domingo, 3 de febrero de 2013

Miura, en nombre de la bravura

Miura, el toro de lidia



Uno no es muy dado a acudir a demasiados sitios de taurinos, lo que me permite mantener invariables mis niveles de ignorancia y el aislamiento eremítico que mantengo desde siempre. Porque no se vayan a pensar ustedes que el motivo de ciertas deficiencias se debe solamente a que uno es limitado, que también, sino que además uno hace por ello. Pero nada, como además soy un pusilánime, ha bastado que se viniera a la conferencia un amigo desde Jaén, que mi amiga la “India” también se apuntara y que un talibán convencido me confirmara su asistencia para decidirme a ir. Luego el filólogo talibán resulta que ha preferido escenificar “La Bella durmiente” y no ha aparecido, pero eso es otra cosa.

La verdad es que uno no acababa de creerse eso de que don Eduardo Miura se viniera a pasar la mañana a la plaza de Las ventas, para hablar del toro y lo que habita a su alrededor, de los fenómenos que fueron José y Juan. Pero no por nada, simplemente porque me parecía algo tan alejado para los simples mortales, es cómo si de repente te dicen que mañana viene a comer a tu casa el Papa. Resulta que don Eduardo es de carne y hueso y además habla; es cómo cuando de niño veía las fotos de los escritores en el libro de literatura, que me parecían seres puros que creaban una obra de arte, se hacían la foto para la lección y se metían en una cámara refrigerada, sin volver a salir a la calle ya nunca jamás.

Realmente ha sido una mañana muy bien aprovechada en la que uno se ha podido reconciliar con esta afición que nos tiene a maltraer. En estas convocatorias los ponentes suelen ser muy correctos, procuran no ofender a nadie y acabar a bien con todo el mundo, con Dios y el Diablo, con tirios y troyanos y hasta con el señor Ortega y el señor Gasset o don Ramón y don Cajal, con todos. Y don Eduardo ha demostrado que venía con el firme propósito de quedar bien con su nombre, su historia, su conciencia de aficionado y con los aficionados que aún quedan por ahí y que están en peligro de extinción, igual que la foca monje en el Mediterraneo.

Don Eduardo ha contado la historia de su familia y la ganadería, ha confesado su gusto por el toro encastado y bravo y porque el toreo tenga emoción, que sus preferencias van más por las faenas buenas y cortas y no por esa letanía. No entiende que un tío tenga que estar ahí dos horas pegándole pases al toro. ¿Cómo lo va a entender? Sí el sabe de verdad lo que es el toro y el toreo sin necesidad de inventos raros de toreabilidad y burrumburrumbabilidad. Pero no creo que se pudiera esperar otra cosa de alguien que se confiesa gallista delante de los descendientes de don Juan Belmonte.

Así cómo el que no quiere la cosa, ha dado la solución a todos los problemas de la Fiesta. Hablando de Bombita y Machaquito y de la supuesta y posible encerrona de El Juli, ha dejado claro que tiene ocho toros elegidos para Sevilla y que esos son los que irán al Baratillo, porque él decide lo que se embarca y sale de Zahariche. ¡Ay! Si esto se cumpliera en todas las ganaderías de esta piel de toro, lo mismo este paisaje árido y desolador se convertía en un paisaje de verdes prados atravesados por ríos y regatos, salpicados de frondosos árboles con una gran sombra. Otros señores que vendan toros, lo mismo esperan a que llegue el veedor, el apoderado, el torero, un banderillero, el peluquero del maestro, el sastre, el amigo de confianza, su tío, su tía, el abuelo, su suegro, el del bar de por las mañanas, el del kiosko de prensa, el cartero, el de la estafeta de correos y el resto de personas influyentes del toro, para decidir qué se sube al camión y qué va a salir al ruedo para defender su nombre y el de su familia ante el caballo y los de las medias rosas, durante unos veinte minutos.

Lo que ocurre es que no todos los que crían y venden toros tienen el orgullo de sentirse ganaderos de bravo, ni piensan que su bien es el de la fiesta, sin que pese tanto el negocio, o mejor dicho, sin que el negocio sea el único móvil que les mantiene en esto. ¿Quién sabe? igual esa es la diferencia por la que la familia Miura cría toros desde mediados del siglo XIX, cuando don Juan Miura se hizo con una ganadería de bravo, mientras continuaba trabajando cómo sombrerero. Don Eduardo parece llevar con gusto esa carga, en compañía de su hermano, evitando hablar de los momentos morbosos que todo el mundo conoce, aunque sin rehuir la conversación si alguien con no demasiado tacto se encarga de ponerla sobre la mesa. Y aunque uno no es demasiado dado a acudir a estas reuniones taurinas, hay veces que cuando voy, luego salgo todavía más convencido de que ese ideal taurino que algunos mantenemos y que otros quieren eliminar de nuestras mentes, no sólo es posible, sino que en algún momento fue la norma que regía en este mundo de alamares, bravura, arte, fiereza y emoción. El torero quería ser el rey de los toreros, el empresario el que más plazas llenara, el ganadero el que criaran el toro más bravo y Miura… Miura sólo quería seguir siendo Miura, que ya es bastante.

