Los Saltillos, vía Albaserrada de José Escolar no acabaron de convencer, ni mucho menos entusiasmar |
Corrida de José Escolar, sale el toro y todo el mundo habla
de ello. Unos dicen que fue una corrida infumable y otros que es el más alto
grado de expresión de lo que es el toro de lidia. Pues hombre, no es para
tanto. No es la primera vez que se sobredimensiona el encierro de Escolar,
aunque quizá sea más por la comparación con otros hierros, especialmente los
comerciales. Si nos trasladamos años atrás, es fácil que las crónicas dijeran
que la corrida en conjunto fue mala, a excepción del cuarto. Interesante, pero
sin motivos para echar las campanas al vuelo y repito que esto no es la primera
vez que ocurre con esta vacada. Eso sí, lo que no se les puede reprochar es la
presentación, aunque sin ser grandotes, pero si altos, si daban un poco más de
tamaño que los Victorinos que algunos recordaban de los años 80, pero vamos,
que no es eso que dicen los “sabios” de que se les ha sacado de tipo y por eso
no embisten. Ya saben, ese axioma ventajista para arrimar el ascua a las
ganaderías del monoencaste, de normal asardinadas, despitonadas y bobas. Eso
sí, cuando estos se quedan como marmolillos, estos “sabios” guardan un profundo
silencio.
El primero de los Escolares, al que Rafaelillo recibió con
dos largas de rodillas frente al burladero de matadores, empujó fijo en la
primera vara, cumplió sin más, y en la segunda le bastó un picotazo. De cómo le
pusieron en suerte, mejor no hablar, valga el ejemplo de que lo mejor fue al
segundo encuentro, y fue el caballo al toro y no al revés. El animal echaba la
cara arriba y a don Rafael no se le ocurre más que empezar con muletazos por
alto. Bueno, son formas de ver las cosas. Peligroso y a veces con un molesto
calamocheo, que dificultaba bastante la labor al matador, que pegaba
banderazos, sin poder hacer más. No fue ni faena de aliño. Rafaelillo realmente
no sabía por donde echarle mano y puede que lo que aquello necesitaba era un
serio macheteo por bajo para quitarle toda la tontería y poder entrar a matar
con un poco más de comodidad, que más bien era escasa. Acabó con una estocada
entera que hizo guardia, para desdoro del espada.
El segundo ya escarbaba de salida y fue recibido a la
verónica por Fernando Robleño, por abajo y ganándole terreno, hasta rematar con
una media también rodilla en tierra. Como su hermano, se limitó a cumplir en el
primer puyazo, con fijeza, se enceló en el caballo, para en el siguiente
recibir un picotazo escaso. Quite por chicuelitas apartándose de Alberto
Aguilar y poco más. Bien el inicio de faena con doblones por ambos pitones, no
demasiado templados, para luego probar por uno y otro lado, con colada por el
izquierdo. Robleño no se confió en ningún momento, lo que es más que
comprensible, pero tampoco mandó en las embestidas, siempre recolocándose a
cada pase y a pesar de que cuando le alargaba el viaje el toro seguía la tela,
no acabó de entregarse, dando la impresión de que era el toro el que se aburría
de la poca pelea que se le presentaba. Estocada rinconera tras un aviso antes
de entrar a matar, y un tremendo susto cuando casi se ve arrollado por el de
Escolar.
El madrileño Alberto Aguilar se encontró con una maquina de
pegar tornillazos. Cumplió en la primera vara y en la segunda, puesto un poco
de lejos, se arrancó con alegría para llevarse un pellizco de monja en el
morrillo. Puso en un compromiso a los de los palos, lo que obligó a Rafael
González a tirar de oficio para dejar un buen par. En el último tercio, el toro
tenía mucho que torear, pero mucho, entrando con la cara alta, sin entregarse.
Había que mandarle mucho y aunque Aguilar empezó bien echándole la muleta
abajo, no acababa de imponer su autoridad. El toro seguía con el vicio de no
meter el hocico en el trapo, y al final optó por meterse entre los pitones y en
un arrebato embarullado fue cuando más entusiasmó al respetable, encimista, con
pases de uno en uno, yo diría que hasta algo vulgar.
