domingo, 19 de mayo de 2013

Victorino Domecq y Alejandro Talapases

Igual no viene a cuento sacar aquí a Diego Urdiales con una vaca de Victorino, pero ha habido muchos momentos en los que uno lo echó de menos



Con la ilusión que había puesta en esa corrida, la de la reivindicación del torero como figurón, del ganadero como criador de un toro que no se parece en nada al que fue, de la Tauromaquia 2.0, la de los taurinos, los seguidores del torero extremeño, el público que necesitaba tener en su biografía un hito a partir del cuál empezaría a contar los años. Pero lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. A la salida se hablaba de desastre, timo, engancho, desilusión, chasco, hasta de estafa hablaban los más extremistas, que es fácil que fueran los energúmenos que se liaron a tirar almohadillas al ruedo. Yo hace dos días me llenaba la boca diciendo que aquí no ya se tiraban al ruedo y mira por donde siempre tiene que haber un imbécil que quiere dejar claro que lo es. Cuando les dices que se metan las manos en los bolsillos te miran con cara de sapo sodomizado y callan. Se movió gente de todas partes para ver la corrida, pagando las entradas como si compraran azafrán. La plaza llena a rebosar, mucho pasillazo, que es cuando los ves con cara de despiste con la entrada en la mano y mirando los carteles de la plaza. Pero como aparte de isidros, son muy espabilados, se esperan con el cubata hasta el último para ocupar su localidad y así provocan los atascos que provocan, con el toro ya sobre la arena.

Y perdón por lo de toro, ha sido un lapsus, quizá debería haber dicho novillote, raspa, sardina, becerro, churro, choto, mona, cosa fea, cualquier cosa menos toro. Chiquitos, no esos elefantes que nos gustan en Madrid, según los eruditos del toreo, que estarán encantados con la gatada que mandó la familia Martín para la encerrona. Salió el primero y ya se ofuscaron con las escasas protestas a un toro muy justito de presencia. Se pegó la vuelta al ruedo por su cuenta, con cierta condescendencia del matador, dándose la vuelta de espaldas s los medios, porque tampoco iba a empezar con el acelerador a fondo, le quedaba mucho tiempo para salir por la Puerta Grande. El animalito recibió tres puyazos sin hacer nada por poner en apuros al pica. Fue andandito hasta el peto y ofreció el morrillo al del palo, para que barrenara a gusto. Sería por lo molesto que era el viento y que hizo perder la cabeza al del castoreño. En banderillas se dejó sin más, pero ya tiró un viaje a uno de los pareadores, avisando que se empezaba a despertar. Fue Talavante con la muleta a pegarle una tanda de derechazos aceleraditos, otra más y ya empezamos a ver lo que iba a ser la película de la tarde, ¡eh,oiga! ¡Eeeh! El de los señores Martín sacó un pelín de genio, se revolvía rápido y el torero se empezaba a ver superado. Otra más, carreras para recuperar el sitio, pero se tenía que abrazar al toro para que no siguiera achuchando. Se lo comía el animal. Decide tomar la espada y tremendo espadazo que hace guardia, una entera caída y se acabó. ¡Señor, qué trago!

El segundo, más anovillado aún, ya le apuró de salida con el capote, haciendo que de nuevo se diera la vuelta para ceder terreno y no verse acorralado. El toro blandea, le meten debajo del peto y de lado, se queda allí debajo esperando que pase el tiempo. Le sacan y se vuelve él solo al caballo. Talavante se pone a bregar y en una de estas, al ve que el toro se le subía a las barbas, le suelta el capote en la cara y se marcha de allí como puede. Un tercer encuentro en el que el toro va solo y con las mismas se marcha suelto de allí. En banderillas empieza a cundir el pánico, mientras el toro se limita a esperar. Muletazos por bajo, trapazos sin poder, para continuar con derechazos intercalados por carreras para colocarse una y otra vez. No le deja colocarse a gusto, otra vez que ve como el novillote le pasa por encima. Naturales con pico, echándole para afuera. Para colmo el animal se pone incierto, escarba y se arranca de repente. Lo intenta al hilo del pitón, hasta que al final acaban toro y torero en los terrenos de toriles, aunque curiosamente, el Victorino no quiere tomar la muleta cuando la salida es hacía la puerta por la que salió. Entera caída soltando la muleta y vamos a por el siguiente.

