lunes, 10 de octubre de 2011

No tienen ni p… idea

La soledad del banderillero ¿y la soledad del aficionado?


Uno a veces tiene que contar diez veces hasta diez antes de abrir la boca o coger el teclado para escribir. Esta tarde mientras enredaba leyendo otros blogs taurinos he podido “deleitarme” con las opiniones de Julia Otero, igual que en otras ocasiones lo hago con las de Pilar Róala o cuando entro en facebook y veo como amigos míos no dudan en llamar a los aficionados a los toros “canallas”, “desgraciados” y no se cuántas más lindezas. Amigos que conocen perfectamente mis inclinaciones taurinas, la forma en que yo lo vivo y mi forma de desenvolverme en la vida, mi vida familiar y mis opiniones más personales. En esos momentos lo primero que me pide el cuerpo es darles un toque de atención y pedirles explicaciones, pero ¿para qué? En ese momento en que tienen toda la razón encima de ellos, seguro que no están para escuchar las memeces de un sádico y salvaje aficionado a los toros.

Pero a mí me gustaría saber como han llegado a esas conclusiones en las que nos ven como verdaderos monstruos. En primer lugar se creen los únicos amantes de los animales y de la naturaleza. Para ellos esto se traduce en tener un bicho en casa, sin preocuparse si ese bicho puede vivir en un piso de 60 metros, en una ciudad como Madrid, con una vida social que se reduce a salir a mear por la mañana y por la noche, cinco minutos cada vez. Ellos aman a los animales porque les ponen nombre, les dan de comer chuches y les dejan dormir junto a la calefacción. No se paran a pensar si ese animal es un perro siberiano que vive el verano de Madrid, con 40 grados por el día y 30 por la noche, ni si debe hacer ejercicio o no. Y estos mismos son los que cuando salen al campo quieren demostrar su entusiasmo pegando voces a los cuatro vientos, para que los pobres pajarillos y demás criaturas del campo se enteren de lo que están disfrutando al aire libre. Los mismos que dejan suelto a su perro y que ríen a carcajadas cuando un niño llora y se asusta al ver como se le viene encima. Con el que “no hace nada”, lo arreglan todo. Pero ellos sí que tienen sensibilidad.

El aficionado al toro suele ser un ser inclemente, cruel y sádico que de vez en cuando arrastra a su familia al campo, a pasear tranquilamente, a ver toros en silencio y sin molestar a los animales y como mucho a hacerles fotos. Intentar enseñar a sus hijos el respeto y el amor por un animal único en la naturaleza, el mismo que luego vez en la plaza y al que su padre o su madre o los abuelos llaman bonito cuando esperan que se arranque de lejos al caballo o a la muleta del torero. Ese animal al que aplauden hasta romperse las manos cuando es homenajeado con una vuelta al ruedo.

Estos señores no entienden que el aficionado vaya a los toros y que se ponga de parte del toro, pero no deseando ningún mal para el torero, de quien esperan y desean con todas sus fuerzas que salga triunfador. No entienden estas contradicciones, o se es blanco o negro, para ellos no hay matices. O se es cruel por ir a ver como se lidia un toro o se es un santo por ponerle calcetines de lana en invierno. Ellos creen que nos divertimos y que montamos la juerga padre al ver como sangra en el caballo, como le clavan las banderillas y como acaba muerto a estoque. Pero ¿cómo pueden ser tan ignorantes y tan retorcidos? Y por si esto fuera poco, no nos creen capaces de tener un buen sentimiento ni con nuestros hijos. ¿Qué clase de pensamientos esconden en sus humanistas y pervertidas mentes? ¿Se han parado alguna vez a intentar comprender o simplemente conocer nuestros sentimientos? Yo podría pensar que teniendo esta visión tan simplista del mundo y de la vida, todos son imbéciles, pero no lo pienso. Me vale con creer que no les gustan las corridas de toros, igual que a mí no me gusta el gazpacho. Es más, en muchos casos me asombraría enormemente que les pudiera gustar esto de la fiesta de los toros. Si tengo un amigo argentino, que nunca ha ido a una plaza, que nunca ha visto el toro en el campo y que nunca ha tenido a nadie que le haya llevado de la mano a mostrarle este mundo, ¿cómo puedo esperar que se haga aficionado de la noche al día? Es más, hasta soy capaz de entender que no le resulte agradable ver como muere un animal, pero ahí acaban mis reflexiones sobre él; allá cada uno con sus ideas y con sus inquietudes.

