Todos quieren mandar y al final, solo manda uno. |
Intentar entender lo que pasa en la fiesta es un poco de
locos y un mucho de ingenuos. El que piense que esto ha sido en algún momento
el jardín de la alegría, pues eso, o no se ha interesado mucho, o es mas buena
gente que San Francisco de Asís que se quería ir de merienda con los lobos,
alacranes y demás seres inofensivos de la naturaleza. Pero claro, en estos
momentos, hasta el propio santo empezaría a desconfiar, aunque solo fuera un
poquito. A ver si los lobos y alacranes iban a tener mejor fondo que estos
taurinos. Eso sí, lo que nadie puede negar, es que la cosa está entretenida,
pero que muy entretenida, tanto como lo que preocupa a cualquiera que se
interese por esto de los toros. Que igual uno está un poco fuera de todo y
resulta que esto es lo que exige “la Tauromaquia”, que ya ha quedado más que
demostrado que poco tiene que ver con lo que nuestros mayores llamaban los
Toros.
Parece que la fiesta de los toros viaja en un Tío Vivo y que
los mandones van subidos en el coche de los bomberos, con cuatro volantes al
frente y cada uno, los matilla, Casas, Garrido, juan pedros, figuras, cada uno
tira para un lado girando el volante sin ton ni son; eso sí, con un mismo
destino, la comodidad, su provecho y que nadie, pero nadie, les diga ni por
asomo que por ahí se va al barranco. Y detrás, pues subidos en el cerdito, la
mariposa, la jirafa o el caballo pío, la prensa, esos que siguen al poder a
ciegas, pensando que el abismo solo es para los demás; los ingenuos que aún
creen que van a sacar tajada, como si esos mandamases estuvieran dispuestos a
repartir. Que sí, que repartirán, pero solo las miserias. Cuando no quede nada,
entonces a echar mano de estos incautos caraduras. Y es público… ¡Ay el
público! Que les dan pan y ¿toros? Qué cosas digo, toros. Que si miramos a lo
que está pasando esta temporada. Que lo habitual es que haya triunfos,
fracasos, sorpresas y hasta algún escándalo, pero es que uno mira aquí o allá y
no levantamos cabeza. Que igual tampoco podemos, porque andamos descabezados.
Esto es un sindiós que no hay por dónde pillarlo. Que en Cenicientos montan un
mitin político sirviéndose de la fiesta y los sicarios del Fundi, que con el
tiempo me enteré, vivir para ver, que era un maestro, que si huelguean porque
les cambian el ganado, que si porque querían torear esto o lo otro; que te
pones una tele autonómica y ves unas impresentables vergüenzas con cuernos, sin
que los señores comentaristas digan esta boca es mía; que Julio Aparicio se
anuncia de sobresaliente, eso sí, para sobresalientar a los hermanos Janeiro,
Jesulín y el otro. Y así un largo etcétera, pero, ¿y qué me dicen de Madrid?
Esto es para… en fin, un no parar. Que empezamos a contar promesas y promesas
incumplidas y llenamos el cupo, una feria impresentable e impropia de Madrid,
pero que encantó al señor garrido, que aún se debe estar dando besos a si mismo
para felicitarse y lo que se enfurruñaba porque los demás no le jaleábamos sus
despropósitos. Que ya digo, si es verdad eso de que es abonado desde los diez
años, que lo será, o se fijó muy poco en la plaza o le guardaba un rencor
inmenso, porque caramba con el amigo. Para qué hablar del numerito del Batán,
de la ausencia del toro, de la presencia de incapaces, de los palcos, de los
precios de las entradas, del recuento de asistentes, de la caída del prestigio
de la plaza, de tener que sacar los abonos en febrero y mil detalles más, que
no menores, pero memos trascendentales en comparación con todo esto. Pero
claro, luego se acaba la feria y hay que seguir montando festejos; festejos o
corridas concurso. Que no se recuerda un cartel sin remiendos. Pero no de uno
de Juan y cinco de paco, ¡noooo! Tres de sete, dos de aquel y uno de otro que
pasaba por allí y ninguno del cartel anunciado. Que me dirán que ha habido
agradables sorpresas ganaderas, lo afirmo, pero hombre, lo de ir a los toros no
puede ser una tómbola, que un día te toca la muñeca Chochona y otro vuelves a
casa de vacío y con los bolsillos con telarañas. Eso sí, con la panza bien
llena con lo de “Devórate las Ventas”… y la devoraron. ¿O se llamaba de otra
forma. Que no tuvieron el valor tan siquiera, ni la dignidad de declarar
desierto el ganador del certamen y es que igual no es aconsejable votar con el
buche repleto de torreznos y productos de la tierra, como perritos, pizzas,
hamburguesas y que viva el casticismo. Que para disimular alguno soltaba los
vivas de rigor, pero… Y así va esto, que lo mismo te reconocen veinte novillos,
veinte y otros ni eso, porque los muchachos dicen que nanay. Que vivíamos con
la esperanza de ver en Madrid los Cuadri y… Que en tal plaza seguirán echando
mojicones con plátanos, los clásicos mojicones plataneros que quieren hacer
pasar por toros, que nos desayunaremos cada mañana con unos carteles diferentes
para una feria en la que los actuantes están amenazados de ser enviados al
ostracismo y el caos se enseñorea sobre todo esto que ahora llaman tauromaquia
y que en nada, y cada vez menos, se parece a lo que fueron los Toros. Y ojo,
que golfos los ha habido siempre y peores, pero eran más listos y tenían quien
les respondiera en algún medio y en alguna plaza, pero es que ahora, tal como
vamos, que difícil se nos pone todo. Qué difícil el seguir yendo a la plaza,
que difícil es todo. Seguiremos preguntándonos a cada paso, a cada afeitado, a
cada remiendo, a cada triunfo prefabricado, a cada fechoría, mientras los
cuatro mandones van subidos en el coche de bomberos del Tío Vivo dando
volantazos y los de la cebra, el cerdito y la jirafa los jalean, que, ¿quién
lleva el volante?
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
1 comentario:
Solo hay que ver las fotos que publica la plaza, tanto del tendido como del callejón.
Publicar un comentario