Tercer novillo, siempre en escala descendente, toma el capote rebrincado, en el caballo se pone en paralelo, le pican muy trasero y le tapan la salida. En la segunda vara escarba, tardea bastante, deciden cambiarle los terrenos, para al final acabando metiéndole debajo del penco. Cabecea y pega cornadas para quitarse el palo. En el último tercio Talavante se decide a comenzar por naturales, de uno en uno, aún sin estar convencido, consigue dos naturales estimables, rematados atrás, pero no está convencido del todo. El toro le marca la pauta y va mejor cuando se cruza y le ofrece el medio pecho, quizá más bien porque es más propicio para el toreo profundo, que para el pase largo. Es ponerse perfilero y el muletazo resulta más tropezado, sin limpieza. Dos naturales más con calidad, llevando el toro muy atrás. Intenta por el derecho, pero por ahí está más complicada la cosa, aprieta más. Vuelve a la zurda y se planta para torear de frente, con momentos emocionantes, siempre y cuando no pretenda tomarse ventajas. Un precioso ayudado por alto llevando mucho al toro, que desboradaba nobleza. Cobró una estocada entera, quizá algo tendida, lo que le hace tomar el descabello para fallar por tres veces, concluyendo con que el toro se acuesta solo por su cuenta. Perdió trofeos y se limitó a saludar. Ahora quedaba saber si era el principio de un repunte o la oportunidad perdida de la tarde.

Pasada la primera mitad, apareció el cuarto, en la línea de los demás en cuanto a presentación y comportamiento, buscando las tablas de primeras. Fue solo al caballo para recibir un marronazo del señor del castoreño. Talavante quita por chicuelitas, aguantando bien la primera y apartándose en las demás. Intenta llevarlo al caballo y el toro se marcha solo al reserva, acaban teniéndolo que poner muy de cerca para el segundo puyazo, cabeceando y repuchándose al notar el palo en el lomo. Lo que en el anterior fue una ventana a la esperanza, en este cuarto acabó diluyéndose. Instrumentó unos naturales a duras penas y como durante casi toda la tarde, al meter el pico se le metía el toro para adentro, y sólo fue capaz de trapacear como podía. No se paró un momento a pensar que posiblemente aquel animal necesitaba una cierta lidia con la muleta, poderle, decir quien mandaba y a partir de ahí lo que quisiera. Pero claro, ya se sabe que estos maestros de hoy están regañados con eso de la lidia, de la misma forma que lo están los peones y picadores. La cantidad de dolores de cabeza que se habrían evitado en este y en los seis Victorinos, que no eran alimañas ni muchísimo menos, únicamente presentaban ciertos problemas, que con un poquito de disposición se habrían podido solucionar; cualquier cosa menos esperar que el toro se adaptara al torero. Eran Albaserradas mansos y descastados, pero sin el grado de bobonería del torero comercial del momento. Puede que estos detalles sean los que diferencian este toro con los demás el monoencaste, de los que están mucho más cerca que de sus ancestros de hace décadas, cuando Ruiz Miguel hablaba de alimañas. Acabó Talavante con una entera caída y quizá con otra oportunidad despreciada.

