miércoles, 11 de marzo de 2015

Fuera reglamentos

La creatividad, la personalidad es una cosa, la dignidad, honestidad y el respeto por la Fiesta, el toro y el aficionado, otra


El paso de la modernidad y la evolución sigue firme e inexorablemente camina tozudamente hacia la cima del “¡Esto es un sindiós!” Se poda la historia por la cepa, los ritos, los sentimientos, las normas no escritas, esos intangibles sin otra función que mantener la dignidad y el respeto que llevaba la Fiesta navegando por el tiempo, sorteando violentas tormentas, afilados escollos y piratas para los que la palabra honorable era sinónimo de rapiña. Hace ya tiempo que todos estos valores han ido cayendo como hojas secas de las ramas del toreo. Era una carga inútil que no valía para nada, no se podían vender como leña y por lo tanto tampoco servían para dar calor en el invierno; en otoño simplemente se convertían en basura que había que recoger; en primavera y verano ni tan siquiera brotaba el aroma de las flores, ni la dulzura de la fruta. En lo que nadie debió caer es que en verano, esas hojas daban sombra y así, mientras el sol arrebataba las mentes con sus soplos de fuego, a su amparo, podía darse el milagro del toreo, ese en el que la violencia se convierte en pausa y el valor en arte. El toreo, que gran cosa, la imposible sencillez, que a pesar de todo, es.

Pero en esta carrera “evolutiva”, en esta obsesiva modernización, en esta continua búsqueda de la desnudez impúdica en la que se despoja a la fiesta de todo fundamento, le ha tocado la vez a las normas escritas, esas tablas de la ley que es el “Reglamento”, esas páginas redactadas por los padres de la tauromaquia y que han ido pasando de generación en generación para que los elegidos fueran adaptando este espectáculo a las demandas de los tiempos. Primero para intentar regularizar la lidia, con sentido común y en función de un profundo saber sobre lo que es el toro de lidia. El riesgo de que el caos se adueñara de las plazas y de que aquello pareciera más un holocausto del toro que una manifestación armónica del arte del bien torear, se convertía en una constante amenaza, cuyas consecuencias podrían haber sido si no la desaparición, sí el convertirse en un hecho marginal. Lo siguiente fue más una anticipación a la sensibilidad que se podría adivinar, que no una proyección de lo que era la sociedad entonces, que aún soportaba el espectáculo de los pencos destripados en el ruedo. Pero siempre con el toro como eje de la Fiesta y sin que amenazaran los complejos de culpabilidad entre aficionados, legisladores y gentes del toro como viene ocurriendo desde hace ya tiempo, que parece que nos creemos obligados a estar disculpándonos permanentemente y lo que es peor ese bochorno por ser aficionado que nos lleva a querer escondernos y vivir en una clandestinidad voluntaria. Eso sí, como cualquier antitaurino o personaje que se acerca a los toros de medio lado, admitimos el “arte” y vistosidad del toreo, siempre y cuando se deje a un lado la sangre y la muerte.

Tan asumido se tiene eso del arte, o mejor dicho, que todo lo que sucede en el ruedo es “arte”, que los hay que en comparación con lo que ellos creen de otras disciplinas, piensan que no puede, ni debe haber reglas, ni normas que pongan orden en este guirigay. Pues nada, para evitar conflictos con la legalidad se le da patente de corso a la élite taurina y que esta obre a su antojo, bajo la coartada y apariencia de “amparar el arte” y con el fondo de “proteger su bolsa”. Leía hace unos ya tiempo a mi amigo Marín, en el Retoñal, que en la novillada de las Colombinas se organizó la mundial cuando el respetable clamaba para que un manso fuera devuelto a los corrales, porque si no, no se podría garantizar el óptimo discurrir de la lidia. ¡Tócate el alma Manué! Dicho en román paladino; que si el novillo es un manso imposible, allí no hay ni orejas, ni indultos, ni nada que ayude a hacer la digestión de la merienda. Pues sin reglamento, ni normas, ni na’ de na’, el señor presidente de la corrida podría haberse evitado el motín de la Merced y haber mandado al mansito a los corrales.

