lunes, 7 de agosto de 2023

¿Quién lleva el volante?

Todos quieren mandar y al final, solo manda uno.


Intentar entender lo que pasa en la fiesta es un poco de locos y un mucho de ingenuos. El que piense que esto ha sido en algún momento el jardín de la alegría, pues eso, o no se ha interesado mucho, o es mas buena gente que San Francisco de Asís que se quería ir de merienda con los lobos, alacranes y demás seres inofensivos de la naturaleza. Pero claro, en estos momentos, hasta el propio santo empezaría a desconfiar, aunque solo fuera un poquito. A ver si los lobos y alacranes iban a tener mejor fondo que estos taurinos. Eso sí, lo que nadie puede negar, es que la cosa está entretenida, pero que muy entretenida, tanto como lo que preocupa a cualquiera que se interese por esto de los toros. Que igual uno está un poco fuera de todo y resulta que esto es lo que exige “la Tauromaquia”, que ya ha quedado más que demostrado que poco tiene que ver con lo que nuestros mayores llamaban los Toros.

Parece que la fiesta de los toros viaja en un Tío Vivo y que los mandones van subidos en el coche de los bomberos, con cuatro volantes al frente y cada uno, los matilla, Casas, Garrido, juan pedros, figuras, cada uno tira para un lado girando el volante sin ton ni son; eso sí, con un mismo destino, la comodidad, su provecho y que nadie, pero nadie, les diga ni por asomo que por ahí se va al barranco. Y detrás, pues subidos en el cerdito, la mariposa, la jirafa o el caballo pío, la prensa, esos que siguen al poder a ciegas, pensando que el abismo solo es para los demás; los ingenuos que aún creen que van a sacar tajada, como si esos mandamases estuvieran dispuestos a repartir. Que sí, que repartirán, pero solo las miserias. Cuando no quede nada, entonces a echar mano de estos incautos caraduras. Y es público… ¡Ay el público! Que les dan pan y ¿toros? Qué cosas digo, toros. Que si miramos a lo que está pasando esta temporada. Que lo habitual es que haya triunfos, fracasos, sorpresas y hasta algún escándalo, pero es que uno mira aquí o allá y no levantamos cabeza. Que igual tampoco podemos, porque andamos descabezados. Esto es un sindiós que no hay por dónde pillarlo. Que en Cenicientos montan un mitin político sirviéndose de la fiesta y los sicarios del Fundi, que con el tiempo me enteré, vivir para ver, que era un maestro, que si huelguean porque les cambian el ganado, que si porque querían torear esto o lo otro; que te pones una tele autonómica y ves unas impresentables vergüenzas con cuernos, sin que los señores comentaristas digan esta boca es mía; que Julio Aparicio se anuncia de sobresaliente, eso sí, para sobresalientar a los hermanos Janeiro, Jesulín y el otro. Y así un largo etcétera, pero, ¿y qué me dicen de Madrid? Esto es para… en fin, un no parar. Que empezamos a contar promesas y promesas incumplidas y llenamos el cupo, una feria impresentable e impropia de Madrid, pero que encantó al señor garrido, que aún se debe estar dando besos a si mismo para felicitarse y lo que se enfurruñaba porque los demás no le jaleábamos sus despropósitos. Que ya digo, si es verdad eso de que es abonado desde los diez años, que lo será, o se fijó muy poco en la plaza o le guardaba un rencor inmenso, porque caramba con el amigo. Para qué hablar del numerito del Batán, de la ausencia del toro, de la presencia de incapaces, de los palcos, de los precios de las entradas, del recuento de asistentes, de la caída del prestigio de la plaza, de tener que sacar los abonos en febrero y mil detalles más, que no menores, pero memos trascendentales en comparación con todo esto. Pero claro, luego se acaba la feria y hay que seguir montando festejos; festejos o corridas concurso. Que no se recuerda un cartel sin remiendos. Pero no de uno de Juan y cinco de paco, ¡noooo! Tres de sete, dos de aquel y uno de otro que pasaba por allí y ninguno del cartel anunciado. Que me dirán que ha habido agradables sorpresas ganaderas, lo afirmo, pero hombre, lo de ir a los toros no puede ser una tómbola, que un día te toca la muñeca Chochona y otro vuelves a casa de vacío y con los bolsillos con telarañas. Eso sí, con la panza bien llena con lo de “Devórate las Ventas”… y la devoraron. ¿O se llamaba de otra forma. Que no tuvieron el valor tan siquiera, ni la dignidad de declarar desierto el ganador del certamen y es que igual no es aconsejable votar con el buche repleto de torreznos y productos de la tierra, como perritos, pizzas, hamburguesas y que viva el casticismo. Que para disimular alguno soltaba los vivas de rigor, pero… Y así va esto, que lo mismo te reconocen veinte novillos, veinte y otros ni eso, porque los muchachos dicen que nanay. Que vivíamos con la esperanza de ver en Madrid los Cuadri y… Que en tal plaza seguirán echando mojicones con plátanos, los clásicos mojicones plataneros que quieren hacer pasar por toros, que nos desayunaremos cada mañana con unos carteles diferentes para una feria en la que los actuantes están amenazados de ser enviados al ostracismo y el caos se enseñorea sobre todo esto que ahora llaman tauromaquia y que en nada, y cada vez menos, se parece a lo que fueron los Toros. Y ojo, que golfos los ha habido siempre y peores, pero eran más listos y tenían quien les respondiera en algún medio y en alguna plaza, pero es que ahora, tal como vamos, que difícil se nos pone todo. Qué difícil el seguir yendo a la plaza, que difícil es todo. Seguiremos preguntándonos a cada paso, a cada afeitado, a cada remiendo, a cada triunfo prefabricado, a cada fechoría, mientras los cuatro mandones van subidos en el coche de bomberos del Tío Vivo dando volantazos y los de la cebra, el cerdito y la jirafa los jalean, que, ¿quién lleva el volante?

Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:

https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Solo hay que ver las fotos que publica la plaza, tanto del tendido como del callejón.