martes, 10 de noviembre de 2009

Esta fiesta es para ellos


¿Y quiénes son ellos? Pues yo se lo voy a decir, ellos son esos que quieren montar una fiesta a su medida, cómoda y sin que nadie les dé el más mínimo problema. Son esos empresarios que hagan lo que hagan siempre tienen razón y que montan los carteles con el mejor ganado y los mejores matadores imaginables y quien no lo ve así es que o no sabe de esto o tiene mala fe. Luego si el cartel o la feria es un auténtico desastre se limitan a recaudar y a hacer “mutis por el foro”.

Otra de las patas de este grupo son los toreros, verdaderos expertos en esgrimir estúpidas coartadas que a fuerza de repetirlas y repetirlas parece que se las acaban creyendo. Contra los críticos a su actuación o a su forma habitual de hacer se limitan a decir eso de que el toro era muy peligroso pero el público no lo ha sabido ver o nos hablan del mérito de estar delante de un toro, que es verdad, pero que excluye a cualquiera que no vista el traje de luces, de poder esbozar tan siquiera una crítica.

A continuación tenemos a los periodistas, verdaderos maestros en el arte de escribir o relatar lo contrario a lo que el resto de los mortales ha visto y encauzar las cosas de tal forma que “su” torero o “sus” toreros parezcan auténticos héroes mitológicos. Bien se agarran a las cifras, con esa frase tan de moda de que fulanito ha puntuado, o si se da el caso convierten al matador en un genio lidiador. Pero lo que es casi peor es que si el torero en cuestión no pertenece a su cuerda, son capaces de desprestigiarlo e incluso, dependiendo de la ignorancia y desfachatez del periodista, ridiculizarlo. Y si no, no hay más que ver la rapidez con que su lupa gana aumentos cuando se trata de no valorar lo bueno y resaltar lo malo, aunque escaso, de toreros como Curro Díaz, Diego Urdiales y no digamos de José Tomás. Es que ya se sabe, es mejor caer en gracia que ser gracioso. Por el contrario, nos cansamos de leer y oír las excelencias de los Ponce, Castella, Fandi, Fundi, Juli y el resto de toreros del régimen. Estos son los que no dudan en llevarse a su terreno a aquellos matadores que de una u otra forma un día admiramos y aclamamos como toreros de una pieza y les hacen quedar en ridículo ante la audiencia, haciendo que su leyenda se vaya emborronando retransmisión a retransmisión. Ahí están los ejemplos de Bernadó, al que daba gusto ir a ver a la plaza, al valiente Ruiz Miguel, honrado donde los hubiera y sobre todos a Antoñete, del que no hay que decir mucho más. Y ahora puestos a destruir mitos, también han fichado a Joselito, quien siempre habló claro pero ¿se atreverá a criticar la labor de un compañero en público? No lo creo.

Por último están los ganaderos, que a su vez se clasifican en los que mandan y en los que asienten, sin querer decir que estos últimos no se llenen bien los bolsillos, precisamente por saber a quien decir “amén, Jesús”. Lo de elucubrar sobre lo divino y lo humano del toro de lidia y de los experimentos genéticos con cebúes del Himalaya lo dejan para los listos que buscan el encaste perfecto del siglo XXI. Pero todos coinciden en lo mismo, en que el público no ha sabido ver este o aquel toro y lo justo que ha sido éste o aquel indulto, aunque a mi me gustaría hacerles una pregunta, y es si todos los toros indultados los echan a las vacas de su propia ganadería o no. Imagino que nadie me contestará.

La conclusión es que en este mundo maniqueísta de buenos listos y malos tontos no cabemos los demás, prefieren un listo inútil, como suelen ser muchos de esta tribu de taurinos, a los tontos útiles, que somos el resto. Parece que no nos queda otra opción que pagar, callar, aplaudir y seguir callados porque tal y como está montado este circo, los demás sobramos. Y no me refiero a todos los aficionados, porque aquí también hay un grupo de estos que sirven como coartada para toda esta caterva de iluminados, y con toda la desfachatez se autoproclaman portavoces de una afición muda. Y es que todo esto que llamamos fiesta de los toros es para ellos. Pero ¿qué pasará el día en acabemos marchándonos y se queden solos con su coro de pelotilleros y rufianes interesados?

4 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

Quizás tengas razón y en realidad somos unos "tontos" por seguir gastándonos nuestros cuartos para ir a las plazas...

Como bien dices, los empresarios siempre tienen la razón y montan los mejores carteles imaginables y los que no lo vemos así, o no sabemos de esto o somos de mala fe...

¿Por qué seremos tan "desalmados" y "malagradecidos" con tan "desinteresadas" personas que nos "participan su gran saber"?

Quizás en verdad sea hora de decir "apaga y vámonos"...

Un sarcástico saludo desde Aguascalientes, México.

Enrique Martín dijo...

Xavier:

Después de tu comentario me ha remordido la conciencia y me he pensado muy seriamente hacer una cuestación proempresarios taurinos. Lo bueno del aficionado a los toros, es que además de que se preocupa de saber todo de su pasión, además y a pesar de todo, suele tener buen humor y sabe manejar el sarcasmo.

Un saludo desde acá. Siempre es una alegría recibir tus comentarios.

Xavier González Fisher dijo...

Es que, me pregunto: ¿Si no voy a las plazas a sufrir, a enojarme y a tratar de sacar la lotería de ver algo digno, que haré en esos tiempos? ¿Ir al fútbol? ¿Escalar montañas?

Algún "lado amable" le tenemos que buscar al asunto amigo mío, porque de no ser así, seremos la causa de la ruina de esos "magnánimos seres"...

Nuevamente un abrazo desde Aguascalientes.

Tercio de Pinceles dijo...

Querido Enrique,

Verdaderamente la Fiesta está como para no dejar títere con cabeza. Hay quien lo achaca a que es el emporio en el que más facilmente se puede llegar alto sin tener formación alguna. Vamos, una bicoca.

Una lotería que padecemos muchas veces los aficionados. Ellos, por desgracia, a lo suyo.

Bonita la pintura con la que ilustras la entrada. Mano con el pincel tampoco te falta, amigo.

Un abrazo.

Luis