta que no les salen los números de los abonados que precisaban. Caramba con los estudios previos para meterse en este negocio. Que va y resulta que les pasa lo mismo que a los señores de Plaza 1. Pero claro, los de Mundotoro TV, no se van a poner a regalar abonos a todo quisque, ¿no? Que igual sería una solución. ¡Aaayyy! Los abonados, que forma de volverse locos, que si necesito “x” y me fallan “x” al cuadrado. Que es muy sospechoso que se falle siempre en el mismo punto. Que creían tener el camino allanado y bien allanado y tropiezan una y otra vez en lo mismo, en ese canto que sobresale llamado abonados. Que yo no puedo creerme que sea tanta la incapacidad, que tiene que ser cosa de un espíritu maligno, una mano negra que acecha a la fiesta o a ver si va a ser que con esto de la informática, las redes, las páginas maliciosas, los hackers, a ver si es que se nos ha colado un virus en el toreo.

 

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martes, 14 de marzo de 2023

Carta a los Reyes Magos en… marzo

Habrá que echar mano de todos los recursos posibles. imposibles e imaginarios para poder ir a los toros a Madrid este año


Queridos Reyes Magos, yo sé que no es momento, que lo suyo es que en octubre, como muy pronto, o en noviembre o diciembre les escriba mi carta con lo que quiero que me traigan el 6 de enero por la mañanita temprano. Pero qué quieren que les diga, me ha pillado el toro. Así, sin poderlo prever, me he encontrado que o echaba mano de sus Majestades de oriente o este año me quedaba sin ir a los toros a Madrid. Que no se crean que ha sido culpa mía, ¡qué va! Si yo tenía hechas mis cuentas como todos los años, pedía primero para los niños, luego para el resto de la familia y luego ya hacía mi apartado para ir a los toros a Madrid, que siempre he sido yo muy de ir a los toros por San Isidro. Que me gustaría ir para toda la feria, pero claro, para eso le tengo que decir a mi jefe que en mayo teletrabajo, pero claro, tampoco sé cómo se lo tomaría él, que él es muy suyo y siempre dice que las cañas hay que ponerlas en el bar y que las comidas, pues idem de lienzo, que no acaba de ver eso de que yo como camarero trabaje desde casa. No sé, a mí no me parece tan mal, total, bastaría con una cámara de esas modernas en la barra y yo gritaría así: ¡una gambas plancha! ¡Marchando! ¡Dos con leche, un manchao y un colacado caliente en vaso! Pero nada, que el señor Juan dice que no, que si no lo ve, que si quién barre el bar cuando se cierra; toma, pues que ponga la rumba. Pero nada, cuando no hay voluntad, no hay voluntad, es como pelear contra un muro.

Que a ver, que la verdad es que los carteles no son nada del otro mundo, más bien son una basura, con perdón, Sus Majestades. Pero hombre, siempre gusta darse un garbeo por la capital y ya, de paso, echar un ratito con la Reme, que entre pandemias y lo de mi cuñada, nada. Que ella sí que va a los toros, porque tiene abono. Que andaba a ver si le regalaban uno, pero no ha habido suerte, el abono que regalan en su empresa este año se lo ha llevado el señor Tomás, por no sé qué favor le hizo al jefe, y ya se sabe. Que ya tenía visto el hotel, un NH, que no era barato, pero miren, estaba cerquita de la plaza y además es muy cómodo y con categoría, que allí van muchos toreros y gente importante de la tauromaquia. Si una vez hasta vi al señor de Fuente Ymbro. Que dicen que a él le hacen precio, porque va mucho por allí. Si hasta dicen que se ha llevado la colcha de su casa, una mesita camilla, su sillón con mando a distancia y el aparato para ver pelis, el fútbol y los toros. Si hasta le han puesto una pared llena de platito de porcelana, que los colecciona de todos los toros que lidia en Madrid. Aunque el año pasado tuvieron que ampliarle la pared, porque ya no le quedaba hueco de todos los toros que trajo.

El viaje ya lo tenía apalabrado en avión y todo, que aunque Cuenca esté cerca, pues siempre se tardará menos que en coche. Pero claro, uno va a sacar las entradas para los días que pensaba acercarme y… ¡jodo petaca! Que de primeras pensaba que se me había cruzado la DGT pidiéndome lo que debo de multas de toda la vida, desde que tenía el 850 rectificado. Que no era posible. Pero si otros años iba a sombra y era mucho más barato que ir este año a sol. Pero, ¿es que han acolchado los asientos y te entra una consumición gratis de güisqui gran reserva? Que lo volví a mirar, porque igual la cosa era que me había confundido y en lugar de mirar para sacar una entrada, me había metido para comprarme una parcelita en la plaza para pasar allí el verano con toda la familia. Pero no señor, no, era para estar a la solanera toda la tarde. Pero yo no me resignaba, miré a ver si es que eran ganaderías de postín, de esas que ves salir el toro y allí tiembla todo el mundo al ver esa estampa, al ver a esos animales que cazan moscas con los pitones. Pero, ¡qué va! Si eran los de siempre, con los de siempre. Que yo pensé: pues voy a ver la semana torista, pero nada, que no había forma de encontrarla, vendrá en un anexo o algo parecido, pero que sigo buscando y no hay ni anexos, ni anexas. ¡Ah! Esta va a ser, la In Memorian, ¡Jooooodd…! Pero si esta es todavía más cara. Que me llegué a plantear incluso que este año no tuviéramos vacaciones por sacarme tres días de toros en Madrid, pero cualquiera aguanta luego en casa. En casa y en un banco del parque, porque mi santa me pone el petate en la puerta, con lo que me complicaría eso, sobre todo por eso de teletrabajar desde casa, porque seguro que en los bancos del parque no hay “güifi” y a ver cómo le explico yo al jefe que…

