domingo, 14 de mayo de 2017

Piénsense mucho las cosas antes de exigir respeto

Quizás la línea que separa el arte del toreo de los matarifes es el cómo se sacrifica al toro. No todo vale para quitarse del medio al toro, que merece el máximo respeto, especialmente dentro de una plaza de toros



Una cantinela repetida una y otra vez, hasta casi llegar a ofender, es eso del respeto a los toreros, a los que se visten de luces, a los que se ponen, como dicen ellos, a los criadores de animales, al que organiza los festejos, al que corta las entradas, al que te acomoda, al que vende los refrescos, a los jóvenes que te dan el programa, a los monosabios, a los mulilleros, al que peina canas, al que las lleva alborotadas, a todo quisque, lo cual está muy bien, pero, ¿quién respeta al toro? ¿Quién respeta a la Fiesta? ¿Qué afición pueden tener los que permiten que se apiole a un toro desde dentro del burladero, porque el matador no ha sido capaz? ¿Qué dignidad se le da al toro? ¿No merecía otro trato el toro del Pilar, el quinto, que debía volver a los corrales tras haber escuchado su matador los tres avisos? Pero no se sabe por qué, ni con qué fundamento, apareció el señor puntillero de la plaza y despenó al que no pudo quitarse del medio David Mora. Con una rapidez asombrosa y a partir de ahí brotaron todo tipo de conjeturas. Se decía que había recibido permiso por la autoridad; el presidente, que es la máxima autoridad en la plaza, lo niega de todo punto y refuerza su postura afirmando que el puntillero será propuesto para ser sancionado. Pero ni el delegado del callejón, ni los señores alguacilillos, que también son autoridad aunque últimamente no lo parezca, lo evitaron. Hasta algún compañero de grada buscaba una explicación que no parece descabellada y es que el señor Casas, don Simón, igual no quería que hubiera foto de los cabestros llevándose el toro de su poderdante. Ya digo que todo son conjeturas, pero lo que está claro es que esto se nos va por el desagüe, lo importante es acabar con el toro de la manera quesea, da igual cómo, cuando precisamente ese cómo es la línea que separa el arte de la tauromaquia de la actividad del matarife. Pero los públicos, la afición, los modos y las formas de pensar han cambiado tanto. Tanto que algunos no logramos identificarlo con lo que nuestros mayores nos enseñaron. Quizá tendríamos que echarle una pensadita a todo esto. Qué cosas, una tarde de toros y nos enganchamos con un acto infame y cobarde, del que habría que pensar si realmente el puntillero de la plaza, don Ángel Zaragoza es el culpable o simplemente fue el brazo ejecutor de una orden mal dada, que encima le hará pagar a él las consecuencias.

Seis mamotretos, seis del Pilar, que si llevaban entre poco y nada dentro, alguno quizá hasta menos que nada, fueron manejados torpemente por unas cuadrillas que por lo desarrollado en el ruedo, a eso de la lidia parecería que respondieran que encantados de conocerla si es guapa y buena moza, porque de someter a los toros, nada de nada. El primero, picado trasero, mostró fijeza en el caballo y si empujaba algo era para afuera, buscando tener franco el camino de la huída. Vistoso quite de Urdiales a la verónica, que aprovechando esa veta de inspiración llevó al animal con lucidos delantales a un segundo encuentro con el de aúpa. El toro parecía que podía tener al menos tres tandas medio apañaditas, pero los torpes y abundantes capotazos de El Víctor, incluido un porrazo contara las tablas, echaron a perder cualquier asomo de algo que nos alegrara el cuerpo. Dos primeras tandas aseaditas del riojano, pero escondiendo la pierna de salida. Templado, pero esperando a que el toro lo hiciera todo y eso era mucho esperar. Y sin haber llegado a nada, la cosa fue aún a menos. Al cuarto no hubo quién le fijara a los capotes. Poco se le castigo en el caballo, del que se iba con un desdén desesperante. Incierto, a veces cruzándose peligrosamente, cuando no se despanzurraba por la arena.

