miércoles, 3 de septiembre de 2014

El Fandi y Cía, abusos y payasadas

Puede que el Fandi no haya clavado nunca en la cara, pero con tanta carrera a toda mecha, parece complicado


Los hay que tienen eso del divertimento tan arraigado, que piensan que cualquier ocurrencia es divertida. Se deben creer graciosos, pero maldita gracia que tienen estos individuos. Seguro que son muy majos, muy simpáticos, ideales para irse de cañas con ellos o para contratarlos para que animen los cumpleaños de los niños del barrio. Igual ni se tienen que poner la nariz roja, son tan jocosos ellos, que ya vienen con la porra colorada de casa. Lo que nos hemos divertido con la foto de El Fandi sentado encima de un torillo moribundo; la juerga padre, me acuerdo y no paro de carcajearme. ¡Qué chico! Si es que tiene una chispa que no se le puede aguantar. Pero los que deben estar riéndose de verdad, aparte de la familia del granadino y esos fieles que todo se lo jalean, son los antitaurinos. Basta una instantánea para dinamitar el principal argumento de los aficionados para rebatir los furibundos ataques de los que quieren acabar con esto, el respeto al toro. Pero bueno, todo sea por este rato tan bueno que don David, el señor Fandila, nos ha hecho pasar.

Pero tampoco le demos todo el mérito de la juerga taurina al “espectacular” artista granadino, no sería justo. Sí es verdad que él es un habitual del cachondeo táurico, porque sus carreras en banderillas, sus trapazos con las telas y ese no saber de qué va esto y de los ritos del Toreo, es algo que pone en práctica allá dónde va. Pero ha habido otros muchos. Recuerdo aquella foto, creo que de Cayetano Rivera, haciendo un torero desplante a un toro mojicón desmoronado a sus pies, y si no era él, era su hermano, Paquirri, antes Fran Rivera. Dos toreros que se supone que bebieron de las fuentes de la pureza del Toreo y del respeto al toro, pero que también tuvieron sus devaneos con el divertimento taurino. Y qué decir de don Jesús Janeiro, anunciado como Jesulín de Ubrique, que lo mismo se subía a un torillo, que se bajaba los pantalones en la tele, que se encerraba con miles de señoras y señoritas para que le agasajaran con sus prendas íntimas cuando se paseaba en triunfo. ¿Y recuerdan aquella imagen de los fenómenos de las sucesivas “Ges”, haciendo un desplante colectivo a un novillo exhausto en un festival? Y si nos vamos más atrás en el tiempo, no podemos olvidar a aquel torero de Córdoba al que ahora tratan algunos de maestro, como si no contara el daño que hizo a la Fiesta, aquellos números ante perritoros más apropiados para el Price que para una corrida de toros. Pero como dicen que llenaba las plazas, pues nada, adelante con los faroles y si hace falta, se le pone una placa en las Ventas. Todo por la diversión. ¡Aaah! Se me olvidaba aquel día del cante grande con el toro chico en corrida televisada desde la plaza de Mérida. Hasta el comentarista jaleó en directo semejante ocurrencia del señor Talavante.

Pero que nadie se pase una “miaja”, porque enseguida te reprocharán la falta de respeto al que se está jugando la vida. Porque parece también que solo son censurables las payadas, las salidas de tono, y pido perdón a los payasos por compararles con esta banda, pero entiendan que esta expresión será fácilmente comprensible por todo el mundo. Como decía, no solo es cuestión de estas bromas pesadas, porque parecida categoría de falta de respeto es ponerse delante de unos mojicones desmochados y al extremo elegidos por los veedores de turno; el birlar al espectador dos tercios del espectáculo porque a ellos se les pone en el moño; el vetar lo mismo a ganaderías que a compañeros, por la misma razón que en el caso anterior; que deciden en el apartado que no torean el ganado anunciado, que hacen del fraude costumbre, con una única preocupación: las perras. Y si no hay perras, se pillan una... pataleta.


