miércoles, 12 de agosto de 2015

Se nos fue la mano con la obsesión por lo light

¿Es esto violencia?


Es difícil recordar un momento en el que la Fiesta sufriera tantos y tan continuos ataques por arriba, por abajo, derecha izquierda, de frente, por detrás y sin piedad, pero sin llegar a dar el golpe definitivo, la prohibición definitiva; quizá eso sería más humano, se nos cierra el chiringuito y punto. Al menos los aficionados nos encontraríamos en una situación cierta de claridad, sabiendo a qué atenernos, contra quién luchar e identificando a la perfección a amigos y enemigos. Pero no, como si nos estuvieran dando una magna lección de sadismo, los humanistas, los antiviolencia, los amantes de la paz cósmica parece que disfrutan y se divierten abofeteándonos a capricho, unas veces haciéndonos temer si nos caerá el palo o si lo dejarán para más adelante, lo que no deja de ser una forma sádica e inhumana de tortura. Cuando un condenado está en el corredor de la muerte la espera no es una gracia que se le concede, no es el don de un día más de vida, simplemente es prolongar la angustia.

Si hay altercados con antitaurinos, el problema son los aficionados que estaban a punto de entrar en una plaza de toros para ver algo que por el momento es legal, una corrida de toros, no los individuos que se hacen allí presentes para provocar e insultar con lindezas como llamarles asesinos o desearles la muerte junto con todo el escalafón de toreros presente, pasado y futuro. Que no digo yo que esté bien responder a estas provocaciones, ni mucho menos, pero ¡hombre! Lo que no podemos pretender es que quién vaya a los toros lo haga entregándose en holocausto, ofreciendo su sacrifico al Minotauro, ni sirviendo de monigote para el desahogo de las iras y bajas pasiones de los antiviolentos en armonía con el aura astral del universo. Vamos, que en tales circunstancias, si se escapa una torta, no diré yo que me ponga a aplaudir, pero sí que llegaría a entenderlo; nunca compartirlo, pero si a una persona se la empuja al extremo de su aguante, lo menos que podemos esperar es esto. Quizá hasta es lo que pretenden estos apóstoles de la paz y de la fraternidad entre animales y hombres, y ojo, que no estoy yo insinuando nada de zoofilia, ni nada parecido, no me tomen el rábano por las hojas. no seré yo en este caso el que censure al peonaje de Morante al retirar a una persona que no debía estar en el ruedo, cuando esta se lanza a la arena de imprevisto. ¿Es aceptable el que el intruso se lleve un bofetón o algún empellón grado tres? Ni mucho menos, pero pongámonos en situación. Unos señores que están toreando, con la adrenalina al mil por cien, esté o no el toro en el ruedo, ven como un fulano extraño aparece dónde no tiene que aparecer. Lo primero es quitarle de allí inmediatamente, pues en caso de sucederle algo, de primeras, los profesionales son los responsables de lo que pase allí abajo. Lo que me hace recordar lo que hace años ocurrió con un espontáneo que perdió la vida en Albacete, en un toro del Cordobés. No recuerdo en qué quedó aquello, pero sí las dudas que sobrevolaron sobre los lidiadores de aquel toro, a los que más de uno hizo responsables de aquella muerte. No había toro, muy bien, tampoco lo había el día en que Curro Romero fue agredido por un energúmeno en las ventas o, más cerca en el tiempo, basta con mirar los periódicos de hace un par de días y lo ocurrido en Palma de Mallorca con Morante de la Puebla. ¿Y quién debe pagar los platos rotos de Marbella? La cuadrilla de Morante. ¿Justo? Pues que cada uno opine.

Palos por todas partes y ayuda y comprensión por ninguna. Tal y cómo están las cosas, si yo tuviera que desahogarme y liarme a mamporros con algo, sin duda que me liaba con la Fiesta de los Toros. No solo no recibiría sanción alguna, sino que me aplaudirían con entusiasmo la fechoría, y en el peor de los casos, los demás mirarían para otra parte. ¿Y cómo hemos llegado a esto? Pues aparte de factores externos, ¿no les da a ustedes la sensación de que tanto se ha desnudado la Tauromaquia, tanto se la ha despojado de su esencia, tan light la hemos querido hacer, que al final la hemos dejado en nada? ¿No les parece que hemos dejado un esqueleto pelado? ¿No se nos habrá ido la mano por esta obsesión por lo light, por eso que llaman “humanizar la Fiesta”? Hace no demasiados años, la mejor defensa de los Toros era precisamente el llevar a los reticentes a los toros; que no es que eso fuera la purga Benito, que entraban incrédulos y salían como beatos creyentes de la fe taurina, tampoco es eso, pero al menos se conseguía que vieran el toro de otra manera, que entendieran que aquello no era masacrar un animal indefenso, ni nada que se le acercara. A nadie se le escapa que la propia complejidad y contradicciones de la Fiesta no la hacen accesible a todas las sensibilidades, pero al menos, era bastante habitual que el que iba a una plaza tomara otra postura acerca de todo aquello.

