Que no se nos olvide lo qué es el tercio de varas |
Ha sido aparecer las figuritas y la vergüenza e indignación
han crecido en la misma medida; más bien la primera ha disparado la segunda. Lo
bien montado que tenéis esto, un espectáculo infame al que se le ha dado
apariencia de corrida de toros, aunque camine en dirección opuesta a lo que
estas fueron. Esto no es una evolución, esto es un timo del que se aprovechan
cuatro señores, a los que no llamo mangantes por no dejar mi enfado sin
control, porque entonces es posible que no diga todo lo que quiero y si lo que
no debo. Se nos quejan de falta de respeto, nos quieren hacer callar, no dudan
en manchar o hacer sobrevolar la sospecha sobre la historia del toreo, del toro
y de la plaza de Madrid, desde que se daban toros en la Plaza Mayor, hasta
ahora. Pero quizá sus mentiras, sus tramas, las trampas y rencor a esta plaza y
su afición sea lo que la hace cada día más grande. Es tal el disparate que han
montado para vivir del cuento y llenar la saca, que no aguanta la más mínima
crítica cualquiera de sus argumentos en defensa de esto, porque en cuanto los
taurinos y sus sombras abren la boca, descubren el truco.
Tarde que según los claveleros era una de las importantes
del ciclo, toros de Juan Pedro, Morante, el arte hecho hombre, Manzanares, el
rey del empaque, y Jiménez Fortes, un joven al que hicieron figura por unas
verónicas. Habitualmente suele detenerme en lo que ha sido el toro en cada
festejo, pero ¿qué puedo decir de esta basura? No se pueden separar los toros,
porque aunque algunas salían diciendo que tal o cual era un gran toro, en
realidad han sido unos monigotes dispuestos para esta caricatura cadavérica de
lo que debe ser una corrida de toros. Chicos, gordos, para ver si se disimulaba
su anovillamiento, no aptos para la lidia, si por esta entendemos el caballo,
las banderillas y la muleta. No sé si entre todos recibirían un puyazo. Nadie
ha cuidado eso de ponerlos en suerte, según se paraban, allí iba el penco a
rescatarlos. A lo sumo apoyaban el palo en el lomo y ya era mucho. Luego
parecían revivir en banderillas y en el tercio de muerte iban y venían detrás
del trapo, como si fueran perrillos jugando con su amo. Creo que no hubo ni uno
que tirara un mal derrote y cuando apretaban algo a los de luces, más bien era
porque estos se lo echaban encima. Puede que alguien considere que no soy
imparcial al juzgar la corrida de Juan Pedro, incluidos los matadores. Pues ya
les quito yo las dudas, seguro que tiene razón, no lo soy, porque es como
cuando un grandullón pega a un niño, que inmediatamente te pones del lado del
débil. Pues aquí lo mismo. Me pongo de parte del pequeño y voy contra ese
abusón que atemoriza a los demás niños del patio, el que les quita el
bocadillo, los cromos o las canicas, con el único razonamiento de la fuerza.
Abría el cartel Morante de la Puebla, la esencia del toreo,
el artista sublime, el que para los relojes, pero que desde hace años tiene
parada la conciencia de matador de toros y se limita a representar un show de
figura excéntrica que nada tiene que ver con aquellos toreros que tenían sus
manías, pero que llegaron a hacer grandes cosas en el toreo, como Curro Romero,
Cagancho, Paula y tantos otros artistas de verdad. Y eso que parecía decidido
al recibir a la verónica a su primer novillo, con el pasito atrás, pero con
cierta gracia, pasando por alto esos ademanes como si estuviera bregando con
uno de Veragua de hace un siglo. Pero este animalito se tambaleaba, no aguantó
ni medio puyazo, a lo que además hay que añadir los mil capotazos que le
quitaron. Inicio de faena por los dos pitones, con un buen trincherazo de
cierre. Enganchones, carreras, desgana, Morante en su versión de torero
particular. Pero donde ya lo bordó fue en el cuarto, cuatro muletazos, por
llamarlo de alguna forma que se identifique, y a por la de verdad. Algo más de
pinchazo hondo saliéndose muchísimo de la suerte y a otra cosa. La gente le
abroncó, se acordaron de sus ascendentes, pero creo que hasta estaban felices
por haber visto una pajarera de tal calibre. Luego demostró el torero que tiene
en la cabeza y se hartó de hacer quites a compañeros para alejarles el peligro.
Recibió grandes ovaciones, pero para hacer esto basta con ir de tercero en una
cuadrilla. Aunque ya les digo que yo prefiero esta actitud, ya que me roban,
que lo hagan con pistola, no que me quieran engañar de una forma burda en la
que me toman por imbécil.
Detrás iba Manzanares, el fenómeno postmodernista. José
María I el “Indultador”, ese que no pide respeto, exige admiración, como tantos
otros y que tan hábilmente aplica la ley del embudo, lo ancho para mí, lo
estrecho para ti. Que no duda en encararse con quien discrepe de su “arte” y
que al espectador sólo le concede graciosamente el derecho de pagar y adular.
