El peonaje ha estado a la altura de los maestros, mal, con mucho capotazo y |
Está claro que hay que ser condescendiente con los toreros
del escalafón inferior, esos que aspiran no a ser matadores de toros, sino a
ser figuras del toreo. Como se ve, no es que tengan aspiraciones demasiado
altas, se conforman con lograr honores como figuras y no como toreros. Y realmente
llevan sus planes con escrupulosa rectitud, tal y como han demostrado los tres
coletas que han hecho el paseíllo en la primera de la feria de Otoño, Javier
Jiménez, ratonero y aturullado muchacho que no entiende ni qué es el toreo clásico,
ni lo que le piden algunos resistentes de la antigua afición capitalina; Diego
Fernández, vulgarote y pesado, al que no hay quien lo saque del pase, pase,
pase y más pases; Juan Ortega, que como la mayoría, por no decir que como
todos, naufraga en cuanto le sale un toro para torear y no simplemente para
pasar de capote y muleta. Los del Ventorrillo mal presentados, con unas cabezas
mal armadas, que lo mismo parecían un toro camargués, que el asa de una tetera,
de hechuras poco agraciadas y con un comportamiento de mansos ante los
caballos, aunque a veces pudieran disimularlo mínimamente. Igual empujaba
alguno, pero tarde o temprano acababan yéndose sueltos, escapando del castigo.
El tercero dio el pego en la muleta, yendo y viniendo, si
bien también ayudaba que el señorito Jiménez
no toreaba y se limitaba a acompañar las arrancadas, sin someter la
embestida lo más mínimo. Eso sí, hay que reconocer el mérito de retorcerse como
las grandes figuras y esa forma de alargar el brazo más allá de los límites de
lo razonable. Con estas trazas, tampoco se le iba a pedir que matara arriba y
sin largar la tela para salir del trance con mayor comodidad. Parece ser que no
acabó muy contento con el público de Madrid, a quien dice no entender y del que
no sabe qué es lo que quiere. Pues pronto empezamos. Quizás habría que decirle
que no se mide la valía de los capotazos por la cantidad, que el telón rosa
sirve para lidiar al toro e irle enseñando y preparando para el último tercio,
que el caballo no es un trámite y que hay más detrás del uso de la muleta, más
allá de lo de las orejas e indultos.
Diego Fernández, otro fiel seguidor de nuestras figuras que
tanto nos dan y tan poco valoramos, aparte de una sosería crispante, de esa
falta de temple común a todos los chavales y a toda la torería en general, si
por temple entendemos llevar al toro suavemente, que no acompañar el viaje de
un medio moribundo que camina cansinamente y de una absoluta apatía y
desconocimiento de la lidia. Intentó ser variado con el capote, pero sin
sentido, ni razón, sólo porque le debía apetecer. Igual con la muleta, mantazos
y más mantazos, sin ningún mando, hasta conseguir no poder meterle mano al
novillo por ninguna parte.
El último, Juan Ortega, quizá se encontró con el mejor
novillo de la tarde, pero de nuevo esa incapacidad generalizada de poder a un
toro ha posibilitado el que el animal se fuera convirtiendo en el dueño del
ruedo. Ya desde el segundo tercio, donde mostró sus intenciones, Por el lado
derecho iba como un rayo, siempre que no se le obligara. En línea recta era un
vendaval, que lo mismo se llevaba por delante los capotes, que los palos, que
la muleta. Mientras, los tres novilleros pensarían que los culpables de todo
este descalabro eran los que ocupaban los tendidos en poco más de la mitad del
aforo, si es que llegaban a esa mitad. Seguimos con los mismos males, las
mismas carencias, la misma desesperación, la misma desilusión y las mismas
caras de decepción de siempre. ¿Se acuerdan de aquellos jóvenes que
atropellaban la razón queriendo ser toreros? Pues yo tampoco, hace tanto
tiempo. Pero ya ven, siempre hay quien sale a defender a estos chicos,
relatando esa cantinela de que son chavales, que están empezando y que hay que
cuidarlos y mimarlos. Pues nada, dejémosles hacer, aupémosles como figuras y
luego se ciscarán en la parentela de todo aquel que no caiga rendido a sus
encantos.
5 comentarios:
Lo de mimar y cuidar se lo van a tener que,repartir con lo que sale por chiqueros hoy en día.
Les falta ambición a estos aspirantes.Lo felicito por su blog y artículos.
Corajay.
Oscuro e incierto futuro para un escalafón novilleril, vulgar, falto de motivación, de aptitudes y actitudes, tristemente motivado por el seguimiento genuflexo ante las enseñanzas y prácticas de los mayores de oro.
A penas sale un Toro con cierto atisbo de bravura, ni lo ven, ni quieren, y para este viaje, ¿ a qué llenar las alforjas con una buena lidia?.
Efectivamente, Enrique, "el emperador va desnudo", por mucho que la mayoría de observadores y palmeros apuesten por ignorar un hecho obvio.
Ese "cariño" de baratija suele pasar una factura demasiado cara, esperemos que el largo camino ayude a depurar sobre todo, malas o nulas disposiciones.
Desde la lejanía, una agradece las voces de respetuosa protesta, y esa visión tuya tan acertada que contribuye a despojar de apariencia ulteriores símbolos del toreo moderno.
Un saludo.
Corajay:
Muchas gracias. Habría que cuidarlos y mimarlos, pero no evitándoles enfrentarse al toro, sino enseñándoles a enfrentarse a él, para luego convertirse en verdaderos matadores de toros.
Un saludo
Gloria:
A veces la lejanía no sirve para sentir menos el aburrimiento o el cabreo, sobre todo al ver que unos chicos que deberían comerse el mundo, andan deambulando por el ruedo, más preocupados de no manchar el terno y de parecer hermosos galanes o coristas de opereta rodeando a la vedette. Lo que pasa es que esa vedette que flanquean es fea, desproporcionada, corpilarga y paticorta y además, una tía antipática y soberbia, que se cree guapa, ya ves, igual que la Tauromaquia 2.0, un adefesio.
Un saludo
nada bueno en toda la tarde no ?
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