jueves, 17 de mayo de 2018

Qué gran tarde de… fútbol


¿Recuerdan la gran pelea en varas de los de Núñez del Cuvillo? Pues tranquilos, que no es porque tengan problemas de memoria

A veces una tarde, un día, que empezaba lleno de incertidumbres, acaba con un alegrón. Y eso ha ocurrido con el Aleti y con la final recién conquistada. Estoy seguro que todos, los colchoneros y la entusiasta afición marsellesa han acabado felices al acabar el partido. ¿No? No me digan que a los hinchas del Olimpia no les ha gustado ver tres goles, ver a un equipo ganar y disfrutar de lo lindo. ¿Qué más se puede pedir? Que si me dicen que no es así, igual pienso que esa gente es muy rara, extraña, que son unos reventadores y que no les gusta nada y si encima leo o escucho que censuran a su equipo, hasta podría acusarles de demagogos, ¿O no? Pues igual así me resulta más fácil hacerme entender de cómo en una tarde en las que tres señores han cortado tres orejas, no solo algunos nos hemos quedado helados, sino que además se nos ha ido el alma a los pies. Que los franceses igual esperaban un equipo potente, pues los aficionados esperaban una corrida de toros. Que los otros querían un equipo dominador e incisivo; pues los aficionados esperaban toros de lidia, toros a los que tal apelativo no les quedara colgandero, como un sayón de un gigante de dos metros y un puñado de arrobas.

Lo de Núñez del Cuvillo es cómo si el dueño de un bar esperara a cobrar a unos clientes para irse a comprar al mercado y le pagaran con bonos restaurante, y de repente se le vienen abajo las patatas, el pescado, las verduras y la ilusión. Una corrida en la que ha sido imposible poner ni medio puyazo, a la que no se ha podido enjaretar ni un muletazo a ley, de arriba abajo y de fuera a adentro, cómo decían los más viejos del lugar. Una corrida justita de presentación, mansa, boba, floja, pero que luego seguía las telas, siempre y cuándo estas no tuvieran poder, no fuera a ser que los animalitos rodaran por el suelo. Eso sí, para el juego de te tiro la pelotita, me traes la pelotita, no tienen competidor. La corrida ideal para los aficionados a las pelotas, que quizá no tanto para los de los toros.

Era el primer lleno de la feria, más de una semana después del comienzo de la feria, para que veamos lo que interesa esto actualmente. Que igual son alucinaciones mías, pero hace unos cuantos años, se contaban las tardes por llenos. Pero en esta ocasión, sí que ha habido el no hay billetes y la verdad es que se notaba en el ambiente un algo especial, la gente que no estaba habituada a tenerse que acoplar entre espaldas y rodillas, los vasos de yintonis que no faltaban, los ternos de domingo endomingado y si cesaba el barullo, el sonido inconfundible de los grandes aficionados, el clis clas de las pipas. Que los pobres de las almendras no estaban preparados, que si en lugar de almendras hubieran vendido pipas, habrían acabado con el cuadro, cerraban por falta de existencias hasta el próximo piponazo. Que igual a ustedes les gustaría más que me centrara en la corrida de toros, pero claro, ¡qué listos! Y a mí, pero hay veces que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.

