jueves, 24 de mayo de 2018

Quedémonos con lo positivo


Hubo una vez un natural rematado atrás




Creo que ya está bien de derrotismo, aunque está claro, que no se puede ocultar lo malo, pero quizá nos iría mejor si ponemos por delante lo bueno, si empezamos por lo positivo. Y así voy a hacer en esta ocasión, empezaré deteniéndome en eso positivo de la corrida de Victoriano del Río, con Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante Y Roca Rey. Pues bien, allá vamos, esto fue lo bueno que pasó……………………………………………………........................................................................................………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….. y dejó de llover. Y ahora, si les parece, para que se puedan ver las dos caras y que podamos comparar, comencemos con el resto, aunque las cosas tampoco son absolutamente buenas o totalmente malas, porque también depende del color del cristal con que se mire. Que habrá quién no valore la corrida de don Victoriano, incluso protestada de salida, por escasez de trapío, pero es que esas no son maneras, no se puede echar por tierra, así como así, la novilladita adelantada que han mandado a Madrid. Animalitos de fina estampa, especialmente si se les miraba desde arriba, finos como raspas, anovilladas, pero raspas. Quizá podía aparentar algo más el primero, pero porque cargaba con más kilos que los demás, estaba más cebado y eso siempre gusta a los carniceros. Si por agradar, hasta el gremio de los peleteros se felicitará, que con lo poquito que se ha picado a los de don Victoriano, las pieles estarán casi entera. Marronazos en mitad del lomo, en la paletilla, estocadas caídas, pero eso lo solucionan ellos con un parche color capote de brega y andando.

Al fin llegaba a Madrid Miguel Ángel Perera, con esa alegría que da verle torear, con esa variedad de todo, que lo mismo pega trapazos aquí, que veinte metros más allá, que cuarenta. Es la viva imagen de la regularidad, lleva años siendo regular, tirando a aburrido y ventajista. Que eso es muy difícil. Le salió corretón su primero, al que le enseñaban los capotes, así, mira lo que tengo aquí, pero el del señor del Río no se daba por aludido. Capotazos a pies juntos y el toro que tira para toriles, que debía haber perdido el bono metro según salía. Igual el picador tenía idea de aplicarle cierto castigo, pero en seguida se le fue de la cabeza, a él y a los cinco siguientes que pasearon airosos sobre el penco enfaldado. Quite del maestro por chicuelinas y tafalleras, lo que podrían ser chicufalleras, con el toro arrastrando sus escasas fuerzas. El trasteo de muleta fue muy parecido al que el matador realizó el pasado año y el otro y el otro y el otro y… Muletazos abusando del pico, que lo mismo te pega un banderazo y lo enhebra con un derechazo y luego un invertido y escondiendo la pierna de salida, muy perfilero, teniendo que recuperar el sitio y haciéndose pesado. A su segundo tampoco se le picó y eso que el bicho parecía querer empujar, pero con la cara muy alta. En el segundo tercio Curro Javier se libró de la cornada de forma milagrosa, cuándo tras banderillear, el toro hizo hilo, sin que nadie le auxiliara metiendo un capote con decisión para librarle de tal compromiso. Faena vulgar, con el toro siempre queriendo irse a las tablas. Le costaba tomar el engaño para afuera, pero para adentro casi no era necesario ni darle el toque, para salirse del muletazo dirección a la barrera. Y entre que uno no quería y al otro tampoco le apetecía, pasó la primera tarde de Perera por Madrid.