Habrá quien diga que tampoco habría pasado nada, que así se le podría haber facilitado el estar “a gusto” al novillero, pero, ¿se imaginan éste arma en manos de la cofradía de los taurinos reinantes? Cuanto “manso” iba a volver a los corrales, sobre todo los cornalones, grandullones y los de esas ganaderías que se quieren limpiar del panorama de la Fiesta. Vamos, que es posible que ni tan siquiera saltaran a la arena. Ya tenemos el precedente de Madrid, cuando “Brigada”, aquel castaño de Cuadri no podía pasar el reconocimiento veterinario según el señor Muñoz Infante porque le daba en la nariz que iba a ser manso y al que por la tarde Robleño le quiso hacer malo, malísimo, pero fracasó en el intento.

Sin reglamento podríamos ver como un presidente da orejas a gusto sin tener que mirar estocadas, bajonazos o perrerías varias, pues el “arte” está por encima del bien y del mal. Las faenas podrían durar días, pues ya saben eso de que no puede ponerse límite a la inspiración; se podría evitar que salieran los montados, que las banderillas fueran siete pares y no tres, que el señor espada decidiera indultar al borreguillo colaborador de turno para agrandar su propio triunfo o vaya usted a saber qué se les puede ocurrir a esas mentes retorcidas de los señores jerarcas del taurinismo. ¡Qué no se puede limitar la creatividad, la inspiración. Pero, ¿quién lo limita? Las únicas fronteras que establece el reglamento es la del fraude, la mentira y la de no permitir que esto tan serio que es el Toreo, se convierta en una vergüenza y en una caricatura aún mayor de lo que ha llegado a ser.


Bajo ese manto de no coartar la personalidad e los toreros se arropan los mentirosos ventajistas que solo siembran el deshonor en la Fiesta, al tiempo que van echando de las plazas a aficionados, no aficionados, curiosos y despistados. No se han enterado, según parece, del derecho del espectador, el que paga y mantiene todo esto, a no ir a lo que no le gusta a lo que le aburre y hasta le cabrea monumentalmente. Tiramos del falso orgullo de aficionado, se les tacha de malos taurinos y a ver si así reinciden en su delito, en nuestro delito, de seguir pagando para alimentar el fraude. Si serán cortos de miras, que pretenden acabar con las normas escritas de los toros. Así verían allanado el horizonte y podrían perpetrar todos los atentados imaginables e inimaginables contra la Fiesta. Muy bien, deroguen todos los reglamentos, adapten las normas a sus caprichos, tal que fueran políticos que legislan a favor de obra, que desregularizan hasta lo imposible, para así poder desmontar el Estado a capricho y así conseguir llevarse hasta el aire que respiramos. Pero en su hermanamiento en la estupidez, políticos y taurinos no se dan cuenta de una cosa, que las normas mas fuertes e inamovibles son aquellas que precisamente no están escritas, simplemente están grabadas a fuego en el ideario popular, cosas como honestidad, verdad, honradez, vergüenza, tradición, respeto, justicia o libertad. Que podrán tener su conciencia tranquila por la estúpida circunstancia de no infringir leyes o artículos de estas, quizá porque hayan sido eliminadas arteramente, lo que no quiere decir que el aficionado, el pueblo o los ciudadanos se den cuenta perfectamente quienes son los pocos honorables en toda esta historia. Pero nada, si ustedes quieren, podrán dar paso libre a la personalidad, la creatividad y el arte, pero la realidad es que son unos desahogados y arrimados que solo buscan su beneficio propio, pero cuidado, que eso de vender el alma al diablo al final no trae cuenta.

8 comentarios:

Xavier González Fisher dijo...