¡Ay! Fandi, la que has liado, con lo a gustito que estaban los “genómenos” en su tour recaudatorio del verano de 2014 y vas tú y confundes un torillo con un canapé del Museo Romántico de Madrid tapizado en piel de toro, con remaches de chabacanería. Es ver estas cosas y uno no puede dejar de acordarse de los de las espadas de mentira de fibra de carbono, de las trampas para matar tapándole la cara al animal y echando a correr para un lado, de los retorcimientos para que el animalejo pase a veinte palmos del de luces y otras triquiñuelas más que no dudan en alabar los que todo lo aplauden, hasta lo del Fandi. Y todo esto bajo la honrosa coartada del progreso, la evolución, la modernidad y el dar al pueblo lo que quiere, porque ya se sabe, los del pueblo somos burdos, zafios y ciegos y no estamos preparados para nada que haya que poner un poquito de conocimiento y sensatez. ¡Ay, maldita sociedad! Ese mismo pueblo con el que nació el rito de la muerte del toro, de la gallardía del torero y la grandeza de la Fiesta de los Toros. Se creen que la sociedad, el pueblo al que ellos tratan como una colección de necios solo está preparado para tragarse sin rechistar una interminable sarta de abusos y payasadas.

15 comentarios:

Luciano dijo...

Me encanta el artículo, por tanta verdad políticamente incorrecta. La verdad duele, la verdad ofende al que practica la mentira. Muchas cosas en España son mentiras, engaños, especulación. Pero el malo, el políticamente incorrecto, es el que las señala, no el que las practica.

fabad dijo...

Fue Cayetano. Y hay quien se sorprende cuando digo que ya no soy aficionado a los Toros, aunque los siga sufriendo...
En el último Curso de Toros que impartimos en la Universidad de Granada, me despedí diciendo que sentía mucho que hubieran aprendido algo en l Curso pues a partir de ese momento en vez de divertirse en los toros sufrirían...

MARIN dijo...

Es como una patada en los mismísimos cojones Enrique. Creo que lo he dicho bien ¿no?, pues que me perdonen por la expresión, pero si no lo digo reviento.
Si te tengo que ser sincero, he aprendido incluso a reirme de las triquiñuelas de retrasar la pierna de salida, de matar de aquella manera, de los retorcimientos...me rio de esas cosas la verdad, e incluso se me escapa una sonrisilla cuando veo a la plebe partirse las manos aplaudiendo. Pero con la falta de respeto al toro ni puedo ni estoy estoy dispuesto a pasar por ahí.

¿Y el ganadero? ¿Que debe pensar ese ganadero cuando eche cuentas de lo que le ha costado criar ese toro durante cuatro años para que un bufón de este tipo se siente luego en el lomo? y no hablo de lo económico. En fin Enrique, que prefiero no seguir largando que me caliento con este tema.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Que partida de iincomprensivos, el muchacho o llamemoslo aprendiz de payaso estaba muy cansado era el segundo de su lote y seguro que llevaría mas de 40 kilómetros en el pellejo ,entre carreras y carreras en banderillas el no quedarse quieto ni con capote y muleta el payasete estaria reventado y como ademas de mal torero es cefaloplano aprovecho que el moribundo torillo se callo aprovecho para sentarse y cojer un poco de aire ,puesto que en todos los trabajos se ffuma pero siempre hay quien critique como ustedes. Pobre Fandila ,dicen en mi pueblo que ningún tonto se tira piedras sobre su tejado, pues este es tan TOOOOOOOOOOONTO que tiro sobre el todas las canteras de Cadalso TOOOOOOOOOOONTO.

El Secreto de la Bravura dijo...

Enrique, veo esto y pienso en lo que conocí y en lo que me han contado y se parece en muy muy poco. El otro día hablando con un vaquero antiguo, ya jubilado, que tuvo mi abuelo, me dijo unas palabras que hicieron que me sintiera el chaval más orgulloso del mundo taurino, me dijo: "Tu abuelo era muy bruto y tenía dos cojones. Miles de veces lo vi cabrearse en un embarque y decir que eso era lo que había, que si querían bien y sino echaba los toros al campo y ya vendría otros a comprarselos" Eso, Enrique, aunque parezca un simple detalle para mí es muy importante, porque quiere decir que mi abuelo respetaba al Toro.

Otro buena anécdota es una de D.Álvaro Domecq y Diez. Me la contó un vaquero de Los Alburejos. Dicen que ya estaba algo mayor y llego tarde a un embarque. Se embarcaban un par de novillos y un eral para un chaval sin picadores. El padre del chaval estaba insistiendo en que lo arreglasen un poco y los allí presenten, siendo un eral para sin picadores, cedieron y lo arreglaron. Cuando el ganadero llegó y lo vio arreglado mandó al eral al campo y los vaqueros tuvieron que ir a por otro a la piara, porque decía D. Álvaro que de su casa no salía un animal afeitado ¡Y era un eral! Si ese señor viese el esperpento en el que hemos convertido esto, si viese las corridas afeitadas en plazas importantes, creo que haría como hizo mi abuelo hace tiempo, dejaría de ver toros para siempre.