Antonio Ferrera venía con el cartel de poderoso lidiador, consumado maestro en el dominio del toro y de los tres tercios de la lidia. Pues él pensaba lo mismo y así se ha puesto a ello, con la única salvedad que ante esos ejemplares de Cuvillo, resultaba grotesco y anacrónico ponerse con ademanes de maestro. Que ante el toro, vale casi todo que sirva para mandar y dominar, pero ante estos engendros ganaderos, a veces hay que taparse un poquito. Y si para colmo nos ponemos creativos y no se nos ocurre otra cosa que clavar la espada de mentira en la arena, eso que ahora llaman “la ayuda”, y ponernos a dar trapazos con la diestra, pues la cosa aún resulta más extravagante. Eso sí, que aún le quedó tiempo al respetable para acomodar las pipas y el yinton, para pedir la oreja. Había mayoría y el señor Magan no podía hacer más que sacar el pañuelito blanco. Pues ya está, no le demos más vueltas. En el cuarto se vio la verdadera sapiencia taurina del personal que puso el no hay billetes y del tipo de espectáculo que quieren ver. Un toro que salió dispuesto a recorrerse el ruedo varias veces, que fue al caballo al relance, que no se le picó y que el picador le hizo la carioca. Un segundo encuentro en el que el animalejo fue abandonado en las inmediaciones del penco, para que le pusieran el palo trasero y de nuevo la carioca, sin que se picara lo más mínimo. Pues bien, en ambos casos, se ovacionó con entusiasmo al de aúpa. Que se lo juro por Godín, que no me invento na de na. A continuación Ferrera se gustó con muletazos al mortecino animal que se arrastraba por el ruedo, mientras el de las calzas rosas se ponía bonito, ofreciendo el pico de la muleta, no fuera a ser que… Si soplaba un poquito el viento, el Cuvillo al suelo; si en lugar de andar con la mano alta le daba por bajarla medio dedo, el Cuvillo al suelo; pero que Ferrera estaba encantado y allí se lió a regalar tandas y más tandas al personal. Ya desesperaba, el público se impacientaba y él, una más y otra y otra y… Era un caso típico de lo que los científicos denominan “si no quieres caldo, toma Ferrera”. Un metisaca infame en los blandos y cuándo quiso montar de nuevo la espada, el Cuvillo se desplomó. Viva el arte torero y el chachachá.

El segundo era José María Manzanares, casi na, que además era portada del programa del día, sí hombre, ese cuadernillo que se supone que es la guía para la corrida, pero que las cosas de la modernidad han hecho que las portadas parezcan sacadas de una revista de modas de los cincuenta. Eso sí, moderno es. Que no censuro los diseños, que son bastante buenos, pero quizá quién los encargó obvio eso, que era para un programa de mano de una corrida de toros. Pero nada, sigamos con el show. Recibió Manzanares a la fiera y a nada tuvo que darse la vuelta de espaldas a los medios. Es que la casta del animalito era un vendaval de embestidas; que no cuela, ¿no? Pues no, no puede colar. Le dejó muy suelto por el ruedo, total, ya pararía. En lo que debería ser el tercio de varas proyectaron un documental de no hacer pupa a los animales, en el que un picador simulaba la suerte de varas, tapaba la salida al que hacía de toro y picaba trasero. Con la muleta, el alicantino hizo lo de siempre, posturas, muleta atravesadísima y el animal pasando muy lejos, sin obligarlo, por supuesto. Muy fuera, con enganchones y pareciendo más que daba aire al toro, con perdón, que otra cosa. En su segundo, otra fiera devora niños, le saludó con verónicas siempre echando el pasito atrás, dos amagos de picotazo y un quite a pies juntos en que el toro le tropieza y le arranca el capote. El trasteo de muleta difirió muy poquito del anterior, poniéndose bonito, eso sí, pero casi un calco de lo anterior, aunque quizá el respetable, como ya estaba merendado, tenía más bríos para jalear los trapazos. Y aquí sí, claro que sí, una orejita.

