miércoles, 16 de mayo de 2018

Si parpadean, se lo pierden


El toreo de frente siempre es atractivo, pero no todo el toreo de frente adquiere el grado de excelso

Está muy de moda en los aficionados a los toros el denostar a David Fandila, el Fandi, pero díganme; ¿quién no ha ido a la plaza a verle a él? ¿Quién no ha ido con la curiosidad de ver si supera la velocidad del viento? ¿Quién no ha ido a ver si en eso que se parece a banderillear logra ponerlas desde el burladero con un arco? Que hay mucho cinismo en esto de los aficionados a los toros, que el Fandi arrastra a las masas, ¿dónde? Dónde sea, pero muy rápido. Que en un abrir y cerrar de ojos, ahora está aquí y al momento le está abriendo paso al coche de Alonso, en carrera. Que ustedes se preguntarán cómo se le contrata para Madrid, año tras año y año tras y… Pues ese es uno de los grandes enigmas del toreo; quizá por eso que dicen que estamos en la era supersónica.

Le tocaban los toros del Puerto, a los que algunos esperábamos con curiosidad, parecía que empezaban a remontar, que seguían remontando y el año anterior, con figuritas en el cartel, ¡Zas! Coscorrón. Y llega esta feria y han salido que ni fu, ni fa, sino todo lo contrario. Parece ser que quedó atrás aquello de rodar permanentemente por el ruedo, pero de la misma forma, también aquella chispa que tenían estos toros cuándo aguantaban en pie. En esta ocasión, si bien es verdad que han ido al caballo, alguno ha querido pelear y todo y después han seguido el engaño que le presentaban los espadas, no se puede olvidar que iban y venían con demasiada bondad y sosería. Líbreme Dios de desear que tiren bocados, pero un poquito más de chispa tampoco es tan malo, ¿no?

Al primero de la tarde, El Fandi quiso recibirlo con exquisiteces capoteras, pero ni el paso atrás ni el quitar la tela sin torear, permitían tal cosa. Se le puso pegajosito y le costaba hasta ponerlo en el caballo. Ya bajo el peto, empujó en la primera vara, pero pronto se salió del caballo y en la segunda, mientras cabeceaba, tampoco se le aplicó castigo. Lo de las banderillas, pues bueno, carreras, más carreras, toro pasado y un violín hecho añicos por el suelo. Con la muleta mucho intento de acoplarse, pero al final todo fue un dejar pasar el tiempo. En el cuarto, demasiados capotazos, para no conseguir tan siquiera poner al toro frente al penco y cuándo lo logró, salió espantado, muy suelto por todo el ruedo. Al final entró al relance, mucho derrote al peto y ya en la segunda vara, fue notar el palo y pezuñas para que os quiero. Hubo de ponerlo una tercera vez, que no por bravo, sino por mansurrón despechado, al que el pica siguió más allá del tercio. Más banderillas y más carreras y más vulgaridad. Con la muleta el granadino se empeñó en demostrar que el toro era malísimo, que no quería ni ver la tela, que sin ser bueno, ni mucho menos, el toro no tenía lo que Fandi pretendía evidenciar. Gestos con las manos, la cabeza y que nada. Que quizá era que a él no se le ocurría nada más que ponerse a pegar trapazos y eso, eso precisamente, no.

