viernes, 19 de agosto de 2011

Cuando éramos “morantistas”

Morante y el embrujo de su capote, ¿recuerdan?


El aficionado a los toros suele presentar ciertos rasgos que caracterizan su personalidad taurina, y uno de ellos suele ser la de negar su fidelidad incondicional a un toreo, aunque éste sea el mismísimo Rafael el Gallo. Pues bien, como yo todavía ando en eso de querer llegar a ser y como todavía no he alcanzado lo de ser, me puedo permitir mi morantismo, josetomasismo, frascuelismo y las ganas de que algún día me llegue el julismo, manzanarismo y hasta el fandismo, que uno está abierto a todo. Pero claro, una cosa es declarar cualquiera de estas filias y otra pretender que sean eternas. Eso solo depende del coletudo de turno y quizás no tanto de su aptitud, como de su actitud.

Yo nunca he negado mi morantismo, con reservas, pues había cosas que percibía que exigían cierta evolución, especialmente en lo referente al toro, pero que no me impedían disfrutar con su toreo, con su arte, incluso a pesar de ese tic que parecía convertirle en imitador de otros toreros; lo cual no está tampoco mal del todo, siempre dependiendo del modelo a seguir. Morante de la Puebla parecía haber encontrado un camino llano, bien asfaltados y sin chinitas, a partir de producirse el encuentro con el maestro Paula. Bien es verdad que su toreó giró hacia el barroquismo, con referencias constantes a otras épocas; que lo mismo sacaba la silla de El Gallo, que daba un molinete más abelmontado que los que se gastaba el de Triana, solo con una diferencia, el toro.

El toro, siempre llegamos al toro. ¡Qué latazo! y ¿por qué no quitamos de una vez por todas al toro y lo sustituimos por un carretón, aunque el que lo dirija ponga un poco de mala leche al embestir? Es que ya cansa. Lo que podríamos disfrutar viendo las posturas, alardes físicos y demostraciones de simpatía de esa “baraja de figuras” que recorre nuestras plazas, estables, de carros, talanqueras, multiusos y polideportivos con las pistas de tenis redondas para poderse transformar en un ruedo cuando nos venga bien.

Pero a lo que iba, a mi morantismo. Yo confieso que a mí me ha emocionado con su capote, algo menos con la muleta, pero también, que desde el ruedo recibía esos torrentes de arte y torería. Está claro que nunca le vi enfrentarse a ninguna alimaña, ni a ningún toro, toro derrochando casta hasta por la divisa, pero tampoco eran bobonas chochas, desmochadas y con una flojedad hiriente. Al menos sus toros aguantaban dos veces la simulación del tercio de varas e incluso aguantaban que el pica apretara un poco como si fuera un toro de verdad. Toreo por bajo, medias forzándose mucho, trincherazos y atisbos de toreo poderoso, aunque si se echaban cuentas al oponente de turno resultara un tanto anacrónico.

Morante había entrado en la gloria de los toreros, su nombre aparecía en los carteles más postineros, los más exigentes se dejaban embrujar por su toreo, se le permitían ciertas cosas en virtud de ese soplo de arte que se esperaba respirar las tardes en que se vestía de torero. La cosa no pintaba mal, parecía que esos peros se podrían ir corrigiendo poco a poco y que al final podríamos volver a contar con un refugio de torería en el reino de la asfixiante vulgaridad taurina. ¿Quién no se agarra con uñas y dientes a un torero con arte? Todas las comparaciones se nos iban a quedar muy lejos, ni Curro, el más grande, ni Pepe Luis, el más grande todavía, ni Cagancho, Chicuelo o el mismísimo “Rafaé”. Josantonio arrasaba, el que retiró a Curro Romero iba como una flecha a borrar a todos de las historia del toreo. Que lejos parecían aquellos años de dudas, de problemas y que acabaron con un tiempo alejado de los capotes. Dos gramos de suerte y asistiríamos al nacimiento de un nuevo dios del toreo. ¡Fuera desperdicios! debió pensar. Se desligó de Paula, algo que para muchos estaba cantado, y se fue con uno de los que mejor entendían a los toreros, Curro Vázquez. Vale, sí, tuvieron sus problemillas en otro tiempo, pero todo fuera a favor de redimir la fiesta. Se esperaban broncas, desplantes, problemas y más problemas entre maestro y pupilo, y entre los pupilos del maestro. Pero al final no hubo na’ de na’. Ya se sabe, no hay nada que no solucionen unos cuantos miles de euros.

