lunes, 29 de abril de 2024

Mañanitas de ilusión, tardes de decepción

Cuando aparece la incertidumbre que provoca el toro, todo se vuelve pasiones, ilusiones y por supuesto hasta decepciones


Fin de semana muy esperado por parte de muchos aficionados de Madrid, bueno, de Madrid, de México, de Estocolmo, griegos, franceses, sevillanos, valencianos, murcianos… si hasta de Albacete se acercaron por estos contornos para ver toros. Primero la Feria del Aficionado, esa por la que todos hacían la misma pregunta; ¿Irás a 3 Puyazos? Y vaya que si fueron, para culminar en la plaza de Madrid la tarde del domingo. Y aquí se apreció lo cambiante, variado y hasta contradictorio de este mundo nuestro de los Toros y digo los Toros y no otra terminología, porque a lo que se acudía era a corridas de toros y no otra cosa que compone el gran paraguas de la Tauromaquia. Y cambiante porque la mañana del sábado se empezaba con una novillada con reses de Isaías y Tulio Vázquez y de Raso de Portillo. Que lástima el primer tulio que se quería comer el mundo, que despertó a los que habían tenido que madrugar en sábado, pero que de tanto rematar hasta en las nubes, se partió un pitón por la cepa ¡Lástima lastimera! Sus dos hermanos no fueron lo mismo, pero interesaron y regocijaron a los que sueñan con ver recuperar un hierro señero. Novillos cambiantes durante la lidia, como ese que empujó en el caballo metiendo los riñones como un jabato, que parecía la reencarnación del toro Diano, pero que poco a poco se fue desinflando y pensándose eso de la pelea. Lo de Raso del Portillo fueron de esos novillos que no quieren los novillero, esos que no dan facilidades y que se te pueden ir complicando como no estés firme y con oficio, quizá el que aún no tienen Joao D’Alva y Miguel Andrades, que de momento suplen esta carencia con voluntad, una voluntad notable, pero con pocos recursos y si encima les cae un chaparrón, para qué más. Al menos se merecieron el crédito de tener más oportunidades y poder aprender para seguir adelante.

Lo de la tarde era el desafío de Conde de la Corte y Palha. Ahí empezó el primer chasco. El ganado muy justito, algunos, ni llegaban a esa justeza. Lo del Conde no recordaba a lo del Conde y lo de Palha… lo de Palha recordaba a los años del hambre. Se les picó muy mal, en la paletilla, en el guarismo, en mitad del lomo, no admitían apenas una vara, pero como les dijeron a Sánchez Vara, Morenito de Aranda y Ángel Sánchez que había que respetar el primer tercio, ellos entendieron que esto iba solo de poner el toro lejos, luego más lejos y luego lejísimos. Y así pasaba, que los animales se iban acercando poquito a poco, que miraban para allá y luego para acá y al final igual se arrancaban con alegría, mucho más cerca de dónde les pusieron. Eso sí, cuando a los animales les daba la real gana. Que estaré equivocado, pero a mí me parece que respetar la suerte de varas es medir el castigo, las distancias, cuanto más lejos más espectacular, los terrenos, que a veces hay que cambiarlos y si el toro tardea y tardea, pues habrá que moverlo, porque así también se muestra al animal y se puede llevar una lidia lógica. Los espadas, pues como siempre, vamos a dar naturales y derechazos y si se me viene violento, pues sigo hasta ver si se calma. Ellos en su papel y Morenito poniendo un toro cinco veces al caballo, cuando ya todo el mundo había visto que allí… Que yo abogo por recuperar las tres entradas al caballo, pero con sentido, siempre con sentido. Y algo que nunca habí vivido, los organizadores del festejo, conscientes de la expectación y del resultado del festejo, tomaron el micrófono y pidieron perdón a los asistentes por el resultado del ganado, porque consideraron que se habían equivocado en la elección de las reses. Quizá esto suceda porque ellos, como muchos de los presentes, viven esto como aficionados. Y sí se equivocaron, pero reconociendo este error, seguro que les será más fácil aprender de él ¿Se imaginan a los señores de Plaza 1 responsabilizándose de na feria de desastre ganadero tras desastre ganadero? Yo tampoco, pero a lis señores de 3 Puyazos, sí y así sucedió. Eso sí, también les digo, yo con esta gente no soy del todo imparcial, que vaya por delante, por el momento.

