El "abonao"guarda todos los programas perfectamente clasificados e identificados. |
Ignoro si esta expresión es habitualmente utilizada en otras
plazas aparte de la de Madrid; igual no se da el caso, porque en otras ciudades
no han padecido esa esclavitud del abono cautivo, eso de que lo renuevas y lo
renuevas año tras año, por aquello de no perderlo, no vaya a ser que un día de
estos reaparezca Marcial Lalanda y te pille mirando a un olmo. Eso de ser
"abonao" en Madrid es un rango, un signo de distinción, vamos que si
nos ponemos a investigar en qué lugar de la jerarquía nacional nos hallamos,
igual nos encontramos al Rey, al Presidente del Gobierno, a los de las Cámaras
del Tribunal Constitucional, al del Real Madrid y a los "abonaos" de
Madrid. Debajo están todos los demás ciudadanos que, por supuesto, no gozan de
la misma categoría, faltaría más. Un "abonao" de Madrid puede opinar
de lo que quiera y cuando quiere, allá donde le venga en gana. Si será así, que
hasta se están pensando convertir la troika en "cuatroika" y que sean
elementos decisivos en las cuestiones europeas anticrisis. Pero como el
"abonao" es así, declina esta responsabilidad y se limita a desplegar
su saber solo en los cosos taurinos o bares y tascuzos en los que se trate el
tema. Tampoco hay que abusar, ni hacer una exhibición gratuita de su poderío.
El "abonao" de Madrid puede sentarse en su plaza
"andonde" se le ponga, puede levantarse a medio toro y ponerse a
hablar con el de atrás y hasta iniciar una charla con el colega de dos tendidos
más allá, porque al menor signo de protesta por parte de un ser inmortal que no
ha alcanzado su status, inmediatamente le tira en la cara eso de " es que
yo soy abonao". ¡Ayvadios! Bastante le ha dicho ya al impertinente que se
permite el censurar su actividad social en los tendidos de las Ventas. Que
porque le ha "pillao" de buenas, que si le pilla de malas, lo mismo
tenemos montado un duelo a cañas en los establecimientos hosteleros de la
"Zonaventas". Seguro que el "abonao" gana de lejos.
Pero el "abonao" de las Ventas también desarrolla
una labor docente y de colaboración con los pobres abandonados por el destino y
que ni de lejos podrían pensar en ser "abonaos". Se puede ver como en
comandos organizados, muy organizados, se despliegan por esas fincas de Dios,
reconociendo las camadas de cada año y dando su visto bueno para que vayan a
Madrid el 32, el 73, el 15 y el 20, seguros y los demás habrá que esperar a ver
cómo rematan, quedando pendientes de una nueva visita a finales del invierno
que ya dejan medio apalabrada. Aunque esto no ocurre así en todas las
ganaderías, en algunas, como la de Cuadri, van a expresarle su adhesión entre
aficionados, porque aunque don Fernando no pueda portar el título de
"abonao", da igual. Pero también está el extremo opuesto, el de los
ganaderos que jamás serán tratados con un mínimo de consideración, a no ser que
estos les inviten a visitar, perdón, quise decir inspeccionar, su finca. A
partir de entonces empezarán a "entender" mejor a dicho criador. Si
es que no hay nada mejor que el contacto directo. Y en correspondencia, igual
hasta piden al inspeccionado que acuda a una charla con verdaderos aficionados,
"abonaos" en su mayoría, por supuesto.
Una duda que tengo de los "abonaos" es si tienen
una memoria prodigiosa o si por el contrario es en extremo selectiva, pero que
con un cansino machaque no paran de repetir una y otra vez allá donde les
pille.
Pero no descarguemos todas las responsabilidades sobre los
"abonaos" o quizá sí, porque allá donde van se les presenta como
"abonaos de Madriz" y si no, ya se ocuparán ellos de recalcarlo. Que
vamos a llegar al punto en que en una discoteca de Benidorm lleguen tres
respetables caballeros, con su curvita de la felicidad y todo, que se acerquen
a una espectacular sueca y le espeten eso de: "Aquí tres
"abonaos". Lo malo es que la rubia señorita no sea sueca, sino de
Sueca y les responda que eso se notaba de lejos, que estaban "abonaos y
muy abonaos", como si hubieran descargado sobre ellos un camión de
estiércol fresquito y recién recogido.
Y es que volvemos a esa creencia popular de que las piedras
venteñas o las tarjetas de "abonaos" poseen un poder mágico que
inviste de un halo casi sagrado a aquellos que se rozan con el granito y
ladrillos de la plaza de Madrid o que portan en la cartera ese pasaporte que
les garantiza el mantener durante un año más ese rango de incuestionable
privilegio. Pero como todo, las cosas tienen un principio, un momento de auge y
un fin y al "abonao" le está llegando este final. Antes uno se decía
"abonao" y un ¡Oooooooohhh! muy grande resonaba a su alrededor. Ahora
ante la afirmación de soy "abonao", las risas contenidas y a
escondidas preceden a exabruptos como "pringao", "panoli",
"lelo", cuando no sale el típico de buen corazón con unas monedas y
le compra un helado al pobre "abonao", que no acaba de entender esa
falta de respeto a tan alta dignidad. Se tiene que morder la lengua para no
soltarle un "Usted no sabe con quién está hablando"; pero quizá ya
sea caer tan bajo que sea preferible acabar "abonao" de arriba abajo, pero con boñigas frescas de
vaca. Así al menos no se le verá la cara de sorpresa al verse tan
"abonao".
6 comentarios:
Has estado muy atinado en eso de las "visitas a las ganaderías".
Un saludo
J.Carlos
jajaja, que bueno!!!
Yo, como nunca he tenido el privilegio de ser "abonao" a ninguna plaza, ni a la de Huelva, pues me resulta raro esa frase de "yo soy abonao". Pero si que me he topado con un par de ellos que me han dicho eso de "¡cuidado que yo soy abonado de Madrid, y además del 7!"... ufff que cangelo.
Eso si, en algunas ganaderías de por aquí abajo no suelen soltar esas bobadas, y no sé porqué. Aunque el peregrinar desde octubre hasta mayo no veas como es. Ahora no tanto, que hace mucha calor...demasiada.
Un abrazo!!!!
A los de 7 ciajeros (que quieren ser EMPRESARIOS!!!!!), en las fincas los dan de merendar buenas viandas,
RICO RICO.....
RIZOS, RIZOS....
¡¡Como esta esto!!! jajajajja
SOY ABONAO
J. Carlos:
Todos sabemos de lo que hablamos, ¿verdad?
Un saludo
Marín:
Pues ya ves, el ser "abonao", a veces da muchas molestias, sobre todo por el tufo a estiércol.
Pero realmente lo de abonarse o no, simplemente es cuestión de vivir en este caso en Madrid, de haber esperado tu cola y de renovarlo cada año.
Sobre las visitas, pues todos sabemos la diferencia entre visitar una ganadería y hacer la visita del médico. En la primera puedes hablar tranquilamente con el ganadero o con quien sea y en lo otro te pegan el paseo y a otra cosa.
Un abrazo
Rizos:
Qué malo eres y qué bien te explicas, jejejeje.
Un abrazo.
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