Nada, que lo de ir a San Isidro este año era misión imposible y entonces me dije, pues nada, aprovecho y voy fuera de feria, pero claro, que esto no es tan fácil, porque resulta que si quiero ir un día, tengo que sacar entradas para otros dos más, a los que de momento no tenía intención de ir. Pero ¡ojo! Que esos días son más baratos, pero tampoco mucho más. Pero la cosa era, ¿y qué sé yo dónde estaré dentro de tres meses para sacar ahora las entradas para los toros? Que hombre, bien mirado, lo mismo me toca una primitiva y mando al jefe, a la familia y a todo quisque un mes a Marina D’ Or y yo me voy a los toros a todo lo que dé, que para eso se tiene el dinero. Pero de momento la cosa pinta en bastos y o ustedes me hacen un anticipo o no hay tu tía. Que ya sé yo que no es el momento, que ustedes tendrán sus planes ya hechos, que tendrán al personal fijo discontinuo de vacaciones, si yo lo entiendo, pero entiéndanme ustedes a mí. Y claro al gordito de barba blanca no se lo pido, porque ese igual entiende de jalogüin, de calabazas, de la época de apareamiento de los renos, de la ITV del trineo, pero de los toros en Madrid y de que cuesten el dineral que ya cuestan… Y por eso me he dicho: a grandes precios, grandes préstamos. A echar la pata pa’lante y a escribir la Carta a los Reyes Magos en… marzo.

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martes, 7 de marzo de 2023

Hay que remar todos a la vez… hacia el precipicio

El único que puede conseguir la unidad de verdad, desinteresada y sin que nadie quiera aprovecharse, es el toro.


Cansan tantos llamamientos a la unidad, que si la unidad por aquí, que si la unidad por allá, que si a remar todos juntos, pero, ¿es esto posible? ¿Es esto saludable? Que está muy bien sumar esfuerzos, pero no me vengan con imponer lo que a unos les viene bien y a partir de ahí, todos a callar, a agachar la cerviz y transitar cuan borregos al matadero; que ni balar te dejan. Pues hay que balar, ¡oiga! Y a veces hasta berrear y a veces… Dejémoslo ahí, que igual hay quien no lo interpreta bien del todo. Pero en esto de los toros, ¿es posible esa unidad de la que hablan? Evidentemente, no, ni de lejos. Porque unos quieren mangonear, adecuar la fiesta única y exclusiva a sus intereses y a los demás solo nos conceden el derecho a pagar y callar. Que por otro lado, esto también lo pretenden manejar ellos. Lo de pagar, evidentemente se escapa al control del consumidor. Ponen los precios que se les pasan por la cabeza; en el caso de Madrid por una cabeza demencial, alejadísima de la realidad de la mayoría de los que pagan y que no tienen el dinero por castigo, sino que tienen el castigo de no tener dinero. Y el otro derecho que pretenden controlar es el de callar, que aquí sí que podemos al menos rebelarnos y demostrar nuestro descontento dónde consideremos y si es en la plaza, aunque a los señoritos y cierto público “señoritófilo” les moleste. Que molesto es que unos te revienten tu tarde de toros del año, pero ya les digo yo que es más molesto que te reviente tui año de tardes de toros.

En esto de los toros vivimos en un mundo partido por el eje. Y no es que lo diga yo, simplemente miremos y escuchemos a los que regentan todo esto. El aficionado les sobra, porque quizá el aficionado ha desarrollado un quinto sentido que hace que las fechorías, la corruptela, las trampas, el fraude le penetre en el sistema nervioso central y le provoque un estado de cabreo monumental, casi hasta la convulsión, que no puede controlar. Que igual no le da la gana controlar, ¡faltaría más! Pero nada, ellos siguen erre que erre con la unidad. Esa unidad que no sé cómo estará descrita en los diccionarios al uso, pero que en el de los taurinos significa más que unidad, adhesión incondicional a los designios marcados por esa clase manejante de todo esto. Que si al menos escucharan una vez, solo una vez, quizá otro gallo nos cantaría. Que solo tendrían que atender una petición, que vuelva el toro y aparezca el medio toro, porque con el toro, no me pregunten ustedes por qué, todo se pone en orden en un abrir y cerrar de ojos. Pero díganle a los señores empresarios que pongan el toro para sus pupilos o los pupilos de otros y que prescindan de los borregos propios o de otros. Que tampoco serían muchos los afectados, porque esto se lo guisan y se lo comen entre cuatro, esos que con tanto fervor abogan por la unidad, perdón, por sumarse a ciegas a sus barbaridades, por permitir caprichos de incompetentes y por cumplir a pies juntillas con los derechos que tienen a bien concedernos, pagar, mucho, demasiado, cada vez más, y callar.