Como el que quiere la cosa nos pusimos en el quinto de la tarde, al que saludó con unas verónicas pasables. Se arrancó al caballo muy de cerca, empujando con ganas, pero sólo cuando le tapaban la salida, eso sí, cuando sabía que tenía detrás el campo libre, ni pestañeaba. En el primer caso parecía buscar la huída hacia delante y en la segunda ya debía tranquilizarle el poder marchar cuando le apeteciera. A la segunda vara fue desde muy cerca y se limitó a cabecear y cornear el peto. Buscaba el refugio de las tablas, del que era difícil sacarlo. No quería nada hacia los medios, pero cuando veía el muletazo de salida para adentro, ni se lo pensaba, no había ni que citarlo, se citaba solo. Cuando mejor obedeció la muleta fue cuando se le citaba paralelo a las tablas en el tercio, y mientras se sentía resguardado era capaz de tener tres arrancadas francas, nada más, quizá cuatro y el de pecho, pero no lo que pretendía Talavante, tandas largas en cualquier sitio del ruedo. La sensación fue que no acabó de entender al toro, que por lo visto después se llevó por delante la esperanza del espada junto con sus últimas energías. Y por si fuera poco, otra estocada haciendo guardia, para que el público perdiera dejara la ilusión de lado para trasladarse al polo opuesto.

Y por fin salió el último, el más serio de la corrida, el que más se parecía a un toro, manso como todos en el primer tercio, buscando el estribo izquierdo del caballo, pegando derrotes en el peto como un poseso, de medio lado, teniendo que ir el caballo al toro y no al revés, para poder darle un segundo puyazo. Mientras le tapaban la salida empujó, hasta que vio el camino libre y decidió irse a otros terrenos más templados y con menos caballos que hicieran pupa. Esperó en banderillas y cuando la plaza esperaba ver si aquello tenía todavía algún remedio, Talavante se limitó a tantear al toro con desconfianza, decidiendo coger la espada para acabar con un bajonazo. Bronca y las almohadillas que alguno que otro se podía haber comido, con plumas y todo, que uno entiende que la reventa les sableó, que hasta se había metido una buena tanda de kilómetros entre pecho y espalda, pero hay cosas que no, y esta es una de ellas. No se justifica eso ni aunque Victorino hubiera echado una gatada infame, fea, chica, mansa y descastada, diga él lo que quiera, ni tan siquiera porque Alejandro Talavante estuviera toda la tarde a la deriva, sin poder con aquello en ningún momento. Realmente midió mal sus fuerzas y su capacidad de lidiador. Lo de la variedad lo dejamos aparte, pero hombre, qué menos que ver los defectos del toro y darle la lidia que pedía, sin pretender aplicar la faena al uso. Que todo lo que tenían era lo normal hace unos años en muchas ganaderías, incluidas las comerciales, pero era cuando los toros no eran robots tontos y los toreros no tenían su faena standard, tenían un estilo, pero lo aplicaban a los toros adecuándose a sus circunstancias. No sé si fracasó la Tauromaquia 2.0, si el torero del “gesto”, si los ganaderos o si los vendedores de fantas, pero lo que si está claro es que perdió el aficionado, el que paga, que no sabía que iba a ver una corrida de Victorino Domecq y Alejandro Talapases.

12 comentarios:

Juan Medina dijo...

Enrique, los dos nos hemos acordado de Diego Urdiales. ¡Qué cosas!
Un abrazo.

franmmartin dijo...

Va llegando el momento de darte el Título de Aficionado Cabal (superando "cum laude" el de Aspirante que ahora ostentas).Aficionado Cabal que, además, se entera de lo que ve y añadirle el de Comentarista Videográfico,valga el palabro, porque lo cuentas de manera que se "ve" lo que ha pasado en el ruedo,con un lujo de detalles solo al alcance de quienes chanelan y aman esto.
Luego rezar para que no te tiente el cuarto poder,porque nunca se sabe lo que puede pasar,salvese el que pueda.
Esto de Talavante suele suceder "a golpe cantao" ,como decía Ordóñez refiriendose a otras cosas.
En el mano a mano en Sevilla de hace años entre El Cid y Morante,envió Victorino otra sardinada como informaban incluso medios afectos.
Es de suponer que tendrá en la ganadería una camada dedicada a "gestas" de figurones varios.
Lo que le ha pasado a Talavante, es que Victorino todavía no ha dado con la tecla de echarle a la camada pro figuras, el suficiente "agua al vinis para que salgan como gusarapis" ,remedando a lo que decía ,creo que era la Peña "Er 77" del Marqués de las Cabriolas, en su caseta de la Feria de Sevilla, refiriendose al moyate.
Un respeto para Talavante y el deseo, de que por lo menos extraiga conclusiones positivas de la "gesta" ,tales como que la Tauromaquia se sustenta en el Toro,en poderle al Toro,en someter al Toro,en lidiar al Toro,en crear arte con el Toro,en saber matar al Toro,aunque luego,a lo mejor,no se corte ninguna oreja.
Un cordial saludo y suerte (que se va a necesitar) para esta tarde.

