Armillita, Antonio Fuentes, Ángel Pastor y Rafael Chacarte |
En ocasiones ya hemos hablado de la presencia del toreo en
la sociedad como un ingrediente más que compone esta gran ensalada que es el
mundo en el que vivimos. Antes, sin tener que retroceder 70 u 80 años, los
toros eran una cosa habitual en la
televisión; lo mismo retransmitían una corrida desde Valencia, que se
entrevistaba en la hora de máxima audiencia al triunfador en Pamplona, que se
montaba un cara a cara para que dos maestros dilucidaran sus diferencias. De la
misma forma, la boda de un matador de toros, sin tener que pertenecer este a un
grupo especial, era un acontecimiento del que se hacían eco casi todas las
publicaciones del país. Y hoy aquí inicio una serie de entradas que se irán
asomando por esta bitácora, como le gusta llamar a los blogs a Xavier González
Fisher, una colección de posters con toreros antiguos y de los que estaban en
activo allá por los sesenta. Algo que ahora sería una extrema excepción, en
aquellos días era algo que se contemplaba con mucha más naturalidad de lo que
hoy pudiéramos soñar.
El soporte era el diario El Alcázar, que en aquellos tiempos
no era visto por los lectores de ninguna forma especial, pues todos los
periódicos y revistas mantenían una línea fija de la que no se podían salir,
por motivos evidentes. Podía haber empezado por cualquier lado, pero la
desaparición hace unos días de Rafael Chacarte me ha impulsado a decidirme por
este recorte. Le acompañan Armillita, del que se decía que podía estar a la
altura del mismísimo Joselito; Antonio Fuentes, el que iba detrás de El Guerra
y de “nadie”, el más elegante del mundo; y completa la foto Ángel Pastor,
torero de Ocaña y que el aficionado seguro que diferenciará a la perfección de
Vicente Pastor. Pues no hablemos más y démonos un baño de melancolía taurina.
Lo único que ruego a los más jóvenes, es que en ningún momento digan que los
toreros en color son del año de Mari Castaña, pues a algunos llegó a verles un
servidor en la plaza, y tampoco es cuestión de causar una depresión profunda en
el ánimo de quién no se siente tan mayor; se lo pido por caridad y
misericordia.
6 comentarios:
Enrique, el que ha desaparecido hace unos días es su hermano Manolo Chacarte, que ejercía de asesor en Bilbao.
Un abrazo.
Mira nada más... eran los tiempos en los que se podía ser aficionado sin "herir susceptibilidades"... Hoy casi tenemos que ir a las catacumbas y enterarnos por estas bitácoras, porque los medios "especializados" (que ni a "cuartos" llegan), desinforman y los que presumen de "generalistas", excluyen de sus contenidos a la fiesta por temor de incomodar a "las buenas conciencias"...
Y además, se procuraba ilustrar al personal exponiéndole los pormenores de aquellos que se distinguieron delante de los toros, no de los que, luciendo "modelitos" en las pasarelas, se juegan el palmito en una noche de copas...
Y dicen que estamos locos...
Paco:
Muchas gracias por la puntualización, que ya queda recogida.
Un abrazo
Nada es comparable en cuanto a épocas, o si es comparable pero no asimilable: Hablamos de unos tiempos en que los toreros eran poco menos que héroes y de entre ellos encontrábamos gentes humildes que surgiendo de la nada fueron capaces de rodar hasta alguna peli. Digamos que eran un ejemplo de superación para un pueblo ávido de iconos a los que seguir.
Hoy en día y generalmente por méritos de los propios coletudos, son considerados como una pandilla de analfabetos que hacen del salvajismo su forma de vida, o como una cuadrilla de guaperas que viven más del amarillismo de la prensa que de su auténtica profesión si es que la sienten como tal.
Creo que el tránsito de aquel tiempo a este presente ha sido lo que ha provocado que ahora estemos como estamos y seamos considerados poco menos que vestigios de un pasado no deseable.
Saludos amigo.
Xavier:
Antes a la gente se le podía preguntar tranquilamente quién era su torero, hoy hay que empezar por saber si le gustan los toros, si es un clavelero, si es un aspirante a taurino o si es un troglodita. Y a veces, tal como dices, casi uno tiene que hacer penitencia antes de afirmar que uno es aficionado a los toros,
Un saludo
I.J. del Pino:
Qué bien lo has retratado. Como en todo, esto del toreo ha sufrido un amaneramiento absurdo que ha trasladado la atención hacia lo accesorio, dejando de lado lo fundamental. Y a partir de ahí se ha querido construir un rascacielos, que no para de tambalearse, como si fuera nuestra particular Torre de Babel.
Un abrazo
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