viernes, 23 de mayo de 2014

Las mujeres y los niños primero

El natural, qué belleza.


Esto es la debacle, un torero de los geses, una de las figuritas parece querer cambiar el rumbo de su toreo. Que no parece que sea casualidad, sino algo meditado, querido y perseguido. Alejandro Talavante sorprendió cuando en su día afirmaba que ya estaba harto de trampas y retorcimientos, que no se sentía a gusto y que  el tomarse tantas precauciones y alivios no acababa de entusiasmarle. Muchos pensaron que del dicho al hecho hay un trecho, a veces enorme, que habría que ver cómo entendía el cambio y por fin, verlo en el ruedo. Y se cumplió la catástrofe, llegó Alejandro Talavante a Madrid y en el primer toro ya rasgó de lado a lado el casco de acero reforzado de la Tauromaquia 2.0. La verdad es posible, no es una ilusión, no es una idea utópica de aficionados anclados en un pasado idealizado que nunca existió. No creo que este vaya a ser el acto definitivo que “elimine todo lo anterior” y de paso a lo que nunca debió dejar de ser. Así que si quieren ver un apunte, tampoco nos volvamos locos, aprovechen y vayan a ver al torero extremeño. Que vayan las mujeres y los niños primero, estos para que se den cuenta y tengan una idea aproximada de lo que es torear y ellas, aparte de para conseguir el mismo efecto, al menos que les den la merienda. Los hombres, como ser superior y más fuerte, se irán  conseguir el sustento de sus familias. Como toda la vida de Dios fue, el macho cazador. Ya esta bien de tanto traidor a las tradiciones, que hoy se le deja trabajar a las mujeres, que conduzcan, que piense y hasta que voten; cualquier día nos va a salir algún torero con que esto es una pantomima y entonces veremos.

Afortunadamente siempre hay quienes se agarran a esas prácticas indecorosas que nos permiten augurarle aún muchas tardes de vergüenza a la Tauromaquia 2.0. Siempre nos quedará un Finito de Córdoba que pegue capotazos largando tela y vaciando las embestidas de mala manera. Como en el primero, al que se le picó poco; cuando empujaba de lado en la primera vara y en la segunda en que a poco ni le rozan con el palo. El señor Morante sin saber dónde colocarse en el segundo tercio; así son los artistas. Con la muleta, Finito de Córdoba planteó algunas dudas, no se sabía si no se acoplaba con el toro, con la muleta retrasada, sin firmeza, trapazos sueltos y deslavazados, o si no estaba con ánimo para ello. Un bajonazo criminal dilucidó la cuestión para unos cuantos, dejando la cosa más clara en su segundo. Primero le salió uno de la ganadería anunciada, Montalvo, al que no se puede decir que le cuidaran intentando tapar su invalidez. Capotazos desabridos y leña en el caballo a base de bien. Salió un sobrero de Núñez del Cuvillo, qué grata casualidad; si hasta parecía un novillote, cómodo de cara, sin exageraciones, justito de todo, por momentos hasta llevaba la pata derecha a rastras, pero a este no querían que le devolviera al corral. Capotazos por docenas para llevarlo al caballo y no picarlo, con esa imagen tan torera del picador apoyado en la vara y esta en el suelo, como si fuera Moisés abriendo las aguas. Tanto mimo para que al final Finito de Córdoba se enredara con el pico de la muleta y dando pases y más pases, como si así fuera a pasar algo.