Pero estos señores no. Se construyen su idea en su cabeza y a partir de ahí tejen una madeja en la que no cabe más información que sus creencias. Y esta falta de datos, necesariamente tiene que ser suplida con lo que genere su ignorancia, sus prejuicios y con lo que se supone que debe pensar una mente moderna y progresista, que tiene tan asumido el confort en que vive el ser humano, que dan un paso más y pasan a preocuparse casi de forma enfermiza de los animales. Animales a los que se les dota de atributos propios del ser humano, sin pararse a pensar en si esto es bueno o malo para su “mascota”. Y si no piensan en la “mascota”, no esperemos que piensen en el ser humano.

Realmente a veces me dan miedo. Me asusta ver con que vehemencia y con que odio se dirigen a los que se supone que son sus semejantes, como se ríen y disfrutan cuando un torero resulta herido o algo peor y como disfrutan y hasta brindan con champán en la jeta de quien en ese momento está sufriendo. Pero si no entienden nada de lo que es la fiesta de los toros, de la afición y del porque de todo esto, ¿Cómo van a entender el sufrimiento? Como bien dice en alguna de sus entradas Juan Medina, los nazis sentían el dolor de los animales, pero no se planteaban el del ser humano. Con una mano acariciaban a su perro, mientras que con la otra apretaban el gatillo.

Es tanta la simpleza y la ignorancia que se creen que viven en el mundo de Disney, de repente desaparecen las corridas de toros, los malvados taurinos se marchan y dejan a los afables toros con su familia bovina viviendo en extensas y fértiles dehesas. ¿Cómo se puede tener y alimentar un pensamiento tan pazguato? Y lo mismo se creen que esos malvados taurinos se marcharán por el mundo a seguir de fechoría en fechoría. Pues no, seguramente que los que cuidan los toros, como los aficionados que acaban de trabajar, como los que están en el paro, como los que no tienen necesidad de trabajar, estarán esperando el momento en que lleguen sus hijos, sus nietos o sus sobrinos para abrazarlos, llenarles la cara de besos y espachurrarlos contra su pecho y a lo mejor hasta se pondrán a jugar al toro con ellos, imitando a los grandes del toreo con una toalla, una camisa, un paño de cocina o con el mantel. Así somos señores antis, ni tan retorcidos, ni tan simples. Somos tan complicados y contradictorios como cualquier ser humano, ni somos malos, malos, ni buenos, buenos. Pero total, a ustedes qué más les da, si no tienen ni p… idea.

27 comentarios:

Anónimo dijo...

OLE, OLE Y OLE.

Exactamente lo que has expresado siento yo.

Genial. Saludos. Luis Miguel.

Unknown dijo...

Eso, ni pu...idea y además muchos de ellos subvencionados, que también son "razones" para conceder derechos a los animales que no tienen y equiparalos a los seres humanos.
Una vez, uno de mis hijos cuando tenía 6 años fue mordido ante testigos por un pastor alemán de un vecino en el jardín del edificio, que ya había atacado a varias personas del vecindario incluidos al conserje del inmueble. Le denuncié y en el juicio este "amante de los animales" espeto a su señoría que fue mi hijo el que "atacó" al perro. Un cara dura, que fue condenado con multa y pago de costas. Pues este es uno de esos que está en esa legión de combativos antis.

Gran artículo, Enrique
Saludos

Enrique Martín dijo...

