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Cada vez Madrid es menos Madrid, pero de momento, intentemos que no se pierda completamente en el recuerdo |
Llevamos años, décadas, hablando de los autobuseros, sobre todo en la plaza de Madrid. Algo que incomoda a los que reciben y a los que deben ser recibidos. Estos lo sienten casi como una actitud xenófoba, que en la capital no quieren a los de los pueblos, los de la capital son unos clasistas, unos excluyentes, que además se creen los más listos del mundo. Bueno, vaya por delante que quién piensa eso de un lugar como Madrid, evidentemente no se ha enterado de lo que es esta bendita ciudad que en su día acogió, y sigue acogiendo, a todo el que decide venir al frío y al calor de este poblachón manchego, el pueblo más grande del mundo, decían. Un Madrid que acogió a tantos y tantos que buscaban un futuro mejor y como dice el chotis, si vienes a Madrid, te casarás aquí y tus hijos, los que nacimos de esos matrimonios, seremos de Madrid. Y Ya les digo yo que una representación muy fiable de esto que digo es la plaza de Madrid. La afición e Madrid se ha alimentado de gentes de todas partes. Nacidos dónde el azar decidió, en las provincias de alrededor, en Castilla y León, La Mancha, Extremadura, Andalucía... y no sigo, porque tendría que nombrar a toda España. Pero claro, como sucede en las Ventas, aquí no sobra nadie. En la plaza de Madrid no sobra nadie, ni los que vienen de fuera por curiosidad, ni los que vienen por el paisano, ni los que simplemente son partidarios, ni los que llevan un pancartón, un pañuelico al cuello con el nombre de la peña que les traslada, ni tan siquiera los japoneses que se acercan a conocer algo tan de aquí como los toros en las Ventas. Pero claro, repito que igual esto no es del todo entendido, quizá porque el que viene de fuera pretende que los de aquí adoptemos y nos sumemos a su juerga. Que ellos no sobran, nada más lejos, lo que sobra de todo punto en muchos casos son ciertas actitudes, no las personas. Que si lo llevamos al absurdo, siempre tan recurrente para ver con más claridad la realidad, imaginemos que nos invitan a una boda. Desde el momento en que nos invitan es porque quieren que acompañemos a los protagonistas en un momento tan especial. Entonces, no sobramos, estamos invitados. Pero claro, si en nuestro pueblo, en nuestro barrio o en nuestra calle es costumbre el quitarle la ropa interior a los novios, ponerse esta a modo de cofia y pasársela entre los invitados, el ponerse a cantar que baile la coja porque la madrina renquea de una pierna o una copita más para el padrino cuando ya no se sujeta en pie de tanto celebrar, pues igual hay a quién no le parezca bien. Pero claro, es que es lo que hacemos en las bodas en... Pues no, lo que sobre no son los impertinentes, que lo son y a los que se quería tener presentes ese día, lo que sobran son sus actitudes; actitudes aplaudidas allí, pero no aquí.
Pretender que la plaza de Madrid saque los pañuelos como un solo espíritu después de que el paisano no haya parado de bailar y haya arreado un bajonazo, por mucho que sea de Villamorreras del Conde, que sea muy querido entre los suyos, pues es mucho pretender, quizá demasiado. Que luego llegarán las fiestas del patrón y no le cabrán los despojos en el esportón, pero eso allí, no en otros lugares. Que sí, que igual es que en Madrid somos muy secos, tremendamente raros porque no aguantamos el pico, las carreras y los bajonazos, que nada nos vale si no hay toro, el toro que a nosotros nos gusta, pues sí, somos una panda de aburridos, pero aquí, en la plaza junto al metro de Ventas ¡Qué se le va a hacer! Que por no tener, no tenemos, ni queremos tener, músicas durante la lidia. Que dicen que eso alegra mucho, pero entre el alegrar y el dolor de cabeza, preferimos evitar esto último. Pero no vayan a pensar que esto va en una única dirección, porque tampoco me parece pertinentes esas actitudes de supuestos aficionados de Madrid, que parecen que quieren ir abriendo franquicias de las Ventas por todas partes del mundo mundial. Que ven una plaza cuadrada y la quieren redonda. Que ven un ruedo chico y ya están presentando proyectos de ampliación, que sí, que los habemos que los ruedos chicos nos cuestan, pero es tan sencillo como o no ir o aguantarse, mientras el de las Ventas no lo hagan más chiquito. Que parece todo muy complicado, pero es más sencillo de lo que parece y no hay tomarse las cosas por lo personal, aunque esto sea lo más habitual. Que en Madrid no sobra nadie, ni el 7, que tanto importuna a muchos de los que nos visitan. Que quizá en su plaza no haya un 7, pues perfecto, que sigan así, pero en Madrid está y no queremos que desaparezca, unas veces para coincidir con ellos, otras para echar pestes y hasta otras para estar en acuerdo y desacuerdo a la vez, porque ni el 7 es un monolito de pensamiento único. Que los hay que hasta se molestan porque unos van en pantalones cortos y no con levita, como en su lugar de procedencia. Así que no hay que darle tantas vueltas a las cosas, no hay que personalizar tanto, no hay que pretender que todos idolatren al paisano y si no es así y esto les incomoda, ya saben, si se siente excluido de una plaza, igual no es por su persona o por su origen.
Enlace programa Tendido de Sol Hablemos de Toros:
https://www.ivoox.com/podcast-tendido-sol-hablemos_sq_f11340924_1.html
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