Solo El Chano dejó buen sabor al aficionado, excepto cuando porta ese capote tipo ala Delta
Uno no sabe en que quieren convertir Las Ventas los señores
de Taurodelta. Aparte de ese club de alterne que se ve en la lejanía
deshaciéndose de todo lo que pueda oler a toros, a la fiesta de siempre y
dinastías de trabajadores transmitiendo un sentir que no se estudia en los
libros, ahora parece que también van a poner una estación de tren. Pero no del
AVE, ni el de la Fresa, ni tan siquiera de RENFE; será la estación de las
grandes oportunidades, pero ¡ojo! que este tren no espera a nadie, hay que
subirse en él con decisión, precisamente la que les ha faltado a Fermín
Spínola, Serafín Marín y Rubén Pinar, para empezar a salir de ese pelotón de
los indiferentes en que se encuentran ahora.
El tren, marcado con el hierro de Baltasar Ibán, tenía
vagones de primera, de cómodas y repetidas embestidas, con un magnífico
servicio de cafetería, donde se ofrecían fincas a tutiplén, servidas con hielo
triturado, unas cucharaditas de azúcar y el ligero picante ce un grano de pimienta.
Así han sido el 2º, 3º y 4º, uno por pasajero, para que ninguno pudiera
reclamar ningún agravio comparativo, llevando el mismo tipo de billete. El
segundo, que en la primera vara fue al relance, empujó bien en el caballo y
recibió su buen castigo, especialmente en el primer encuentro. Se dolió en
banderillas, pero quedó con un dulce sabor en la muleta, aunque no empalagoso.
A medida que fueron pasando los trapazos, y por no ir removiendo el azúcar del
fondo con mando y dominio, el de Ibán empezó a achuchar a su barman, que poco a
poco veía como le rebosaba la casta de su oponente. El tercero se arrancó con
alegría al caballo, luego empujó de lado y acabó marchándose suelto, como en la
segunda vara, donde se limitó a cabecear el peto. En el último tercio siguió
arrancándose de lejos, lo que le daba un sabor fresco y revitalizador al
cóctel; con un buen pitón derecho, pero que no fue aprovechado por Rubén Pinar,
quien desparramó todo sobre la mesa en una curva del itinerario, por aplicar un
mal torero, ventajista y en el que el toro nunca se sintió sometido. El cuarto
cabeceó en el peto primero, para después arrancarse con alegría, aunque con
poca fuerza. Se dolió mucho al mezclarlo con dos buenos pares de banderillas de
El Chano, pero otra zona de curvas hizo que Spínola derramara la casta y
nobleza por el suelo. El Ibán on the Rocks que pedía que le torearan de verdad,
con mando y bajando la mano y se encontró con un cursillo rápido de banderazos
y pases sin poder.
En los vagones de segunda no se crean que los asientos eran
de listones de madera que se clavaban a lo largo de todo el espinazo. El
primero estaba pegadito a los coches de primera y casi contaba con los mismos
servicios y comodidad que estos. Muy parado de salida, escarbando y cruzándose por
el pitón derecho, empujó con fijeza en el caballo, soportando el castigo que
estaba recibiendo. Tras el marronazo en el segundo encuentro, se limito a estar
allí debajo, sin codicia ninguna, doliéndose y sin entregarse en banderillas,
aunque si dejaba ver el dulce sabor de su pitón izquierdo, aunque había que
aprovechar los primeros tragos por ahí, antes de que la falta de fuerzas hiciera
aflorar un sabor insípido, para quedarse
completamente parado. El quinto pudo parecer que un tanto esaborío en los
primeros achuchones en el capote, pero luego se le vio su alegría para ir al
caballo, empujando con fijeza, aunque se le tapara la salida. Luego en la
segunda vara ni el del caballo picó, ni el toro empujó. En la faena de muleta
quizás el catador no supo saborear lo que llevaba dentro y en lugar de tomarlo
a la temperatura adecuada, con sorbitos cortos, lo mezcló con gaseosa y se lo
pretendió embuchar de un trago. El que cerraba el festejo fue más desabrido y áspero,
con ese sabor amargo de los toros que mansean y que piden una lidia firme y
eficaz. Ya apretó en los primeros lances con el capote, desarmando a Rubén
Pinar. En el caballo ya estaba parado, cabeceando aún más en el segundo
encuentro, mientras se le tapaba la salida, que en el primero, escarbando y
tardeando. Se dolió muchísimo en banderillas, para acabar esperando a ver que
decidía su matador, que no acababa de tener claro como se tomaba aquella mezcla
con fuerte sabor a licorazo de quemar.