Luis Miguel:
Creo que somos muchos los que nos sentimos así.
Un saludo y muchas gracias

David dijo...

Amigo Enrique:
Ni puta idea, dilo con todas las letras. Yo ya he desistido de intentar hacer ver a alguno de estos mequetrefes la realidad de la Tauromaquia, no les interesa. En su particular cosmovisión "tolerante", esta gentuza, la mas de las veces desde el anonimato de un teclado, tienen a bien llamarnos de todo, insultarnos, mentarnos a los parientes y demás lindezas, casi siempre hay algún aficionado con la sangre caliente que entra al trapo y como buitres se lanzan a menospreciarle con argumentos peregrinos y atrabiliarios. Nunca falta el despreocupado que se pasea por los blogs taurinos "deleitandonos" con "sutiles" y "versados" comentarios como aquel elemento que comentaba de vez en cuando en ésta bitácora, Rafael creo que se llamaba, que como bien reza el refranero popular: " Fue por lana y salió trasquilado". En fin que a uno le tocan las narices sobremanera tanto idiota animalista.
Un saludo Enrique.

Enrique Martín dijo...

Pepe:
Es que tu hijo es "solo" un ser humano. Yo empiezo a pensar que odian a las personas y que proyectan sobre nostros lo que son ellos en realidad. ¿Y cómo le atacó tu hijo, con un hacha, con una pistola? Cuanto desahogado y cara dura desequilibrado y con los papeles totalmente cambiados.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

David:
Esos de que hablas ya ni se pasan por aquí. Igual pretendían otra cosa, que le insultáramos o le amenazáramos, pero claro, no entiende que el que no les guste, no nos molesta. Lo que se encontró es que la gente le dijo las coas con tranquilidad y quizás se encontrarían con argumentos que no les vienen bien. Es mucho mejor suponer que no tenemos ni un gramo de humanidad en nuestra conciencia y que nos divertimos y nos reimos al ver morir a un animal. No entienden que no vamos a verlo morir, vamos a verlo luchar y a que desarrolle todo su instinto de ataque.
Un saludo y nos vemos pronto

I. J. del Pino dijo...

Don Enrique, no me queda sino felicitarte por lo escrito y felicitar a Doña Julia por esa sabiduría y ese conocimiento tan profundo de ésta nuestra pasión, que le conduce a sacar unas conclusiones tan aproximadas a la realidad. Y no se te ocurra volver a besar a tus hijos, ya lo sabes.

Si yo tuviera que hacer entender esto a quien nos juzga gratuitamente, creo que lo haría sin palabras, pero siguiendo tu guión. Iría al campo y le mostraría al toro y le diría a ese "Juez", que mire mi cara cuando yo contemplo al animal más bello de la creación y me diga si tengo cara de asesino, o de enamorado.
Reconozco que les puede resultar difícil entender el amor que tenemos a esos animales (a los toros me refiero), pero tampoco gastan el más mínimo esfuerzo en ello, es más facil rajar sin saber.
Un cordial saludo.

Enrique Martín dijo...

I.J. del Pino:
Es que es lo que tú dices, y me gustaría que vieran la admiración por ese animal. Me gustaría que vieran la alegría que le produce a mi hija verlos en el campo, el ir a la plaza y cuando le digo que si vamos a los toros, como se le ilumina la cara.
Lo que siento es que no te voy a hacer caso, seguiré besándolos. Pero que necios y que simplistas son. Y hablamos de nosotros, pero ¿nunca se habrán planteado conocer a un torero? ¡Bah! Si no tienen remedio.
Un saludo

Carlos Sanagus dijo...

No te encabrones, pasa del tema. Abrazo

Enrique Martín dijo...

Carlos:
Tú por aquí. Pues igual no debería hacerles caso, pero uno ya está un poco cansado de tanta bobada gratis.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Enrique, debatir con esta gente es como hablar con las paredes, estamos en las antípodas con respecto a ellos.