10 comentarios:

MARIN dijo...

Bueno Enrique, creo que me he perdido alguna que otra por aquí, pero ya sabes que emprender la marcha de nuevo despues de las fiestas, cuesta un poco. Ojalá algún dia puedas comprobarlo.

Miura es una casa bastante seria, como quedan pocas, y seguro que es un placer escuchar a D. Eduardo. Una casa que haya aguantado con sus principios durante tantísimos años, no es facil, y gracias a Dios, todavía se lidian. Yo estoy loco por ver a el Juli en Sevilla con los de Zahariche, que capaz es. A estos hay que LIDIARLOS y no mantearlos tanto porque se te suben a la chepa. Lo que viene siendo un toro vaya.

Un abrazo y prometo ponerme al dia.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Ponte al día cuando quieras y puedas, yo no voy a pretender ponerme delante de vuestro patrón, en todo caso, me pondría detrás y detrás de los de Trigueros, y con ver y escuchar, ya me sería bastante.
Lo de Miura es una gozada. Escuchar a un ganadero que él elige sus toros y que son los que hay, es un verdadero chute de afición. Lo de El Juli, pues no sé. De eso también ha hablado él y yo se lo he preguntado. Ahora son gestas lo que antes era lo lógico, lo normal en las figuras del toreo.
Un abrazo y mañana...

Oscar dijo...

Lleva razón, Enrique. Hoy son gestas lo que no debería ser sino lo normal.

Hace ya unos años escuche a un torero-comentarista decir algo así como que el "nunca había tenido que matar un miura". Lamento no saber decir quien era ni reproducir exactamente lo que dijo, pero lo decía como el que dice "por fortuna yo nunca he tenido que hacer tal o cual cosa deshonrosa", dando a entender que eso solo les sucedía a los que no tienen otro remedio o tienen mala suerte.

J. Cisneros dijo...

Amigo Enrique, buen aficionado y buen anfitrion en Madrid, una buena mañana de toros la conferencia de D. Eduardo Miura. Fue un placer compartir con Enrique y Javier. Saludos.

El Secreto de la Bravura dijo...

Enrique:
Ganaderías y ganaderos como los Miura deberían existir muchos más. Así tenía que ser la crianza del toro en todas las ganaderías. Tradición, afición y dejar al ganadero libre de tomar sus decisiones tanto para seleccionar, como para lidiar y para todo.

No es lógico que el torero le diga al ganadero lo que tiene y no tiene que lidiar. El ganadero es el que mejor sabe lo que tiene.

El problema está en que no los dejan actuar y si alguno quiere trabajar como debe ser lo vetan, lo apartan e intentan que desaparezca por todos los medios. Menos mal que algunos como Miura, Cuadri, Victorino... han conseguido sobrevivir.

Un abrazo Enrique. Al igual que MARIN perdón por la ausencia, es que hay exámenes que son parecidos a los Miura.

Jose Morente dijo...

Enrique:

Magnífica entrada sobre lo que significa la ganadería de Miura.

Un cordial saludo

Enrique Martín dijo...

Óscar:
Esas expresiones les delatan y dejan ver su ignorancia, su falta de afición y la malísima calidad de su pasta de torero, convirtiéndose en toreros de opereta. Yo he escuchado que unos son de una división y otros de otra, creyéndose estos necios que la superior es esa en la que vemos algo que nada tiene que ver con el toreo.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Pepe:
El placer fue mío. No sabes lo complicado que es poder hablar con buenos aficionados y me consta que de allí, desde donde vienes, hay un núcleo muy numeroso y con mucho saber.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Alberto:
Pues ya sabes, con una buena lidia, esos miuras acaban claudicando. El capote abajo de unos buenos apuntes, midiendo el castigo en el caballo de estudiar, sin barrenar, y luego a lucirse en la faena de muleta y en la estocada que todo lo culmina, en el momento del examen.
Ya ves que lo que debería ser lo habitual, se convierte en extraordinario. Y pueden mantener las cosas en su sitio ganaderos como don Eduardo, que no quiere decir que tengan la razón absoluta, pero al menos tienen el derecho a equivocarse ellos, por si mismos, no por atender los caprichos de unos niñatos, porque esa sería una equivocación monumental. Bastante difícil es criar el toro, como para que encima haya que lidiar con todos esos indeseables que traman el fraude con infinito descaro.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

José:
Muchas gracias por sus palabras. No creo llegar a la altura de Miura, ni mucho menos, pero también tengo que reconocer que escribir sobre esta vacada y su propietario es más fácil y agradable que hacerlo sobre otros que no paran de inventar coartadas para tapar sus vergüenzas.
Un abrazo