Hace 15 años, la Asociación Mexicana de Agrupaciones Taurinas (AMAT) que incluía a toreros, empresarios, ganaderos y subalternos, proponía lo siguiente para la Ciudad de México:

1. – Los espectáculos taurinos se encuentran excesivamente regulados… situaciones que deben superarse de fondo mediante la desregulación de esta actividad.
2. – La desregulación que estamos proponiendo tiene como propósito… establecer una nueva normatividad que tenga como sustento el consenso de las agrupaciones. Consideramos que no debe ser por vía reglamentaria como se establezcan las cuestiones relativas al desarrollo mismo de los festejos taurinos…
3. – Los más preocupados por preservar la calidad de los espectáculos taurinos somos los que suscribimos la presente, organizados no solamente en cada uno de los gremios que corresponden a matadores, subalternos, ganaderos y empresarios; sino en la AMAT. Deseamos que esta asociación se consolide como una instancia que en forma armónica, flexible y consensada permita una adecuada determinación y evolución de las cuestiones estrictamente taurinas y que estimamos no son competencia de la autoridad gubernamental.
4. – El proyecto que sometemos a su consideración para abrogar el reglamento vigente… atiende a lo establecido en la Ley de Espectáculos Públicos y de ninguna manera afecta la protección de los intereses del público, en particular en lo relativo al derecho de apartado y a la regulación de la venta de boletos...

No lo consiguieron en letra de ley, pero a fuerza de costumbre lo han ido imponiendo. Espero que las autoridades de Ustedes tengan una pizca de razón y de fuerza.

Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Xavier:
Creo que acabarán teniendo la misma falta de sentido común que allá en México. No me sorprende lo que me sorprende, el que al final, muy al final, se habla de los espectadores. ¡Qué bondad! Les permiten seguir sacando boletos. El santo derecho del pase usted por taquilla y deje que le guardemos sus dineros. Punto por punto es un dejadme hacer lo que yo quiera y no se metan en mi negocio, que para eso es mío. Lo que no deben saber es que todo negocio como tal, tiene un nacimiento, crecimiento, adulterio, perdón, digo madurez y al final llega la muerte. Y este negocio cubrirá estas etapas con cierta celeridad. ¿Qué digo yo? Si hasta puede que ya hayamos superado todas esas fases y estemos en otro negocio diferente, que ya no es el Toreo clásico.
Un abrazo y gracias por pasar a sufrir la dura piedra de la grada.

David dijo...

Hola! felicidades por el Blog! Es sinceramente crítico, objetivo y de una excelente redacción. Gracias por tus líneas sobre este "arte2!

Enrique Martín dijo...

David:
Muchas gracias por estas palabras. Este arte merece todos los esfuerzos.
Un saludo

Anónimo dijo...

La tauromaquia 2.0 como tu ingeniosamente la llamas está claro que necesita un reglamento, un reglamento a medida y con objeto de exprimir la fiesta de los toros.
Ese reglamento a medida obviamente excluye a los amargados del tendido que vamos a ver la lidia de un toro, madre mía que ocurrencias tenemos… ir a los toros a ver la lidia de un toro.

Enhorabuena por el artículo Enrique.

Antonio Fernández Box dijo...

Buenas noches, me alegro de ver por aquí a mi paisana Isa Molina,
estoy de acuerdo con tu entrada Enrique, pero Yo creo que este reglamento es sistematicamente vulnerado por las autoridades de turno con la completa indefensión del aficionado, solo les falta amordazarnos en la entrada para que no podamos protestar, por lo que dudo de que sirva para algo..
Un abrazo.

Enrique Martín dijo...

Isa:
Qué gusto siempre que pasas por aquí, dejándonos esa afición que nos sirve de ejemplo. Ya ves, esa afición que tanto molesta a algunos, a muchos. Y eso que solo se pide eso, la lidia. Es que estamos ya gagás, pero mientras que no nos pongan la camisa de fuerza, a seguir adelante.
Muchas gracias por esta visita.

Enrique Martín dijo...

Antonio:
Pues no te creas que no les faltan ganas. Pero de momento les vale con los que en los tendidos nos mandar callar y nos llaman de todo, porque no les dejamos saborear la merienda. El reglamento actual es malo, con muchas carencias y vías libres para el fraude, pero si al menos se cumpliera, casi que me conformaba.
Coincido contigo en el gusto que es ver por aquí a Isa Molina. Un lujo.