Y nos desayunamos el domingo con una de Dolores Aguirre, con presencia de doña Isabel, la mano que ahora conduce los atanasios de la recordada Dolores. Un encierro en los que hubo toros buenos, malos y regulares, pero con máximo interés, obligándote a estar muy atento en todos los detalles, porque en un suspiro te cambiaban a mejor, a peor o a… Destacó el segundo de la matinal, cuatro entradas al caballo, cumpliendo en el peto, con fijeza, la que mantuvo hasta el último momento, a pesar de las puñaladas a lo largo del lomo. Damián Castaño fue generoso con él, dejándolo ver, citando dándole distancia, aunque su toreo no estuviera a la altura del de Dolores. El público ya se había decidido por el toro, pero desde mucho antes de que el espada cogiera el acero, que usó sin sentido, tirando el engaño y pretendiéndose encunar, lo que tampoco logró, echándose sobre un pitón. Se le dio la vuelta al ruedo al toro y al menos los presentes ya pudieron reconciliarse de nuevo con este veneno que es la afición a los toros. Algo a lo que también contribuyó Antonio Peralta, picando en todo lo alto y si no, no restándole al toro sus ventajas. Sergio Serrano y Francisco Montero se limitaron a poner los toros lejos, a veces sin pensar en nada más que en metros y no en terrenos y luego, pues al derechazo y el natural y como en el caso del segundo, a aprovechar las vibrantes embestidas que le regaló el sexto, lo que no se esperaba, sobre todo después de un primer tercio saliéndose suelto del peto y un segundo tercio esperando a los de los palos. O ese colorado que parecía un marrajo, que arrolló Castaño de salida, teniendo que cogerlo Serrano, que derrotaba en el peto, que se dolía, que no parecía tener nada y que en tres muletazos que se le corrió la mano, el animal seguía el engaño, ¡qué cosas! Pero esto es lo que tiene, o debe tener el toro, que pueda pasar lo inesperado, para lo bueno y para lo malo.

Y después de salir a la carrera, comer a la carrera y llegar a las Ventas a la carrera, hasta salimos del festejo no a la carrera, pero si prontito, que nadie se lo podía creer. Que los que fueron a los toros a Madrid llegaron más pronto de lo esperado a las citas posteriores, con los riesgos que esto puede conllevar. Que los había que esperaban algo de lo Arauz de Robles y el primero de la tarde, el de la confirmación de Calerito parecía augurar una tarde con toros, pero al final todo se quedó en una pasarela con toros de bonita estampa, que incluso hasta seguían las muletas, pero hay que reconocer que los de luces tampoco ayudaron a que la cosa fuera para arriba. Toros de esos que estamos cansados de ver, para toreros que parecían cansados de torear. Curro Díaz pareció que iba a querer después del recibo de capote a su primero, un inválido que no se devolvió y que él se empeñó en mantener con muletazos insulsos. David de Miranda, quién en su día levantó Madrid, parecía ausente. Mucho a pies juntos, pero sin ángel, lo mismo de capote, que con la muleta. Muchos pases, sin moverse del sitio, que eso lo mantiene, pero sin sangre, sin llegar y solo acumulando muletazos, como si la ciencia fuera la cantidad. Aunque sorprendentemente en su segundo se le pidió la oreja, pero no me pregunten motivos, que les respondan los que agitaron el pañuelo, aunque tampoco con demasiado entusiasmo, pues ni le hicieron dar la vuelta al ruedo, se vinieron abajo. Y Calerito, pues… pues, que confirmó la alternativa y poco más. Con esa voluntad del que quiere ser demostrando voluntad recibiendo a su primero de rodillas de muleta, que si trapazo por aquí y por allí, pero luego todo ese brío se venía abajo con ese muletear escondiendo descaradamente la pierna de salida y con todos los vicios modernistas y como sus compañeros, dejándosela enganchar muchísimo. Eso sí, que también hay quien jalea, o bienea, los enganchones, que hay gente “pa to”. Y si no es por la inoperancia de la cuadrilla del que cerraba plaza, les digo yo que el festejo no habría llegado ni a los dos horas, con el riesgo que supone llegar a una cita con demasiada antelación. Y así acabamos un fin de semana lleno de toros, de encuentros con amigos, de encuentros con conocidos a través de las redes, muy conocidos, pero a los que nunca les pudimos saludar, con buenas compañías, algunas mejores que otras, como le pasó a un servidor los cuatro festejos y parecido al refrán de la niebla y las tardecitas de paseo, todo se resumiría en que fue un fin de semana de mañanitas de ilusión, tardes de decepción.