Independientemente de la libertad de pensamiento de cada cual, choca que los que van de “pacifistas”, “tolerantes” y cuantos calificativos se les quiera poner sean los más intransigentes, hasta límites que sobrepasan lo tolerable. La legitimidad que hay tras sus palabras es tan frágil que basta con verles mancharse los labios de Ketchup mientras engullen una hamburguesa… ¿vegetal tal vez? Seguro que no.

Un saludo, J.Carlos

Mª José dijo...

No vale la pena, nosotros a lo nuestro.

Eres un gran aficionado

Saludos


Mª José

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Pues sí, hay que dejarlos, pero hay veces que uno se cansa y lo primero que se le ocurre es pagarlo con los otros "bárbaros" que os pasáis por aquí. ¡Qué barbaridad! Cuánta gente que no besa a sus hijos, o sobrinos o vecinos. Que malos somos ¿no?.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Mª José:
Que bueno es tener amigos.
Besos para todos

Juanito dijo...

OLE,tu pluma, tu sentimiento que compartimos y tus Coj............
SIEMPRE SI A LOS TOROS.

Enrique Martín dijo...

Juanito:
Por supuesto que siempre diremos SI A LOS TOROS.
Un saludo

Xavier González Fisher dijo...

¡Ay Enrique! Me gusta tu razonamiento y lo comparto, pero creo que perdiste el tiempo. Lo mejor que se puede hacer con esos imbéciles* (porque no encuentro otro calificativo más adecuado para definirlo), es ignorarlos. Precisamente por hacerles caso, es por lo que han crecido. Saludos.

* Según el Diccionario de la Lengua, "imbécil" quiere decir "escaso de razón".

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Todos tenéis razón, pero es que me levantó el palo desde lejos, me citó y al oír sonar el estribo no he podido hacer otra cosa que arrancarme.
Además, gracias por la definición de imbécil. En una respuesta anterior dudaba, pero ya veo que no he errado, aunque sí que quizás debería haber herrado a alguno de estos.
Un saludo

Diego Cervera Garcia dijo...

Enrique:
Solo me queda darte la enhorabuena por la entrada. No se le puede añadir nada mas.

Enrique Martín dijo...

Diego:
Muchas gracias. Siempre gusta que los amigos te animen.
Un saludo

Unknown dijo...

Enrique yo ante esto hace mucho tiempo que opté por no hacer caso.
Es lo que dice J Carlos.
Es como hablar con las paredes y OJO en parte lo entiendo ya que la ignorancia es uno de los grandes males de la sociedad.
Pero eso, ya no es problema mío.
Saludos.

MARIN dijo...

No he podido llegar antes Enrique pero como siempre, esto no tiene desperdicio. ENHORABUENA.
Es dificil aguantarse y reprimirse ante estas cosas, pero no nos podemos callar. Precisamente estoy intentando sacar tiempo para escribir sobre este tipo de "gentes" y seguramente me lleve algo a mi blog de lo que has escrito.
Pero me quedo con lo que has nombrado de IGNORANTES, que al fin y al cabo es lo que son. Es como intentar hacerle ver a Vicente (el burro de mi tio. O sea que Vicente es el nombre del animal, que mi tio es un santo) que tragarse una garrafa de cinco litros de gasoil es perjudicial. Pues hala, allá que va Vicente y se la vuelve a tragar. Pues lo mismo Enrique, que cuando un burro lo amarras a una reja, o la arranca o la deja. Ni se le puede discutir nada al que no entiende ni quiere hacer el esfuerzo por entender... como Vicente.
Un saludo y mil gracias por hacerme creer que algún dia podre llegar a ser un buen AFICIONADO a esto del toro.

P.D.: Ahora soy yo que el que te debo un helado de chocolate.

Enrique Martín dijo...

