jueves, 15 de mayo de 2014

Madrid feliz, pero sigue sin llenar

Esto es lo que se llamaba suerte de varas, una cosa que se hacía durante las corridas de toros, ¿recuerdan?


En Madrid estamos que lo tiramos, nos sobran las orejas, los pañuelos, los canapés, los cubatas en el balde de fregar, los bocatas de la nouvelle cousine, las palmas y ya puestos, hasta corridas de San Isidro, las podemos regalar si queremos. En Madrid hacemos lo que se nos pone; que si nos da la gana le regalamos una oreja a un novillero basto como un bocata de chapas o a un señor que hace volatines a lomos de un toro. Nos sobra de todo, tenemos la abundancia como castigo. Hasta toros nos sobran. Anuncian seis de la Palmosilla y todavía salen tres más de otras ganaderías ¡Será por toros! Si hasta sitio nos sobra. Llevamos casi una semana de festivales y no se ha llenado aún ningún día, ¿y por qué? Porque nos mola estirar las piernas. No se llega a cubrir los tres cuartos de plaza, pero no nos importa. Y eso que es una feria increíblemente “güena”. Los modernitos ya se están frotando las manos de lo bien que nos lo vamos a pasar. Todo perfecto, mojicones desmochados, público dulzón, toreros modernos y simpáticos a los que se mide por lo que hacen requetebién, aunque esto sea hacer surf con los ojos vendados; luego se pone los leotardos con lentejuelas, hace dos cabriolas y le damos una orejas, porque yo lo valgo.

Si empezamos por el ganado de la Palmosilla, tal y como ha ido la tarde no me extrañaría nada que ya hubieran pedido otro encierro para el año próximo. El toro ideal, no hace falta picarlo, porque si te descuidas y le rozas con la puya igual se explota como muñecas hinchables o igual se desmorona, como los anovillados mozos de la Palmosilla. Al grandullón de Torrealta al menos le pudimos ver pegar cabezazos al peto y marcharse de allí a escape. Tampoco el de González Sánchez Dalp se puede decir que fuera picado, si acaso, regañado un poco, a lo que él respondía queriendo quitarse el palo. Y tan hechos están los picadores a ese torillo mojiconero, blandito y esponjoso, que al de La Rosaleda le quiso simular la suerte y el montado acabó desmontado. Qué cosas, si bastaba con aguantar un poquito, si luego el animalito ni se meneaba debajo del acorazado corcel.

Juan José Padilla es un diestro que cae bien, aquel tremendo percance ha hecho que el público le mirara de otra forma, servidor incluido, pero en la arena y de luces no es que haya cambiado demasiado; banderillas más atléticas que toreras, sin clavar en la cara y, como en su segundo, a toro pasado. Quiso pasar por la muleta al moribundo del hierro titular, pero aparte de echar el toro para afuera, este le enganchaba con frecuencia el engaño. En el sobrero que hizo cuarto le dio mantazos a placer, acelerado, un desarme, más trapazos y poco a poco logró empeorar aún más al animal. De momento, a esperar.

Confirmaba Manuel Escribano, torero muy apreciado en la actualidad, pero que no había asomado por aquí. Hizo una declaración de principios con su primera portagayola un poco sui géneris. No demasiado aplicado en eso de poner el toro al caballo, practicando esa suerte tan habitual del ahí te quedas. En banderillas poco brillante, destacando el mérito de poner un par al quiebro por dentro. Se empeñó en querer dar pases a un moribundo, pero al final solo hacía perder el tiempo y la paciencia al personal, que no sabía lo que le esperaba. Al siguiente de la Palmosilla se le llevaron los de Florito y al de La Rosaleda le recogió admirablemente bien, sin ese don que es el arte, pero con mucha efectividad. Ese mal que todas las tardes se repite en cada toro, pero en el que Escribano no incurrió. Había que frotarse los ojos, un capotazo y no se va, otro por el otro lado y lo aguanta, otro y lo sujeta, lo lleva, hay mando y el toro no se pega esas carreras tan innecesarias. Pero ahí quedó todo, lo mismo con los palos que con la muleta, se volvió a la realidad de lo que es la Tauromaquia 2.0, mucho pase, abuso del pico de la muleta, trallazos como rayos, y la sensación de que estaba dejando pasar el tiempo para cumplir el expediente. Que dirán que vaya obsesión con eso del tiempo, pero, ¿ustedes saben lo que es que te den las diez de la noche sin cenar y ni tan siquiera haber merendado? Pues háganse cargo. Terminó con tal bajonazo que hasta el peonaje pareció asustarse y de la impresión se cayó de cara.