 

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lunes, 8 de abril de 2024

El camino de la felicidad novillada a novillada

A saber qué tendrá el toro de hoy al que se le dan chicuelinas de salida. Igual es que no tiene nada y por eso lo permite.


Ya está bien de amargarse la vida, ya está bien de poner pegas a todo, ¿no? O cogemos el toro del optimismo por los cuernos o no sé qué va a ser de nosotros. Que no, hombre, que no, que por la vía del mosqueo no vamos a ninguna parte. A partir de ahora, de ya mismo, solo vamos a ver el lado bueno de las cosas ¿Estamos? Pues no se hable más. Y no hablaremos más, tendremos que guardar un largo y profundo silencio si decidimos mentar solo lo bueno de la primera de las novilladas de esta incipiente temporada. Bueno, sí, que era una tarde agradable, sin frío, sin una climatología adversa y además hasta había partidarios de uno de los novilleros que llegaban dispuestos a darlo todo. Si hasta habían hecho pañuelicos ad hoc para la ocasión ¿Cabe mayor muestra de optimismo? Esos son el ejemplo a seguir. Que uno no sabe si luego tuvieron que guardárselo en un lugar íntimo. Y es que la tarde enseguida agotó cualquier atisbo de optimismo posible. Que no hay necesidad de detenerse en detalles, porque ya que vamos de optimistas, tampoco nos vamos a ensañar en la vulgaridad, el despropósito y el tedio que produce la nada.

Salía el señor ganadero de Brazuelas en una entrevista previa al festejo, diciendo que él había formado su vacada con lo mejor de lo mejor, con unas gotitas de calidad de aquí y de allá, pero igual es que no se fijó muy bien en los frasquitos de esta calidad y puede que esta se le hubiera pasado de fecha. Que hay que tener cuidado, que te caduca lo de dentro y luego las reacciones pueden ser no deseables. Esto es, inválidos hasta el punto de que el mayor mérito no era otro que evitar rodar por el suelo. Unos animales con algún kilo de más, pero que gracias a esto, para algunos pasaron como bien presentados, ¡Bendito optimismo! Iba a hablar del tercio de varas, pero casi mejor podría hablar de la campaña de vacunación de novillos en la plaza de Madrid. ¡Oiga! Que hay vacunas que se ensañan más con los animales. Eso sí, los señores picadores, como de lo sanitario no deben saber demasiado, lo mismo apoyaban el palo en mitad del lomo, que en un brazuelo, que en el carnet de la piscina de los criadores de semejantes animalitos. Que habrá quién me diga que fueron a la muleta; bueno, iban cómo podían, mientras no se vinieran abajo, lo justo para jugar al voy detrás del trapito y tú me lo quitas de golpe. Y a todo esto, desde el palco parecía que no se veía un atisbo de invalidez y el usía no sacaba el pañuelo verde, no fuera a ser que alguien se pensara que la cosa no iba cómo debiera y le invadiera el pesimismo. Bueno, sí, a uno lo echaron para atrás y salió uno de María Cascón, que… Si los demás no podían con su alma, este no podía ni con los pensamientos. Eso sí, de presencia imponente, pero tan hueco de todo, que parecía el palacio del eco, eco, ecooo, ec… e…