David Mora hace tiempo que parece no estar y los aficionados se alegran mucho de su recuperación de aquel percance en esta misma plaza, pero cuando no se puede, no se puede y él, no puede. Si ya antes tenía muchas deficiencias para dominar a los toros, lo de ahora ya es más que preocupante. Su primero salió buscando la huída constantemente, pero sus pocas energías le impidieron saltar la barrera. En medio de un desbarajuste monumental en el ruedo, el animal, al que le picaron traserísimo, no paró de derrotar al notar el palo. Se le picó poco y mal, lo que le hizo quedar con muchos pies para el segundo tercio. Iba como un tren, destemplado y con brusquedad, lo que complicaba el parearlo y más desde lejos como lo intentó Ángel Otero. La cosa no era fácil y tenía su mérito dejar los dos palos en lo negro y otero los dejó, provocando el entusiasmo generalizado, a pesar de clavar en mitad del lomo el primero y en la paletilla el segundo. Ya digo que no le quiero quitar méritos, pero dónde se clava también tiene su importancia, ¿no? En el último tercio David Mora quiso limitarse a dar muletazos y más muletazos, mientras el del Pilar se quería ir y poco a poco iba llevando al matador a su querencia. Luego en el quinto, al que recibió con verónicas arrebatadas, no le logró sujetar en ningún momento, él solito fue al caballo, total, para qué llevarle la contraria. Luego vino una faena con el matador encogido y con un pie listo para dar el respingo, con muchas carreras y cazando muletazos allí dónde pillara toro. Luego vino lo del pinchazo y media caída, para directamente olvidarse de aquella máxima de los toros se matan con la espada y tomar el verduguillo para liarse a soltar puntadas, estuviera el toro descubierto o no, ya atinaría, pero no atino, sonaron uno, dos y tres avisos y cuándo ya estaban desesperezando a los cabestros, pasó lo que pasó y que no vamos a repetir. No es necesario.

A José Garrido un día le pusieron el sello de artista y ahí fue nuestra perdición. Él que se pretende muy pinturero, a veces podría pensar un poco más lidiar y menos en ponerse pinturero. Porque eso puede hasta ir en contra de la lógica del toreo. A su primero le recibió como pudo, intentando hacerse con el del Pilar que se revolvía como una lagartija, echando las manos por delante, No pone a los toros en suerte, los abandona y en lugar de ir el toro al caballo, es el caballo el que tiene que ir al toro. Ya saben, eso de acercar la silla al piano o el piano a la silla. El animal parecía en el primer puyazo que iba hasta a empujar con fijeza, pero después ya empezó a tirar cornadas, no fuera a ser que alguien se hubiera hecho ilusiones. Luego pases al aire, con el pico, recolocándose y si por allí está el toro bien y si no, también. Y para quitárselo del medio, ¿qué hay que no arregle un bajonazo? Al sexto lo recibió por delantales, que es una forma como otra cualquiera de pretender fijar a un toro, rematados con media de rodillas. Luego se pasa el trance de la lidia de la mejor manera posible, sin preocuparse si se está mal colocado o peor y a tomar la muleta, que es lo fetén y lo que interesa en estos casos. Que si al menos hiciera un toreo arrebatador, con duende y pellizco, pero lo del pico, escupir al toro y esas cosas de la modernidad no calan todos los días. Y si además todo esto pasa después del indignante espectáculo después de los tres avisos, pues que igual algunos no tienen el cuerpo para cucamonas y aún tienen en la cabeza la imagen traidora apuntillando a un toro desde el burladero. Eso sí, aquí todo el mundo se pone digno y sin pensar que ciertos actos pueden ser carnaza para aquellos a los que no hay que darles ni agua, que se ocupan de tergiversar sin pudor la Fiesta de los toros para echarla abajo. Y nosotros se lo ponemos en bandeja. Eso sí no nos pongamos demasiado duros, no se nos vayan a ofender los taurinos. Pero ya les digo, otra vez que se sientan tan ofendidos ante las críticas, por favor, piénsense mucho las cosas antes de exigir respeto.


6 comentarios:

Héctor dijo...

El año pasado puerta grande, este año tres avisos. La culpa es "nuestra" por no saber distinguir entre un toro bueno y un torero malo, que el mérito siempre es para los mismos, pero la culpa siempre es del toro.

Por lo menos ha hecho que se vea la realidad de este "torero de puerta grande"

Antonio Fernández Box dijo...