Pero lo que son las cosas, ni se les pasa por la cabeza eso de unirse al aficionado. ¡No! Eso jamás. Porque resulta que si se les pide simplemente que asome el toro, te empiezan que si ciertas ganaderías son imposibles, esa falacia de que no embisten, los del contraestilo, que si solo se busca la tragedia, que si con eso no se pueden expresar los toreros, por no seguir que se anuncia el toro y el público no va. ¡Hombre! Es que si esos festejos se dan prácticamente de forma clandestina, sin casi anunciarlo, para que se enteren solo los muy interesados, pues lo mismo el público ni se entera y si no se entera, pues tampoco se puede sumar a esa unidad encabezada por el toro. Entonces, si unos no quieren adherirse a los de la fiesta del arte con el medio toro, del fraude y del toreo amanerado y los otros ni por asomo se piensan en la integridad de la fiesta, ¿qué gaitas de unidad podemos esperar o pretender? Pero no se preocupen que estos seguirán con su cantinela, esa que suena tan bien, tan bonito, a veces hasta con cierto toque victimista, que hay que unirse contra ese enemigo externo que acecha los Toros, sin pararse un segundo a pensar que para el aficionado, ellos son los mayores y más peligrosos enemigos, precisamente los que no paran de repetir eso que ya cansa, vaya si cansa, de que hay que remar todos a la vez… hacia el precipicio.

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miércoles, 1 de marzo de 2023

Para Madrid, preparen la chequera

Hubo una vez una mente privilegiada del toreo que ideó una plaza monumental en Madrid, para que pudiera tener cabida para todo el mundo y que nadie se quedara fuera, que todo el mundo pudiera ir a los toros. No progresó la Monumental de Sevilla, pero sí la de Las Ventas y ahora...


Bueno, ya sabemos casi todo lo que teníamos que saber para ir a los toros a Madrid esta temporada, carteles, corridas con nombres rimbombantes, desafíos, presentaciones – muchas-, pero ya les digo que o tienen un abono, o tienen una cuenta envidiable. Lo de tener un abono, de momento cuela y aunque también los han subido, comparando, hasta tenemos que dar gracias a los capataces de Las Ventas y decir eso que le dijo un tuerto a un amigo: “tú por lo menos tienes dos ojos por los que llorar”. Y es que los que no tengan abono y mucho menos los que vengan de fuera de Madrid, como quieran ir a una, dos o… ¿les da para ir más de dos tardes? Pues eso, que estos, igual tienen que empeñar un ojo para poder ejercer un año más de isidro. Que al viaje, algunos al hotel, a los desayunos, comidas, meriendas y cenas, hay que sumar el precio de las entradas. Que si nos fijamos en la corrida “In memorian”, a uno se le quitan las ganas de todo, sobre todo de desayunar, comer, merendar, cenar, porque todo se lo llevan los de Plaza 1. Que uno no se ha atrevido a mirar precios de la grada para abajo, porque el médico me ha recomendado que evite las sensaciones fuertes, pero una grada de sol que pase los 30 euros y una andanada los 20, eso ya no es que sea caro, eso es otra cosa y hasta puede que sea algo que figure en el código penal.

Que ya aviso el señor Casas, don Simón, que esto de los toros es un artículo de lujo, pero tanto, no lo imaginábamos, o quizá sí, no todos, pero muchos sí. Que había a quién los Reyes magos le echaban una excursioncita a Madrid por mayo para ir a los toros, pero es que ahora van a tener que ponerse de acuerdo los Magos, Papá Noel, el Deustch Bank y los de Nescafé con el sueldo ese para toda la vida. ¿Se imaginan? Que ahora Nescafé te regalara una entrada en San Isidro para toda la vida. Que al paso que vamos, igual les renta más lo del sueldo, porque cómo se está poniendo la cosa, ya me dirán. Que habrá quién me diga que si te pones a sumar los gastos del viaje viniendo de Murcia, Albacete, Sevilla o Tafalla, pues que no es tanto. ¿Qué no es tanto? Caramba con los capitalistas. Que va a haber que pensar en enamorar a uno de estos y pedirle que te ponga un piso, que siempre les será más barato que venir a los toros de fuera o un sueldo para toda la vida, como lo de Nescafé.

