lunes, 16 de diciembre de 2013

Malcriados, caprichosos con el papá castrador

Torear en tu plaza es un privilegio y una obligación.


¡Ay! Qué estamos casi en Navidad, ¿no vamos a poder tener un momento de paz, amor y fraternidad en esto del Toro? Pongamos un poquito de nuestra parte. Mira que descolgarse ahora estos magníficos toreros mediáticos con que no torearán este año en la Maestranza. O sea, que no torearán en Sevilla, porque si se echaran para adelante y emulando a José Gómez Ortega se pusieran a pensar en una Monumental, con mayor aforo que el Baratillo y con entradas más baratas, igual les sobraban billetes a espuertas. Pero no creo que esta fuera una mala solución, ¿no dicen que esta plaza ha perdido su identidad? Pues que la busquen por otro lado, aunque si realmente se encuentran con la personalidad verdadera del aficionado hispalense, lo mismo no les iba a gustar. A ver si se van a dar cuenta de que siempre ha sido exigente y entendido, y que esas niñas enloquecidas que les aclaman no son precisamente el paradigma de aficionado sevillano; ese que no soporta ni un minuto más a la empresa y al que llevan años echando de su plaza, el que se avergüenza de indultos y Puertas del Príncipe de bochorno.


Me resulta entre ridículo e indignante como estos niños de la burbuja creen siempre que los males les son ajenos y que son otros o un ente abstracto y maligno el que los crea. Viven aislados del mundo en ese Edén particular en el que les han acomodado los mismos que les desahuciarán cuando ya no les sean útiles. Ya están con eso del respeto, ese al que se les falta continuamente, como si fueran pandilleros de navaja en mano, que por una mirada mal interpretada se creen ofendidos y es motivo para echarle las tripas fuera al primer incauto que estuviera rondándoles. Todo por ser respetados. Tanta obsesión por esta causa ya me empieza a parecer enfermiza o propia de una mente que necesita un tantito así de madurez. Lo malo es que no se han puesto a pensar ni dos minutos en que el respeto hay que ganárselo y no precisamente a golpe de exigencias y bravuconadas. Pero también es verdad que ese ha sido el método empleado hasta el momento y siempre les ha salido bien. Que si queremos ir a Cultura, que si los derechos de imagen, que si el toro que quepa en la muleta, que si con esos compañeros no, que si tarde y media en esa plaza, que si me quitan a ese que voy yo, que si esos toros no y estos que yo tengo en el esportón sí, que si hago lo que me da la real gana y tu tragas, que si ese público me falta al respeto, que son muy malos y me tratan mal, que le llamo cegato a un presidente y me ríen la gracia, que si me enfrento al público y al del palco, que este periodista no me gusta, que me pitan y sigo dando por ahí alargando la faena mientras unos me aclaman, o ni eso, haciendo el ridículo, pero encontrando eco en los vasallos y esbirros parásitos del torero, que me pongo a berrear ante un becerro y me hacen los coros. Que pena que nadie les haya dicho un no a tiempo, que no les hayan enseñado a ganarse ese respeto, a que el camino siempre es duro y que ser matador de toros y además figura es algo muy grande y por ello muy sacrificado.

Deciden que no van a Sevilla, como que no van a Madrid, Bilbao, Pamplona o que Zaragoza ya les pilla muy a trasmano, que o cambian el Pilar al 15 de septiembre o que ya si eso lo dejan, que vayan los de segunda división, esos pobres que tienen que ponerse delante del toro y no del mojicón con cuernos. Estos, los de las gestas, los que un día se encierran con seis monas y ya han hecho el año, pero que consideran que no tienen ninguna obligación de pasar todos los años por todas las plazas de primera, lo cual es cierto, es un privilegio que desprecian, un privilegio que deberían agradecer como matadores de toros y hacer uso de su derecho como figuras que dicen que son. Pero no, los caballeros dicen que no van a Sevilla y no van. Incluso entendería que no estuvieran en la Feria de Abril si no llegaran a un acuerdo con la empresa, que tal y como actúa esta, tampoco sería nada extraño; se juntan el hambre con las ganas de comer. Pero no, han sido los cinco latinos los que han decidido tomar esta medida para hacerse respetar, su gran preocupación. Pero nada se habla del respeto a la afición de Sevilla, aunque uno no sabe si lamentarlo o felicitarles. Ahí los tienen, Julián López “El Juli”, que con sus trampas y chabacanería torera fue ensalzado como máximo dios del toreo en esa plaza; Morante de la Puebla, al que eligieron como sustituto de Curro, sin que le llegue ni al polvo que sueltan sus zapatos y al que aguantan lo que le aguantan esperando que se parezca al maestro, aunque está visto que a él le importa un pito el estar en la que debería considerar su plaza y su feria; Miguel Ángel Perera, ese dechado de aburrimiento y vulgaridad al que aceptan como torero dominador y poderoso con un ganado dominado y entregado desde la finca; Talavante, que resulta que es casi la reencarnación de Belmonte con su toreo casi suicida, cerrando los ojos a ese destormo distante y sin el más mínimo conocimiento de lo que es la lidia de un toro con dos gotas de casta; y Manzanares, el de los indultos, el artista supremo que torea tan alejado del animal que no da a ganar un duro a las tintorerías aledañas al Guadalquivir.