A lo largo del viaje el tren cesó en su chucuchú efectuando
varias paradas. En la primera a Fermín Spínola se le esperaba con cierta ilusión,
a ver si repetía lo hecho en la última corrida de la temporada anterior, pero quizás
se dejó obnubilar por ver la estación hasta los topes de gente, que se limitó
en su primero a dar derechazos sin temple, desde la pala del pitón, dejando que
el toro le tropezara la tela. Con lo bien que le había ido en los primeros y
suaves pases de tanteo con los que se lo sacó un poco más allá del tercio. Gastó
las pocas embestidas que tenía en el pitón derecho, ignorando que el más
potable era el contrario. Demasiado encimista, se pasó el toro muy lejos,
estirando demasiado el brazo. Al menos acabó con una estocada hasta los
gavilanes, yendo muy derechito y haciendo rodar al toro en segundos. Ahí casi
pierde el tren, al que se subió como pudo, sin poder ocupar de nuevo su cómodo
asiento, quizás en el otro, pero en ese otro empezó embrollado al final de las
primeras tandas y otra vez por el pitón derecho. Brazo largo y banderazos,
abuso de pico y carreras para recuperar su sitio, citando siempre desde muy
fuera. Un bajonazo descarado fue el triste final de una de las pocas esperanzas
que algunos teníamos en esta feria.
Serafín Marín, el solitario del Parlament, no acaba de
remontar el vuelo. Ya a la verónica en el segundo, exhibió una serie de
mantazos a la verónica, con pasito atrás incluido en algunas de ellas. En su
inicio de faena continuó con más trapazos por ambos pitones, para seguir por
trallazos con el pico, basto, acabando el pase con banderazos, estirándose
mucho, pero sin mando, ni poder. El toro venía en los coches de primera, pero
tan mal se le hicieron las cosas, que empezó a venírsele arriba y a decir aquí
estoy yo. La misma canción al natural y unas manoletinas zarrapastrosas para
acabar. y si en los vagones de primera se dedicó poner los pies en la tapicería,
a tirar papeles al suelo y a apagar los cigarrillos en la moqueta, con el
quinto la cosa se complicaría. Ya empezó apretando al entrar al capote. Con la
muleta se limitó a ese toreo moderno con los vicios ya conocidos y tantas veces
repetidos, muy encimista y teniendo que colocarse a cada momento pegando una
carrerita. Acabó con un medio mitin con la espada, no echando la muleta al
suelo y un definitivo bajonazo vergonzante.
Rubén Pinar, la joven esperanza de Tobarra a la que hay que
soportar año tras año, sí o sí, corrió suerte parecida a sus compañeros de
viaje, pero según el estilo propio del albaceteño, ese del toreo vulgar y más
apto para otras plazas que para la de Madrid, aunque esto ya ha cambiado mucho.
A su primero tuvo la generosidad de darle distancia, aunque ese rasgo de torería
se desbarataba en cuanto se apartaba y metía el pico de la muleta, para acabar
los pases desairadamente y por alto. Cambio al izquierdo y más de lo mismo y lo
que podía haber sido algo importante, acabó convirtiéndose en un “a ver como me
quito esto de encima”. Conclusión: el Ibán se le fue sin torear, pero muy
trapaceado. En el sexto, que era más complicado, tras tener que tomar el olivo
en los primeros capotazos, ya decidió que aquel viaje no era para él, que
bastante tenía con el cercanías de su pueblo a Albacete y vuelta. Con la muleta
se limitó a dar vueltas a ver por dónde le metía mano a aquello, sin ocurrírsele
por un momento intentar lidiarle con la muleta para ver si le ablandaba un poco
el corazón y ese carácter de manso con casta.
Y así se nos fue la tarde viendo pasar el tren haciendo
chucuchú y como, al querer volver a subir los tres espadas, el revisor les frenó
y les echó de los vagones de primera de segunda y de cualquier compartimento
del tren en el que se pudieran acurrucar. Y allí se quedaron los tres, sin
poderse subir de nuevo para seguir ruta y, lo que es peor, sin saber si volverá
a pasar otro o no, aunque seguro, seguro, que no será ni tan cómodo, ni tan
lujoso como el de Baltasar Ibán Railways.
12 comentarios:
¡Que desperdicio de toros, que merecían haber tenido tres toreros ambiciosos con el mínimo conocimiento y valor que se les supone y si no lo tienen que se dediquen a los pueblos hasta que lo "pillen" y en caso contrario pues a casa, seguro que los ahi por ahí que se han quedado fuera de la Feria que hubieran aprovechado esta importante oportunidad...y ¡que ruina de suerte de varas, perdón de masacre, lo tuvieron a huevo para haber hecho emocionar al tendido!
