
Esta madrugada a las cinco y siete minutos de la madrugada, Manuel Rodríguez “Manolete” ha dejado de existir. A consecuencia de la cornada de dos trayectorias que le asestó Islero, quinto de la tarde de la corrida de Miura celebrada en Linares ayer 28 de agosto, donde alternaba con Gitanillo de Triana y Luís Miguel Dominguín. Islero, negro entrepelado y bragado, de 495 kilos y marcado con el número veintiuno, prendió a Manolete en el momento en que entraba a matar, introduciéndole el pitón por el triángulo de Scarpa. Entró en la enfermería de la plaza en estado de shock y tras ser operado allí mismo parece que incluso llegó a recuperar la consciencia.
Posteriormente el diestro cordobés ha sido trasladado al Hospital Municipal de Linares, siempre acompañado de una extensa corte de amigo y seguidores, entre los que estaba D. Álvaro Domecq, de quien se le ha practicado una transfusión de sangre de brazo a brazo. Se dice que Manolete incluso ha llegado a hablar, mientras se esperaba que llegara de Madrid un novedoso suero que se esperaba que le ayudara en su recuperación. Pero todo ha sido inútil, casi inmediatamente después de inyectarle dicho suero, Manolete se desvaneció y murió.
Según la opinión de varios testigos del festejo, Manolete entró a matar muy despacio, lo que aprovechó el de Miura para cogerle, otros dicen que ese fatídico suero fue el motivo determinante para que el “Monstruo” expirara. De cualquier forma, el único hecho indiscutible es que en Linares se fue uno de los fenómenos taurinos más importantes de la historia, que trascendió más allá de las plazas y que todos los agostos desde hace sesenta y dos años, muere en el recuerdo de los aficionados.
Posteriormente el diestro cordobés ha sido trasladado al Hospital Municipal de Linares, siempre acompañado de una extensa corte de amigo y seguidores, entre los que estaba D. Álvaro Domecq, de quien se le ha practicado una transfusión de sangre de brazo a brazo. Se dice que Manolete incluso ha llegado a hablar, mientras se esperaba que llegara de Madrid un novedoso suero que se esperaba que le ayudara en su recuperación. Pero todo ha sido inútil, casi inmediatamente después de inyectarle dicho suero, Manolete se desvaneció y murió.
Según la opinión de varios testigos del festejo, Manolete entró a matar muy despacio, lo que aprovechó el de Miura para cogerle, otros dicen que ese fatídico suero fue el motivo determinante para que el “Monstruo” expirara. De cualquier forma, el único hecho indiscutible es que en Linares se fue uno de los fenómenos taurinos más importantes de la historia, que trascendió más allá de las plazas y que todos los agostos desde hace sesenta y dos años, muere en el recuerdo de los aficionados.





Este tercio, el de banderillas, que algunos matadores banderilleros desprecian, aunque pueda parecer una incoherencia, resulta decisivo para el matador, a quien se le revelan las condiciones en que queda el toro ante la faena de muleta. Pero como decía, los jóvenes maestros no deben tenerlo muy en cuenta a juzgar por la forma en que lo desarrollan. En primer lugar parece ya instaurado el par por un solo pitón, el derecho generalmente, y el desprecio de los terrenos para ejecutar la suerte dependiendo de las condiciones del toro. Lo habitual es que se especialicen en dos o tres tipos de pares y que se los enjareten a cualquier toro: a la carrera cuarteando, a la carrera después de subirse al estribo y bajarse de él sin ningún sentido y sin darle ventajas que se suponen al toro, que no se ha enterado de eso del estribo, o si las palmas no echan humo antes del tercer par, pues éste se pone o al quiebro o por los adentros o ambas cosas a un tiempo. Además a esto hay que añadir siempre muchas carreras, las aportaciones propias del matador, violines incluidos, y no cuadrar nunca delante de la cara del toro.