Iván:
Es esa ignorancia de la que muchos se valen para su propio beneficio. No nos engañemos, manejar a un ignorante es mucho más fácil que intentar convencer a alguien documentado.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Marín:
¿Sabes la ventaja que tiene Vicente? Pues que no tiene ningún prejuicio, que no tiene que repetir lo que cree que agradará a su amo y que si le quitas la garrafa de gasolina no se va a buscarla, ni te obligará a tí a beberla. Sobre tu afición, ya sabes que no tengo ninguna duda y además sé que lo que dices eres capaz de practicarlo.
Creo que nos vamos a poner las botas de helados. No es mala cosa.

Un saludo

Enrique Martín dijo...

A través del correo electrónico me ha llegado este comentario de Franmartin, dejando a mi criterio su publicación o no. A continuación lo reproduzco tal y como me ha llegado, donde se refleja claramente la indiganción que puede despertar ese afán de querernos apartar de todo a los aficionados a los toros y de que nos sintamos unos apestados. Aquí empiza la opinión de Franmartin:

Lo de ésta abrazafarolas, como decía butanito, no merece sino el silencio, porque esos balidos escuchados en silencio se autodestruyen solos, por su inanidad y por su memez, como el zapatófono del Super Agente 86, y darles demasiado bombo eleva a una indigente mental a un sitio en el que no debe estar ni mamando nacionalismo a destajo.
Lo que duele, lo que cabrea, lo que revuelve las tripas del eructo de ésta lechona, es que diga que le da asco de “ésta gente”, de todos nosotros, a los que nos gustan los toros.
Es muy probable que para perdurar en el tiempo en “los medios”, los que no valen un maravedí, deban de tener gusto aficiones y pasiones que produzcan más asco que la bendita afición a los toros.
Sepultemos en el olvido la estupidez y a los que la hacen suya y la vocean, porque parodiando a Unamuno, lo más parecido a un demente, es un tonto con una tiza o un micrófono en la mano.
Yo no sé si estos prendas conseguirán la independencia, pero caso de que la consigan, van a dejar el campo de batalla lleno de cagadas, como la de ésta, la de el Lérida, la de el Mas y compañeros mártires.
Evidentemente que no me refiero a los catalanes, que por más que se empeñen éstos jayanes en asociar el señorío y la laboriosidad y el sentido común de éste pueblo admirable, (servidor pasó de niño a hombre en Cataluña), con sus corruptas personas, no engañan a nadie. Y ahí queda el asunto de la corrupción política en Cataluña, por más tierra encima que le quieran echar éstos “paletas” del oprobio y la mangoleta.
Posiblemente éste comentario mezcle demasiados temas, pero ésta gente juega a eso para conseguir una nación de la señorita Pepis y erradicar los Toros de la faz de la Tierra, sustituyéndolos por cabras grandes.

Un saludo a todos

Juan Medina dijo...

Enrique:

Anda ahora en México trabajando intensamente el lobby antitaurino. Digo trabajando que es justamnete lo que no hace aquí el inexistente lobby taurino. Salvo para su propio beneficio, claro.

En un país con 10.000 muertes violentas en lo que llevamos de año, y estos tipos han logrado que los dos partidos más importantes promuevan una iniciativa para que los animales estén "libres de hambre, sed, desnutrición, incomodidades físicas, dolor, lesiones, miedo, angustia y sobre todo libres, para enfrentar su comportamiento natural".

Desolador.

Un saludo.

Enrique Martín dijo...

Juan:
Yo creo que aunque no me gustaran los toros, que no me lo imagino, nunca confiaría en estos elementos. Me provocan un recelo tremendo. Primero porque te tratan como imbécil, segundo porque defienden un mundo idílico para ellos, pero que tal y como lo describen tendría que desaparecer las tres cuartas partes de la humanidad en beneficio de los animales. Aquí tenemos un gran problema. Todo se reduce a vivir en libertad. Que está muy bien, pero no me imagino yo paseando por Salamanca y cruzarme con una vaca, un ternero o un toro. En fin, que uno no sabe si es que son así, o alguien tiene otras pretensiones ocultas.
Un saludo