Cerraba Alejandro Talavante que fue el que menos suerte tuvo, porque si las dos cositas de mérito que hizo en sus dos Cuvillos las hubiera hecho delante de un toro, la cosa habría cambiado de forma sustancial, pero no, lo que tocaba eran estos ejemplares que parecían traídos directamente de una tienda de mascotas. Verónicas intensas para recibir al tercero, que salió suelto y buscando permanentemente las tablas y no cuando no, los terrenos de chiqueros. Dos entradas en terrenos del seis, favoreciendo su querencia de manso, para no picarle apenas nada. A los latigazos por abajo en el inicio en la faena de muleta, siguieron unos derechazos estimables, conduciendo la embestida del toro, que caldearon el ambiente. Ya digo, lástima que esto no fuera a un toro. A partir de ahí cayó el nivel y Talavante empezó a atravesar la tela y estirar el brazo, aunque no obstante aún asomaron unos naturales aseados, pero sin rematar. Derechazos empalmados y aliviándose cada vez más, en la misma medida que se incrementaba el entusiasmo de la parroquia. La oreja era inevitable y el señor Magán, obligado por la mayoría, tuvo que conceder un trofeo. ¿Excesivo? Sí, como los demás, pero ya se sabe, si hay más de once mil y pico de pañuelos, hay mayoría. Su segundo, hasta se permitió derribar al caballo, le citó mal el piquero, le ofreció la grupa, le cogió mal y el caballo acabó por los suelos, doblándose el cuello de una forma horrorosa y por si fuera poco, ante la habitual pasividad de los de luces, el toro le caló en varias ocasiones. No hubo otro remedio que retirarlo con premura, el que guardaba la puerta se encargó de no picar, como los demás y mientras tanto, no asomó otro caballo reserva, no lo encontraban. Parece ser que ya está olvidada aquella costumbre de que en el primer tercio hubiera siempre un jinete con su montura, esperando por si sucedía algún percance. Otra cosa más que esta modernidad y tanta falta de afición se han llevado por delante. Pero, ¿creen que el público protestó? No, hombre, no, para eso no se abandonan las pipas. El trasteo lo inició Talavante con la derecha y unos muletazos de mano baja, recortando el pase, pero con cierta estética, lo que hizo que la masa se le entregara incondicionalmente. Otra tanda más y un remate con la izquierda, moviéndose, pero que fue jaleado con entusiasmo por los que aún quedaban apurando el yintonic y que no se habían ido a ver el fútbol. Una faena muy moderna, de esas que parece que se hace, pero que no se torea, aunque aparenta. Citando de frente, trapazo y el animal al suelo. Arrimón, que siempre gusta, sobre todo a los eventuales, entre caídas del Cuvillo. Y ya tenía abierta la Puerta de Madrid, pero el fallo a espadas se lo impidió. Tarde moderna, baile moderno, animales modernos, público moderno, gustos modernos y una tarde con poco que se quedara en la memoria, aunque seguro que para muchos seguro que dirán: qué gran tarde de… fútbol.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que la puya la utilizan para sacar una muestra de sangre para el análisis postmortem de los débiles toros y tomar las medidas correctivas a futuro.Un tercio que servía para medir la bravura,acometividad y fuerza del toro se ha convertido en un acto de salud animal.Los narradores de la tv y prensa superan a Esopo y son competencia del trilero del arte.
M.U.

Anónimo dijo...

Salgo de la plaza, habiendo visto cortar 3 orejas y puedo decir que no he sentido ni un momento de emoción en toda la tarde. Ha habido muletazos limpios, a cámara lenta, pero el compromiso con el toreo puro ha brillado por su ausencia. Dos han sido los motivos: de un lado el ganado, unos semovientes escasos de fuerza y sin hacer un gesto que denote un atisbo de fiereza en su comportamiento y, en el haber de los matadores, el compromiso férreo con el neotorerismo.
En cuanto al público, creo que hoy ha sido la tarde de la “relatividad”. Sin duda, a Talavante le he visto torear mejor. Así que la oreja en el tercero me ha sabido a poco, más bien me ha parecido una tomadura de pelo. Unos doblones por bajo con mucha torería y poco más. Su colocación no ha sido la que debería, ha estado más despegado que otras veces y ha abusado del pico o, al menos, lo ha utilizado tanto como los demás pero…es Talavante, y se le consiente lo que a otros no. En cuanto a Manzanares, dentro de sus limitaciones, le honra que de unos años a esta parte en Madrid intenta torear lo mejor que puede. Que nadie vaya a ver torear a Manzanares a otra plaza porque va a ver todas las ventajas del mundo aplicadas a su toreo de salón. Pero en Madrid al menos lo intenta, se coloca mejor, a veces echa la pata p’alante, no torea tan despegado y no abusa tanto del pico. Puestos a comparar su faena del quinto con la de Talavante en el tercero, no hay gran diferencia. La colocación, distancia y abuso del pico ha sido más o menos la misma. Entonces no entiendo la “relatividad” de cierta parte del público consintiendo a Talavante lo que objetan al alicantino. Y mira que yo soy de Talavante más que de ningún otro pero no me gusta que en Las Ventas se mida a los matadores con distinto rasero. Y Ferrera…ha estado ahí, en plan pesado y con una estocada... perdón, ¡navajazo! por el que iría directo al calabozo en cualquier plaza de pueblo.
Un abrazo
J.Carlos