Que vaya con la liberalización. Que si alguien no lo había entendido, la cosa está muy clara, es abrir una puerta en el zoo y dejar que salgan los leones a pasear. Que lo mismo algún ingenuo pensaría que solo se comerían a los que se llamaran Ramón o mercedes o Segismundo, pero no, los leones, cuando salen de caza, devoran todo lo que se les pone por delante y estos señores de Plaza 1 no son leones, son hienas que rapiñan o quieren rapiñar hasta el último céntimo de los incautos que no piden otra cosa que poder ir a los toros. Que quizá quién estaba de acuerdo con esto de la liberalización, con que se aplicara eso tan justo y democrático de que le peguen el palo al de fuera y no a mí, quizá es que no se han enterado y nadie les ha contado lo que siempre ha sido la plaza de Madrid. Que te contaban la mentira de que era la más barata del mundo, pero no, solo tenían que comparar entrada por entrada con otras plazas de cualquier sitio del orbe taurino. Lo que ocurría, algo muy propio de Madrid, es que era una plaza popular y si no tenías para pagar 3000 euros por una entrada, tenías otras de menos de diez o de alrededor los 5 y pico. Pero caras las había como en todas partes o más. Pero Madrid debe ser tan complicada de entender, que ni algunos de los habituales, ni los que ahora la gobiernan, ni los puestos en el cargo por la propietaria, ni la misma propietaria la entienden. Y que algunos pensábamos que era muy sencillito saber cómo respira esta plaza. Pues igual no o igual es que no la quieren entender. Que lo mismo con estos precios consiguen unas recaudaciones estratosféricas, que seguro que vayan tres o tres mil, los de Plaza 1 lo van a calificar de un éxito rotundo, pero no, esto no puede ser un éxito si en Madrid ya no puede ir a los toros el que quiera ir a los toros, venga de dónde venga. Que no entiendo, ni lo quiero entender, el que se penalice a los de fuera porque son de fuera. Que igual es algo muy lógico para algunos, pero yo prefiero vivir en mi demencia de que se trate a todos por igual. Y lo que no sé es cómo estaremos los abonados en los toros, porque vamos a destacar por debajo de los demás, porque claro, a ver si ahora va pasar como decía Lennon, que el chocar de las joyas de las señoras, el humo de los cohíbas, los vapores del güisqui gran reserva o los destellos de los anillacos de oro, los relojes de oro y los dientes de oro nos van a señalar como los pobretones que hasta nos llevamos la almohadilla de casa y el agua de casa y el bocata de casa para no gastar y sobre todo, la vergüenza de casa, la vergüenza de ver como las gentes que con tanta ilusión han venido a los toros de todas partes ahora les dicen que para Madrid, preparen la chequera.

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miércoles, 15 de febrero de 2023

La televisión pronto llegará

Los toros ya están aquí, pero, ¿cómo se van a poder ver por televisión?


Según dicen, las retransmisiones taurinas, a partir de ya van a correr a caro de una nueva empresa, One Toro. Solo falta saber si se sumará alguna feria más, pero Madrid y Valencia ya han firmado. Ahora solo falta saber cómo podrán firmar también los que quieran apuntarse a ver los toros por el nuevo canal, lo que todavía es una incógnita, aunque lo mismo esta tarde, mañana por la mañana o al otro, ya se tendrá que saber. Aunque quienes vivan en la Comunidad de Madrid y nadie más, ya tienen seguro que el canal autonómico televisará un gran número de festejos, hasta catorce. Eso sí, el 16 de mayo no hagan planes de toros, que ese día las Ventas cierra por descanso del personal. Un detalle, un mal detalle. Pero claro, la llegada de One Toro ha provocado la desaparición del anterior canal que retransmitía las ferias de la temporada. Que si sigue habiendo toros por la tele, bueno, el mal el menos, pero ahora viene otra duda. ¿Harán los de la nueva tele que se cumpla eso de “detrás vendrá quien bueno te hará”? Pues Dios quiera que no, porque entonces, apañados estamos. Que si aquellos comentaristas tan melosos, tan a favor del torero, tan a favor del medio toro, tan comprensibles con la vulgaridad, ahora van a acabar pareciendo exigentes, como ya sucedió con ellos y con Manuel Molés, ¿pues ya me dirán? Que sí, no se crean que he perdido la chaveta, pero si este fue uno de los que más daño hizo a la fiesta con un micrófono en la mano, quien le sustituyó le superó con creces. Que el triunvirato formado por los periodistas que conducían la retransmisión, fuera el que fuera, el agotador Maxi Pérez y ya fuera Emilio Muñoz, Cristina Sánchez o Dávila Miura, era para mesarse las guedejas y hacer una pasmina con ellas.

Los nuevos, que tampoco son tan nuevos, lo mismo siguen engrosando ese neodiccionario taurino para el que hace falta un diccionario Taurino- Castellano, Castellano- Taurino que algunos no solo no entendemos, sino que preferimos no entender, por aquello del sonroja, la vergüenza ajena y el cabreo grado sumo. Que los nuevos tendrán que superar a los anteriores en justificar lo injustificable, en ese positivismo extremo que supera la necedad pretendiendo hacer bueno lo malo y pasable lo pésimo. Que igual es mucho pedir, que lo mismo estamos pidiendo imposibles, pero ya les digo yo que si empezaran por no darle la enhorabuena a todo aquel al que acercan el micrófono aunque hayan pegado un petardo monumental, pues ya la cosa mejoraría. Que si en lugar de decirles eso de “no ha podido ser”, empiezan por un simple “no has visto al toro o no le has entendido”, ya se daba más de uno con un canto en los dientes. Que no es tan difícil. Que igual bastaría con que pensaran con que la empresa que les paga ha puesto una pasta por delante y que eso ya debería bastar para exigir un espectáculo de calidad. Pero… anda que cuando nos ponemos a soñar.