Y salió el cuarto, el toro que podría haber sido el de la
reconciliación de Rafaelillo con esta plaza y con todas las plazas, pero al
final fue el que descubrió sus carencias, estableció sus límites y corroboró
que se encuentra más a gusto entre los pitones de los malos, que delante de los
buenos. La bienvenida ya fue un baile con el capote. La primera vara pilló
descolocado al picador, en la segunda se arrancó con alegría, empujó, aunque al
final soltara alguna cornada al peto. Una tercera acudiendo con la misma
alegría, en la que colaboró Esquivel, el montado, que toreó y se gustó con la
montura. Entre el entusiasmo, luego el público hizo descubrirse a José Mora por
una par a sobaquillo, es lo que tiene esto de la fiesta. Como si se tratara de
un Barrabás, Rafaelillo empezó con un toreo ratonero, medio agachado, con
trapazos eléctricos, sin colocación, hasta encimista, tratando de ahogar la
embestida del Escolar, que seguía las telas hasta la luna. Y hasta allí se le
fue al murciano, que seguro que se estará lamentando de haber desperdiciado
esta oportunidad. El año que viene volverá y puede que incluso esté aún peor,
porque esa es su línea de los últimos tiempos y lo mismo le sale uno malo de
verdad que le haga recordar a este de don José, que era para haber hecho mucho
más que trapacearle.
El quinto volvía a la tónica general de la corrida, con este
no cabía posibilidad de componer ni una ráfaga para el telediario. Mal picado,
con el de arriba barrenando sin piedad, se dolió en banderillas, y tras una
colección de pases a la carrera por parte de Fernando Robleño, acelerados, de
uno en uno, recolocándose constantemente, cuando se quiso parar un poco se
llevó un susto. Luego ya se le venía por el pitón izquierdo y no tuvo otra
opción que quitárselo de en medio. Sólo quedaba tiempo para el sexto, un
corretón que no era capaz de fijar en las telas Alberto Aguilar, con una mala
lidia. En el caballo empujó muy fijo en el primer encuentro, para tardear y
escarbar en el segundo, en el que acabaron metiéndolo debajo del peto. Por esas
cosas extrañas de la vida, no se entiende el desorden tan monumental que de
repente se formó en el ruedo. La faena de muleta fue casi un abanicar constante
al toro, con carreritas para recuperar el sitio a cada pase. Llegó una serie
estimable por la derecha, pero después el toro sólo estaba a gusto en los
terrenos de toriles. Y aquí se acabó la expectación que despertaron los de José
Escolar. Fue una corrida interesante, porque este toro lo tiene, pero quitando
el cuarto, los demás no respondieron a lo esperado. Bien es verdad que fueron
muy mal lidiados, haciéndole las cosas con poco mimo, a veces justo al revés de
lo que se exigía. Pero tampoco es que hubiera demasiada materia prima como para
esculpir una obra de arte. Eso sí, si nos ponemos a comparar, creo que la
elección está clara, aunque estos dejaron claro que “No era día para componer”.
7 comentarios:
Vaya Enrique, veo que no soy el unico que piensa que Alberto Aguilar no estuvo tan bien como otros pintan. Dio algun muletazo suelto estimable, pero le falto dar mas de dos seguidos. Tus cronicas me dejan muy tranquulo, te lo agradezco. Un abrazo
No se puede describir mejor una crónica, ni más acertadamente.
Sensacional de nuevo Enrique.Un fuerte abrazo fenómeno.
Creo que fue una corrida con muchos matices Enrique. Hubo toros que me gustaron, sin ser el paradigma del toro bravo, pero me gustaron. Creo que a Alberto Aguilar le faltó que su lote le pusiera algo mas de aliciente, y a Robleño le faltó quedarse en el sitio, tirar la moneda al aire y ligar mas de tres seguidos, sobre todo en su primero. Y no me puedo olvidar de la brega y los pares de José Mora.
Pero bueno, algo es algo, y por lo menos se vieron toros que no son las bobas chochas que estamos acostumbrados a ver. No nos podemos quejar mucho que ya llegaran las figuras ya...
Un abrazo.
Luis:
Fíate de ti mismo, que tienes criterio suficiente y yo igual empiezo a chochear cualquier día de estos, si no he empezado ya.
Un abrazo
Javier:
Muchas gracias por los ánimos.
Un abrazo
Marín:
Si nos ponemos a juzgar la corrida, ésta no fue buena, pero es mucho más atractiva esta, que las de las monas bobas. De eso no cabe duda. Porque aunque el toro sea malo, si hay toro, el aburrimiento sale espantado.
Un abrazo
Pues creo que Aguilar estuvo enorme,echandole los vuelos y de uno en uno al principio de faena, para despues apretarle mas, casi siempre echando la pata palante...mucho merito sabiendo el toro que tenia, que no es el tipico carreton de las figuras. Solo le sobro la ultima tanda. Sin embargo, creo que fuiste muy complaciente con la actuación de Urdiales con la de Pereda...(y que conste que a mi me encanta pero cuando torea como en Bilabao esos 2 años seguidos a los Victorinos)
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