Quizá ese sea el principal error, el pretender hacer demasiado accesible todo esto a todo el mundo. Si hasta los que se dicen aficionados parecen querer simplificar todo esto, como si quisieran poderlo abarcar con sus bracitos de niño de dos años incapaces de juntarse por encima de la cabeza. Cuánto mal han hecho los aspirantes a genios y sabios del Toreo. Si esto no hay cristiano, o no cristiano, que pueda llegar a acotarlo. Pero hasta ese concepto de taurino ha cambiado. Ahora taurino es el que viste como tal, el que se pone, el que conoce a tal o cual del mundo del toro, el que viaja más que Willy Fog por las plazas del Mundo, el que saborea los yintonis a docenas, el que después de la corrida más cervezas toma o el que más alto grita eso de ¡Bieeeejjjjnnnnn! Porque él sabe distinguir el toreo “güeno”, aunque no sepa diferenciar un toro de un mojicón con cuernos.

Hemos desnaturalizado el toro en pos del “jarte” supremo, hemos condescendido con los trucos trapaceros, porque ellos, los que se ponen, las figuritas y sus seguidores, son los que realmente saben que hay allí. Hemos bajado el nivel de exigencia hasta el punto en que a todos se les suponen sus cualidades artísticas, permitiéndoles cometer los atropellos que se les pongan en virtud de no sé que idea de personalidad, cuando no de genialidad encarnada en la genialidad del momento. Y al que no entraba por el aro se le ha excluido, se le ha echado de las plazas. A los que mejor podían defender la Fiesta, a los verdaderos conocedores, a los que más sabían y más sed de saber tenían se les ha expulsado de mala forma de todo esto, porque molestaban, eran los aguafiestas que se rebelaban contra el triunfalismo estúpido, valga la redundancia, porque todo triunfalismo en si mismo, no puede ser otra cosa que estúpido. Que venga ahora el señor de Córdoba, don Finito, o Perera, con eso de que lo que hace falta es el triunfalismo, o como dice Castella, que salgamos del armario y que llenemos las plazas de toros. Si no hay quién llene una plaza, si no hay quién provoque el interés necesario para que esto se dé. Vale un día especial en el que se conjuren unos cuantos, pero un garbanzo no hace un cocido. ¿Realmente creen que esto puede despertar tanto interés como para aguantar toda una temporada yendo a los toros? Que dos, tres, hasta cinco festejos por año, con una bota y un buen bocata se soportan hasta en el infierno, pero lo mismo, una tarde tras otra no hay corazón, ni culo que lo pueda sobrellevar. Las plazas no se llenan porque desgraciadamente, señor Castella, esto ha dejado de levantar pasiones, que lo que usted pide no es que se salve la Fiesta de los Toros, lo que nos pide es que salvemos su negocio y el de otros muchos que se benefician de la mentira, la trampa, el fraude y el triunfalismo, pero todo eso tiene las patas muy cortas, mucho más cortas que la de los que piden la prohibición, la abolición, porque se dan cuenta de que los Toros es un enfermo terminal y se dan de tortas para ponerse ellos la escarapela de ser los artífices del final de todo esto. Quizá se hace necesario reflexionar y ver si realmente no se nos fue la mano con la obsesión por lo light


10 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucha razón, tienes,la verdad es que castella como otros nombrados aburren hasta a las ratas.

Anónimo dijo...

Enrique, lo "light" es lo que ha llevado al debilitamiento de la Fiesta. Pero la cosa no queda ahí, a los taurinos ya no les basta con lo "light" ahora van en pos de la Fiesta "zero", que es la que nos terminará echándonos a todos de las plazas.

Lo "light" de los últimos años y el peor San Isidro en mucho tiempo casi me hacen saltar del barco. Sin embargo, volveré a embarcar este Domingo en Cenicientos para ver a los saltillos. Si te animas, por allí nos vemos.