Que no voy ahora a ponerme a cuestionar si tanta tele sí o tanta tele no, porque en primer lugar me quiero poner en el sitio de quienes no tienen el privilegio de vivir a cinco estaciones de metro de las Ventas, por poner un ejemplo; de esa gente que quiere vivir los toros, pero que vive lejos de dónde dan toros y mucho más de dónde dan toros de verdad, si es que queda alguno. De esa gente que llegan las ferias y se plantan delante de la televisión y a pie firme aguantan lo que les echen y además tienen que escuchar esos comentarios que… Pues todos esos seguro que quieren saber cómo van a poder ver los toros, cuánto les va a costar, si lo podrán ver por la tele, el ordenador, el teléfono o mirándose en las rayas de la mano. Si para contratar van a tener estudiar “teleco” o si bastará con llamar a un teléfono, entrar en una web o si lo podrán comprar en los chinos del barrio. Que no hay que tener prisa para nada, pero que como no se apuren, al final les ca a pillar el toro, nunca mejor dicho, y que no les vale con esa promesa de que la televisión pronto llegará

 

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jueves, 9 de febrero de 2023

Acomodarse no es evolucionar

En lugar de acomodarse, mucho mejor enseñar al toro y acomodar su embestida. Pero eso ya quedó lejos, porque de aquello se ha pasado al colaborador para que el torero esté cómodo.

 

Llevamos años, demasiados, que tenemos que soportar eso de que el toreo evoluciona. Muy bien, bienvenida toda evolución, porque eso es progresar, avanzar, pero lo que nos cuentan nada tiene que ver con ello, sino con crear unas condiciones que permitan que todos los agentes de la fiesta, a excepción del aficionado que paga, vivan más y más cómodos. Esa supuesta evolución es alejar cualquier posible riesgo, tanto físico, algo inherente a esta actividad, como económicos, y ahí viene eso de las fundas, por poner un ejemplo. Que hay que felicitar a estos caballeros que han sabido encontrar el término ideal: evolución. ¿Quién se negaría al progreso? ¿Quién se negaría a que las cosas mejoren? Evidentemente, nadie, pero, ¿y si bajo eso de evolución nos quieren colar el timo del tocomocho?

Aunque igual hay que admitir que esto realmente es una evolución, porque han ido adaptando la fiesta a lo que a unos les va bien. Evolución es desterrar la casta y sustituirla por nobleza y así pasa, que el toro entonces tiene que tener embestidas formales y se convierte en un colaborador, ni tan siquiera oponente. Y como tal colaborador, él tiene que salir ya sabido, sabido de cómo tiene que ir a los engaños, de cómo colocar la cabeza -que expresión tan horrorosa- , de cuándo ir y cuándo no; que el siguiente paso va a ser que se toree solo. Se ha eliminado evolutivamente eso de enseñar al toro a embestir, de conducir y mandar en las embestidas. Así, de un plumazo han echado abajo el por qué de esto de los toros. Pero de la misma forma que se ha “evolucionado en el comportamiento, se ha hecho en las hechuras del animal. Ya podemos olvidarnos de esos toros imponentes con una arboladura de impresión. Ahora toca el toro bonito y que, por supuesto, quepa en la muleta. Eso sí, no nos faltará el que quiera confundir tamaño con trapío o arrobas por seriedad.

Pero aquí evoluciona todo quisque. Evolucionan los empresarios, confeccionando carteles, perdón, repitiendo carteles una y otra vez hasta la saciedad, siempre con los mismos hierros y con los mismos coletudos. Eso es evolucionar; curiosamente un inmovilismo insoportable, tedioso y que entroniza hasta límites insospechados a la vulgaridad. Que el aficionado pide que se contraten otras ganaderías y no las de siempre y te salen con que esas que el aficionado quiere “no embisten”, lo que en otras palabras quiere decir que no colaboran, que igual sacan una pizquita de casta y el artista de turno se puede “expresar”. Pero las del sistemaya pueden estar rodando por los suelos, que venden las camadas al completo, estén cómo estén. Todo para que los de luces estén “cómodos”. Y en esos carteles cerrados a cal y canto tampoco pueden entrar otros toreros y tener otra oportunidad porque… ¿qué más da el por qué? No se les pone y ya está. Que los hay que a lo mejor no han hecho demasiados méritos, pero claro, comparando, comparando, es que los oficiales han hecho menos. Entonces, ¿cuál es el criterio de la evolución?

Pero claro, si en este escenario de extrema comodidad para el que cría, que lo vende todo, todo y repite aquí y allá las veces que haga falta, comodidad para el que contrata, porque entre lo que controla uno y el colega de enfrente se montan mil ferias sin que nadie les ponga un pero, ya sean los maestrantes, la Comunidad de Madrid o la Parroquia de San Telmo, y además se ponen de perfil con la bajada de asistencia a las plazas, que luego ya acomodarán la estadística para que parezca lo contrario. Eso sí, poco a poco se van dando menos festejos, menos corridas de toros, las cuales, como ya se ha apuntado, copan los de siempre. Y lo s más cómodos de todos, los de luces, que además exigen esa comodidad y se escandalizan y apostatan del toro de verdad. Ellos quieren al animal dócil, al colaborador, el que les permite ponerse bonitos, expresarse y estar cómodos. Que si lo pensamos dos veces, sin quererlo, ellos mismos están tirando abajo su prestigio como toreros. Porque claro, si el torero está cómodo porque ya le viene todo dado, ¿qué sentido tienen ellos, su profesión, el espectáculo y la madre que trajo a la comodidad y la maldita evolución? Pero no se me agobien, que son masa los que están encantados con esta evolución. Eso sí, se quejarán de que haya desaparecido el toreo de capote, que la suerte de varas sea apenas un simulacro, pero no caerán en la cuenta de que los toros sean una máquina de ida y vuelta, porque mientras que en la muleta “se muevan” y permitan a los de luces “expresarse” y “estar cómodos”, todo va bien. Y si se les rechista, igual empiezan con que cada uno tiene su tauromaquia, con que es lo que hay y tenemos que acostumbrarnos y si se les aprieta, hasta te soltarán eso de que esto ha evolucionado, pero, ¡ay, amigo! Que no nos la den, porque acomodarse no es evolucionar.