Pero también hubo tres muchachos que se presentaban, que ya después del festejo, si alguien, aparte de los paisanos, quiere recordar sus nombres, no le quedará otra que mirar y remirar el programa: Daniel Medina, Fabio Jiménez y Tristán Barroso. Que habrá quién les haga creer que la excusa de la flojera del ganado les sirve para excusarse ellos mismos, pero… Que no cuela, ya les digo yo que no. La misma vulgaridad de todos, la misma trampa de todos, trapazos a tutiplén abusando del pico como si no hubiera un mañana, manteniendo una prudencial distancia al pasarse los novillos y una insistencia desesperante de mantener en el ruedo a un inválido. Que antes ya se ha apuntado la negligencia del señor presidente, pero esta será diferente según le pregunten a un optimista o a los muchos ue le coreaban que se marchara del palco y que en su fuero interno deseaban que no volviera, al menos mientras siga en sus trece de no devolver los inválidos. Pero por otra parte estarán eso que sintieron que le había robado una oreja a Tristán Barroso. Que ya le regaló una y fue por demás, pero claro, si sacamos cuatro pañuelos y gritamos mucho, hay que concederla, ¿no? Pues igual no. Premiar con una oreja el aturullamiento, todos los vicios modernos ya comentados y el que se descarara constantemente con el personal, resulta excesivo, pero claro, por si alguien aún no se queda convencido, después de dos bajonazos tirándose descaradamente a los blandos, ¡qué oreja, ni qué oreja! Un tirón de orejas, sí, pero al novillero. Y es la primera, que esto no ha hecho más que empezar y los de los autobuses ya se están frotando las manos, que esos sí, esos sí que saben sacar rédito al paisanaje y saben para su bolsillo, cuál es el camino de la felicidad novillada a novillada.

 

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lunes, 1 de abril de 2024

Si cobraran por el frío, nos habrían desplumado

Y lo contenta que se pone la parroquia cuando un picador cita de lejos y el toro se arranca con alegría.

El que dijo aquello de que los toros eran con sol y moscas, no sabía lo que decía, o sí. Que si lo hubieran sabido los que han ido a la del Domingo de Resurrección en Madrid, igual se habrían pertrechado bastante mejor para sobrellevar la tarde. La saben, un abrigo gordo, guantes, bufanda, calcetines gordos, termo con café calentito, manta eléctrica, un brasero, su mesa camilla, orejeras de felpa y una burbuja climatizada con un agujerito para sacar las narices y respirar. Que menos mal que con la entrada, los señores de Plaza 1 te dan el frío gratis. Eso sí, barra libre de frío; que no digo yo que no vean ahí un filón y quieran cobrar el frío, el calor y el entretiempo.  Que luego lo de pagar es otro cantar, porque ya le podrían pagar el curso de pintor de rayas al nuevo encargado de tal tarea, que a nada se va para un lado, para el otro o para ninguno. Así el personal no protestaba cuando un caballo pisaba y borraba los garabatos. Si era más que para protestar, para gritar un aleluya a voz en grito.

Y a pesar de las lluvias, de las inclemencias del tiempo, el ruedo estaba aceptable, para que luego digan de la lona y el departamento de lonólogos que la quita y la pone. Con toros de Pedraza de Yeltes, que hasta parecían de Pedraza de Yeltes, que visto lo visto, ya es un adelanto. Flojos en líneas generales, sin llegar a desesperar y el fue sustituido por uno de Carmen Valiente, quizá se dañó al estamparse estrepitosamente contra las tablas. Fue devuelto a los corrales, pero, ¿lo fue reglamentariamente? Que si se abre ese camino, si sale un toro que no es del gusto del matador o lo es más el sobrero, pues nada, se le estrella contra el olivo y a otra cosa. El primero, algo pasadito de peso, ya de salida puso en complicaciones al confirmante Dias Gomes, más por su impericia que por la fiereza del animal. El toro empezó mostrando fijeza en el peto, para al final solo emplearse cuando no sentía el castigo. El luso dejó muestras de su escasa capacidad y su ausencia de poder; que sí, que el viento molestó toda la tarde, pero el problema ya lo traía Dias desde el hotel. Pico y a correr, dando aún más aire con las telas al de Pedraza. La muleta hecha un burruño, tirones y hala, a recolocarse. Bajonazo y a otra cosa.