Perdón por la parrafada Enrique pero creo que son dos buenos ejemplos para que se entienda en la decadencia en que hemos entrado. A mí me gustaba más la otra Fiesta, aquella del respeto al Toro, de los toreros de verdad y el público entendido. Esto es una M... una caricatura de aquello que fue la Fiesta de los Toros.

Un abrazo amigo Enrique y de nuevo perdón por la parrafada, pero hay veces que no puedo evitar cabrearme.

Enrique Martín dijo...

Luciano:
Muchas gracias por esas palabras que hacen que uno sienta una gran satisfacción de ser malo. Coincido en todo con usted y solo espero que en todo, la verdad y la justicia se impongan a tanta mentira.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Fabad:
Sufrimos, pero, ¿recuerdas como nos poníamos el día que veíamos torear a un toro? No hay nada igual
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
El éxito de El Fandi ha sido universal, ha aparecido en todas partes.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Lo has dicho perfectamente. quizá no haya una expresión más gráfica que esta. Estoy contigo en que lo que sea, menos faltar al respeto al toro. Al toro no se le toca y si se hace, además de con ese respeto de que hablamos, después de haberle dominado de verdad y de haber podido; y a un toro, no a un mojicón con cuernos. Qué lástima. ¿Quién le ha enseñado a este señor lo que es el Toreo? ¿Quién ha sido su maestro? Igual está muy feliz, pero era para que se echara a llorar, ¿Eso es lo que le transmitió a su pupilo?
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Ya sabe, es que somos los que no nos hemos puesto nunca, los que no respetamos. Pero cuidado, que el hombre estará más feliz que una perdiz con semejante hazaña. Lo que usted dice, se ha autolapidado.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Alberto:
Estás en tu casa. Son dos ejemplos magníficos, son esas cosas que no venían en los libros, pero que todo el mundo sabía y no se planteaba otra posibilidad. Y en ese mismo respeto, al toro se le exigía, claro que sí. Era otro mundo, eran cosas de otro planeta. Pero unos aprovechados decidieron empezar a levantar la mano y ya se sabe, si levantas la mano, cogida segura; y a nosotros la vulgaridad, el adocenamiento y la estupidez nos han pegado un cornalón de caballo.
Un abrazo y vengan más parrafadas.

I. J. del Pino dijo...

Don Enrique: Milagro! no disiento de vd. ni en una sola coma (,).
Por aquí hace poco hemos vivido algún bochorno que otro con ese hombre que se viste de luces y que se hace llamar "El Cordobés".
Así está esto y así seguimos, cargando de razones a los que nos quieren borrar del mapa.
Un saludo.

Xavier González Fisher dijo...

Don Enrique: La verdad es que Usted, los que aquí han comentado y el menda nos hemos quedado viendo el retrovisor. Hoy lo que se ofrece en las plazas de toros es un mero espectáculo, que entre "más espectacular" sea, más atraerá a aquellos catecúmenos que buscan la manera de beberse un chupito al aire libre luciendo, como dice don Antonio Burgos, su chaqueta de Scalpers y su clavel en la solapa.

Quienes pretendemos ver lidiar un toro cada día somos menos y tendemos a ser más antediluvianos, así que es lógico, creo, que se nos vea como bichos raros "que no sabemos de lo que hablamos" y nos horrorizamos cuando el "deluces" de turno toma por el sillón del salón de su casa al cornúpeta que se echó ya moribundo.

En fin, que le agradezco que mantenga abierta esta ágora en la que se nos recuerda el deber ser de la fiesta - que no espectáculo - y le insto a que siga adelante con las enseñanzas que nos deja.

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Ya sabes que coincidimos en mucho más delo que podemos imaginar. Basta ver un número como este y ya estamos en el mismo lado.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Algo habremos tomado que nos trastornó el caletre. Igual fueron aquellas sobredosis de Toro y Toreo de verdad, aunque nunca pensé que pudiera tener efectos secundarios.
Muchas gracias por estos ánimos y por esa benevolencia con este hueco en el que desembocan esas ideas tan extrañas que servidor tiene de lo que es el Toreo.
Un abrazo