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viernes, 3 de febrero de 2023

Eso sí que es una chirigota

Esperando a los chirigoteros de pega. Con estos pocas risas.

Se nos echa el Carnaval encima y quieras que no, aquí cada uno se inspira en sus disfraces, en las chirigotas en esas tierras del sur, sobre todo alrededor de la Bahía, del Falla y a dos pasos del Mentidero. Pero hay que tener cuidado, que en “Cai” las chirigotas, dentro de su absurdo, presentan un aspecto grotesco, pero en el fondo son muy serias haciendo de espejo distorsionado de la realidad, pero las chirigotas alejadas en unas cuantas leguas de la Tacita de Plata, a veces quieren dar una imagen de seriedad y acaban siendo grotescas. Que unas afinan las letras como estiletes y las otras apelotonan palabros con mal estilo. Y uno no lo esperaba, pero el otro día que me dio por pasarme por la puerta de una tertulia de la Asociación del Toro de Madrid, que seguro que ni de lejos se les había pasado que allí actuase chirigota alguna, pero… Que uno ve llegar al señor Garrido rodeado de su troupe, creo que pude contar hasta cinco, uno repeinao, otro con cara de pocos amigos, otros dos que igual solo iban de palmeros y el jefe. No llevaban guitarras, ni cazúes para el titirirí, sería todo a capela. No lo dijeron, pero parece ser que el nombre del grupo era, o es, “Los carpinteros, porque luego que dan el palo“. Que no se puede decir que no tuvieran tablas, que ya el día anterior habían tenido un éxito rotundo de crítica y público… afín. Que ya me dirán ustedes lo que influye en el aficionado si hacen presentación por todo lo alto de una feria por todo lo bajo o no, que no está mal, pero si nos ponen el filete y la carne está dura y revenía, por muchas patatas que te pongan y por mucho que te lo empanen, eso no hay cristiano que lo trasiegue.

Y habrá quién piense que lo que iba a cantar el señor Garrido era de una novedosísima exclusiva que nadie conocía, pero sí, claro que conocían sus mayores éxitos en los últimos tiempos. Desde antes de empezar ya había entusiastas tarareando esa de “Que suban los precios… pero a los demás” o un clásico del que muchos se sienten orgullosos de saberse la letra de pe a pa, “Me saco una barata y me voy abajo”. Esta casi es coreada a voces por el personal, si no fuera porque los vecinos y más de un aficionado se les podía haber echado a la chepa. Pero había que dar comienzo al acto, con la buena organización de siempre, que en esto la gente de la Asociación tiene quién sabe de técnicas y logísticas. Pero con lo que nadie contaba es que unos fueran a una tertulia en serio y otros a ver una chirigota sin gracia. Que al señor Garrido, vocalista principal, le hacían preguntas muy sensatas, preguntas que revientan en el pecho de cualquier aficionado, que hasta hubo mujeres que preguntaron, ¿adónde vamos a llegar? Pues vaya que si preguntaron. Que el señor chirigotero igual tampoco pensaba que así en dos palabras le fueran a dar una lección de afición y de extremado amor por la fiesta y por la Plaza de Madrid. Pero nada, él seguía con su tralarí tralará, con la coplilla de: ”Que majo soy y no me beso, porque no me llego”. Y las aficionadas seguían y los aficionados no paraban y nada, tralarí tralará y la novedad de “Los lunes al sol, si es que no está nublado”. Que también hubo quién entonó el “A mí me duele el callo, arrégleme lo mío”, pero en eso no entró nadie, que meta el pie en agua caliente con sal y andando, y nunca mejor dicho.

Que seguro que nadie se sintió defraudado, porque seguro que todos, o casi todos, ya sabían el repertorio que traían “Los carpinteros, porque luego que dan el palo“, pero bueno, al menos que se enteraran de que a los aficionados de Madrid les gustan las chirigotas, pero las de verdad, las de “Cai” y que saliéndose de ahí, prefieren otra música, la del toro, la de los toreros de verdad, la de las ganaderías encastadas, la del toro de cinco y el torero de veinticinco -un clásico-, la del respeto a la Plaza de Madrid. Pero esas tendrán que seguirlas entonando por su cuenta, como vienen haciendo desde hace ya mucho, pero que mucho tiempo. Que con los gallos que sueltan estos chirigoteros sin gracia, esta gente no se desanima nunca; bueno, alguna vez un poquito, pero como el toro encastado, siguen peleando en el peto. Y mientras, “Los carpinteros, porque luego que dan el palo“, a lo suyo, pero de momento, a no ser que cambien el repertorio de forma radical, quitando los cuatro entusiastas de “Que suban los precios… pero a los demás” o “Me saco una barata y me voy abajo”, no creo que nadie les coree eso tan del Falla y de la Bahía, del “Eso sí que es una chirigota”.

