martes, 23 de mayo de 2017

Ahora me duele, ahora no me duele


A veces algo tan simple como un galleo, nos hace creer que es el preludio de algo grande, pero luego llega la realidad y...

Resulta frecuente el ver en el fútbol como algunos jugadores se tiran despavoridos en el área cuándo notan un leve roce aunque sea en la sombra, o los que se desvanecen al aproximarse un contrario, o sin tan siquiera acercarse, mostrando un dolor tan insufrible, que más que llamar al masajista, dan ganas de prepararle un viático, pero es ver cómo el señor colegiado le muestra la tarjeta al contrario o escuchar el pitido señalando un penalti, que se nos van todos los males del tirón. ¿Tendrá un pitido tanto poder terapéutico? Estaría bien que lo estudiaran en la Universidad Smiths and Smiths de Conneticut; y ya puestos, que incluyan en el programa si una vuelta al ruedo o el tener que correr delante de un novillo encierran los mismos poderes curativos. Entre todos hacemos una colecta y mandamos al novillero Jesús Enrique Colombo, a que los galenos estudien su poder de recuperación tan asombroso, que lo mismo cojea arrastrando la pierna, que se endereza como un pimpollo y pretende enhebrar dos vueltas al ruedo de una tacada. A ver si va a ser su preparación física adquirida en pegarse paseos por su cuenta por esas plazas de Dios. Que como comentaba Julio, un eterno compañero de localidad, esto es muy serio para montar ese teatro, que aquí pasan cosas muy duras para andar jugando con de esa forma tan infantil.

Eran los novillos del Montecillo, que sin ser la estampa del toro Diano, con dedo y medio más de pitones, podrían haber colado en alguna corrida que otra de las que llevamos de feria. Mansos en el caballo, cabeceando en exceso y haciendo sonar el estribo el primero, que no quería peto ni aunque fuera de lunares; al segundo le dieron más que a algunas corridas completas, empujando con la cara alta, mientras le tapaban la salida; El tercero, venga a tirar derrotes mientras también le tapaban la salida, para después tirar una cornada y repucharse sin sonrojo; el cuarto acudió con cierto ímpetu, pero el palo le descubrió, cuándo se lo quería quitar de encima; al quinto se le picó muy mal, poniéndolo debajo del peto, lo mismo en la paletilla, que en el carnet del videoclub; y al sexto, que no quería caballo ni convenciéndolo, le picaron mientras pegaba un arreón tras otro.

Abría plaza el venezolano Jesús Enrique Colombo, que se presentaba en Madrid, y que casi le vale la puesta en escena que tan bien le debe funcionar por otras latitudes. Torero banderillero, que no está mal y que al menos no parea tan a toro pasado como suele ser habitual entre los colegas de su gremio de matadores banderilleros. Muy acelerado, que lo mismo se liaba a pegar derechazos, que se cambiaba el trapo de mano y acababa por naturales, siguiendo con un repertorio muy a la moda, un toreo fashion que concluyó con muletazos de uno en uno y arremetío entre los pitones. A su segundo lo recibió hincando la rodilla en la arena, a un toro que ya se empezaba a parar. No esperen que les cuente que llevó la lidia, que puso el toro al caballo, ni cosas de esas, ¿no les he dicho que es un torero moderno? Pues eso, ¿entonces pa’ qué preguntan? Si es que le hacen a uno sacar lo peor de dentro. Más banderillas e igual que en su primero, solo dejó cinco palos, sin preocuparse del sexto, que si es necesario, lo tira a la arena con una soltura, como si lo estuviera haciendo toda la vida. En la muleta ese cuarto era una guinda, iba y venía en busca de la muleta, atravesadilla, que le mostraba Colombo. A la segunda tanda ya metió el pico sin disimulos, muy acelerado, sin templar jamás y con trampas que no debería emplear a estas alturas, pero ya se sabe, estos no quieren ser toreros, quieren ser recolectores de viveros de garrapatas. Fue aprovechando los viajes, hasta que el del Montecillo dijo basta. Encimista, ventajista, con las bernadinas que no podían faltar, para rematar de una estocada traserísima, trompicado, algún muy lógico si en lugar de hacer la cruz haces el carnero, saliendo muy dolorido del percance, pero fue doblar el toro y curarse, la cojera desapareció de repente. Petición a cargo de los impactados espectadores que vivieron como propia esa “tragedia”, de la que no quedaba ni rastro en la vuelta al ruedo que se pegó a pesar de los pitos y que si no le paran, estaba decidido a darse otra más o las que fueran. Vaya con el mozo.

Se esperaba a Pablo Aguado, pues los hubo a los que les dio buena impresión en anteriores comparecencias. Anodino con el capote, con la muleta, tras un inicio por ambos pitones, fue avisado por el pitón derecho. Se sacó al novillo de su querencia, para continuar desganado, con mucho pico, sin pararse, enganchones, carreritas y un bajonazo que en algunos países se castiga con galeras. Parecía que en el quinto se iba a desquitar, con un airoso galleo para poner el toro al caballo, lo que al menos parecía una declaración de intenciones, unas chicuelitas apretadas y al querer comenzar la faena de muleta por ayudados por alto, el toro le trompicó primero y se le coló después, para ir perdiéndose en pases sin fundamento, que era lo que precisamente exigía ese quinto, toreo con fundamente, de mando, con poder, sin permitir lo que permitió, que poco a poco fuera el animal el que se fuera haciendo el amo. Serie de frente, pero ya estaba todo hecho o mejor dicho, nada estaba hecho y no daba tiempo a más, porque ese picantito acabó abrasando el paladar de Pablo Aguado.

Y acabábamos con Rafael Serna, que definitivamente, no compareció. Desarmes y enganchones para recibir a su primero, multitud de capotazos, con la muleta lo primero que tuvo que hacer es sacar al novillo de los terrenos de toriles, para después de un trasteo insulso, acabar allí mismo, dónde el del Montecillo quería. El sexto ya salió pegando arreones y así continuó durante toda la lidia, para además hasta cruzarse con peligro por el derecho; trapazos con el palito agrandando el engaño, más muletazos andando por la cara, para acabar de un ilustre bajonazo. Que no sé si servirá de consuelo, pero es que este es el panorama de la novillería en este momento, parece que ves uno y has visto todos y no sé si es por falta de personalidad o porque todos tienen el ansia de parecerse a todos. Eso sí, dice mucho de ellos el que no haya demasiados que pretendan hacer de esto una comedia y como si fueran futbolistas tramposos que quieren engañar al árbitro, lo que tanto les duele se cura con un penalti, una oreja, una tarjeta amarilla o con que doble un novillo. No parece muy serio, ni respetuoso ese juego del  ahora me duele, ahora no me duele.

Enlace programa Tendido de Sol del 21 de mayo de 2017:
https://www.ivoox.com/tendido-21-mayo-2017-audios-mp3_rf_18812487_1.html?var=web376&utm_expid=113438436-40.gUPDUg6WTJSAl0nGhGrIGA.1&utm_referrer=https%3A%2F%2Fwww.ivoox.com%2Fpodcast-tendido-sol_sq_f1254883_1.html


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