Joselito Adame puede tener muchos pecados taurinos, pero el que no conoce es el de la apatía, el hidrocálido siempre pone todo lo que tiene y no se deja pasar ninguna oportunidad de triunfo; otra cosa es que lo logre. Al grandullón de Torrealta le tiró al caballo, sin colocación, ni mando alguno. Con la muleta lo recibió rodilla en tierra, pero ese maldito pico, los muletazos sin mando, en ocasiones demasiado perfilero, demasiado movido y aunque por momentos adelantaba la pierna de salida, al hacerlo antes de que se arrancara el toro, lo que hacía era echárselo para afuera. Asomaron los primeros signos de rajarse y el mexicano pretendió taparse a base de un arrimón, hasta que se despertó con un aviso antes de entrar a matar. Hubo petición y se dio la vuelta al ruedo, ¿excesivo? Pues yo creo que sí, ¿habría levantado el ánimo de una corrida cuesta abajo? Pues no lo creo, entre otras cosas porque si no hay toro, no hay remonte posible. Igual esta negativa presidencial fue lo que le empujó a recibir a su segundo a la verónica y sin enmendarse en los lances por ambos pitones. El toro se dañó una mano y aún mermado de fuerzas, no fue devuelto. La faena de muleta la inició con un ¡ay! cuando el último inválido se le coló por el pitón izquierdo en los telonazos. Muletazos descargando la suerte, empalmando, que no ligando los pases. Siempre con el pico, en el primer pase se lo echaba para afuera y en el segundo lo llevaba más largo, aprovechando el viaje. Otro arrimón, mal con la espada y peor con el verduguillo. Y ya de noche cerrada salimos de la plaza después de disfrutar lo “güeno” de la Fiesta, lo verbenero, matadores banderilleros y hasta un presidente al que echar la culpa por no dar una oreja y eso que los señores mulilleros le dieron tiempo para sacar el pañuelo, pero este es otro de los temas de los que algún día hablaremos. De momento a seguir estirando las piernas en los tendidos, porque la plaza sigue sin llenarse.

4 comentarios:

Diego Cervera Garcia dijo...

Sr Enrique:

Qué mal sentido del humor...si es que....

Era una concurso, y encima os cabreais??

No lo entinedo, encima con el tendido 11 al lado, que si se os hace largo el festejo, podeis tomar un cacharrazo!! y ojo, qué taurodelta éste año, está haciendo las cosas bien. 2 horas y 55 minutos de espectáculo por el mismo precio. ¿en donde ves eso? Vas al cine, y la peli dura, lo que dura, y no te ponen más por el mismo precio...

Nueve toros, 9!!!!!, por el precio de seis, y aquí en Valdemoro, camino de los cuatro años, sin festejos taurinos. ¡¡de vicio os quejáis!!!!!

MARIN dijo...

Enrique:
Solo te escribo para que sepas que sigo por aquí y con constantes vitales. Ea, me voy a estirar las piernas un ratito.

Un saludo.

Enrique Martín dijo...

Diego:
Con los toros que habí que echar para atrás en Madrid, en Valdemoro os montábais una feria de 15 días, jejeje. Ya sabes, aquí la cosa es el cubata y lucirse, lo demás da igual.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Muchas gracias por esa presencia y por ese apoyo constante.
Un abrazo