Un abrazo
J.Carlos

MARIN dijo...

Enrique:
Yo no voy a entrar en juicios del estado que atraviesa la fiesta y el porqué no se llenan las plazas de toros. Entre otras cosas porque lo hemos hablado en infinidad de veces y coincidimos plenamente. Pero si que voy a hablarte claro de lo del tema de la agresión a los antitaurinos.

De otra cosa en este mundo no podré hablarte, pero del que te llamen asesino un día si y el otro también, a lo mejor te puedo decir algo. Y de la tensión que se tiene en un ruedo...a lo mejor también. Me conoces Enrique, y no soy yo persona de ir dando ostias a todo aquel que se cruce en mi camino, pero la cosa ya es insoportable. ¿Te imaginas que pasaría si a cualquier colgado de estos les diera por salir desnudo de cintura para arriba a el escenario de un mitin politico, con el lider de turno en el atril, una y otra vez? ¿Como actuarian las fuerzas del estado en esa ocasión?...pues esto es lo que venimos soportando los aficionados y los toreros un día si y el otro también sin que pase nada. La reacción de la cuadrilla de Morante(aunque no sea justificable) pero es TOTALMENTE ENTENDIBLE. Pero con un error gordo: el haberlo hecho en el ruedo cuando los compañeros de estos colgados estaban en el tendido esperando precisamente eso para luego seguir apuntando con el dedo y seguir descalificando. Yo, sinceramente, me los hubiese llevado al patio de cuadrillas, en un lugar apartado, y les hubiese dado la del tigre. Asi de claro.

Yo voy a una plaza de toros a ver un espectáculo LICITO. Aguantaré a estos mientras no se acerquen, pero si te digo una cosa Enrique, si algún día alguno de estos se me viene, y sobre todo si voy acompañado por mi mujer, que no dude nadie que allí se puede armar la de Dios. Que no me voy a quedar de brazos cruzados. Que luego me tocará a mi pagar los platos rotos, lo sé, pero me iba a quedar de a gusto...

Perdoname por la chapa y por el tono, pero es que a uno también se le inflan ya de que un día si y otro también te llamen ASESINO y nadie mueva un solo pelo por mi.

Un abrazo!!!!!

Enrique Martín dijo...

Anónimo:
Pero nos piden, nos exigen que sigamos yendo a verlos con la devoción que no se ganan. Igual nosotros puede que estemos aún dispuestos a ello, pero hay quién no solo se niega, sino que además quieren que esto desaparezca.

Un saludo

Enrique Martín dijo...

J. Carlos:
Así es, con tanto vaciar de contenido esto, al final nos hemos quedado en nada. Creo que este domingo volveré a Madrid a "disfrutar" de ese ambiente jovial y festivo, que ni en las nocturnas en las que se llevaban a los niños conseguíamos hace años.
Un abrazo

Enrique Martín dijo...

Marín:
Es que eso de que hablas es una de las partes de esta "tortura". Si se prohíben, ya se acaba el acoso, entonces los aficionados tendríamos otro papel y otras vías de actuación, pero no, de momento mantienen esta agonía y nos utilizan de saco de boxeo. Ese es el pacifismo. Esta gente que ama a los animales, pero que se convierte en una alimaña cuando se trata de otro ser humano. Los animales tienen sensibilidad, sentimientos y derechos que nos niegan a nosotros. Quizá lo único que hacen es mirar en su interior y eso lo proyectan sobre los demás. Ellos mismos puede que nos digan cómo son y a quienes nos enfrentamos.
Un abrazo y gracias por "la chapa".

Anónimo dijo...

Excelente D. Enrique. Totalmente de acuerdo con usted. Un seguidor suyo. Salud , suerte y muchísima paciencia.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo contigo Enrique, gran artículo.
Yo cada temporada voy vez menos a los toros, por decisión propia, porque estoy cansada de esa fiesta light, no pienso ir para salvar el chiringuito de los taurinos.

Un saludo!

Enrique Martín dijo...

Anónim:
Muchas gracias por todo.
Un saludo

Enrique Martín dijo...

Isa:
Nos piden que vayamos a la plaza, que "salgamos del armario", pero todo eso no encierra otra cosa que lo que tú dices, salvar su negocio. ¿Se lo tenemos que salvar nosotros cuando ellos no hacen por ello?
Un abrazo