lunes, 26 de mayo de 2014

Telepizza, ¿Qué desea? Cenaaaaaar

Se decía que el buen banderillero era el que encontraba toro en todos los terrenos, como Juan Navazo.


No se les ocurra ir a una corrida de Peñajara o de cualquier otra ganadería enferma y quedar después para ir a tomar algo antes de la cena. ¡No sean locos! Llegarán tarde y perderán un amigo, por informal. Y no valen excusas de que la corrida duró más de tres horas, lo empeorarían, nadie les creerá. ¡Que no! Ni lo intenten. Yo lo intenté con mi familia y ahora estoy escribiendo esto desde una pensión de la calle Montera. No solo me han echado de casa, sino que además me he cruzado con un excompañero de trabajo y unos vecinos y al verme entrar en el portal del hostal se han echado una sonrisita malévola, como si fuera a echar una cana al aire con las señoras que rodean la manzana. Y a todo esto, sin cenar, a las tantas de la noche y con el estómago vacío; solo me queda el recurso de pedirme algo por teléfono. A lo que me ha empujado una mala corrida de toros.

Servidor que tenía cierta fe en lo de Peñajara; que no es que esté mal, por lo visto en la corrida, está más que podrido. Ahora nos dirán que estaban enfermos de los colindrones, pero nadie aviso antes de ello. De haberlo sabido, lo mismo hasta habríamos avisado en casa. El primer primero fue devuelto tras comprobar como se tambaleaba, el segundo primero, de El Cortijillo, por partirse un pitón por la misma cepa. A propósito, ¿de qué están hechos los petos que hacen que los toros se desgracien al topar contra ellos? ¿Que guata usan para su confección? Corrió el turno y salió el Peñajara que iba en cuarto lugar, un inválido que le comía el terreno a Víctor Puerto y al que no pudo sujetar en su huída hacia toriles. Se dejó en el caballo sin más, tú me picas y yo me aguanto, aunque no me pueda mantener en pie. Rodaba por los suelos al ritmo de los trapazos del matador, que por otra parte tampoco paraba quieto.

A eso de las nueve de la noche salió el sobrero del Conde de la Maza, un cornalón que se rebrincaba en el capote. Peleó en el caballo, donde le dieron estopa, no fuera a ser que luego no hubiera tiempo, le taparon la salida y sacó al picador más allá del tercio, o mejor dicho, el picador se fue con él, no consintiendo que se le escapara. Se dolió en banderillas, con embestida incierta en la muleta y pagando arreones. Puerto se tomó todas las precauciones posibles y el airbag y casco, porque no le dejarían. No se paraba jamás, ni tampoco le apetecía mucho estar por ahí con ese cornalón delante. Un amago tímido de macheteo y se acabó. Él al menos ya podía tomarse un tentempié.

Eugenio de Mora recibió al primer segundo con el capote, dando la sensación de que el animal se descuajaringaba allí mismo. A los corrales. Corre turno y sale el que hacía quinto, cornalón, echando las manos por delante, se le picó trasero, le taparon la salida, como ya es habitual, mientras el animal se tambaleaba. Sería que empezaría a sentir gusa, la que ya nos rugía por dentro a los que allí estábamos como estatuas de sal. Tardeó mucho en la segunda vara, que si acaso, se la señalaron. Banderazos por alto a una mano y en la primera tanda por la izquierda, ¡zasca!, al suelo. Mano alta y aún así, el animalito no se aguantaba en pie. Se vencía por el izquierdo y el estar ahí delante era cuando menos, absurdo. El de la Rosaleda, que salió en quinto lugar, ya con noche cerrada, entraba como un tren, muy violento. En el caballo no humillaba jamás, costumbre que permaneció en la muleta. Inicio de rodillas, para inmediatamente erguirse y conseguir un derechazo tirando bien del toro. Mucho pico y dejando que el toro se la tocase casi siempre. Mucho pico, y carreras para recolocarse, pero al final su actuación no pasó de vulgar.


