No sé que problema hay en torear en una playa con la marea baja, ¿no? |
Vaya si cayó agua las horas previas a la última novillada de
feria, pero eso no tiene importancia, especialmente si esto pasa en el mes de
mayo. Ya pueden caer chuzos de punta, ya puede llegar el agua por la corva, que
no pasa nada, en mayo no es necesario suspender. Eso sí, caen cuatro gotas en
marzo o abril y no hay más remedio que no dar la corrida. Yo imagino que será
porque ahora, ya bien entrados en la primavera, el agua es diferente, cala
menos, o los charcos son otros, o incluso, como en la feria está vendido gran
parte del aforo, igual es que con la respiración del público se seca el ruedo
antes y fuera de feria no. Y que nadie lo dude. Al empezar la novillada el piso
estaba como un chocolate, pero eso era en apariencia, la realidad era mucho
mejor, donde va a parar, aunque los areneros hicieran gestos y comentarios
entre ellos al comprobar in situ aquella franquicia del balneario de Archena
que Taurodelta ha montado en el ruedo venteño. Los charcos eran alucinaciones
de los derrotistas enemigos de la Fiesta. Si en el quinto novillo, hasta hubo
que poner el sistema de riego en marcha y es que aquello se secaba a tal
velocidad que no se pudo esperar más y empezó a funcionar durante el tercio de
banderillas. Qué bonita estampa, el torero con los palos, los otros con sus
capotes en la mano y el toro en el centro recibiendo el agua de la vida. Fue
unos segundos, pero debía ser agua almacenada desde marzo o abril, porque desde
entonces me pareció que había barro por toda la plaza.
Hay que tener mucho cuidado con donde se riega, no vaya a
ser que se riegue sobre mojado; lo mismito que hicieron los novillos de Carmen
Segovia, vinieron a regar de mansedumbre una plaza que empezó a empaparse el
primer día de feria de este mal tan poco agradable, mansada tras mansada y otra
más, pero mansedumbre de esa que empapa bien y que perdura en el tiempo, aunque
sean mansos del mes de mayo. Los chavales Tomás Campos, Curro de la Casa y
Sebastián Ritter acabaron mojados hasta las orejas, sin ser capaces de nada
ante unos potrillos descastados y lo dicho, mansos cómo animales de compañía.
Tomás Campos se quiso estirar para saludar al primer
novillo, uno de esos que no gustan a cierto maestro, vamos, que tenía más
trapío que algunos que hemos visto en corridas de toros. Una verónica se pudo
rescatar de todas las que quiso dar, luego el animal anduvo por el ruedo a su
aire, picotazo en el dos, para ir después a recibirle primer puyazo en su
sitio, trasero y tapándole la salida, sólo se dejó, marchándose suelto. Después
un picotazo y a cambiar. Estaba un pelín complicado, pues por el pitón derecho
ya había apretado a los banderilleros. Banderazos y ayudados con los pies
clavados en la arena, pero ese pitón derecho casi se le lleva por delante.
Después muchos enganchones, sólo se limitaba a acompañar la embestida y a
mantenerse en pie en ese horroroso barrizal, sin mostrar nada más que su toreo
moderno abusando del pico y los estiramientos más un arrimón para animar, pero
no dijo nada de nada. Un bajonazo trasero soltando la muleta descaradamente y a
por el siguiente. Este salió corretón y a los mantazos respondió llevándose por
delante un capote. Dos puyazos traseros echando la cara arriba, aunque al
segundo encuentro se arrancó como si quisiera ser bravo, pero nada más lejos de
la realidad. Sólo había que esperar al último tercio, una perla, por el derecho
se comía al chaval y por el izquierdo le tiraba los pitones al cielo. Se
defendía mucho del tercio hacia adentro, esperando mucho y entrando rebrincado,
cosa que el espada no intentó arreglar en ningún momento. Todo un despropósito,
y allá, cerca del pase mil, tras un desarme, entró a matar con una entera
traserísima.