Anónimo dijo...

El título de la corrida bien podría haber sido el de “Fracaso sin paliativos”. Un fracaso que podemos aplicar tanto al matador como al ganadero.

A Talavante le he visto bien algunas tarde perono tiene recursos para asumir semejante reto, poca diversidad capotera, está ayuno de técnica para los toros no convencionales (como casi todos), es frágil en el aspecto mental y no muy diestro en el manejo de la espada. ¿Esto significa que sea el único culpable del desatino? Pues no.

Si hay algún ganadero que sabe lo que tiene en su casa ese es Victorino. Estoy seguro que, de haber venido una terna de matadores al uso, véase Robleño, Castaño, Urdiales, etc, los victorinos hubieran sido diferentes a los que contemplamos ayer. Los reproches al matador no son óbice para destacar el mal juego del ganado, unos toros que huían del caballo como la peste y que varios de ellos presentaron mayor o menor grado de flojera. Una vez digo lo de siempre, la culpa la tiene el matador por no echar el toro al suelo. Tanto les gusta el toro flojo, con pocos pies y justeza de fuerzas que se dedican a sostenerlo en pie. Ya que los toros no estaban dando el juego adecuado, creo que Talavante hubiera hecho bien en provocar el cambio de algunos y que en su lugar pudiéramos ver el juego de los sobreros. Probablemente hubiera sido mejor.

El comportamiento del público tuvo sus “aquí” y sus “allá”. Me gustó la ecuanimidad del siete al protestar a los toros de Victorino, para que luego digan los taurinos que no se protestan a las ganaderías predilectas del sector duro. Creo que hay que ser justo y protestar los toros que no sirven, sean de quienes sean. La bronca en el sexto la veo justificada, no así el bombardeo de almohadillas. No se deben perder las formas por muy cabreado que esté el personal.

Un saludo
J.Carlos

Anónimo dijo...

A la fiesta le quedan 10 años de vida.Y no serán los antitaurinos los que acaben con ella.SEGURO

Anónimo dijo...

Mucho ruido y pocas nueces.Ni toros ni torero. Se demuestra una vez más eso de "dime de lo que presumes...".
Uno que se cree que con dinero y spot televisivo se logra torear y ser buen torero. Faltándole garra, tronío, planta y carisma..
El otro con ansias de poder muy lejos de los toros de antaño, con mucho afán de protagonismo mediático vendiendo una "saga familiar" apaletada y metiéndose en la caja tonta con programas de toreros, entrevistas de la "hijisima" a medios de comunicación llenándose la boca con palabras como nobleza, casta, valores..bla bla bla...
Un timo. Así me sentí a la salida de la plaza.
Quizá el uno podría ser imagen de "moda" de alguna marca textil con spots televisivos.
El otro que siga "exprimiendo" la marca del padre pero que sepa que las ubres terminan... y que siga haciendo "caja" con vinos malos y excursiones a lo que fue y ya no es presumiendo de lo que ya no tienen ni son.
Y la "hijísima" que siga vendiendo humo y palabrería (v.gr http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/05/07/actualidad/1367954152_692826.html)... Saga más que cuestionada. Ni toros ni toreros.
Lo mejor ver al Juli recuperado. Un olé por él.