Enrique, lo de ayer le da alas a los anti taurinos, Yo sentí verdadera vergüenza del trato dado a ese animal, pero es que lo verdaderamente sangrante es el el no haber entrado a matar por segunda vez si vio que el toro estaba crudo para descabellar, aunque fuese sido de forma infame, pero no dando lugar al bochornoso espectáculo vivido. Para pedir respeto, primero hay que respetar, como bien dices en tu entrada.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

De nuevo otra bueyada en la "feria del siglo". En esta ocasión hubo ciertos detalles que polemizaron la corrida de El Pilar, lo que hizo que no fuese tan aburrida como la anterior.

Totalmente de acuerdo contigo en el respeto al toro, ese toro mereció irse por donde vino. Sólo tiene justificación apuntillarlo en la plaza si no fuese posible que los pupilos de Florito consiguieran su cometido. Ni eso les dejaron hacer a los pobres.

Urdiales en una más del "apunta y no dispara". El primero le ofreció un apéndice que no supo extraer. Por lo demás, ciertas pinceladas sueltas con capote y muleta pero sin cuajar. David Mora creo que no está, ni física, ni mentalmente. Ya se le vio el intento de abreviar con el quinto pero, al ver que ofrecía alguna embestida franca, se decidió a no pasaportarlo e intentar infructuosamente algo con él. Garrido es cierto que no llega a los tendidos pero quiero destacar que siempre ofrece las femorales y carga la suerte en los lances. Y esto lo destaco porque casi ninguno lo hace, lo que debiera ser la tónica general se ha convertido en la excepción ya que la gente no lo valora. Prima la estética, los muletazos largos con la pierna retrasada y la ligazón. La pureza en las formas ha quedado en desprestigio.

Cabe destacar, y me congratulo de ser su amigo, a Ángel Otero por los fenomenales pares de poder a poder dando todas las ventajas al toro. Ya sé que no cuadró a la perfección y tal, pero fueron pares muy meritorios y francamente, no veo a otro subalterno ejecutando esos pares tal como lo hizo ayer Ángel dada la dificultad que presentaba la situación.

Como nota negativa, la horrenda manera de cargarse al toro por el picador de José Garrido en el tercero de la tarde. Veo con buenos ojos una sanción si es que llega a producirse. Creo que la afición debe cargar más contra los matadores cuando se producen este tipo de situaciones, no sólo es culpable el picador sino quien le ordena y paga. Desde luego que los hay malos, muy malos, pero siempre obedecen la orden del matador, el cuál se va de rositas ya que es el picador quien se lleva todas las broncas del público. Ya está bien de tapar la salida a los toros, no digo que en algún caso no esté justificado, pero no por costumbre.

Un abrazo
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

Héctor:
Es que ya se sabe, de aquellos polvos... Y por otro lado, ahora se exige que el toro salga sabiendo embestir y no que sea el torero el que le muestre el camino. Un mundo al revés que tiene difícil sustento.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Ayer más que nunca tuvo justificación eso que algunos gritamos de que se mata con la espada. Que hace unos días Urdiales le propinó un bajonazo a un toro gazapón y no se le protestó, porque fue una situación excepcional y había que tirar de recursos. Lo que sea, menos esa desgana y después ese querer tapar las vergüenzas, pero tiraron de la manta para taparse la cara y se dejaron los pies al aire.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

J.Carlos:
Lo de la feria del siglo al final le va a pesar a este hombre. A Urdiales le machacaron el toro y cuándo parecía que iba a haber algo, lo que dices, que no se decidió, una vez más. Y David Mora, no sé qué opinarás, pero ¿estaba antes del percance de Madrid? Porque ya era un consumado especialista en dejarse ir toros buenos. Y a Garrido no acabo yo de verle esa voluntad de que querer ponerse, me da más la sensación de tirar por el toreo en las distancias, abusando del pico y sin agobios.
Lo de los picadores, pues ya ves, es más fácil echar la culpa al empedrado y los maestros no ayudan, porque en casos como ese "Vale, vale" es comprometer al pica, cuando el matador lo que tiene que hacer es sacarlo del caballo, pero la gente no repara en eso. Quizá volvemos a la condición del aficionado. Pero bueno, seguiremos viendo lo que nos depara la "feria del siglo".
Un abrazo