 

PD.: Muchas gracias a la Asociación del Toro de Madrid por abrir sus tertulias a todo el mundo y además compartirlas en las redes para que nadie pierda detalle.

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lunes, 30 de enero de 2023

La estadística todo lo disfraza

 

Si los toros los reducimos a números, o nos engañamos o no sabremos valorarlos cómo se merecen. 

La verdad es que uno está hecho un lío. Toda la vida escuchando que esto es un arte, que lo toro es un arte sublime, que el arte es inconmensurable y ahora voy y me entero de que el arte, el mismo del que me hablaban antes, se mide al peso o por metros o por gente que se llevan a cuestas entre efluvios alcohólicos y arranques del paisanaje o por despojos acumulados en un serón o porque… vaya usted a saber por qué. Que esto es lo que los señores de Plaza 1 reivindican para justificar sus carteles, sus ferias y sus atropellos constantes a la plaza de Madrid. Justo lo mismito que deben hacer los de la Citroen, Balay, Ferrero Roche o don Simón, el del vino peleón y los zumos de polvos, tirar de cifras frías y sin alma, que es lo contrario a la forma de valorar el verdadero arte. Traduzcamos los resultados de una temporada en cifras, convirtamos el tan sobado concepto de arte en números y a poco que lo vistamos, nos sale un año triunfal, aunque igual debería decirse triunfalista.

Que esto de la estadística está muy bien, fenomenal y bien manejada, te disfraza cualquier pobre realidad de utopía. Ya saben eso de que si un señor se come dos pollos y a otro no le da ni para un ala, estadísticamente cada uno se come un pollo con su guarnición y todo. Pues en esto de los toros y de Plaza 1, que no quiero dejar fuera al señor Garrido, son maestros del cambalache estadístico, aunque también con sus limitaciones. Quizá recuerden ahora aquellos despojos que nadie entendía, excepto los familiares y paisanos de un torero que con tanto fervor agitaban los moqueros al viento de Madrid. Que empezaban a darles recompensas inmerecidas, si hablamos de que esto va de arte, de poder y mando, y les convertían en figurones. Que se alaba mucho la amistad, pero hay veces que esta la paga un tercero. Eso sí, si pensamos en la estadística de la última feria completa antes de la pandemia, lo conseguido por David de Miranda no se tiene en cuenta. Esa estadística no nos vale, táchenla de su cabeza. Pero aún hay más, porque si en la última actuación a un caballero le echaron el toro al corral por desidia de este, nada de números, o sí, pero en lugar de la de los trofeos, los supuestos méritos, parece que se han agarrado a otros números, que si cobra equis y no equis por equis, o que si lo lleva…, como ocurre con el señor Talavante, al que no se sabe por qué méritos, se le dan equis tardes por tres en el próximo ciclo. Y esta ciencia estadística también se puede aplicar a las ganaderías, las que más orejas han ofrecido con su colaboración infinita, además del aval de las figuras que con tanto entusiasmo las piden. Eso sí, si miran en la tabla de puyazos recibidos por el ganado de ciertos criadores de “productos”, entonces ese dato se desecha y si alguien lo reclama, es que es un negativo, un amargado, un frustrado y hay que echarle a los leones sin tardar, no vaya a ser que se acabe sacando un abono y siga ahí dando la matraca un añito más. A la palestra con ellos y que sean puestos fuera de combate.

 Pero estos señores no se crean que solo se manejan con un arte estadístico sublime en eso de conformar carteles, ferias y feriotes, que también trabajan otros campos. Que ya lo decía el sabio, todo es matemática. Ahora han regalado 3.000 abonos; una medida que en principio solo se puede alabar. Para jubilados y jóvenes. Que no voy ahora a juzgar este regalo, pero uno no puede evitar que se le vengan a la memoria imágenes pasadas. Que recuerdo yo cuando con aquello de la grada joven, como ya hiciera frío o calor, siempre aparecían los mismos chavales, que la verdad, eran una bocanada de aire fresco. Venían con ganas de aprender, de ver toros, absorbían, y absorben, como esponjas, pero tampoco eran muchos, para qué engañarnos. Eso sí, los días de postureo aparecían todos, eso sí, buscando cuál era su localidad, porque no sabían adónde quedaba el número tal de la fila cual. Y llegaba la feria de otoño y mientras a esos no les quedaba tarjeta para hacer otro taladro, a estos “eventuales” se les veía que a lo sumo tenían media docena de agujeritos, si llegaba. Y eso era pagando, que no quiero ni pensar lo que puede ser si van a los toros de gratis. Que podría ser una medida estupenda para fomentar la afición de la juventud, pero claro, si el espíritu es que me la dan y así me aseguro que voy a ver al Juli y a Roca Rey, pues mucha, mucha afición no se va a hacer, que la que tienen ya la tienen muy definida. Pero claro, de esta manera, con esos tres mil abonos, en más de una docena de festejos, cuando la empresa dé el dato de entradas vendidas, que no de asistentes, ya tienen 3.000 seguros, aunque el aforo de la plaza parezca tan exiguo como poco acorde con la estadística de Plaza 1. Eso sí, al final de temporada se les llenará la boca con que ha habido casi un millón de entradas vendidas, que no de asistentes reales. Que no sé si podrán decir que han subido los abonados, quizá sí, pero ya les digo que el carácter de estos puede que sea muy diferente, porque, ¿sabían ustedes que un señor que tuviera abono de temporada, si no lo ha renovado por querer serlo solo de feria, pierde su abono y este lo ponen a la venta? Pues pregunten, pregunten, que no ha sido ni uno, ni dos casos y los que se descubrirán en marzo o abril cuando un caballero con décadas de abonado vaya a renovar y le digan que nanay de la China. Pero igual le dicen que como en lugar de equis abonados hay equis más dos, estadísticamente él no se han perdido abonos, pero… y es que ya saben, al final, la estadística todo lo disfraza.