La primera temporada
fue la de la expectación y la de la decepción, pero había que tener paciencia y no tirarse a las campanas a tocar a rebato. Calma y paciencia. Era el primer año de matrimonio y ya se sabe, que si te haces a los nuevos suegros, que si encajas con los nuevos cuñados, que si te pones de acuerdo en donde se cena en Navidad, había que pensar en un período de acoplamiento entre familias. Aunque no faltó quien empezó a ver una alteración del toro al que se enfrentaba Josantonio. Que si en esta plaza ha pegado un mitin, que si en los corrales se producen ciertos desacuerdos, que si allí se han echado unos toros “no aptos”. Pero bueno ¿quién no tiene un escándalo en su vida? ¿Quién no tiene un borrón en su carrera?

De momento Morante se mantenía con una media de cartel, con un natural y un trincherazo, pero la esencia empezaba a perder consistencia. El aficionado empezaba decepcionarse y en seguida echaba mano de ese tópico de los artistas, ese que dice que para verlos una tarde buena, hay que echar antes quinientas malas. Una coletilla que en el fondo no convence a nadie. Pero claro, si el segundo año es un paso adelante en esta ruta de degradación, el toro ya se ha convertido en un permanente desaparecido, su adhesión incondicional a los hierros comerciales ya no deja lugar a dudas y todo indica que la única preocupación de toreo y apoderado es mantenerse en el circo de la tauromaquia 2.0, y si para ello es necesario poner en marcha la máquina de las “currovazcadas”, pues se pone. Lo que son las cosas, el aficionado pensando que iban a asistir a una guerra de intereses entre ambos y al final el perjudicado ha sido él.

Ya casi no queda nada de aquel artista con el capote, de aquel toreo de muleta que recordaba lo más clásico de la Edad de Oro, con sus peros, de aquella personalidad capaz de cualquier cosa y de nuestro morantismo incondicional. No sé si esto tendrá remedio, complicado lo veo, pero me parece a mí que este e será uno más de esos ismos a los que estos taurinos nos hacen renunciar un día sí y siete también.

PD: Hace mucho, pero mucho, que un servidor no usa reloj, más que nada por si se me para de golpe y porrazo. No sabría como reaccionar.

14 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

Es que, Enrique, "las mañas que da la edá" acaban con todo... Y luego, con los apoderados que se echó encima, tal parece que no le queda más que echarse a la poltrona. Que se la jueguen los que tienen necesidad de ser, que "el artista" ya es "figura" y no le hace falta "ná". Y el que no esté conforme, que se aguante... o que no vaya...

Scotty dijo...

Enrique, gran articulo como siempre y una vez mas como CASI siempre reflejas plenamente mi pensamiento.

Cuando vimos aquella tarde en aquel lejano 2009 pensamos todos que si el toro aguanta 3 series mas tal y como estaba el "artista" iba a ser antologico, y como tal le llevamos esperando 3 años, años en los que hemos asistido a una tomadura de pelo constante.

Ojala pueda volver Morante por sus fueros, con sus temidas irregularidades, que es lo que nos encandila, ojala deje ya esta regularidad que atraviesa de tedio y vulgaridad.

Un saludo Enrique, espero que estes pasando un buen verano!!

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Lo malo de lo que dices es que algunos se lo toman en serio y lo creen a pies juntillas. No les cabe la duda en su cabeza, todo en ellos es perfecto; y claro, así hay poco margen para el progreso.
Un saludo y gracias por tu puntualidad y fidelidad con este sitio.

Unknown dijo...

Enrique, este año Morante podría anunciarse en los carteles como José Antonio de La Puebla.
De Morante queda poco.
Desde luego más bien parece un amigo que un torero.
Ya sabes, por aquello de que solo tiene DETALLES.

Enrique Martín dijo...

