Aquel recorte de Morante
Por ahí leo el debate de lo que es o debe ser una moruchada. Hay muchos pareceres sobre ello, porque de la misma forma, hay mucha distancia entre los que unos creemos que es el ganado morucho y su comportamiento y lo que piensan otros. Incluso puede haber quien no llegue a pensar nada y simplemente utiliza el término por parecerle atractivo. Que bien suena eso de “moruchada”.
Pero acabemos con todo esto. Por una vez recogeré una idea que manejan muy a menudo los seguidores del postmodernismo imperante, que no es más que lo que no valga, al matadero y punto. O quizás para ser más exactos, lo que no nos guste o lo que no esté bien una tarde, al cadalso taurino. Que estuvo mal Adolfo en Madrid, pues a pasar toda la ganadería a cuchillo y filetes para un hospicio. Y así lo de Miura, Dolores Aguirre, Palha, Moreno Silva, Barcial, Partido de Resina, todo lo procedente de Coquilla, cualquier hierro con el mínimo rastro de Santa Coloma, Atanasios, Gracilianos, Escolar y ojito los demás que no se anden con bobadas. Lo que pasa es que igual hay quien decide seguir por lo de Núñez y Domecq y al final podremos ver como estos profundos conocedores de la cabaña brava compartirán mesa con Mosterín para discutir si las corridas de toros debían haber desaparecido antes o si se tendría que haber hecho algo más para salvar aquel espectáculo.
Ignoro si detrás de todo esto hay una red oculta de casquerías y carnicerías. Parece que volvemos a los orígenes de todo esto, cuando los matatoros se cobraban en carne su actuación. Entre este afán de enviar las reses al matadero y el ansia orejero de los públicos, quizás hayamos encontrado una justificación a este fenómeno de la tauromaquia moderna. Pero la cosa es más seria que todo esto. No se puede trasladar al mundo de los toros ese sentido utilitarista de la vida. Sobretodo si nos paramos a echar cuentas y vemos que el tiempo que se necesita para incorporar cualquier modificación en el toro y para conocer el resultado. Las prisas, además de no ser buenas, no son posibles. Hay que ajustarse a lo que va marcando la naturaleza. No se puede esperar que un hierro mantenga una línea absolutamente regular como si en lugar de tener toros pastando en el campo tuviera una cadena de montaje. Aunque muchos lo pretendan. Si decidimos refrescar una ganadería con un semental o una punta de vacas nueva, habrá que esperar unos dos años para ver el resultado en la tienta de las primeras, tres para los novillos y cuatro para el toro, porque todos deberíamos saber que estos pasos son ineludibles. Habrá gente con mucha capacidad que le valga ver lo que dan de si las vacas, pero ¿cuántas ganaderías no tienen unas vacas bravas y encastadas y los machos le salen blandos y mansos? Y cuando no, los novillos salen estupendos y de toros se vienen abajo. Si es que esto no hay quien lo entienda. No es nada fácil.
Igualmente, las ganaderías pasan por períodos de bonanza y por baches tan profundos como el abismo. Entonces ¿qué hacemos? en ese momento sacamos la puntilla a pasear. Pues por esa regla de tres es muy posible que ya no existiera el toro de lidia, ni monoencaste, ni moruchos, ni burras tontas, no quedaría nada. Quizás algunos de estos adalides del utilitarismo deberían saber que la ganadería de Victorino Martín pudo haber ido al matadero antes de que se la llevara el de Galapagar. Lo que nos habríamos perdido. Es en ese momento, cuando todo parece acabado, cuando los más sabios creen que ya no hay salida, cuando empieza a actuar el ganadero de verdad, cuando el mayoral abre el libro de la experiencia y cuando surge el milagro del buen ganadero. Pero si el ganadero es un inversor, pues ni sabe de libros, ni sabe de la cría del toro, ni sabe de nada, solo sabe de números de beneficios y de poder codearse con la aristocracia del toro y darse un barniz al pertenecer a esa élite de los ganaderos de bravo.