Enrique Martín dijo...

Juan:
Pues o estamos igual de equivocados y confundidos, o algo hay que resulta evidente y que no quieren que nos demos cuenta.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Franmartín:
Muchas gracias por esas palabras que me ayudan mucho. Y si me tienta el cuarto poder, tranquilo que aceptaré, aunque no sé lo que me aguantarían,igual ni dos minutos. Y si trago, por favor, hacedme saber que me he vendido, y es algo que no me puedo permitir, mancharía la memoria del que me enseñó todo esto. De tu comentario parece que nos lo hemos copiado, lo que me tranquiliza, porque le decía yo a un amigo que lo primero era hacer las cosas como se debe y luego, si hay orejas, bien y si no, también. Pero este vino con el propósito de ver si le salía una mona "colaboradora" para poner la muleta y ya, pero aún con lo mansos y descastados que han sido, han sacado un pelín de genio y ya ha valido para que se hundiera.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Me sorprendió mucho lo de las almohadillas, pero ya ves,los isidros pasan del blanco al negro con una facilidad pasmosa, sin pararse un segundo en la justicia. No se salva nadie, ni el ganadero, de quien se dice que claudicó y cambió los toros reseñados en principio, ni el torero, que no se enteró de nada, se vio naufragando toda la tarde, no sé quién le ha dejado meterse en esto. Pero mira el optimismo que llevaba yo, que hasta me lo esperaba todavía mucho peor. No se puede ir a una corrida de 6 toros a ver si sales por la Puerta Grande.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Les van a quitar ese privilegio entre esta panda de caraduras ineptos.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
La decadencia de Victorino es evidente. Para mí no son ni sombra de lo que fueron hace muchos, muchos años, pero como tienen buena prensa, adelante con ello. El hijo puede estar orgulloso de sus logros, diluir la casta como un azucarillo. Cosa que por otra parte no entiendo, pues a lo que no puede aspirar es a tomar el lugar de otros. Con lo bien que estaba como un símbolo de la casta. Pero eso ya es cosa del pasado.
Un saludo

MARIN dijo...

Llego tarde Enrique, pero sabes que no cambio las marismas almonteñas por nada del mundo, y mientras ella este en la calle no pierdo el tiempo en trapazos.

Creo que aquello empezó muerto desde el momento del paseillo mismamente. Creo que en ningún momento Talavante se tomo la encerrona como debía tomársela. Creo que Alejandro pensó en que aquello se podría resolver con contorsiones musculares, codo empinado y composición estética propia de la Madrid Fashion week. Se olvidó de que los Victorinos pudiesen salir descastados y no tenia plan B. Se le olvidó la suerte de varas, se le olvidó la lidia... se le olvidó donde estaba. Pero no se le puede echar en cara nada, porque es lo que sabe hacer y no tiene a nadie al lado que le diga como se debería hacer.

Pero ¿sabes lo que mas pena me da de todo esto?, que despreciara a su profesión como lo hizo al final del festejo. Cuando David Casas, el del plus, le preguntó al final del festejo por el resultado de la tarde, Talavante se dedicó a soltar con un desgano tremendo que "solo había sido una tarde mas en Madrid, como todas, una tarde en blanco". Ahí fue cuando me di cuenta de que este no es torero ni de lejos. Ya no solo figura, que para nada lo es, sino ya el hecho de poder decir que es torero.

Bueno, te dejo que mi virgen se arrecoje y la wifi no esta muy allá que digamos.

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Marín:
Como decía aquel, lo primero va antes. Sobre lo de este chico, pues no sé, no conocía esa entrevista, pero ya me explico muchas cosas. Recuerdo cuando hace años los aficionados le decían a un torero que no tenía afición. Era lo peor que se podía decir, vamos, que bastaba con que dudaran de ella, para que se le viniera a quien fuera el mundo encima.
Un abrazo y a lo importante