Tuvo la fortuna Alejandro Talavante de ver cómo el cielo bendecía su labor, con el agua vivificadora que descargaban las nubes sobre el ruedo. Lluvia intensa y el público, con mucho respeto, eso sí, se piró sin mirar atrás, montando una tremenda algarabía, saltando por los tendidos, encaramándose a las gradas, sin hacer ni puñetero caso a lo que pasaba en el ruedo, importándoles un pito si a alguien le importaba y lo quería ver, pero eso sí, con respeto, con mucho respeto, casi tanto como el que tuvieron con los que a lo largo de la corrida protestaban las trampas, los novillotes, el no picar a los toros o el que unos caballeros quisieran pasarse la tarde con vulgaridades de plaza de la talanqueras garabateando con aquellos novillotes adelantados. Será por respeto. El animal se arrancó con prontitud y codicia al caballo, pero a lo más que se llegó fue a poyarle el palo, mientras apoyaba el lomo en el peto. No cesaba de perder las manos, lo que continuó en el último tercio, en el que Talavante se limitó a que pasara el rato haciendo que hacía. En el que cerraba su feria de este año, otro novillote, no se esmeró Talavante ni tan siquiera en ponerlo al caballo. Que parecía hasta que les iban a dar en el peto, pero frenó de golpe el picador, no fuera a ser que se le fuera la mano y le hiciera sangre para dos análisis, el del “rh” y el de los triglicéridos. Aunque viendo la manifiesta escasez de fuerzas, podrían haber aprovechado para mirarle el hierro, pero no dio para tanto, ni con el segundo puyazo. Comenzó Talavante con la muleta con ayudados por abajo, después con la diestra, instrumentando muletazos tirando de pico y pasándoselo muy lejos. No fue la cosa a mejor, sino todo lo contrario, lo mismo por uno que por otro pitón, de tal forma que la posibilidad de ver algo interesante se fue diluyendo poco a poco. No era el día, o quizá no era la ganadería, pero seguro que no será la última vez que el extremeño se anuncie con este hierro.

También se despedía de Madrid hasta el próximo mayo, Roca Rey, porque así, en confianza, ¿ustedes creen que se apuntará a volver de nuevo por aquí? Ya pasado el trámite, hasta otra, amigos. Que no hizo otra cosa que saltar al ruedo el limeño, bajo la lluvia, y a los primeros trapazos sin tan siquiera intentar pararse, ya se lo jaleaba ese coro de voces blancas que esta ocasión poblaban y despoblaban los tendidos de Madrid, todo dependía si caían cuatro gotas o no y si salían en estampida o no. Lo asiduos a esta plaza que serían estos “roquistas”, que no se les ocurrió pensar que en mayo, en Madrid y después de lo de hace dos días, podía llover en Madrid. Que eso lo saben hasta los que acuden una vez al año a ver al Fandi. Andaban por el ruedo haciendo que picaban al novillejo, que se dormía bajo el peto y con el matador deambulando sin saber cuál es su sitio durante la lidia, con los tendidos convertidos en un verdadero manicomio. Unos iban, otros venían, que saltaban la valla de la grada como si estuvieran en el Rocío, se apelotonaban en las bocanas de las gradas, se atascaban las de los tendidos, ahora me voy, me quedo, me vuelvo, me mojo y el maestro pegando banderazos por el culo, perdón, espalda, por delante, por detrás, con el pico, enganchón, carreras, el toro para afuera en cada trapazo, él más fuera aún, muy vulgar, hasta límites poco pensados, arrimón de plaza de pueblo, pero no había manera, ni un pase regular, todos de pésimos para abajo. Que dicen que este chico le hace muchas, muchísimas cosas a los toros, pero que estaría ya bien que empezara por torearles, al menos mientras vista de luces en una plaza. Que si luciera casaca roja con charreteras, mallas blancas ajustadas y un látigo en el Roca Rey Circus, entonces no tendría nada que decir. Al sexto escurrido de la prestigiosa y deseada ganadería de don Victoriano, Roca Rey no tuvo más recursos que el socorrido mantazo que intentara frenar las codiciosas embestidas del animalito. Aunque esto le duró muy poquito, que fue verse frente al peto y ni para adelante, ni para atrás, que no quería palo. Un tercio de varas en el que ni hubo varas, ni hubo tercio, con un matador que no sabe dónde ponerse, él se queda por allí, con aire altanero y aquí me las den todas. Comenzó la faena con telonazos a pies juntos, demostrando que el para eso sí que tiene vista, para desplazar al toro librándose de la voltereta, más otro trapazo culero. La locura. Luego ya vino lo de siempre, vulgar, tramposillo, siempre metiendo el pico y en lugar de rematar los muletazos, pegaba un muñecazo delante de la cadera. Se echó la pañosa a la zocata, para que el trapo fuera por un lado y el toro por otro, sin coincidir en el viaje. Arreciaban las protestas y los roquistas, que lo tomaron como una afrenta imperdonable, empezaron a jalear aquello como si fuera la monumentalidad del toreo. Arrimón, invertidos, empalmados, cuándo de repente en un traspies, el espada cae ante la cara del toro. ¡Qué casta! ¡Qué fiereza! El de don Victoriano se quedó mirando como la vaca que ve pasar el tren y ni amago de hacer por él. Ahí se descubrió del todo el pupilo de este fabricante de mojicones para las figuras. Arrimón que bien podría ser premiado con el galardón del más vulgar del año y tras una rinconera soltando el trapo, la orejita. Pero no seamos negativos, casi mejor hagámonos un buen lavado de cerebro, porque si no ya les digo yo que no hay manera y si hay valor, quedémonos con lo positivo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué vuelva El Platanito!
A día de hoy, el único acontecimiento capaz de revitalizar el abono venteño es la vuelta de El Platanito! Que deje la lotería y coja de nuevo los trastos.