Con esta óptica utilitarista, ¿qué habría pasado si ganaderos como el mismo Cuadri, que tan en boga está en los últimos años, después de aquella corrida de Beneficiencia en que salieron sus toros tambaleándose? Afortunadamente el ganadero debía saber lo que tenía en su casa, debió saber identificar el problema y finalmente le encontró una solución. Lo que no quiere decir que no eche de vez en cuando un toro malo, e incluso una corrida mala al completo. Eso es lo que tiene trabajar con animales, eso es lo que tiene el toro. O si en una posterior Feria de San Isidro hubiera visto reaparecer los viejos fantasmas, con una corrida, mala, muy parada, y al tercer toro hubiera decidido cargarse a todas las vacas y toros de la dehesa. Y mira por donde, el último fue el que resultó premiado como mejor toro del serial de aquel año. Es que esto es muy complicado y además de conocimientos y trabajo, además es necesaria la paciencia. Virtud que aunque en menor medida se debe trasladar al aficionado. Lo que no quiere decir que éste deba tragar lo que le echen apelando a esta paciencia. No nos confundamos. La situación actual, dominada por la vulgaridad emanada de los pegapases que desconocen los fundamentos de la lidia y por ganaderos de mulos fofos, no es paciencia precisamente lo que necesita. O sí, pero dirigida en otra dirección; la tranquilidad que se requiere para empezar de nuevo siguiendo las reglas clásicas y olvidándonos de tanta majadería dañina que nos ha llevado a donde estamos ahora, en un mueco en el a un mulo se le parchea poniéndole unos pitones, pintándole de negro para que parezca un toro, cortándole las crines y rizándole la frente, pero aunque acabe teniendo apariencia de toro, por dentro seguirá siendo un mulo.
6 comentarios:
No recuerdo quien fue el ganadero (de aquí o de allá) que dijo que "los toros no tienen palabra de honor". La genética tiene todavía caminos inescrutables y precisamente en esas veredas, a veces pueden salir buenos y a veces malos, con comportamiento de moruchos, entonces, que no se muerdan la lengua, porque pueden salir salpicados...
Xavier:
Será por eso por lo que hay que tener paciencia y no tirarse a la yugular de las ganaderías. Pero quizás el ímpetu juvenil, u otros ímpetus menos confesables, sea difícil de frenar. Pero como a los potros sin domar, habrá que aplicarles ciencia y sapiencia.
Un saludo
Ahora me acuerdo de otra cosa: Un famoso médico de Monterrey, el Dr. Salinas Rivero le preguntaba a Manolo Martínez que por qué "le servían" tantos toros y la socarrona respuesta del "mandón" fue de esta guisa: "me sirven, médico, como a Usted los potros que monta, porque 'no los molesto'...", queriendo decir quizás, que les daba la lidia que pedían. ¿Sería eso? ¿Será eso lo que haga que "se vean" menos "moruchos"?
Xavier:
Es que esa es otra, la lidia que le dieron a los "moruchos" de adolfo Martín. Es que si todo el toreo se basa en precauciones, carreras y una descolocación absoluta durnate toda la lidia, ¿qué esperamos? A algunos no les entrará en la cabeza que al toro más bravo, si se le maltrata durante la lidia y no se le dan los terrenos que pide, hasta puede que acabe siendo un prenda. Con lo complicado que es esto y lo que lo quieren simplificar.
Enrique:
Me haces pensar y reflexionar…. ¿y si hiciésemos oídos sordos y no leyésemos ciertos portales taurinos de internet?
Precisamente, las ganaderías que has citado, ejemplo la de la Sr Aguirre, ofreció un pésimo un pésimo encierro en las feria de Abril en Sevilla, pero sin embargo en Pamplona lidio una corrida con tres toros de nota, Langosto, Argelon y Angelon. ¿ Como es esto posible? Simplemente creo que en los toros 2 y 2 no son 4, el ganadero dispone y dios propone, a parte de la lidia que se le pueda dar a un toro….
Un abrazo.
Diego:
Es que creo que el primer paso que debemos dar al acercarnos a los toros es asimilar que de esto no sabe nadie, ni las vacas. Y que al que más sabía, un toro se lo llevó por delante en Talavera. A partir de ahí, lo que quieras, pero en innumerables ocasiones la lógica salta por los aires.
Un abrazo para tí y aprovecho para mandárselo a Padilla y a su familia.
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