 

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domingo, 22 de enero de 2023

Entre el toro que embiste y el toro que acude


El toro que embiste busca, el que acude, igual encuentra... o no.


Siempre ha habido patrones para identificar más o menos por dónde transitaban las ganaderías; que si encastadas o no, que si duras o no, que dulces o complicadas, que si blancas o negras… Luego llegó otra división quizá más ofensivas para la fiesta desde el punto de vista del respeto a los fundamentos de la fiesta, toristas y toreristas. Que hasta se ha llegado a hablar de toros muy toreros. Y a un nivel inferior aunque ya centrándose más en determinados toros, está eso de colaborador o no. Pero por encima de todo esto, los taurinos encontraron una división que aparte ensalzar a los suyos, servía para desplazar y arrinconar a los otros y es eso de las ganaderías que embisten y las que no. ¡Qué cosas! Que quizá habría que definir eso de “embestir”. Porque a mí personal entender, no es lo mismo embestir, que acudir. Y yo encuentro la distinción en que los que embisten son los que se quieren comer lo que se les pone delante, lo que obliga a sortear esas embestidas con saber, poder y firmeza. Que luego puede haber toros que se aplomen más o menos, que manseen más o menos, pero la cuestión es querer agarrar la presa y hacerla jirones. Y después están, siempre según una personalísima opinión, los que acuden a los engaños. Que sí que es verdad que lo hacen una y otra vez y que no se cansan, oiga. Pero quizá aquí encontremos otra diferencia más. A los que de verdad embisten hay que someterlos, porque si no, igual se nos suben a las barbas y nos depilan de una pasada. A los otros, los que acuden, se le les dan trapazos en línea; que me gustaría contar su comportamiento en el primer tercio y la forma de acudir a los capotes, pero como habitualmente no se da el caso, tampoco se puede ahondar en este aspecto. Que me gustaría a mí ver si los que acuden seguirían acudiendo tras pasar por el caballo de verdad, no después de una leve colleja, y si en el último tercio consentirían demasiado con muletazos de arriba abajo y de fuera adentro, rematando los muletazos. Que igual al segundo se nos despanzurraban y ni tan siquiera podrían acudir.

Pero una de las grandes diferencias entre los unos y los otros radica en que unos no se dejan así como así y los otros se dejan así y asao. Que con los primeros, posturas las menos, y con los segundos todas las posturas son pocas. Que a los primeros si les recibes con chicuelinas igual los tienes buscándote los tobillos todo el rato y los otros… los otros ya sabemos lo juguetones que se quedan. Que con los primeros solo cabe el arte de verdad y con los que acuden todo es arte. Que aquellos si no se les corre la mano hasta el final te pueden levantar a medio trapazo y los otros tragan hasta un cuarto, sin acusarlo lo más mínimo. Y a todo esto, el personal enloquece con estos últimos y con los que embisten, a veces hasta caen en la infamia de decir que esos animales son imposibles y que hay que mandarlos al matadero a todos, incluidos sus criadores. Es que ahora el criar toros de lidia, toros con casta, es un delito de lesa humanidad.

Iba a decir que adónde íbamos a ir a parar, pero está muy claro, se ha tomado una dirección en línea recta y a toda velocidad hacia el abismo y parece que los que transitan en esa nave lo jalean con entusiasmo. Que ellos quieren al toro que acuda. Que si va al caballo, ya sea desde dónde sea, cuándo sea y cómo sea, se le jalea y se celebra como al niño que ha sacado sobresaliente en plástica y gimnasia, aunque suspenda lengua y matemáticas. Y sigue en los tercios sucesivos acudiendo con esa alegría del que tampoco es que se alegre mucho, porque le falta eso de embestir y se deleita y deleita con acudir. Aunque no se crean, que cuando ven un toro embestir, tampoco le hacen ascos, pero se conforman con los que… en fin. Si al menos luego no denigraran, ni renegaran de los que embisten de verdad, pues algo se habría conseguido. Pero claro, es que otra cosa, que eso habría que ver en otro momento, ahora los que se dicen aficionados se ponen de parte del torero y no del toro. Que ahora todo el mundo se pone de parte y comprensivo con el torero, el empresario, el ganadero de los que acuden y hasta del que vende fantas durante la lidia del toro, pero… ¿quién se pone de parte del que paga? ¿Quién se pone de parte del aficionado que solo pide lo que siempre fue? Pues evidentemente, nadie o casi nadie y encima pretenden tirarnos a la cara la falsa disyuntiva entre el toro que embiste y el toro que acude.

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