El primero de Román también besó las tablas por no frenar a tiempo. Derrotando en el peto, sin picar, encelándose cuando el palo ya apuntaba a las nubes y no al lomo, que es dónde le picaron, trasero. Capotes al cielo para evitar que perdiera las manos. Empezó Román citando a mucha distancia, teniendo que ir buscando el punto pasito a pasito. Pico, se vio desarbolado en los primeros envites. Insistió en eso de las distancias, recibiendo a su oponente siempre con el pico, trallazos, que si se le viene encima sin poder hacerse con él y sin parar de recolocarse constantemente. Dos trapazos y al tercero ya se le venía encima. Con la zurda más de lo mismo, echándoselo para afuera tirando demasiadas líneas rectas, mientras al animal le costaba mantenerse en pie. Muy chabacano, cerrando con unas manoletinas de aquella manera. Pero como el personal estaba generoso, pues una orejita; una de esas que no valen para nada, aunque luego se sorprendan de ello, pero…

Francisco de Manuel recibió a su primero con una ensalada de mantazos. Simulación del primer tercio, al tiempo que la eficacia capotera parecía cosa de otro mundo, ausente en este del frío lacerante. Inicio de faena por abajo, con el de Pedraza esforzándose en no rodar por la arena. Mantazos según le venía, más pendiente de que el tendido le jaleara, que de ver qué hacía con aquel flojito colorado. Pico exagerado y sin saber por dónde tirar, pero con muchas carreras, demasiadas y sin que nadie pudiera aventurar adónde quería ir a parar de Manuel. Pero él decidió acabar con un bajonazo de los que te quitan puntos en el carnet de estoqueador. Y volvía román, quizá pensando en algo grande, pero ni él, ni el flojo Pedraza que tiraba cornadas desesperadamente al peto al notar la puya. El mansito se dolió en banderillas, se defendía y no cesaba en manifestar su flojera. Román empezó y continuó con su repertorio de vulgares trapazos, de destoreo, de pico, carreras y hasta una pesadez que se acrecentaba con el gélido ambiente de la tarde. Mitin con los aceros y hasta algún pito por parte de los no habituales en la queja. A Dias Gomes le tocó el sobrero de Carmen Valiente al que el picador masacró sin piedad tapándole la salida. El trasteo se resume en pico, posturas, destoreo y un constante bailar, yéndose en mitad del muletazo, sin aguantar jamás, buscando el sitio que no encontró. Un pinchazo y a por el descabello; se ve que nadie le había dicho que los toros se matan con la espada y no aprovechando el tirón del verduguillo.

Y cerraba Francisco de Manuel al que le tocó la mala fortuna de que le saliera un toro de esos de triunfo, que por si fuera poco, encandiló al personal en el caballo. Fue tres veces al peto. Cumplió en el primer encuentro, en el que le taparon la salida; una más yéndose desde lejos, tardeando, así como una tercera, tardeando y escarbando y con el caballo casi en el seis, si bien hay que reconocerle la alegría en la arrancada. El personal entusiasmado, jaleando a Aurelio Cruz que las tres veces le cogió arriba, lo que les hizo obviar que de la tercera vara se fuera suelto. En banderillas dejó claro que su pitón era el derecho y que por el zocato no se entregaba de la misma forma. Pero Francisco de Manuel no debió haber prestado la atención requerida y primero se empeñó en enjaretarle la faena tipo de trapazos y más trapazos desde fuera, con el pico y sin firmeza. Peor por el izquierdo, el toro se le comía, pero a base de trapazo tras trapazo, un toro de carril acabó por írsele sin torear. Se comía trapo y torero, pero este no estaba a lo que celebraba y así pasó, lo de siempre, que si el toro no se torea solo, malo. Un bajonazo, que no se merecía ni este toro, ni casi ninguno y todo el mundo deseando que doblara ese buen toro y así poder marcharse al calor del hogar, del bar, del metro o de un incensario procesional y dando gracias de que la empresa no hubiera reparado en cobrar por las inclemencias del tiempo padecidas en los tendidos, porque si cobraran por el frío, nos habrían desplumado.

 

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