Curro de la Casa, que nos hizo recordar por unos momentos a
aquel mito con los palos, Morenito de Talavera, y a su hijo, Gabriel de la
Casa, que tantas veces pisó lo que en la novillada era una playa. Pero este
chico nada tiene que ver con aquello y mucho menos su forma de torear. Al que
tenía apariencia de chivito se lo tuvo que quitar de encima como pudo,
pegajosito y con ganas de pasearse, cabeceando mucho en el peto, recibiendo dos
picotazos, dejándose sin más en el segundo de ellos. Se acostaba por el pitón
derecho y por el izquierdo tiraba todas las cornadas que pretendía que fueran
ciertamente a un objeto determinado. Luego en la muleta dejó claro que había
que torearle con distancia, pues él solito se declaró, arrancándose hasta con
alegría a la muleta de Curro de la Casa, para que este sacara su alma de
pegapases y trapazos. Ante esa incomodidad optó por ahogarle la embestida,
tirar de repertorio efectista y acabar con una entera traserísima y un bajonazo
de impresión. En el quinto, todo un toro, continuó en su empeño de secar el
ruedo, dando unas verónicas que le hacían parecer más una veleta en día de
Levante. Por el izquierdo se le empieza a quedar muy cortito, no quiere nada
con los capotes, solo busca los toriles. En el caballo, la primera vez cabeceó
casi histéricamente y en la segunda buscaba el otro lado de la montura. Sólo se
le pudo picar una tercera vez, cuando se le tapó la salida. Se dolió en
banderillas, recortaba que era un primor y ni el riego le calmó. Buscaba y
buscaba y aunque el matador le recogió bien por abajo en los medios, la cosa no
se adivinaba con un futuro prometedor. Voluntad para aguantar los parones y
para retenerlo sin que se fuera al refugio de las tablas, pero no había manera.
Al final se marchó allí irremisiblemente. Entera muy, muy trasera y caída
perdiendo la muleta, entera también
caída y bajonazo del que tardó en caer, pues ya casi nos veíamos viendo salir a
los cabestros.
Sebastián Ritter, colombiano con apellido de ciclista de
otras épocas, no conseguía sujetar a su primero, con aspecto de cabritilla
retozante, pero pegajosita y empeñada en organizar una fiesta campera en el
ruedo, capotazo aquí, allí, en La Coruña, Cádiz o Badajoz. Fue a por el caballo
cuando deambulaba por la puerta de toriles, notó el hierro y del salto casi se
sienta con los de la banda de música. Ya en su sitio, medio empujaba de lado,
queriendo darse la vuelta, se iba, volvía, vamos, todo un derroche de casta y
bravura, pero como todos, esto no era novedad. Quite de Ritter a la verónica
dándole la salida al novillo antes de tiempo. No tuvo nada que ver con el que
hizo por gaoneras en el toro anterior, quedándose muy quieto y aguantando el
ver como le pasaba el de Carmen Segovia muy pegadito a la taleguilla. Se dolió
mucho de los palos y echaba la cara arriba. Pero esto no parecía tener
importancia para el novillero, que se puso a dar trapazos a media altura, sin
correr la mano, lo que trajo como consecuencia un desarme. Naturales
enganchados, muy aburrido y apático, las manoletinas que no falten y una
estocada casi entera, trasera y atravesada. El sexto, un novillo cortito, que
se fue a esperar al personal a la puerta de chiqueros, se frenaba antes de
tomar los engaños y se cruzaba de forma escandalosa y peligrosísima por el
pitón derecho. Iba al bulto directamente, porque lo que pudo parecer una
circunstancia excepcional fue la norma durante toda la lidia. Corneaba el peto
sin rubor y de lado teniendo que taparle la salida para poderle picar. Muy
aquerenciado en tablas, no había quien le sacara de allí. Con la muleta el
Sebastián Ritter optó por meterse entre los pitones, intentando sacar muletazos
sueltos. A parte de la parroquia les entusiasmo, algo que no se puede decir de
otros muchos, que no veían sentido a aquello. Alarde más efectista que eficaz,
pero que no parece que tenga que ver demasiado con torear y poder esa
dificultad que le planteaba el novillo. La duda que me queda es sui la empresa
mandaría volver a regar de nuevo aquel barrizal casi impracticable y que seguro
que influyó en el transcurso de la lidia, especialmente en la confianza de los
toreros, a los que cada zapatilla les debía pesar un quintal, pero mientras que
no se permita torear con aletas, es lo que toca.
2 comentarios:
Si es que en Madrid sois unos cracks. Cuando no os gusta como anda la cosa... a imitar al mismísimo sentimiento culé de poner los arpresores ya hala!, convertimos las Ventas en la viva imagen del Camp Nou. Cuanto daño ha hecho Mourinho en Madrid... Ostias! no sería eso ¿no? y el portugués estaba rondando por allí. Que malos que sois.
Un abrazo.
Marín:
Que no hombre, que no, no seas mal pensado. Es que aunque cayó agua para llenar el mar, la arena de Las Ventas en mayo se seca muy rápido. Que ya sé que no lo parece, pero es puro espejismo, los charcos no existían, era la sensación de la vista, porque estaba seco, seco, seco. ¿Tú crees que se nos va a escapar ese detalle? Mira si se fijan en los detalles, que ayer decían que la de Jandilla estaba toda para atrás y hoy salvan 4, con lo que no se pueden devolver las entradas. Mira que piensas unas cosas, jejejeje.
Un abrazo
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