Scotty:
Me encanta ese CASI en grande. Dios quiera que nunca estemos completamente de acuerdo. Si no, imagínate los dos en una sala, uno frente al otro, limitándonos a decir: ¿Sí? Y el otro contesta: sí. Aunque creo que la idea del toreo marcha en la misma dirección. Lo malo es que ahora hay poco margen para el gusto del aficionado, porque primero hay que tener cuidado de que no nos engañen. El ejemplo de Morante es uno, y yo como tú echo de menos esa irregularidad de que hablas y aquella atractiva imperfección de su toreo.
Un saludo y me alegra mucho tenerte por aquí, espero que tu verano esté siendo muy bueno, bastante mejor que el mío.

Enrique Martín dijo...

Iván:
¡Qué grande eres! y como las clavas con dos palabras. Pues sí, parece más bien un buen amigo.
Un saludo

lesaqueño dijo...

si es que todos lo clavais.
yo tambien era morantista.
es muy triste leer esto.
para mi esta en pleno precipicio.
la historia que le va a decir, pues que se dedicaba a matar torillos de naá.
ya es mayorcito para elegir compañias.
angel nieto, aunque era TODO UN CAMPEON, NUNCA GANO UN GRAN PREMIO CON LA "F1" DE AQUELLA QUE ERAN LAS 500 DE DOS TIEMPOS. estas si que tenian genio y estaban encastadas.
es igualito, igualito a los cuernos.
pasadlo bien, amgios.
YA NOS LLEGARAN TIEMPOS MAS AUTENTICOS
salu2 del saltillo pequeño

ivan, esos hierros de al lao del guadalquivir y de los naranjos.....

Gloria. Murcia. dijo...

Aún me estremezco recordando aquel quite capotero...Morante sigue siendo el más sublime con el percal, nos ha dado ratos tan intensos y emotivos, tan distintos, tan exclusivos. No me duelen prendas, por ellos, sigo esperando con nostalgia y dolor, fuera de las plazas, eso si, hasta la mayor fidelidad se hace trizas, cuando el estupro es continuado y consentido.
Como siempre es un placer pasear por su grada. Saludos.

Enrique Martín dijo...

Lesaqueño:
Creo que a muchos nos ocurre lo mismo, que nos congraciamos con esto mirando al pasado. Lo malo es que por mucho que vayamos con el saco de la afición, cada vez hay menos cosas que echar. Nunca se puede decir que hubiera una abundancia paradisiaca, pero se encontraban joyitas. Ahora es caminar por el desierto.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Gloria:
Precisamente aquellos capotazos son los que nos mantienen atentos y nos impide meterle en el grupo de los vulgares. Yo creo que nunca será vulgar, pero hay que ver los esfuerzos que pone en ello.
Un saludo

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique:
El dia que a Morante se le ve torear da gusto, pero claro.... eso es de pascuas a ramos, yo sinceramente no le espero, simplemente el dia que torea y lo he podido ver lo disfruto como el que mas, pero esperar a un torero que solo nos deja alguna pincelada de arte de cuando en cuando.....
¿a caso nosotros nos alimentamos de cuando en cuando solo con una loncha de jamon de jabugo por muy exquisito que sea?
Comprendo que un torero de arte he inspiración van por rachas, por dias y por estados de animo, pero lo de Morante no tiene nombre.
A Paula y a Curro les pasaba igual, pero con una diferencia, ofrecian mas a cambio de menos y con el toro toro.

Enrique Martín dijo...

Diego:
Aunque hay quien quiere comparar a Morante con Curro y Paula, aparte que nunca se ha acercado a aquello, ahora menos que nunca. Y el caso es que aquellos fuera cuando fuera, toreaban. Este señor parece que se ha decidido por el camino de la pantomima. Componiendo muy bien la figura, pero tal y como exigiría un toro, no esos borreguillos sin fuerzas y sin casta en que se ha especializado ahora.
Un saludo

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique:
Donde digo digo digo Diego!!!
Hoy Morante ha pegado un golpetazo de autoridad en Bilbao...a sido una obra de arte su faena a su carto cuvillo, no tengo palabras, pero que cada uno piense lo que quiera....

Enrique Martín dijo...

Diego:
No lo he visto, pero ya me lo han comentado y estoy deseando verlo. Tal y como me comentáis, estoy seguro de que no tendré ningún inconveniente en volver a la fe morantista.
Un saludo