Se estrenaba en la feria Paco Ureña con estos del Puerto; verónicas emotivas a su primero, con mucho arrebato, pero rectificando en todas. Escarbaba el toro antes de entrar al caballo, puyazo trasero, tapándole la salida y el animal empujaba, no dejaba de hacerlo, con fijeza, quite a la verónica del matador, con una de muy buen trazo por el pitón izquierdo. En el segundo encuentro ya no fue lo mismo y el del Puerto se salió suelto. En el último tercio comenzó Ureña con muletazos por ambos pitones con la mano derecha, enseguida se la echó a la zurda, instrumentando natural medio aseados, para continuar despatarrándose exageradamente, demasiado crispado, abusando de los muletazos mitrando al tendido. Un natural rematado y bastantes más en línea recta. Mientras, el animal se tragaba todo lo que le echaran, buscaba la muleta allá donde el lorquí la pusiera. Naturales de frente, quedando desarmado en medio de un barullo provocado por él mismo. Una faena muy efectista, que no culminó en trofeo por culpa del mal manejo de la espada. Lo que no se le puede negar a Ureña es el querer estar en esta plaza, aunque también se ve correspondido por un público muy entregado. Verónicas en los medios, rectificando al recibir al quinto. Llegó el toro suelto al caballo al hilo de las tablas, picotazo y salida a escape. Bien el Fandi al recoger y poner el toro al caballo, pero el astado estaba por la labor y acabó entrando de mala manera, para simplemente dejarse administrar el castigo. En esta ocasión, Paco Ureña no estaba por perder el tiempo y desde el principio ya tiró de exageración despatarrándose en exceso, sin rematar los muletazos y de nuevo ese mirar al tendido, que quizá guste una vez, pero constantemente, acaba cansando, parece cómo si el matador estudiara más las reacciones del personal, que del que tiene delante. Tirones, demasiado acelerado, sin asomo de temple, con demasiadas urgencias, metiendo el pico y retorciéndose un poco demasiado. Empezó a acortar distancias, sin llevar al toro, de frente con la izquierda, manoletinas y una estocada caída que le sirvió. En esa puesta en escena tan “entregada” de este espada, quizá sobrara ese ponerse a aplaudir al toro en su agonía, que si bien fue noble y bonancible en la muleta, en el primer tercio no se puede decir que ni tan siquiera cumpliera. Se pidió y se concedió una oreja.

López Simón parece haber iniciado un largo camino por el desierto. No se atisban trazas de aquel toreo de sus comienzos que ilusionó a muchos. Quizá esté en ese proceso de descompresión después de haber pasado demasiado tiempo con quién le llevó en el pasado. Recogió a su primero sin parar de moverse. En el caballo el del Puerto empujó con fijeza en la primera vara y en la segunda empujó, pero con la cara alta, mientras el pica solo aguantó los embates. Bien los banderilleros, Arruga y Vicente Osuna, hábil en su primer par y arriesgando y saliendo comprometido, clavando arriba en el segundo. Ya con la muleta, López< Simón se aliviaba citando desde fuera, algunas tandas de muletazos más bien empalmados que ligados, con el toro acudiendo a todo, muletazos con el pico, sin llegar a los tendidos, para continuar con el arrimón, a ver si con eso se animaba la cosa, pero lo que suele ocurrir es que sin toreo, poca animación que valga. Ya en el sexto, el del Puerto de San Lorenzo entró al caballo cabeceando, haciéndole la carioca y aunque el picador le agarró bien en el segundo encuentro, apenas fue un puyazo señalado. López Simón comenzó el trasteo a una mano y por abajo, para continuar con derechazos empalmados, muy sosos, simplemente acompañando y en lugar de rematar los pases, retiraba la tela, poco más que destacar, una faena del mismo estilo que la de su primero, para concluir de la misma forma, con un arrimón. Tarde que no se puede decir que aburrida, porque a pesar de todo, los toros la hicieron algo interesante, aunque luego las cosas discurren cómo discurren, sosas con López Simón, arrebatadas con paco Ureña y con El Fandi, pues ya saben, si parpadean, se lo pierden.

2 comentarios:

hector dijo...

Sin duda hemos visto en mejores a Paco, pero también te voy a decir que en ese segundo toro vimos algo porque él quiso, si lo pilla el compañero, el vecino o un querido figura, son dos trapazos y un espadazo porque por manso no valía seguro. Prefiero estas ganas exageradas que la desidia que nos inunda cada día. También digo que prefiero al Ureña que nos enseñó en el barro que a este (que maneja otras artes que no son solo su toreo)

Anónimo dijo...

Ahora parece una puesta en escena y a este paso no tarda en que se pueda asistir al ensayo previo al "estreno de la obra".Ver poner el toro al caballo por un matador como debe ser es cada vez menos frecuente.La que abunda es la vulgaridad y una mayoría triunfalista en el tendido que premia el destoreo.El intento de aburrir y alejar al aficionado es notorio.
E.A.V.