La verdad es que la corrida se hizo un pelín larga, como si se hubiera detenido el tiempo, pero tranquilos, esto fue solo una sensación personal, nada tuvo que ver el Demiurgo del Toreo, este estaba más en sus cosas que en lo que pasaba en el ruedo. Igual se estaba pensando por qué solo venía una tarde a Madrid, con lo a gustito que se está aquí; pero la cosa ya no tenía remedio. Dos verónicas muy jaleadas para recibir a su primero, más pendiente de buscar terrenos sin tanta gente, que de atender a los señores de los telones rosas. No se le pico, pero se simuló muy bien la suerte el picador, mientras el toro empujaba con un pitón. En el siguiente encuentro le molestaba el palo, aunque este estuviera en el aire. Aunque el toro prefería los medios, Morante se empeñó en pasarlo cerca de la barrera. El torillo aguantó los ademanes de artista y los hechos de jartista que le instrumentaba su matador. Muleta atrás, sin pararse, abusando del pico, ventajista y sin verdad. Media estocada baja tras un pinchazo y como una docena de intentos con el verduguillo. El quinto ya de salida le dio un buen susto al de la Puebla, sin acabar de decidirse por qué pitón entrar, con el torero aculado en tablas y a merced del de Montealto, que no estaba para atender los capotes, frenándose y pegando derrotes. Metido debajo del peto, pegó cornadas al peto con desesperación. Le dieron de lo lindo en la primera y segunda vara, esta hasta más allá del tercio, y una más de propina y tras el toque de clarines, en el de puerta, que también se desahogó a placer con el palo. Un despropósito en banderillas, que sería por solidaridad, continuó el maestro con la muleta en la mano. Trapazos por abajo, el animal rodando por la arena y como despedida y cierre, un mitin con la espada. Este año tampoco era el día, habrá que esperar un año más a ver si…


Alejandro Talavante volvía con nuevos propósitos, queriendo parecerse más a aquel que sorprendió en sus inicios, que al  de la tarde de los Victorinos o al de la última salida a hombros tan poco convincente. Su primero se le frenaba en el capote y echaba las manos hacia delante. Complicado, no quería capotes. En el caballo no se le castigó apenas, pegando cabezazos y echando la cara arriba. Como parecía lógico, tras probar la vara, ya no quería ni ver al caballo. Hubo que meterle debajo del peto para ni tan siquiera señalar el puyazo. Se marchó a toriles, de donde Talavante le sacó citándole desde los medios. Una tanda de naturales en los que al menos no había trampa; aunque no acababa de rematar atrás. El toro queriendo escapar constantemente. Otra tanda sin temple, para acabar consintiendo al toro y darle los terrenos que quería. En la zona de chiqueros otra nueva tanda en la que hubo destellos de buen toreo. Dándole sitio al toro, dejándole tomar aire y sin esos horrorosos retorcimientos tan en boga y que el mismo Talavante hizo suyos. Quizá se pudo echar de menos el que llevara más dominado al de Montalvo, pero al menos se vieron otras intenciones. Lástima de la mala media estocada atravesada. En el sexto hubo más voluntad que toreo, ante un animal al que no se picó demasiado y que puede que en la muleta echara de menos una entrada más al caballo, pues sus arrancadas violentas dificultaban el toreo y su flojedad impedía castigarle por abajo con la pañosa. Volvió al natural, en este caso metiendo el pico y con enganchones, precisamente por esa condición del toro de pegar esos arreones tan incómodos. El toro quería irse a las tablas y el torero apartarle de ellas. Al final no hubo nada, muletazos sin poder bajar la mano con la muleta atravesda y sin temple. Mal con la espada, pero el público se quedó con un buen sabor de boca. No tanto por lo desarrollado por Talavante en los dos toros, sino por lo que muchos quisimos adivinar. Al menos ya se nos puesto derecho y nos ha dejado con ganas de volver a verlo, aunque los amantes de la Tauromaquia 2.0 piensen que se les hunde el mundo. Pero tranquilos, el que ya está más que derrumbado es el nuestro, el del Toreo clásico, este desapareció hace años, si acaso de tarde en tarde se ven retazos, y como nadie pareció enterarse, nadie mando por delante a las mujeres y los niños.

8 comentarios:

fabad dijo...

Me recordó aquella tarde en Sevilla, cuando Talavante empezaba...
Por cierto, parecía que no había viento. Decisión y una muleta mas pesada, hace milagros...
Que lástima que los otros G´s no se decidan por la verdad. A mi no me importaría disfrutar del Morante del principio y mas disfrutaría del auténtico Finito.
Lo que no soporto son "patas" atrás y toreo mentiroso con torillos elegidos sin sorteo.
A ver si cambian y me repescan...

MARIN dijo...

Enrique:
Me he vuelto a llevar una alegría con Talavante. Ayer lo vi como aquel novillero que nos encandiló a todos. Me gusto en lineas generales y sobre todo en el tercero, primero de su lote. Se lo llevo a los medios y empezó a torear por derecho. Si al de Montalvo le hubiese dado por embestir...Bien Talavante. Al Cesar lo que es del Cesar.