Aquí los tienen a estos fenómenos que no se sabe si hay que mandarles al “Hermano Mayor” o a “Súper Nani”, porque no acabo de apreciar si son adolescentes tardíos con una edad del pavo demasiado prolongada o unos infantes caprichosos a los que hay que poner límites y ponerles las normas en la puerta del frigorífico. Aunque tampoco les podemos cargar con todo el muerto a este quinteto del arte, no, no seríamos justos con los Pagés- Canorea, no les debemos quitar su mérito, que lo tienen. Unas veces dejaban fuera a unos porque sí, por capricho, otras porque querían ahorrarse un duro y otras, pues vaya usted a saber y ahora se dice que quieren contratar a José Tomás por lo que sea. Algo no funciona bien en las cabezas, o quizá funciona demasiado bien. Desde fuera, porque uno no conoce esa plaza, ni esa afición como para opinar alegremente de lo que ocurre, pero la impresión que da desde aquí es que la plaza de Sevilla se ha convertido en un feudo en el que a unos señores les permiten obrar a su antojo y como en casi todas las plazas, el aficionado cuenta más bien poco o nada. Luego viene eso de enfrentar Sevilla con Madrid y en caso de dificultad se tira de orgullo local y se desvía la atención, aunque me da que esas cosas no valen para el aficionado, aunque para el público sea cuestión de suma importancia.

La conclusión al final de todo esto es que el aficionado tendrá que callar, porque ya se sabe que sus derechos son pagar y callar, no se le concede ni un ápice de opinión que pueda incomodar a los taurinos, no vaya a ser que alguien aprenda y se forme la marimorena. Pero la receta está clarita como el agua; juntamos un buen chorreón de soberbia, desconsideración, egoísmo y vanidad, lo mezclamos bien, unas gotas de ignorancia, unos cubitos de ineptitud, se mueve y se sirve frío, al gusto, decorado con una guinda de fraude endulzada por unas crónicas partidistas de estómagos agradecidos. En vaso largo o en copa, es indiferente, se le atiza al aficionado, teniendo la precaución de taparle la nariz, no vaya a ser que tal pestilencia le eche para atrás, sujetándole bien la cabeza para que no la mueva y después de haberle atado convenientemente a una silla. Eso sí, no se le permite decir ni palabra. Se le sacan los billetes de la cartera y andando, ya tenemos el mejunje ideal para aguantar a unos niños “malcriados, caprichosos con el papá castrador”.


8 comentarios:

Oscar dijo...

Desconozco el tema, así que me voy a abstener de entrar en profundidades.

Simplemente: ¿Y si al final la afición sevillana acaba agradeciendo que no toreen? ¿y si no hay mal que por bien no venga?

Porque a lo mejor hay que terminar configurando una feria con otros toreros de menos nombre y más pundonor. Porque a lo mejor con otros toreros se terminan las imposiciones en cuanto al ganado y se lidian otros hierros más encastados y menos artistas.

A ver si a resultas de todo esto, el abonado de Sevilla se encuentra con lo que no pensaba y disfruta de una feria con menos nombres pero más toreros...y de paso más casta, más emoción y más verdad.

Que se anden con cuidado estos cinco señores, que a lo mejor les sale el tiro por la culata y la conclusión que se saca de todo este tinglado es que no solo no nos hacen falta sino que es mejor sin ellos. Que se anden con cuidado, digo, porque a lo mejor se hace evidente que el rey está desnudo.

Moli dijo...

Sr Enrique yo creo que esto sería un paso atrás en sus carreras si el resto del escalafón tuviera toreros con personalidad y machos, pero como el elenco esta lleno de vulgares como ellos que arriesgan cero aunque maten diferentes encastes esto seguirá igual mangoneandonos a los que sacamos las localidades. Un saludo a todos

Enrique Martín dijo...