Quien sorprendió fue Alberto Lamelas, uno de esos toreros de aguantar quina para que le pongan en un cartel. El primer tercero, de Peñajara, veía el palo y se venía abajo, le suplió uno de Torrealba que siguió la misma tónica, y el tercero tercero, el de Los Chospes, fue el que al final se quedó. Se frenaba de inicio y aunque acabó tomando el capote que le ofrecía el torero, no acababa de entregarse. Mucho cabezazo en el caballo mientras le tapaban la salida, aunque no le estuvieran picando. Tampoco lo hicieron en el segundo encuentro. Quizá se lo dejó demasiado crudo. Bien Fernando Téllez pareando al toro que apretaba bastante. Lamelas le dio distancia, se le caía, bien colocado citando y en los pases sucesivos, muy valiente, logrando incluso un buen derechazo tirando del toro y llevándolo metido en el engaño, aunque ya he dicho muchas veces que a mí no me gusta ver el toreo con el bisturí y que un pase no significa que se toree. Pero Alberto Lamelas dejaba claras sus buenas intenciones. No se acopló con la izquierda, levantando la mano y dejándose enganchar la muleta, además de citar con el pico. Volvió al pitón derecho, citó muy de cerca, pero ya no había nada que sacar. Se empezó a hacer pesado, quizá ese afán de querer mostrarse, un intento de bernadinas, un revolcón muy feo y dejando claro el valor y las ganas de querer ser. El sexto tomó el capote tirando tornillazos, mientras se vencía por el lado derecho. Se dejó en el caballo, cabeceó en el peto, pero con tal fuerza, que el penco ni se inmutó. En banderillas cabe destacar a Juan Navazo, que tuvo la claridad de ideas de banderillear a la media vuelta, dejando un buen par por el pitón derecho. Y es que siempre se agradece ver a toreros con recursos, y este ya lo ha demostrado otras tardes. Poco más se pudo hacer con el último mulo de Peñajara, el matador lo intentó, pero poco se podía hacer con esa embestida sin meter la cara y sin hacer demasiado caso a la muleta. Las diez y diez de la noche y lo demás ya lo saben, solo queda decidir si de jamón, hawaiana, de carne o con miguelitos de La Roda. Allá voy. Telepizza, ¿Qué desea? Cenaaaaaar.

4 comentarios:

MARIN dijo...

Ayer no pude ver nada Enrique, por eso hoy tu reseña de la corrida me viene de perillas. Tocaba salir por la tarde con la mujer a dar un paseo por la playa, pero si lo sé, cuando llego a casa todavía me hubiese dado tiempo a ver dos toros.

Ya te dije hace tiempo que me gustaba Lamelas, en la radio ¿te acuerdas?. Es un torero que tiene mucho que decir, lo que pasa es que a capar se aprende cortando huevos. Ojalá lo de ayer le sirva para algo.

Lo de Peñajara, puff, pues bueno no me atrevería a juzgar la verdad. Una cosa es que una corrida te salga mansa de carretas y otra que los animales se te caigan así a las primeras de cambio. Puede ser que esté enferma si, conozco casos de cambiar una corrida de cercado y estar el agua de un pantano contaminada y afectar sobre todo a los higados, o cambiar el pienso y afectar también. Pero no conozco el caso en particular.

Bueno, me voy al campo. Un abrazo.

P.D.: Para la próxima vez pidete una Barbacoa que las hacen muy buenas, tamaño familiar y las pides en el quinto toro. Así llegas a casa con ella y quedas como un señor.

Anónimo dijo...

Lo del Domingo fue un duro golpe a la Fiesta en general. No es que los de Peñajara doblaran las manos sino que caían a plomo. Recordando el fiasco que se produzco con la misma ganadería en el 2009, hecho que provocó que incluso los de la sombra se “alzaran en armas”, que se repita ahora lo mismo con la misma ganadería es como para que un equipo forense analizara las reses porque casi con toda seguridad estaban enfermos.

También es chocante la complacencia del presidente a la hora de cambiar los toros. No puede ser que los toros se caigan, la plaza esté protestando y el usía de turno se niegue a sacar el pañuelo verde. En uno de los muchos cambios la gente protestando, el presidente cambia el tercio y, no habiendo pasado ni un minuto, se ve obligado a sacar el pañuelo verde porque el morucho rodaba cuál balón de fútbol por el suelo.

De los matadores poco que decir, Víctor Puerto peor que nunca. Eugenio de Mora hizo algún muletazo destacable de mano baja en el quinto y personalmente no me gustó Alberto Lamelas. En el tercero, donde fue jaleado por los paisanos del autobús, durante los primeros muletazos era incapaz de aguantar la embestida del toro y tenía que dar un paso atrás. Parece que luego cogió confianza y se fue asentando en el sitio, los adornos finales fueron antiestéticos y su impericia le costó un buen revolcón.

Antes de terminar, algo que no puede faltar, FUERA TAURODELTA.

Saludos
J.Carlos

Enrique Martín dijo...

Marín:
Ya te digo yo que aunque lleve una pizza como la rueda de un carro, no llega a a casa. A esas horas uno se come hasta las ruedas del Metro.
Lo de Peñajara no era normal, no era una invalidez al uso, caían como sacos. Quizá has aportado algo importante para entender mejor este problema.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Yo pensaba que aquello ya era parte del pasado, incluso aunque el año pasado no fuera bueno, no entendía lo de este. Es que era el más mínimi roce y catapúm, al suelo.
A mí Lamelas me gustó por la disposición y por la intención. Le falta torear, no cambiar de mano alegremente y luego cuando quiso volver a lo inicial, ya no había forma. Yo le vería otra vez y a ver qué pasa.
Un abrazo