A Finito lo vi en Finito. Y de Morante...que te digo yo de Morante. La mía con Morante es una relación de amor-odio digna de telenovela. Y ya no lo digo por el petardo, que todas las figuras en artista lo han pegado, llamese Curro, Paula, Cortés...salvando (evidentemente) las distancias. Lo que no me gusta son las formas de pegar el petardo. Lo he visto falto de facultades. En el segundo toro no hubo una desgracia con el saludo de capote porque Dios no quiso...Y todo esto unido a todo lo que lleva por detrás el torero. En fin, me quedaré con las dos primeras verónicas al primero de su tarde, aunque no me sirvan para el conjunto.

Un abrazo y aupa Atletic!!!!!!

Anónimo dijo...

A Finito prefiero no verlo de nuevo por la plaza. Hay matadores que han hecho más méritos y que tienen más ganas que él, por lo que merecen ocupar su puesto.

Morante me parece el matador más sobrevalorado de la última década, su falta de respeto por el personal raya la indecencia. Creo que por dignidad debería pagar a la cuadrilla y donar sus honorarios a una ONG. El estado de los pitones del segundo hacen sospechar lo peor. El tercio de varas que recetó al quinto fue vergonzoso e indica la impotencia y la desgana con que acudió al coso venteño. No sé si sus pensamientos estaban en la plaza o en el limbo por lo que en un futuro podría cambiar el sobrenombre actual por el de Morante del Paraíso.

Talavante tuvo pasajes muy interesantes en el tercero de la tarde, le he visto mejor otras veces pero entiendo que, de acertar con los aceros, debería haber tocado pelo. No sé por qué no dio una vuelta al ruedo, hemos visto conceder orejas por bastante menos que lo de ayer. En el sexto pareció contagiarse de la apatía de los compañeros.

Saludos
J.Carlos

Xavier González Fisher dijo...

Yo aprendí una lección por la tele en esta corrida: "El arte no tiene miedo... en tanto no se baje del autobús".

Mis saludos desde Aguascalientes, México.

Enrique Martín dijo...

Fabad: Creo que todo lo que pides es un imposible. Lo de Talavante es una puerta a la esperanza y quizá sea porque aún le quedan restos de afición y un atisbo de amor por el toro. Creo que es un rasgo de honradez y rebeldía contra esa gente que anda detrás de los toreros, los palmeros que se quieren aprovechar del torero. Aunque si ven que así también pueden sacar tajada, le seguirán aplaudiendo todo. SI él y los demás tuvieran a su lado alguien que les quisiera de verdad y le dijeran la verdad.
Sobre lo de repescarte lo veo difícil, no por ti, sino porque no parece que estos tengan mucha decisión por volver a lo que es el toreo de verdad. Porque si por ti fuera, estoy convencido que con dos naturales y una estocada de verdad, ya te tenían rendido, como a todos. Pero...
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Ahí lo has dicho, hasta para estar mal hay que ser torero. Talavante no estuve bien, o redondo, porque hubo inconvenientes que no pudo salvar, pero él puso todo lo que podía poner, aparte de esas intenciones de querer hacer bien las cosas. En estos casos no hay más que esperar a verle de nuevo, porque te quedan ganas de hacerlo. Ojalá se recupere para el toreo clásico.
Un abrazo y Aúpa Aleti.

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Ya ves, Finito estaba casi desaparecido para Madrid y es salir en la tele oficial y vuelve por aquí. Vergonzoso.
Lo de Morante me parece un niño caprichoso, engreído, que se cree el primero de la clase y que mira con suficiencia a los profesores que le enseñaron y que ahora le suspenden curso tras curso. Y todo porque dos días saco un sobresaliente en el control de una lección. Eso sí, no falta quien aplauda sus excentricidades, haciéndole pasar por un genio y haciendo que despliegue toda la soberbia que lleva dentro.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Pues verdad, el arte no tiene miedo, pero los jartistas lo tienen para regalar. Será también porque algunos son tan limitados y faltos de recursos, que esa misma ignorancia les hace ponerse temerosos.
Un abrazo para aquellas tierras.