¡Qué vergüenza de corrida! ¡Qué birria de toros! ¡Qué poca afición tienen estas pseudofiguras y qué sinvergüenzas! No saben qué artimañas hacer para mantener en pie al inválido, nos toman por gilipollas. Así pasa, que en cuanto sale el toro que tiene un mínimo de fuerza y acude con presteza son incapaces de torearlo. Mira el último toro, un toro ideal para torearlo a la verónica, y Roca Rey incapaz de darle una en condiciones. Estaba tan mal colocado para dar un muletazo que se quedaba perfectamente colocado para seguir con una de esas espaldinas horrendas que receta.

Encima se cruzan al pitón contrario como dándose importancia. ¡Por Dios, pero si cruzas dando la espalda al toro y no te va a coger! Embestían tan lentos que te da tiempo a ponerle la muleta, irte al bar a tomar un café, vuelves y el toro aún no ha llegado a jurisdicción.

Tienen tan poca afición que ni les interesa saber qué toro les ha caído en suerte, no quieren ni ver como toma la primera y única vara, ordenan a los picadores que les tapen la salida. No verás un solo puyazo sin tapar la salida al toro. También la culpa la tiene el público. Si en vez de pitar al picador, pitasen al matador, la cosa cambiaría. El picador hace lo que le ordena el que le paga. En Francia pican de otra manera, mira el año pasado Esquivel o el hermano de El Fundi!

Definitivamente dejo el abono, estas figuritas, estos ganaderos, estos empresarios y este público de aluvión han acabado con lo poco que quedaba de Fiesta taurina. Muchas veces echamos la culpa a la empresa, pero han salido todos para cortar orejas y son tan malos que son incapaces de cortar nada. En cuanto sale un toro que embiste con cierta velocidad, les desborda por completo. No creo que a nadie le guste ver correr los 100 metros lisos a Usain Bolt en 12 segundos cuando es capaz de hacerlo por debajo de los 10 segundos. ¿O es lo mismo ver a Márquez subido en una moto de más de 200 caballos que en una Vespino?

Como le dije a mi compañero, y lo digo de verdad: “tienes más mérito tú toreando becerras que estos de abajo. La becerra se mueve rápido y se te revuelve en un palmo de terreno”.

Un abrazo compañero de desdichas
J. Carlos

Anónimo dijo...

La alegría reina en el taurineo con un público asistente verbenero,mayoritario que jalea todo y la novedad es el ponerse de pie ante los muletazos ventajistas.Ahora el toreo accesorio es fundamental,emotivo y si se mata de sartenazo y cae pronto el toro,a pedir orejas los indoctos con fuerza.Y la prensa al servicio del taurineo los apoya en su ignorancia.Y el trilero feliz.
Frogtándose las manos de gusto ante tanto agte.Los que critican,son acusados de reventadores.
M.D.S.

Miguel Ángel Olmeda dijo...

Estoy de acuerod en tu comentario. Pero tu no te movías cuando llovia porque desde donde ves los toros no te llega el agua.
El proximo día que caiga una tormenta como la de ayer hazte el valiente y te pones en el tendido. Que valiente es uno con el agua. Cuando no se moja el culo.