Óscar:
Esos que no pertenecen a estos grupos de "privilegiados" tienen la ventaja de haber tenido que enfrentarse al toro de verdad muchas tardes, han tenido que tragar quina y con sólo salir andando de la plaza ya era un triunfo. ¿Te imaginas que sin orejas, ni salidas a hombros, la gente se entusiasmara al verles vencer al toro? Ese podría ser un renacer de la Fiesta. Ahora son simplemente excepciones aisladas y las empresas no propician la continuidad, pero yo me apuntaba a eso. Y coincido contigo, que es mejor sin ellos. Pero los que tienen el negocio standarizado prefieren seguir haciendo fotocopias de los carteles de un año para otro, pasándoselos de feria en feria.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Molí:
Que bueno verte por aquí, debe ser la única forma en que no te encuentre delante de un toro, jejejeje. No creo que haya que confiar demasiado al resto de toreros, pero si salen con el toro, al menos eso que ganaremos. Y si algo tienen estas figuritas es que al toro no lo quieren ni ver.
Un abrazo

MARIN dijo...

Tengo una entrada preparada de este mismo tema, y muy similar a esta, pero no la he querido publicar esperando a que Canorea se bajara los pantalones, porque sabía que no iba a tardar mucho. Ya lo comente el otro día en Facebook, y me reafirmo, que esto se va a quedar en agua de borrajas.

Al final vienen por los menos dos tardes cauno (cada uno traducido al castellano). Y sino al tiempo. La afición de Sevilla Enrique, no es diferente a las demás. Todavía quedan buenos aficionados si, como el amigo Franmartín, pero hablando en lineas generales es como la de Huelva, como la de Madrid, como la de Marbella...como todas. Aquí montas una feria sin estos cinco y no va ni el Tato.. Que no se confunda nadie.

El año pasado redujeron fechas, y perdieron abonos. En la antigua semana de preferia (que es la que se cargaron el año pasado), con corridas de hierros exigentes y toreros modestos, no se llegaba a la media plaza, y sin embargo en la del sábado de feria, con Rivera Ordoñez, el Cordobés y el Fandi no había papel. Que la identidad la perdió esta plaza hace mucho tiempo, tanto como el que se les ha permitido a esta gente apoderarse del cotarro. Y ahora que le has dao el caramelo al niño, no se lo quieras quitar, que el berrinche puede ser histórico.

Que no Enrique, que ya Canorea sacó ayer un comunicado bajándose los pantalones, que estos hacen y deshacen lo que quieren porque saben que los Franmartin y compañía hace tiempo que dejaron de ir a los toros, y claro, el pobre Canorea se vé solo y que se va a tener que ir a pedir a la calle Sierpes para pagar el deficit de la feria. Aquí, hasta que no se ponga freno a esto, van a hacer y deshacer esos a sus anchas. Ahora...a ver quien es el guapo que le pone el cascabel al gato.

Pero no me eches tampoco mucha cuenta, que yo, ni se de toros, ni soy torero, ni ganadero, ni mucho menos empresario (valgame Dios).

Un abrazo.

Cárdeno dijo...

Hace años que me bajo a la Preferia (últimamente recortada) y Sevilla ciudad lo merece, si hay TOROS voy a la Plaza,… bueno casi no salgo del Arenal…, y si no a otra cosa mariposa… anda que no hay “cosas” que hacer.
La última vez que fui a ver a estos ¿señores? Me toco el día del indulto del novillo de Manzanares, ya le había aguantado unas cuantas puertas grandes… me quede sentado en el tendido cubriéndome la cabeza y pasando una vergüenza bestial…, aun que se anuncien ya no voy ni a esa Plaza ni a ninguna… no con mi dinero… ¡Que les den!

Enrique Martín dijo...

Marín:
Si ya sabía yo que tu no sabías de na' de na', pero uno te hace caso. Es verdad que a estos les dieron el poder hace tiempo, les han dejado acomodarse en la poltrona, han montado sus redes de manejos y ahora es muy complicado levantar la trama de la Tauromaquia 2.0. Pero también te digo una cosa, cuanto más tiempo pase, peor. Los empresarios podrían plantarse, pero claro, si en lo que dicen que es la primera plaza del mundo el manejo corre a cuenta de tres patas que ni tienen afición, ni nada que se le parezca, que se limitan a poner siempre a los mismos y que no se rompen la cabeza ni un poquito, pues ya lo tienes.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Cárdeno:
Lo siento, siento que aquel día tuvieras que sufrir aquel martirio y desprecio a la fiesta y al toro. Ahora los empresarios creen que pueden ir manteniendo el negocio sin el aficionado. Aquel día sobrabas tú y otros tantos aficionados, era un día de jolgorio para el público, pero este abandonará a la mínima, no aguantará lo que puedas haber aguantado tú, porque ellos quieren la recompensa inmediata y no saben esperar.
Un saludo