Así son nuestras figuras. No tiene el menor reparo en anunciarse con monas
desmochadas año tras año, ni se sonroja cuando aparece una sardina por la
puerta de toriles, ni tan siquiera pide disculpas cuando se inhibe de la lidia,
cuando demuestra una notable torpeza en el manejo del capote, al que trata como
a un ser extraño que le ha caído en las manos por arte de magia. Pero lo suyo
es la muleta, ahí es un magnífico. Igual que en la de Juan Pedro, siempre fiel
a su estilo, que algunos consideran tramposo, retorcido, estirando el brazo hasta
límites de dibujos animados, acompañando la embestida, escondiendo la pierna de
salida, con pases en línea recta y vaciando las embestidas allá en los Mares de
la China. Y el animalito con cara de queso cuando de repente le quitan el trapo
de la jeta. O quizás se asombra de que esa serie de trapazos encadenados sea
jaleada por un público que es capaz de derramar el cubata y quemarse el clavel
con el puro, para poder aplaudir al ídolo. Puestos a desplegar ese toreo
amanerado, sin sustancia, en las lejanías y sin mandar, ni rematar ni un
trapazo, se montó el número de la cabra con un pase empezado por detrás, con un
anda por aquí, nada por allá, aquí está el novillote; y como tanto se lo
jalearon los fieles, mientras otros protestaban por verse con todo el cubata
derramado en su chaqueta, lo repitió hasta tres veces. ¡Tres veces! Pinchó y
perdió los trofeos que seguro que tenía ganados. Haciendo un cálculo nada
inferior a las dos orejas, rabo, patas y… lo que cayera. Aunque esto tampoco
creo que sea para reírse de Madrid y burlarse de esos que pagan su dinero para
que él viva como un marqués, sin haber llevado toreado a un tronco en todos sus
años dedicado al espectáculo. En su segundo se repitió la historia, el toro por
allí, y el toreador como si la cosa no fuera con él, Esa letanía de pase,
carrerita, pase, carrerita. pase… Y hasta la próxima.
Saúl Jiménez Fortes confirmaba la alternativa; hay que ver
el provecho que este muchacho le ha sacado a tres verónicas que dio en las
Ventas cuando era novillero. No desperdició ninguna ocasión de mostrar sus
ganas de agradar, aunque por momentos parecía invadido por la sosería, o quizá
era extrema serenidad, que uno ya no sabe distinguir. Recibió a su primero con
estatuarios, para a partir de ahí no desentonar con el clima de modernidad,
tirando de pico y dándose sus carreritas para retomar el sitio. Faena monótona,
repitiendo las series sin criterio. Resultó cogido al entrar a matar, pero esto
no le impidió seguir en el ruedo. En su segundo instrumentó unas aceptables
verónicas de salida, para que algunos despistados se acordaran de quién era.
Sí, ¿Aquel chaval de Málaga? Ya, ya, ya me acuerdo, que después le cogió el
novillo, sí, ya me acuerdo, pero eso fue hace mucho ¿no? Pues sí, hace mucho.
Para poner punto y final a la tarde, una vez vistos los maestros, se puso a
intentar emularles y aplicó todos los vicios de la Tauromaquia 2.0, hasta lo de
meterse entre los cuernos para levantar los ánimos, cosa que el pueblo le
aplaudió, concluyendo con una manoletina y una bernadinas, pero nada, a pesar
de todo, ya estaba cerrado el puesto de las orejas y con un pinchazo hondo y
media tendida, dio la vuelta definitiva a la llave. Todos a casa, cada uno con
sentimiento diferente. Acabó esta burla que a unos enorgullece y a otros nos
indigna.
6 comentarios:
La indignación, la frustración y el desencanto es compartido, Enrique, en mi caso, (perdona que personalice) por partida doble: una por seguir apostando por un torero de los llamados de "arte", diferente, personal, pero que cada tarde veo más lejano de aquello que un día me emocionó.Y,en segundo lugar, porque en la plaza más importante del mundo, también las figuras imponen sus preceptos vacíos de esencia, de respeto y de consideración por aquello tan sagrado que algun@s hemos tenido la suerte de heredar de nuestros antecesores.
Este espectáculo se parece cada vez más a un sucio cambalache, donde únicamente falta que en la taquilla apareciese un cartelito a modo de aclaración, donde pudiésemos leer: "Confíe en nosotros!, les robaremos si, pero será de una forma tan higiénicamente artística que no se enterarán de la sisa".
Si algo aplaca nuestro enojo, siempre desde la distancia, querido amigo, es comprobar cómo aún quedan voces que se alzan sin pudor, indignadas, cada tarde en esa plaza tuya que sigue siendo, aún con sus sombras, una esperanza para el aficionado. Si esto desaparece, Madrid también se hará una "plaza de provincias", donde desde hace tiempo nos han cerrado la entrada.
Animarte, pues a seguir en esta dura batalla, que no perdida... Esperemos!. Un Abrazo!
Cuando llegan estos desaprensivos y su cohorte,nos hierve el agua Enrique.
pura y dura TAURO-MAFIA, y así nos va,eso de "el toro de Madrid" se acabó hace tiempo,cada uno lleva sus toros como cada rejoneador lleva sus caballos o policía a su perro, parece una exhibición de muletas,"barata,la vendo barata",esconden al toro con muletas descomunales con más de un metro de pico hasta el estaquillador, toros que se tambalean con un dudoso "pedigrí" domecsticados para la la "tauromaquia 2.0" de los coj...s, basta ya! ¿cuando sale el autobús para Azpeitia?
Gloria:
Muchjas gracias por los ánimos, que muchas veces te pegan el empujón para adelante cuando piensas echarte a un lado. No sé cuánto durará todo esto, pero de momento...
Franmartín:
Y encima hay que reirles las gracias y felicitarles por lo bien que nos toman el pelo.
Un abrazo
Cárdeno:
No lo sé, pero quizá hay que esperar al que va a Francia. Esto es un dislate y te quieren convencer de que lo que ves no es así, que no lo sabes ver, aunque tú lo ves, lo vuelves a ver y la cosa no cambia, pero el mal está en ti, que no sabes ver las cosas como se debe. De locos... y de golfos que te toman por idiota.
Un abrazo
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