A raíz de las declaraciones de El Juli, de las que ya hemos hablado y comentado un buen rato en esta ventana taurina, se me han venido a la cabeza la multitud de veces en que muchos utilizan la palabra libertad sin pensar en lo que realmente significa. Se pide libertad para atufar del humo de un cigarro a aquel que ni se le ha pasado por la cabeza encender un cigarrillo, para el que se siente en el derecho de exigir que nadie encienda ese cigarrillo, para poder beber el alcohol que a uno le venga en gana y después coger su coche sin importarle un pito que otros sufran las consecuencias, para los que se creen en el derecho de que toda la vecindad aguante sus curdas y las de sus camaradas de botella, para los que se sienten atacados porque el vecino se case con el otro vecino, para los que se ven acosados porque un juez les grabe las charlas de sus fechorías pasadas o futuras, para los que no conciben que se les pueda exigir responsabilidades por crímenes del pasado porque son del pasado, para los que entienden que el culto religioso tenga que llevarse clandestinamente o los que quieren imponer los símbolos de sus creencias, los que se ven encadenados por ver satisfechos sus caprichos, los que quieren cambiar el signo político de las urnas o los que nos quieren imponer a todos el resultado de estas.
Todo esto en nombre de la libertad, esa señora con un pecho fuera que con una bandera en la mano guiaba a su pueblo. Esa señora que ahora iría rodeada de esa panda de golfos y descarados que confunden libertad con capricho y que se escandalizarían porque el pueblo no le dejara tocarle el culo a la señora del pecho al aire. Y esto se extiende a todo el mundo, lo mismo al deportista que en su libertad acusa al de enfrente de tramposo con el único fin de conseguir el beneficio que falsamente reprocha al contrario, que al político que pone lo ancho del embudo para su lado, que a los maestros que no soportan una china en el zapato; china que crece a medida que crece su mentira y de la misma forma que la verdad resulta más evidente.
Los demagogos del G (7, 10 ó mil) se van paseando luciendo sus vergüenzas por los salones de ministerios, hoteles y tascas de mala muerte que los reciban y se van pasando la libertad de unos a otros a conveniencia, según el deseo libertario de mancillar a la señora que ellos quieren convertir en mero objeto de tráfico carnal. Pero no tardan un segundo en saltarle los ojos a cualquiera que se atreva a profanar su divinidad a base de recitarle la verdad de la realidad que vivimos. Uno de los últimos ha sido el maestro Esplá, quien no tiene nada que agradecer a esta troupe y sí al toro, a la fiesta y al público, con el que él fue tan generoso vestido de luces. Igual que esta fiesta y que su trayectoria, el torero de Alicante es contradictorio, y lo mismo se planta delante de todo el estamento taurinista, que se marca la pantomima de Alicante; igual se arriesgaba a tener que cortarse la coleta por inactividad forzosa cuando el conflicto de las televisiones, que se marcha de charleta con Juli y Ponce, pero esa misma contradicción le impide tener la boca callada y decir a todo que sí a los mandones del momento.
En este caso el maestro Esplá es el espíritu bondadoso que empeña su esfuerzo en salvar a la concubina de los brazos de los oligarcas tiránicos y que no duda en luchar a favor de la libertad de esa señora llamada Libertad y de la que todos esos demagogos abusan, aunque nos quieran hacer creer que la llevaran del brazo al altar; de esto estoy seguro aunque no sea para unirse a ella per secula seculorum. Lo más probable es que la lleven al otro altar, al de los sacrificios y la entreguen en holocausto a la divinidad de los dineros y le saquen las entrañas con el único fin de sacar un beneficio, por pequeño que sea, hipotecando cualquier bien futuro para su bolsillo o, ¿por qué no? para el bien de esa fiesta a la que tanto dicen defender y a la que tratan de la misma forma que a esa libertad de quien tanto hablan, como la concubina de los demagogos.
PD: No me quedo a gusto si no pido perdón por el término empleado para titular esta entrada, aunque tampoco voy a prescindir de él en esta ocasión.