Un abrazo, Enrique
Pgmacias
Enrique, el capote del Chano igual que los tableros esos de contrachapado que llevaba yo al colegio cuando tenía que hacer algún trabajo de manualidades. Madre mía que cosa más descarada, si hasta tiene que entrar al burladero de lado...
Creo que entre unos y otros me estáis haciendo rectificar de la corrida de ayer, yo es que solo vi 2 buenos de verdad y uno (4º) que simplemente se dejó aunque tenía poca chispa. Los demás no terminé de verlos lo que se dice... buenos. Al 5º sí le vi intenciones de querer coger las telas bien pero será por lo fuerte que le arrearon debajo del peto por lo que llegaría sin fondo. Y el 1º puede ser que diez palmos de lo mismo. No se corregidme si me equivoco, pero me da la sensación de que ayer vi otra corrida que vosotros.
Un abrazo
¡Aaaaaaaaaaaaaamonós! Así gritaban aquí los conductores del ferrocarril cuando el tren estaba listo para partir... (cuando había trenes de pasajeros, que ya no los hay). Estos tres, o no oyeron el grito, o no lo supieron entender... En su salud lo hallarán...
Pgmacias:
A ves a lo que hemos llegado, si no es el toro bobón de va y viene, al que ni se le pica, ni se le lidia, ni nada de nada, no vale. Se podían haber lucido como toreros y no supieron serlo. Así nos va.
Un abrazo
Luis:
No te equivocas en nada. El primero tenía muy poquitos pases, pero por el otro pitón, y el quinto y sobre todo el sexto, aunque no eran para ponerse bonitos, eran para estar en torerro, pero estos solo quieren a los que se pueden dar muchos pases. El sexto era para haber lanzado a Pinar, mucho más que con los toros buenos. Piensa en aquel día del 2 de mayo de Joselito. Cortó seis orejas, dio un recital de toreo y la gente lo que más recuerda es el sexto toro, un manso pregonado de libro, pero que fue el que acabó de mostrar toda la dimensión del torero. Y una cosa, si no coincides con nadie en tus opiniones, allá ellos. Te lo dice uno que ha pasado alguna que otra vez por ese trance.
Un saludo
Xavier:
Uno será porque no lo ha oído nunca y los otros porque no se lo permitirán oír por los halagos de sus corifeos.
Un saludo
Los ibanes serán firmes candidatos a la mejor corrida de la feria, en mi opinión por encima de los de Alcurrucén que en el peto resultaron inoperantes. El segundo será un firme candidato al toro de la feria, una lástima no haber caído en mejores manos. El tercero otro toro para salir a hombros. Primero y cuarto fueron mejor de lo que parecieron debido al mal torero que les cayó en suerte. El quinto no me gustó y menos aún el sexto, que se caiga en la primera tanda debería haber sido motivo suficiente para haberlo pasaportado ipso facto.
Spínola mal.Serafín mal y un tirón de orejas por dar caña al segundo en el caballo, podríamos haber visto un bonito tercio de varas entrando más veces y con menos castigo y lo peor es que él sabe hacerlo pero no le dio la real gana. Pinar igual pero al menos intentó lucir al tercero, algo del todo infrecuente en los días que corren.
Que disfrutes de las corridas que ya no voy hasta las toristas. Saludos
J.Carlos
J. Carlos:
Estoy por darte la enhorabuena por tu ausencia. De los premios, verás como nos sorprenden con un Cuvillito o cualquier mona de otra de las ganaderías comerciales. Coincido con tu apreciación de los toros, pero del 5º y 6º eché de menos la lidia, el macheteo por abajo y no eso de o se dan derechazos y naturales o no hay nada más que hacer.
Un saludo
Enrique:
Dicen que el tren pasa una vez en la vida, o dos, y uno se tiene que subir a tiempo. Pues los espadas se quedaron en tierra y el tren partió sin decir adiós, y ese tren ya no vuelve mas....
Un abrazo
Que toros! Por fin salió el toro encastado que estabamos esperando.
Los toreros no estuvieron a la altura.
La suerte de varas se hizo fatal, hay psicosis con este hierro desde "Bastonito".
Un gran toro "Pistolero".
Gracias por la crónica. Un saludo.
Diego:
A ver cuánto tardan en darse cuenta de que no llegará un tren tan cómodo como el que se fue.
Un saludo
Isa:
Toros que han dejado en evidencia a más de uno, encastaditos, pero sin maldad y con todo y con eso, los dejaron pasar. Muchas gracias por tus visitas.
Un saludo
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